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martes, 9 de julio de 2013

Serafín Vigiola del Torco "Torquito"

En España, dejaron de ser Sevilla y Madrid los semilleros donde surgían los toreros más atractivos, porque en el norte de la península aparecieron diestros que comenzaron a brillar, por el valor, las buenas maneras de técnica y, sobre todo, por su talento en busca de realizar innovaciones dentro del difícil espectáculo de tauro. Precisamente en Baracaldo, en Vizcaya, provincia de Bilbao, empezó a destacar el nombre de Serafín Vigiola del Torco, apodado Torquito, que pronto hizo sentir su presencia como un artista de los ruedos.
Es menester afirmar que esa región se ha distinguido siempre por ser puramente torista. Las corridas grandes van aún para esa tierra norteña, razón por la cual se ganó a pulso ese distintivo que en el medio es usual cuando un encierro reúne en presencia, pitones y peso (trapío); los toreros suelen expresar: "Está para Bilbao". En la actualidad, se reitera, esa jerarquía sigue en boga: el toro ahí se lidia sobrado de todo. Pues bien, Torquito nace el 29 de julio de 1889 en Baracaldo y en Carranza (Vizcaya) realiza su primera aparición en los ruedos, el 1 de agosto de 1905, y obtiene un sonoro e inesperado éxito en la muerte de un novillo, que provoca un impacto generalizado.
Varios años navega en el escalafón de los novilleros, hasta 1908, con actuaciones que hacen concebir un futuro halagador por sus buenas maneras y sentimiento. Ese mismo año se aventura a incursionar en México, que vivía una inestable situación política y no existen datos precisos sobre si pisó ruedos aztecas. Retorna a la patria y su cartel sufre una merma que es palpable. Lógicamente, su actividad es escasa y su estrella parecía opacarse. Viene el resurgimiento Logra la revancha y el 27 de mayo de 1910 en Bilbao alcanza una fulgurante actuación que hace retornar las esperanzas que no pocos consideraron perdidas. Fue una recuperación rauda, pues el 23 de octubre de ese año se presenta en Madrid con la suerte de frente y se incrementa el "calzarse" el terno de luces con continuidad. La campaña siguiente, la de 1911, es espléndida para Serafín Vigiola. Tanto que en ese año, el 8 de septiembre, en Barcelona, se convierte en matador de toros, título que le confiere nada menos que Manuel Mejía Bienvenida, otro patriarca de famosa dinastía torera. Torquito , con espíritu aventurero, hace otra incursión en ruedos mexicanos.
Se presenta en El Toreo de la Condesa, el 13 de octubre de 1912, en mano a mano con Diego Rodas Morenito de Algeciras , con toros de Piedras Negras. El maestro Heriberto Lanfranchi, en su obra La fiesta brava en México y España señala: En el segundo astado (primero de su lote) toreó muy bien de capote, muleta y mató de gran estocada. Corta una oreja y deja grata impresión. Retorna a El Toreo el 15 de diciembre haciendo tercia con sus paisanos Rafael González Machaquito y César J. Ibarra Cocherito de Bilbao, con ganado español de Gamero Cívico. La suerte le acompaña esa tarde también. Tuvo un altercado el 12 de enero de 1913 con Arcadio Ramírez Reverte Mexicano. Se anunció esa tarde a Machaquito, Reverte y Merced Gómez, con una corrida del duque de Veragua. Un encierro viejo, dado que esos astados estuvieron padreando en la dehesa de San Nicolás Peralta durante tres años. Bureles resabiados, problemáticos, con muchísimo sentido y peligro. En el primero, Machaquito, muy bien y lo liquida mejor, pero sufre una cornada en el muslo derecho al entrar a matar. Y en el tercero, Merced Gómez resulta lesionado también de cornada. Tras lidiar al cuarto, Reverte se negó, como era su obligación, a matar los otros dos toros. Torquito, que estaba en el tendido de paisano, se baja y solicita permiso para lidiar esos ejemplares. Reverte consideró eso como una descortesía de su compañero y de la autoridad que lo apoyó. No pasó de reproches soeces mutuos y división en los tendidos. Suma otros festejos y mejoran sus actuaciones.
El 20 de abril de 1913, retorna a España, confirma el título de doctor en tauromaquia al cederle los trastos el diestro Vicente Pastor, en La Corte. A partir de esa fecha su cartel guarda un nivel importante y menudean los éxitos en todas las plazas. Son largos nueve años y en plena potencia vuelve a México por tercera ocasión para torear con éxito varias corridas. Su reaparición en Mexico se suscita el 19 de febrero de 1922, en una corrida de relieve con la participación de Rodolfo Gaona, Luis Freg, Juan Belmonte, Juan Silveti y Félix Moreno, con ganado español de Enriqueta Zapata viuda de Salas. Asimismo, actúa en la corrida a beneficio de los deudos del jibarito Ernesto Pastor, infortunado diestro a quien mata un toro en Madrid. Se ofreció el 9 de marzo y alterna con lo más granado: Vicente Segura, Rodolfo Gaona, Luis Freg, Torquito y los Juanes Belmonte y Silveti. Su último paseo en México fue el 29 de octubre de ese año, lidiando mano a mano con Juan Silveti toros de San Diego de los Padres.
De ahí parte hacia Perú y en Lima alcanza un triunfo que se comenta elogiosamente en el adiós de esa plaza de Juan Belmonte. A España retorna hasta 1924, después de que contrajo matrimonio en México. En su despedida de los ruedos, el 16 de junio de 1929 en Madrid, lo acompañan Joaquín Rodríguez Cagancho y Vicente Barrera. Fue un adiós emotivo, brillante y triunfal. Con el bello recuerdo muere en La Corte el 4 de enero de 1958.

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