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domingo, 3 de junio de 2012

VICENTE HONG

El primer chino torero China, 1894 Hong Chikeen nace en la ciudad china de Sunwuy (muy cerca de Cantón) en el seno de una familia de comerciantes. En la mayoría de las fuentes se hace llamar Vicente Hong (o Vicenty al principio de su carrera) China, 1902 Con 8 años se fuga de casa e ingresa en una compañía de opereta. Allí aprende a cantar y malvive durante cierto tiempo hasta que sus padres lo encuentran y le obligan a volver. Posteriormente lo mandan interno a un colegio de Cantón donde aprende el oficio de impresor y tipógrafo. China 1905 A principios de siglo estalla una revuelta contra el último representante de la dinastía Qing, el Emperador Guangxu (al que las fuentes consultadas llaman Quong Lui) y su despótica tía la Emperatriz Cixi. Vicente Hong se corta la coleta en señal de protesta contra la corrupta dinastía. Al cumplir los 14 años se niega a casarse como imponía la tradición. La familia decide emigrar a California donde el futuro torero aprende a hablar inglés. Poco tiempo después la familia termina instalándose en México. México, 1907 Muere su padre. Su hermano mayor hereda el negocio y Vicente Hong tiene que buscarse la vida. Comienza a trabajar en una mina de oro en la frontera con EEUU. Descontento con el carácter norteamericano, hastiado de las duras condiciones del trabajo y de la inseguridad del mismo decide abandonarlo y regresar a México D.C. En la estación asiste a un espectáculo impresionante: una multitud esperando el cadáver del matador Antonio Montes. La gente está histérica, la mayoría llorando. Al chino le sorprende la presencia de muchos “obispos y curas”. Hong siente curiosidad y decide asistir a una corrida de toros de la que sale entusiasmado. Por fin ha encontrado su vocación.. Otras fuentes dan una versión diferente: con el dinero ganado en la mina de oro Hong monta un restaurante en la capital y es a través de su clientela (taurinos todos) que empieza a sentirse atraído por el mundo del toreo. También aparece escrito que la afición le nace trabajando en el hotel que su padre tenía en propiedad desde que llegó al país azteca. El resultado es el mismo: se inscribe en la escuela taurina de José Romero, Fracuelillo, y empieza un duro aprendizaje (“llevándome muchos porrazos”) por el que paga 30 pesos mensuales Honduras, 1909 Al quedarse sin dinero tiene que emigrar a Honduras, a las minas de oro de Sanjuanico, y permanecer allí durante un año. Tras haber reunido la friolera de 40.000 pesos regresa a México con la intención de continuar su educación. México, 1910 Tras entrar en el país, al llegar a Manzanillo, Vicente Hong se encuentra con que ha estallado la revolución contra el gobierno de Porfirio Díaz. Ante el caos reinante y temiendo ser robado decide enterrar un baúl con sus pertenencias en el patio de la casa donde se hospedaba. Entabla amistad con Pancho Villa y comienza a trabajar para él. Se encarga de la intendencia de sus tropas (aprovechándose de sus contactos con la comunidad China) hasta que rompen relaciones. El joven chino es acusado de ser confidente de Carranza y es perseguido por las tropas revolucionarias. Todo esto, según la versión dada por el propio Hong en 1930. Entonces el general Agustín Calvo decide formar un grupo de 2.000 soldados chinos (eran una minoría muy importante en el México de la época) para reforzar a sus tropas en Veracruz. Vicente Hong demuestra grandes dotes de mando y es nombrado comandante. Encargado de custodiar un tren cargado de oro, es atacado por las tropas de Villa. Según su versión, se comporta heroicamente y, a pesar de ser herido en una pierna, gana la batalla y captura un gran número de prisioneros. México, 1911. Y después se mete a novillero. Así de simple. Hasta España llega la noticia de su debut: “Coleta tiene desde su más tierna infancia, y se trae muy hecha una suerte que siempre es de seguro éxito: el pase del Celeste Imperio. Además los empresarios que quieran engañarle, poco tendrán que esforzarse, dada la nacionalidad del diestro” (Heraldo de Madrid, 3 de marzo de 1911) Esas bromas recurrentes acompañarán la carrera del chino Vicente Hong desde sus inicios. También el apelativo cariñoso de “chinito”. Siempre sería tratado con un tono paternalista, entre la sorna y la curiosidad. También ese era el tono típico de la prensa de la época. No fue nunca una figura destacada, ni medianamente famoso (pequeñas notas en los periódicos y algún reportaje en algún semanario gráfico). Pero su larga carrera (más de veinte años toreando) y azarosa vida lo convierten en más que una mera curiosidad. México 1912 Debuta en la Plaza de Guadalajara (México) el 7 de enero de 1912. En el paseillo todavía viste el tradicional traje de luces (años después cambiaría su atuendo). Triunfa, pero, como bien dice una crónica de la época, no en una corrida muy brillante, debido a la poca bravura de los toros de la hacienda Rivera que deslucen el espectáculo. 

