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sábado, 23 de febrero de 2013

Cortarse la coleta
Rodeado de varios admiradores Rafael “El Guerra” les contaba la emoción que sintió el día de su retirada de los ruedos. - Después de haber toreado en Zaragoza –empezó diciendo—vine a Córdoba, y aquí, en mi casa, mi mujer, delante de mi madre, de mis hijos y de los hombres de mi cuadrilla y de varios amigos, cogió la tijera y me cortó la coleta... - ¿Sentiste algo raro? –preguntó uno. - Sí. Yo, al sentir el ris-ras de la tijera, sentí cosa... una cosa que me tuvo unos minutos sin poder hablar... Y esta emoción se aumentó cuando vi que mi madre le cortaba también la coleta a mi hermano Antonio, y que "Beao", mi picador de confianza, que conmigo había trabajado siempre, llamó a mi hijo Rafaelito, y, con lágrimas en los ojos, le dijo, dándole la tijera: - Anda, “chavea”, córtame a mí también la trenza, que yo no quiero servir a “nadie” después de haber “sío picaor del mejó” torero de España.

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