Era muy joven y ya llamaba la atención por el
aplomo y el acierto con que veía la lidia y llevaba
la responsabilidad de su cargo, por lo que hizo
creer que superaría a cuantos con él empezaron,
si bien hay que advertir que siempre tuvo en su
contra poner más empeño en bregar a conciencia
que en buscar aplausos con adornos vistosos.
Nunca fue su fuerte el manejo de la espada, pero
hay que reconocer que en sus primeros años de novillero
se le veía más acertado en la práctica de
dicha suerte, y a propósito de esto se dijo que en
sus abandonos pudo influir cierta enfermedad que
exigió una intervención quirúrgica. Aseguraba el
interesado que aquella dolencia le restaba alegría
y facultades para ejercer la profesión.
Pero es el
caso que, resuelto el obstáculo, no cambió él de
bisiesto.
Como torero sabía como el que más supiera y no
ignoraba la manera de practicar lo que había aprendido;
pero fué luciendo cada día menos sus aptitudes,
no mejoró sus procedimientos de estoqueador,
y como no incorporó a su historia episodios de los
que hieren la imaginación, el naufragio se hizo inevitable.
¿Cuáles fueron, pues, los rasgos que le distinguieron?
Los conocimientos mencionados y sus dotes de
peón de brega, los cuales le permitían no solamente
realizar una labor eficacísima, sino estar colocado
en el ruedo de manera que su capote fuera poderoso
instrumento de ayuda y auxilio en determinados
momentos de apuro.
Nació en Madrid —en l a barriada del Puente de
Vallecas —el 28 de diciembre de 1881. Dedicados
los autores de sus días a la venta de carnes, a ello
se dedicó también Antonio en cuanto aprendió las
primeras letras, y es natural que dicho tráfico le
obligara a frecuentar el Matadero, en el que sintió
los primeros impulsos taurinos. No agradó a sus
padres su determinación de hacerse lidiador, pero
hubieron de transigir al ver que se interesaba por
él un matador de toros tan señalado como Antonio
Moreno, Lagartijillo, con el que toreó de banderi llero
varias veces.
Se ensayó como matador en Plazas de poca monta.
El 27 de septiembre de 1898 se presentó en una
placita qué hubo en Carabanchel Bajo; siguió estoqueando
en ruedos de mayor importancia, y el 19 de
noviembre de 1899 pisó por primera vez el de la
Plaza de Madrid como tal matador de novillos, al
dar muerte a los llamados Cabrero y Azucena, de
don Filiberto Mira, alternando con el aragonés Ramón
Tarodo, el Alhameño, nuevo también en tai
ocasión.
Repitió en dicha Plaza madrileña el día 10 de diciembre
del mismo año, llevando esta vez de compañero
al que fue luego banderillero en la cuadrilla
de Machaquito, Ricardo Luque, Camará, y en seguida
entró en la primera fila de los novilleros,
hasta llegar a ser en 1901 uno de los que más torearon,
no obstante hallarse entonces en candelero
Vicente Pastor, Chicuelo, Revertito, Saleri, Gallito
(Rafael) y otros que alcanzaron popularidad.
Se hizo rancio en su categoría de novillero, estuvo
en México y en el Brasil, y en el año 1906
escribía de él un crítico tan autorizado y ecuánime
como Dulzuras: «¡Qué torero tan bueno nos hemos
perdido con que se le haya pasado a Segurita la época del furor sin haberse hecho matador de
toros!»
En tal año toreó solamente seis u ocho novilladas.
En 1907, el día 14 de abril, actuó en Madrid
como sobresaliente en la primera corrida que dió
la Empresa Mosquera (Algabeño y Machaquito, con
toros de Veragua); catorce o dieciséis novilladas
despachó en tal año. E l 9 de febrero de 1908 estoqueó
reses de Miura en Madrid, con Serranito y
Gordito, y obtuvo un triunfo absoluto, pues le vieron
valiente como un lobo y tan torero como los
mejores; pero tan brillante éxito ya no dió frutos,
porque el que lo alcanzó estaba gastado, demasiado
visto, y el público quiere novedades. No pasaron de
diez o doce las funciones que en dicha temporada
de 1908 toreó como tal matador de novillos, y antes
de que terminase la misma, el día 8 de septiembre,
tomó la alternativa en la Plaza de Santoña, fie
manos de Guerrerito, con toros de don José Becerra.
Solamente aquella corrida toreó en tal año como
matador de toros; cinco en 1909, seis en 1910 (entre
ellas la de su confirmación en Madrid, el 29 de
junio, de manos de Saleri, con Relampaguito de testigo
y ganado de don Félix Gómez), siete en 1911,
tres en 1912, otras tres en 1913, y aburrido al ver
que había pasado su época y estaba destinado a
bailar con la más fea, dejó la espada, tomó el capote
e ingresó como subalterno en la cuadrilla de
Rodolfo Gaona, que fue lo que debió hacer bastantes
años antes.
En los primeros del siglo fue casi todos los inviernos
a América, y estuvo no solamente en México
y en el Brasil, sino en el Perú y en Uruguay;
pero sacó muy provecho material de tales excursiones.
El 20 de abril de 1919, en la corrida de inauguración
de la temporada en Madrid (Gaona, Saleri II
y Fortuna), al banderillear con las de fuego al
toro Camarón, de Benjumea, jugado en cuarto lugar,
sufrió una cornada en el muslo derecho, en í
que creyó ver un aviso para retirarse. Al hacerlo
así, obtuvo un empleo en el Matadero, fue asesor
en la Plaza de Madrid y falleció el 31 de enero
de 1950.
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