Comparte cartel con un tal “Mellaito de Málaga”, que hace el ridículo más absoluto (“con temblor formidable en la piernas”) y que es incapaz de matar a su segundo. Vicente Hong, por su parte, torea con valor: “Demostrando que no es, ni mucho menos, un lego en el manejo del capote, toreó a su primero maravillosamente (…) y oyó aplausos sin cuento, mejor dicho, cerradas ovaciones. (…) En su segundo se estrechó todavía más, jugándose la piel en los cuernos, y concluyó con media estocada, siendo sacado en triunfo por los incondicionales de la fiesta (…) que vitoreaban sin cesar al héroe amarillento” (El Toreo, 19 de febrero de 1912) En mayo empieza a circular el rumor de que ha embarcado rumbo a España y que espera triunfar aquí. Su fama comienza a crecer. Incluso en Madrid Cómico (un semanario satírico de la época) hacen chistes sobre su nombre y sobre su afición a los toros. América Latina, 1912-1923 Sin embargo, no llega a debutar aquí y su rastro se pierde durante más de diez años. Se sabe que sufre una grave cogida en Navalcalientes que a punto estuvo de costarle la vida. Fue la primera de muchas visitas a las enfermerías de las plazas de toros. Abandona temporalmente el mundo de los toros y consigue un trabajo como cónsul chino en México. Posteriormente se traslada a Tampico y finalmente a Venezuela. Siempre como representante del Celeste Imperio. Se sabe que durante la guerra entre México y EEUU actúa de interprete en el Ministerio de Justicia mexicano. Pero, según sus declaraciones, abandona pronto la vida de lujo que llevaba y se centra en el toreo, arte por el que siente una verdadera obsesión. Incluso llega a rechazar un alto cargo en la recién estrenada República de China. Guatemala, 1923. Reaparece en el país centroamericano anunciando dos corridas en aquella plaza. Perú, 1924 En febrero se presenta en la plaza de Lima con una corrida con ganado de Viscalpa. Es ovacionado tras matar tres toros. Lo hieren en un muslo y es trasladado a la enfermería. Perú, 1926. El 10 de julio embarca junto a su representante, Juan Leppiani, rumbo a Colombia y Venezuela donde va “ventajosamente contratado para aquellas plazas” Posteriormente, una vez terminados sus compromisos allí, iba a partir hacia España con la intención de triunfar definitivamente. Aquí sería representado por Vicente Gracia. Se esperaba su debut para la temporada de 1927. “Es de esperar que el asiático torero Vicente Hong, muy conocido por México y el Perú, sea una de las mayores novedades taurinas y constituya una gran atracción, por la forma en que se presenta, que es asombrosa y de gran lujo por los fantásticos y raros trajes chinos que viste” (La Lidia, 26 de julio de 1926) Vicente Hong había comenzado a hacer el paseillo vestido con indumentaria asiática. 

