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miércoles, 20 de marzo de 2013

LA CONFESION DE ARMILLITA
“Fermín Espinosa “Armillita Chico” cuando se preparaba para su boda. Sucede que el maestro no había hecho la Primera Comunión, y para casarse debió prepararse para tomar la Eucaristía. El sacerdote, muy amigo de la familia de Anita, era el encargado de preparar al torero para recibir la Eucaristía. El cura que no era muy devoto de los toros acuñaba entre el catecismo y las sagradas escrituras un rehilete contra la fiesta.
Armillita le había regalado a su prometida, la señorita Ana Acuña, el hermoso capote de paseo con la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe., que lució en muchas de sus tardes triunfales en España. Anita, lo cedió a la Iglesia para que con él hicieran una casulla. Casulla que lucía el cura amigo de los Acuña los domingos en la misa y que llevó para la ceremonia de la boda entre Fermín y Ana Acuña, la primera esposa del coloso de Saltillo. En el confesionario el sacerdote le solicitó al torero dijera sus pecados, a lo que Armillita, hombre de gran humor, dijo: “Padre, confieso haber matado a más de mil quinientos toros en mi vida.” Hubo perdón de estos pecados, y el capote de Armillita ofició Misa en el Altar Mayor de la Basílica de Guadalupe “en el mismisimo,"mero mero” Tepeyac

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