Nació
en Toledo el 13 de
Abril
de
1866. Perteneció
á la
cuadrilla
del
Tortero
y
toreó muchísimo
en
Madrid
en novilladas.
Banderilleó
por primera vez en corrida
formal
en
Madrid,
en la de 7 de Julio de
1889,
en la
cuadrilla
del
Tortero,
que aquella tarde
tomó
la alternativa.
En
la
novillada
de 3 de
Abril
de 1892
fue
cogido al. saltar con la garrocha un
toro
de D. Faustino Udaeta, anunciado,
por
cierto, en carteles como de D.
Isidro
Esteban, resultando con una cornada en
la región
lumbar izquierda, que complicada con una
pulmonía
debida a una
imprudencia del herido al cambiarse de ropa
interior
durante el proceso de la
curación
contra la
opinión
del
facultativo,
le
causó la
muerte en el
Hospital
de la Princesa de
la
corte, en 19 de
Abril
de 1892.
Vestía
traje
verde con plata.
Para dar el cerrojazo a las novilladas de la Cuaresma de 1892 en la Plaza de Madrid, se verificó una función el día 3 de abril, en la que se lidiaron seis toros de don Félix Gómez y dos de don Isidro Esteban, ambas ganaderías de Colmenar, y actuaron como matadores Juan Gómez de Lesaca, Cándido Martínez, Mancheguito; José Rodríguez, Bebe Chico y Joaquín Pérez, Pechuga. Formando parte de la cuadrilla de Bebe Chico salió el banderillero toledano, de muy excelentes disposiciones, Hermenegildo Ruiz, el Chaval, quien clavó al toro tercero de la tarde un par muy bue-no que le valió muchas palmas. Alentado por éstas o llevado por el buen deseo de hacer cosas más lucidas, a poco de salir al ruedo el séptimo toro, de los de Esteban, se dispuso a efectuar el clásico y tradicional salto de la garrocha. El bicho había salido con muchos pies, pero El Chaval había dejado transcurrir más tiempo del necesario, y aquél se quedó al elevarse el diestro para saltar, de donde resultó que fue a caer no por la cola, sino en la misma cara del astado, el cual, al meter la cabeza, le enganchó por el costado izquierdo, le arrojó al suelo y volvió a cornearle. sin que nadie pudiera evitarlo. Conducido a la enfermería, le fue apreciada una cornada grave en la región lumbar. El toro fue estoqueado por Bebe Chico. Hermenegildo fue trasladado al Hospital Provincial y allí falleció a las pocas semanas, a consecuencia de una neumonía que se le presentó cuando estaba en curación la herida que sufriera. Después vino a resultar que el toro causante de la cornada no era procedente de la ganadería de don Isidro Esteban, sino de la de don Faustino Udaeta. He aquí cuatro subalternos que, sin haber alcanzado positiva fama, pasaron a la historia por el fin dramático que tuvieron. Los cuatro desoyeron el canto de la sirena negra, que tanto horror inspira a muchos seres porque ninguno de ellos sintió las inquietudes que dicta la ambición. En su modesta esfera acaso no sintieron nunca el temor de morir ejerciendo sus actividades; pero el destino. que tanto relieve presta en ocasiones a ciertos individuos para sacarlos de la vulgaridad ordinaria de los excesos humanos, les arrastró a ser víctimas del toreo.
Para dar el cerrojazo a las novilladas de la Cuaresma de 1892 en la Plaza de Madrid, se verificó una función el día 3 de abril, en la que se lidiaron seis toros de don Félix Gómez y dos de don Isidro Esteban, ambas ganaderías de Colmenar, y actuaron como matadores Juan Gómez de Lesaca, Cándido Martínez, Mancheguito; José Rodríguez, Bebe Chico y Joaquín Pérez, Pechuga. Formando parte de la cuadrilla de Bebe Chico salió el banderillero toledano, de muy excelentes disposiciones, Hermenegildo Ruiz, el Chaval, quien clavó al toro tercero de la tarde un par muy bue-no que le valió muchas palmas. Alentado por éstas o llevado por el buen deseo de hacer cosas más lucidas, a poco de salir al ruedo el séptimo toro, de los de Esteban, se dispuso a efectuar el clásico y tradicional salto de la garrocha. El bicho había salido con muchos pies, pero El Chaval había dejado transcurrir más tiempo del necesario, y aquél se quedó al elevarse el diestro para saltar, de donde resultó que fue a caer no por la cola, sino en la misma cara del astado, el cual, al meter la cabeza, le enganchó por el costado izquierdo, le arrojó al suelo y volvió a cornearle. sin que nadie pudiera evitarlo. Conducido a la enfermería, le fue apreciada una cornada grave en la región lumbar. El toro fue estoqueado por Bebe Chico. Hermenegildo fue trasladado al Hospital Provincial y allí falleció a las pocas semanas, a consecuencia de una neumonía que se le presentó cuando estaba en curación la herida que sufriera. Después vino a resultar que el toro causante de la cornada no era procedente de la ganadería de don Isidro Esteban, sino de la de don Faustino Udaeta. He aquí cuatro subalternos que, sin haber alcanzado positiva fama, pasaron a la historia por el fin dramático que tuvieron. Los cuatro desoyeron el canto de la sirena negra, que tanto horror inspira a muchos seres porque ninguno de ellos sintió las inquietudes que dicta la ambición. En su modesta esfera acaso no sintieron nunca el temor de morir ejerciendo sus actividades; pero el destino. que tanto relieve presta en ocasiones a ciertos individuos para sacarlos de la vulgaridad ordinaria de los excesos humanos, les arrastró a ser víctimas del toreo.
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