Páginas

sábado, 25 de enero de 2014

EL ENTIERRO DE GAONA 21.05.1975



El miércoles, 21 de mayo, el cielo de México estaba encapotado con gruesos nubarrones, que de tiempo en tiempo dejaban manar una mansa llovizna. El ambiente, húmedo y gris, propicio para recordar los versos de Verlaine, "Llora el cielo sobre la ciudad, como llora sobre mi corazón", fue el marco adecuado para que a las cinco de la tarde, en el panteón de Dolores, se diera cristiana sepultura a los restos mortales de Rodolfo Gaona, el más famoso de los toreros mejicanos de todos los tiempos. El tiempo inclemente restó asistencia, pero no excusó la ausencia de la mayoría de los toreros jóvenes de México, en particular de alguno que gozó de las mayores simpatías por parte del ilustre lidiador desaparecido. También se comentó con acritud la ausencia de una representación oficial, porque Rodolfo Gaona fue un mexicano que dio lustre y brillo al nombre de su país, más allá de sus fronteras, con mayor eficacia que muchos diplomáticos. Por otra parte, no se compagina el hecho de haberle honrado en vida, dando su nombre a una avenida de la capital mejicana.Si estuvieron fueron  las viejas glorias de la torería mejicana y una de la española. Entre aquéllas, Chucho Solórzano, Luis Castro "El Soldado", Heriberto Garcia, David Liceaga, Andrés Blando, Alfonso Ramírez "El Calesero". Joselito Huerta, Manuel Gutiérrez "El Espartero" y con la representación española, el genial torero gitano Joaquín Rodriguez "Cagancho". Tampoco faltaron a la cita Mario Moreno "Cantiflas" y la plana mayor de la Casa Pedro Domecq, de México, siempre ligada a la Fiesta nacional . En la capilla ardiente, una simpática presencia, la de María Conesa, una madrileña que en la primera década del siglo en que vivimos enloquecía al "todo México " de su época, con su garbo y su picardía, sobre el tablado frívolo del desaparecido teatro principal. Los triunfos de María en aquellos años venturosos corrían parejos con los que en los ruedos lograba Rodolfo Gaona "El Califa de León", con su dibujada elegancia en el toreo de capa y de muleta y su arte excepciónal de gran banderillero. Pero si en el entierro de Gaona faltó la despreocupada torería joven, si no hubo una representación oficial, sí estuvo, en cambio, ante su tumba, el pueblo de México, dejando sentir su presencia cuando una mujer de edad madura y humilde vestimenta pronunció unas cuantas emotivas frases para pedir 'que no hubiera lágrimas, sino pañuelos al aire, como en sus tardes de gloria, para decir adiós al maestro".  La oración fúnebre, bella e inspirada, la pronunció el periodista Roque Armando Sosa Ferreiro, gaonista de la Vieja Guardia. Entre otras cosas dijo: «Rodolfo Gaona es un símbolo insustituible de la torería mexicana. En él se fundieron las virtudes de nuestros ancestros, indios y españoles. Mestizo medular, mejicanismo en su carne, en su sangre y en su espíritu, fue siempre indio y español, con acendrada y fervorosa devoción a México y España". Y terminó: "Ayer las campanas de León tocaban a gloria por los éxitos del torero." 

No hay comentarios:

Publicar un comentario