Tras años toreando en las plazas americanas posiblemente comprendió que su origen era, sin lugar a dudas, su mayor atractivo. Vender exotismo funcionaba. Se anunciaba con un prospecto en caracteres chinos que rezaba: “Señor Hong, único torero chino nombrado por el mundo. Todos los chinos así como los extranjeros aplauden su arte. Está invitado ahora por este país para estrenar en la plaza de toros a las tres del día 3 de Febrero (sic). Los ciudadanos chinos que quieran cumplir las felicidades de sus ojos, vengan a ver y no pierdan esa ocasión” (ABC, 9 de marzo de 1927) Había por aquella época una fuerte discusión en el mundo del toreo sobre la suerte de varas. Antiguamente los picadores salían al ruedo sin protección (ni peto, ni corazas) y se enfrentaban al toro únicamente con la puya. Esto provocaba que las corridas de toros se convirtieran en una salvaje carnicería (todavía más), porque pocos eran los caballos que salían indemnes del envite. En los años veinte del siglo XX se empezaron a proteger con petos y acolchados y los puristas se enfrentaron agriamente a estos cambios. Vicente Hong, según recoge la prensa de la época, se mostraba contrario a la suerte de varas. Lo que según los más entendidos era signo de valentía porque así el toro llegaba con más fuerzas a los últimos tercios de la corrida. Sin embargo, a pesar de que su fama va en aumento, no es contratado para torear en España hasta la temporada de 1930. En la Península su carrera va a ser bastante corta. Se siente desilusionado porque en América cobraba bastante más (40.000 pestetas allí, frente a las escasas 3.000 que recibe aquí) y porque el público era menos exigente (“aquí quieren ver en mi a un Belmonte”). 

Su sueño es triunfar aquí y regresar a China a popularizar el toreo. Barcelona, 1930. Tradicional corrida del Corpus. El 19 de junio se presenta Vicente Hong en la plaza Monumental de Barcelona, donde se lidian novillos de Villarroel. Comparte cartel con Cantimplas y El Niño de la Brocha. Hay poco público. El torero oriental vuelve a hacer el paseillo con la indumentaria típica de su país, a pesar de las reticencias de sus compañeros, que en un principio se negaban a participar en la payasada. El público silba el atrevimiento del mandarín. Luego se viste de torero para la lidia. El segundo de la tarde le correspondía al Niño de la Brocha, pero, a pesar de eso, Vicente Hong decide hacerle algunos quites. La prensa resume su actuación con un lacónico: “el chino hace el indio” Al entrar a matar el Niño de la Brocha se clava su propio estoque y es llevado a la enfermería. En el tercero “Vicente Hong intenta unos lances (…), realiza una faena divertida, en el curso de la cual sufre una voltereta. Mata de media estocada.” En el quinto “el chino, al intentar unos lances, sale perseguido y no sufre una cogida por verdadero milagro” Y en el sexto “torea vulgarmente. Con la muleta da cuatro mantazos y con el estoque pincha tres veces (…) El público llena el ruedo de almohadillas y el toro es devuelto al corral” (La Voz, 19 de junio de 1930) Los toros “dejaron mucho que desear, siendo únicamente bueno el tercero, que no pudo caer en peores manos” porque según uno de los críticos, Hong desconocía “lo más elemental de toreo”(La Reclam Taurina, 28 de junio de 1930) El Heraldo de Madrid recoge las enormes carcajadas del público en el tercero y el tremendo miedo del torero. Tal era el pánico que sentía que tuvo que matar al toro de media estocada desde un extremo del burladero. El Imparcial remarca el “lamentable espectáculo” de la última faena. 

