No hubo en Zaragoza —en determinada época— torero que aventajase a Ramón Laborda y Tejero, «El Chato», banderillero muy notable, inteligente peón de brega y novillero a ratos, cuando era joven, figura familiar en la capital aragonesa y torero que vestía siempre irreprochablemente de corto, como en aquel tiempo era corriente en los de su profesión, dejaba a su paso por las calles zaragozanas, siempre derecho y garboso, una estela de simpatía que alegraba a cuantos iba dejando atrás. Aquella familiaridad aumentaba en la Plaza de toros, en la que «El Chato» fue verdadera institución local; le llamaban todos para hacerle alguna observación, replicaba él, y en los frecuentes diálogos entre el diestro y los espectadores la sal baturra, a veces demasiado gorda, producía regocijo general. Recuerdo que en cierta ocasión se hizo anunciar con el apodo «Macareno», acaso porque lo de «Chato» le pareciera demasiado plebeyo, y la vaya cariñosa que el público le hizo apretó más los lazos que a las dos partes unían. Naturalmente, no prosperó el nuevo alias, y con «Chato» se quedó hasta el fin de su existencia. Hijo de Pascual Laborda y de Mónica Tejero, nació en la inmortal capital de Aragón el 17 de julio de 1859, y al cumplir los doce años le dedicaron sus padres al oficio de albañil; pero como al buen Ramón le gustaba más que «gastar yeso» sortear reses bravas, desoyó los consejos y amonestaciones de aquéllos y no se celebró capea en los pueblos de la provincia sin que él tomara parte en ella.
Después de sus primeras andanzas como banderillero en la repetida ciudad, buscó más ancho campo para sus actividades y se trasladó a Madrid en el año 1882, donde su paisano, el picador Francisco Coca, le ayudó a abrirse camino; bien pronto trabajó como subalterno de algunos matadores de novillos como «Cacheta», «Joseíto», «Manchao», «Punteret» el de Játiva, «Valladolid» y otros, y cuando, cuajado ya, fueron conocidas y debidamente apreciadas sus felices disposiciones, le dieron toros repetidas veces, cuando necesitaron completar sus cuadrillas, diestros de tanto renombre como «Lagartijo», Fernando, «El Gallo», Ángel Pastor, Mazzantini, «Guerrita» y «Pepete». El 4 de octubre del año 1891, actuando «Lagartijo» como único matador en Zaragoza con seis toros de Veragua, durante la lidia del quinto saltó «El Chato» al ruedo y, con la venia presidencial y la aquiescencia del maestro cordobés, clavó a dicho astado un soberbio par de banderillas al cuarteo y otro superior al sesgo, pues el del duque, después del primer par, tomó defensa en las tablas.
Desde el principio de la temporada de 1849 formó parte de la cuadrilla de su paisano «Villita», y los triunfos de éste le alcanzaron algunas veces a él, como ocurrió en Madrid el día 5 de septiembre del año 1895, cuando al quedar dicho espada como único matador, por cogida de su compañero «Padilla», alternó con él en los quites, torearon juntos al alimón y la banda de música tocó la jota, para realzar así el trabajo lucidísimo de los dos toreros baturros. Con «Villita» hizo dos excursiones a México y siempre fue en su compañía, mientras tal matador vistió el traje de luces; cuando él mismo no tenía toros, no le faltaban a Ramón matadores que reclamaran sus servicios, y si se le presentaba coyuntura para actuar como novillero, fuera con picadores o sin ellos, tomaba la espada y cumplía su cometido con la mejor voluntad. Como tal matador de novillos hizo fu pre-sensación en Madrid el día 19 de enero de 1896 para estoquear ganado de Mazpule, con Alfredo Núñez, «Nuevo Tato»; no pasó de regular su labor; pero como nunca se hizo ilusiones de abrirse paso como tal estoqueador de toros, consideró aquella actuación como una más de las que como novillero llevaba hechas desde que por primera vez esgrimió la espada en Abarán (Murcia) el año 1892, alternando con Raimundo Rodríguez, «Valladolid».
En su aspecto de novillero conocemos una anécdota suya que revela la franqueza que en su trato le distinguía: toreó una vez en Barcelona con tan feliz éxito que después de la novillada le faltó tiempo al empresario, don Abelardo Guarner, para ir a la fonda e inquirir de él, después de felicitarle: ¿Qué fechas tienes libres, Ramón? - -, Que qué fechas tengo libres? pregunta su vez con extrañeza—. Y exclamó seguidamente: « ¡Otra que Dios! ¡Todas!» Fue un banderillero valiente para buscar la cara a los toros; era muy bonito al hacer la reunión; se adornaba en la suerte con airosos recortes y floreos y no es de extra que adquiriese sólida reputación en todas las plazas españolas y que sus compañeros le guardaran las mayores consideraciones, pues repetimos que a sus dotes de rehiletero unidas del peón de brega inteligente y eficaz. Trabajó suelto con muchos espadas, y ya, casi en el ocaso de su vida profesional, en 1907, fue banderillero fijo en la cuadrilla «Cocherito de Bilbao». El 30 de mayo de tal año, en la Plaza de Orense, sufrió el percance más grave de su carrera, y el 11 de abril de - 1909 recibió en Zaragoza dos cornadas también de gravedad. Otro percance tuvo, aunque no ocasionado por asta de toro, sino por la bala de un anarquista.
Fue en París, el año 1900, al celebrarse una Exposición Universal. Con tal motivo se dieron unas corridas de toros... la francesa», y el día 5 de junio, al dirigirá los toreros a la Plaza —Antonio Montes; Félix Robert como matadores—, el mentad individuo, de nacionalidad sueca, hizo vario: disparos contra el coche de los diestros y Ramón Laborda resultó herido en el brazo costado izquierdo, aunque no de gravedad Con fecha 25 de julio de 1913 se despidió del toreo ante sus paisanos; a tal fin se celebró una novillada económica con ganado de Zalduendo; actuaron como matador Francisco Bernal, «Bernalillo»; Toribio Gil «Chicorro»; Tomás Sánchez, «Perlita», Jaime Ballesteros, «Herrerín», todos aragoneses; intervinieron como banderilleros y auxiliares los matadores de toros «Mazzantinito» y «Calerito», así como el beneficiado —superiormente por cierto—, y el público le ovacionó cariñosamente con reiteración. La última vez que pisó el ruedo —el de Zaragoza, naturalmente— fue en el año 1923, al banderillear en un festival que se celebró a beneficio del mencionado «Bernalillo». Retirado vivió en Zaragoza bastantes años hasta que, anciano ya, se trasladó a Madrid para pasar sus últimos años con un hijo suyo, alto empleado de un Banco, y en esta capital falleció el 15 de julio del año 1931.
Hablando con mi madre de los nombres de mis abuelos le he preguntado por "el chato", q me lo había nombrado alguna vez. Lo he buscado y es el abuelo de mi madre!!! Un gusto haber leído toda la historia de su vida, q es la mía.
ResponderEliminarQuién eres Tito???
EliminarTambién es familia mía creo...
Es mi tatarabuelo!
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