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lunes, 25 de febrero de 2013

FERNANDO VII GANADERO
La moda del lightismo hace tiempo que llegó al mundo de los toros. El torero sólo aspira a ser figura para ir cómodo en los carteles, en segundo lugar y con ganaderías de prestigio, que son las que fabrican, bajo demanda pertinaz y chantajista de los taurinos, un toro suave y blandón. Al gran público, el que llena las plazas y los bolsillos de los empresarios más poderosos, le han convencido de que el toreo no es riesgo y emoción y que a las plazas se va a divertirse y no, como decía García Lorca, a gozar sufriendo. Por ello, de vez en cuando es bueno pararse y echar la vista atrás para saborear gestas y gestos pasados, como los de algunos ganaderos románticos. Es conocida la afición que el rey Fernando VII tenía por los toros, que le hizo incluso convertirse en ganadero de reses bravas. Para ello llegó a retentar 1.500 vacas vazqueñas en 25 días. Trasladadas las 400 vacas aprobadas desde Sevilla a los predios reales de Aranjuez se corrió la voz de que las vacas, de puro nobles, eran mansas. Este rumor llegó a los oídos del rey, quien dio la orden de retentarlas por segunda vez: de las 400 vacas volvieron a aprobarse 396. Fernando VII, además de buen rey fue un gran ganadero.

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