En El Siglo Futuro se describe a los toros como “pequeños”, aunque “bien puestos de pitones” a los que lamentablemente se les dio “mala lidia”. A pesar de todo la fama de Hong va creciendo y La Estampa le dedica un extenso reportaje donde cuenta su vida. Se presenta como un héroe muy famoso en México y Perú. Narra sus aventuras durante la Revolución Mexicana y alardea de amistades: el general Obregón (“íntimo amigo”), Vasconcelo o Luís León (en la época, Ministro de Hacienda mexicano) En España se anuncia con unos pasquines en español y con otros en caracteres chinos: “acudid a ver a vuestro hermano, que es un verdadero recreo de los ojos” (La Vanguardia, 13 de julio de 1943) Segovia, 1930 A finales de junio participa en una novillada en Segovia con ganado de Carreros (“bravos y de buena lámina”). Mata a su primero de media estocada y descabello. En su segundo sufre un ataque de pánico y es volteado. Entra en la enfermería con una herida en el glúteo. Palma de Mallorca, 1930 La mala suerte acompaña al torero chino. El 30 de junio torea en la plaza de la isla. Resulta cogido gravemente: “sufre la fractura de dos costillas, temiéndose que degenere en pulmonía traumática” (El Siglo Futuro, 30 de junio de 1930) Madrid, 1930 Un mes después, recuperado milagrosamente de sus heridas, hace su aparición en Madrid. La expectación es tremenda y las entradas para la corrida en Vista Alegre se agotan rápidamente. Los toros de Fernando Ardura resultan bravos y nobles (la mayoría son ovacionados en el arrastre) Vicente Hong vuelve a hacer el paseillo con el traje típico chino. 

Pero en esta ocasión es aplaudido por el participativo público que saca “del extraño torero una grata impresión” a pesar de que apenas puede hacer nada debido a la herida de su pecho. El respetable simpatiza con Hong. Consigue una faena muy lucida, sobre todo comparándola con el fracaso de sus compañeros de cartel (Carretero y Levita). Sin embargo, cuando ya saboreaba el éxito tiene que retirarse a la enfermería. La herida sufrida en Palma de Mallorca se ha abierto. La prensa lo colma de elogios e incluso le componen una copla: “El hijo del Sol Naciente venció en la fiesta taurina; por hoy no está mal Vicente y puede rodar la china” (R. Solis. Heraldo de Madrid, 21 de julio de 1930) A la semana repite con toros de Ardura en El Escorial. Sin embargo ni los toros ni el torero están a la altura. Zaragoza, 1930 Ya recuperado totalmente, torea en Zaragoza. Hay gran expectación y la prensa local se interesa por él. En algunos periódico aparece la información de que ya había visitado la ciudad en el pasado: “llegó por primera vez vendiendo collares” (El Día, 22 de agosto de 1930) Los novillos resultan ser mansos y difíciles. Vicente Hong hace una meritoria faena a su primero. En su segundo es corneado. Ingresa en la enfermería: “tiene un puntazo corrido, fuertes varetazos y conmoción cerebral” (Heraldo de Madrid, 25 de agosto de 1930) Zamora, 1930 Participa en una novillada en septiembre. Se muestra ignorante con la muleta y es abroncado. Cuenca, 1930 Con floja entrada, Hong hace una discreta actuación. Sufre varios revolcones sin importancia. Los críticos se muestran inmisericordes. Madrid, 1930 Vicente Hong demuestra que no es un ignorante. No le gusta la visión que de Oriente se da en el teatro español de la época, así que decide escribir una obra realista sobre el tema. Se titula “La influencia del opio” y consigue un contrato para estrenarla en Madrid. Sin embargo, nadie llega a conocer la obra. Según Hong un desalmado productor le ha robado el manuscrito. Terminada la temporada, parece ser que Hong regresa a Venezuela llevando consigo un busto en bronce de Simón Bolívar realizado por el escultor Bechini y que le había encargado la colinia china de Caracas con el fin de celebrar su centenario. Jerez de la Frontera, 1931. Corrida nocturna. Torea su última corrida conocida. Es abucheado. La prensa remarca que se arrojaron al ruedo nueve espontáneos. Fin En total toréo diez novilladas en España. Su rastro se pierde. Puede ser que lograra su sueño: “Ir a China, a mi patria; celebrar corridas como en España, y el dinero que me produzcan emplearlo en construir escuelas con profesores europeos, para que enseñen al pueblo artes y oficios que allí se ignoran. No es suficiente saber leer y escribir. Hace falta también aprender una profesión para poder vivir. En China hay mucha falta de oficios. Los que pasan hambre es porque no saben trabajar en nada y estan incapacitados para luchar.” (Mundo Gráfico, 1930) Treinta años después, otro torero chino volvió a llamar la atención de la prensa: Bon Way Wong. Pero eso es otra historia.