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jueves, 21 de mayo de 2015

PINO MONTANO 1928


En Sevilla, en el camino de Miraflores, frente al manicomio, Ignacio Sánchez Mejías tenía una finca, Pino Montano, donde se retiraba de cuando en cuando a gozar de la beatífica paz campestre. Ambiente de égloga. Desaparece el torero, desaparece el dramaturgo, desaparece el espíritu inquieto buscador del aplauso de las muchedumbres; entra en acción el amante de la Naturaleza.
En el sosiego profundo y reparador del campo, ante el misterio conturbador de la fecundación de la tierra, se van restañando las heridas que abre, en el espíritu las repulsas ruidosas de los públicos en las faenas desgraciadas y los arañazos que la uña aguda de la critica, por entre el terciopelo de la patita acariciadora, deja sangrientamente impresos en la carne viva. Precisamente en la intensa quietud, propicia a las graves meditaciones y a los sueños, de su finca, hubo de concebir Sánchez Mejías su obra dramática. Vecino a él, se levantaba el Manicomio de Miraflores. El espectáculo diario de los desventurados que se debatian en las sombras tétricas de la enajenación, acaso historias escalofriantes oídas de los mismos labios de ellos, le indujeron un día a coger la pluma y llevar a la escena el drama horrible de los que pasan por, vida con el alma ausente de sí mismos.


Allí, en Pino Montano, Sánchez Mejías paseaba a caballo por veredas que sombreaban árboles frondosos; realizaba la obra de misericordia de dar de comer al hambriento, una numerosa bandada de aves de corral, que le tributaban jubilosos cacareos para demostrarle su gratitud; se cuidaba de los progresos de la cría de volatería, ante las jaulas en que las distintas razas se iban seleccionando; empuñaba con mano fuerte y diestra el arado, que hundía su filo en la entraña fecunda de la tierra para hacer surgir de le herida el fruto benéfico rico…


Y, acaso, bajo la claridad gloriosa del cielo andaluz, bajo la sombra de algún árbol añoso, olvidado del mundanal ruido, procul negotiis recitara los suaves versos de las Georgicas, fragantes de tomillo y mejorana y límpidos y frescos, como agua de manantial.

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