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domingo, 16 de junio de 2013

MAZZANTINITO



Tomás Fernández Alarcón "Mazzantinito" fue un matador de toros español, nacido en Madrid el 22 de marzo de 1879 y fallecido en su lugar de origen el 12 de noviembre de 1916. En el planeta de los toros es conocido por su sobrenombre artístico de "Mazzantinito", adoptado en homenaje al genial diestro guipuzcoano Luis Mazzantini y Eguía, cuya peculiar interpretación del toreo había causado honda admiración en Tomás Fernández Alarcón. Nacido en el seno de una familia humilde, desde su temprana juventud se vio obligado a ganarse la vida trabajando de hojalatero, lo que no fue óbice para que, alentado por el ejemplo de su hermano mayor Juan (que había hecho sus pinitos en calidad de novillero) comenzara pronto a curtirse en las asperezas y sinsabores inherentes a los primeros pasos del oficio de torero.
Así, tras haber tomado parte en cuantas capeas y funciones menores se celebraban por los alrededores de su Madrid, consiguió destacar entre el tropel de muchachos de su misma edad que, por aquella época, veían en la profesión taurina un cauce digno para huir de la miseria y, al mismo tiempo, la vía más adecuada para dar rienda suelta al arrojo y las ilusiones juveniles. Estos primeros logros del joven Tomás Fernández no pasaron inadvertidos ante los ojos de los taurinos profesionales, que empezaron a reclamar el concurso del futuro "Mazzantinito" como miembro de diferentes cuadrillas de matadores de toros. Así, en efecto, logró pisar por fin el redondel de la plaza de Madrid el día 2 de mayo de 1899, fecha en la actuó, en calidad de banderillero, a las órdenes del espada Félix Robert. A los diez días de esta presentación de Tomás Fernández ante el severo dictamen de sus paisano, su hermano Juan cayó herido de muerte en el coso madrileño de El Escorial, desgracia que, en lugar de hacer desistir a "Mazzantinito" en su empeño por llegar a vestir el terno de seda y oro, espoleó su deseo de convertirse en el matador de toros que no había podido llegar a ser su desventurado hermano. Pero, ya cumplidos los veinte años de edad, un nuevo impedimento vino a paralizar durante un par de temporadas la materialización de estas aspiraciones: la obligación de alistarse en filas respondiendo al llamamiento del servicio militar.
Una vez licenciado de sus obligaciones militares, su tesón le permitió reanudar su interrumpida andadura taurina, para acabar presentándose en 1901, ya en condición de novillero, en el pequeño coso madrileño de Tetuán de las Victorias. Inscrito, a partir de entonces, en los circuitos novilleriles de la zona centro de la Península, adquirió pronto un merecido renombre que le condujo, el día 19 de enero de 1902, hasta el ruedo de la plaza de toros de Madrid, donde hizo el paseíllo ante la primera afición del mundo acompañado por el joven novillero "El Segoviano". Esta presentación en las arenas capitalinas no tuvo la repercusión esperada por "Mazzantinito", quien, ante la escasez de ofertas, decidió cruzar el Atlántico y probar suerte en los ruedos hispanoamericanos. La fortuna sí le acompañó, en cambio, en esta aventura transoceánica, hasta el punto de que consiguió tomar la alternativa en la capital mexicana, de manos del coletudo sevillano Joaquín Hernández Castro ("Parrao") -que hizo las veces de padrino- y en presencia del lidiador gaditano Manuel Lara Reyes ("Jerezano") -que compareció en calidad de testigo-.
El primer astado que despachó Tomás Fernández de Alarcón en su nueva condición de matador de toros pertenecía a la vacada de Santín. De regreso a la Península Ibérica, el día 23 de abril de 1905 confirmó en la plaza de Madrid la validez de ese título de doctor en Tauromaquia. Fue su padrino en aquella ocasión el diestro cordobés Rafael Molina Martínez ("Lagartijo Chico", sobrino del gran califa del que había tomado el apodo), quien le facultó para que diera lidia y muerte a estoque a una res criada en las dehesas de don Vicente Martínez. A partir de entonces, "Mazzantinito" tuvo unas temporadas de esplendor en el toreo español de los primeros años del siglo XX, tan sólo empañadas por los continuos percances que sufrió ante las astas de los toros.
Tuvo ocasión, empero, de demostrar en los diferentes cosos del planeta de los toros sus buenas maneras en el manejo del capote, su eficacia y poderío a la hora de dejar los rehiletes (con singular habilidad en las suertes de clavar al quiebro y de colocar banderillas cortas), su excelente gusto toreando con la muleta (con notoria finura en el remate de las series) y su arrojo y decisión en el momento de lanzarse a ejecutar la suerte suprema. Las numerosas cornadas que recibió a lo largo de su trayectoria profesional le impidieron alcanzar, en el escalafón superior de los matadores de toros, el auténtico lugar que por valentía y méritos artísticos le correspondía ocupar. Además, su frágil salud se fue deteriorando aceleradamente hasta desembocar en un agudo cuadro tuberculoso que acabó de forma fulminante con su vida a mediados del otoño de 1916, cuando apenas contaba treinta y siete años de edad. Las dos últimas tardes en que se vistió de luces el malogrado "Mazzantinito" fueron la del día 8 de julio de aquel año de 1916 (en la que alternó, en la plaza de Madrid, con Punteret y Torquito para enfrentarse con un encierro procedente de la ganadería de don Félix Gómez) y la del 29 de agosto de dicha temporada (en la que hizo el paseíllo en las taurinas arenas de Colmenar Viejo, para despachar un lote criado en las dehesas de don Manuel Aleas).

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