Nació el 19 de Octubre de 1850,
en San y Pablo, provincia de Toledo, punto muy
conocido y frecuentado por la afición por estar muy próximo al sitio
llamado El Molinillo, en donde el famoso ganadero Sr. Duque de Veragua acostumbraba
a hacer sus nombradas tientas. Tal vez por este motivo Pedro, que ya por curiosidad
de chico acudiera a presenciar estas
faenas de campo, o quizá por vocación
inconsciente, arraigo en su cerebro la idea de dedicarse a hacer lo que a los tentadores que iban al referido
tentadero veía ejecutar con los erales
veragüeños, y se vino a Madrid a codearse ,con los que para él fueron más tarde sus verdaderos
maestros y protectores, los eminentes picadores Manuel Martínez (Agujetas) y
José Bayard (Badila). Como todos los que empiezan tuvo que aguantar la serie
desgraciada de picar toros con malos caballos y peores toros, y así y todo, como náufrago
que se agarra para salvar su vida a un frágil y flotante tablón, se asió a su
vergüenza torera y logró sacar a salvo su reputación de una manera tan
brillante que el 15 de Septiembre de 1884 en una corrida de abono tomó la alternativa,
toreando los espadas Currito, Valentín Martín y Mazzantini toros del marqués
viudo de Salas. El célebre picador el Sastre se la concedió. Después formo
parte en las cuadrillas de Rafael Molina (Lagartijo), Salvador Sánchez
(Frascuelo), Juan Ruiz (Lagartija), Ángel Pastor y otros. Por los años del 83 y
84 el popular espada Luis Mazzantini lo
protegió, incluyéndole entre la gente que en unión suya fue contratada para
torear un buen número de corridas en América, como la Habana en los años 1886
al 87, y en Montevideo en los del 1889 al 1890. En su carrera tiene el hecho
memorable como triste de que tomó parte en la novillada que se verificó en esta
corte e 15 de Agosto del 80, en que un toro de D. Donato Palomino mató al joven
banderillero Nicolás Fuertes (el Pollo). Tuvo una cogida toreando con el novillero
Tomás Parrondo (Manchao) en Ávila, que consistió en un puntazo en el pie
derecho. El brazo izquierdo roto de resultas de una caída toreando como espadas
Paco de Oro y Quilez y un puntazo grave que le dio un toro de Lizaso picando a
las órdenes de Mazzantini en la plaza de Logroño. Retirado casi a la fuerza por
los escasos contratos, vivió a costa de un modesto sueldo que ganaba como otros
de su profesión en la temporada de matanzas de ganado de cerda en el Matadero destinado a esta clase de
faena y a las pocas corridas que en el verano solía torear. Como particular, a
pesar de que no pudo recibir gran instrucción, era considerado como hombre
correcto.
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