Para el día 13 de junio de 1903, la Empresa
Mosquera tenía anunciada la undécima corrida
de abono con Vicente Pastor. «Regaterín» y «Manolete» —padre del trágicamente desaparecido en
Linares—, toros de don Gregorio Campos.
Protestadas la s reses por su falta de presencia
y por su mansedumbre, cuando apareció en el
ruedo la llamada «Grajito», muchísimos espectadores
se arrojaron al ruedo en medio dé un griterio ensordecedor, y el toro volteó a dos de ellos.
resultando gravemente herido el llamado Jose
Monge González.
¡Lamentable espectáculo , durante el que la autoridad
de entonces brilló por su ausencia!
El protestante José Monge, cogido por el toro «Grajíto»,
de Campos, en la tarde del 13 de junio de 1909. Un torero al quité |
Aunque sin desgracias personales, mayor fue el
escándalo que motivó , la suspensión de la novena
corrida de abono, fijada par a el 14 de mayo
del siguiente año 1910.
Cuatro toros de Olea y otros cuatro de Trespalados
tenían que despachar los susodichos Vicente
Pastor y «Regaterín». alternando con Rafael Gó mez «Gallito» y «Bienvenida», padre de los actuales
matadores. Y a el público en sus localidades y los espadas,
a excepción de Rafael, en el patio de caballos, los
componentes de la Banda del Hospicio, que, según
costumbre de la época , daban un concierto en el
anillo antes de empezar la función, con la sorpresa
de los aficionados, e inopinadamente, se retiraron
con sus instrumentos y atriles.
Al mismo tiempo, en dicho patio y en las taquillas
de la Plaza se fijó un avisó diciendo que la
corrida quedaba suspendida porque no había noticias
del diestro «Gallito» y de orden gubernativa.
El aviso causó el efecto de una bomba.
El público se arrojó al redondel pidiendo a grandes
voces la celebración de la corrida. Vicente y
«Bienvenida» se comprometieron o lidiar los ocho
toros, y fueron paseados a hombros por el redondel.
Pero el concejal del Ayuntamiento señor García Molinos, que tenia que presidir la fiesta, -tomó
«el olivo» y el tumulto adquirió gigantescas proporciones.
De pronto, luna banqueta de una delantera de
grada fue arrojada al tendido, y , segundos más
tarde, unas cincuenta fueron apiladas en el centro
de la Plaza, con el propósito de incendiarlas.
Otros levantiscos espectadores causaron destrozos
en varias localidades y en las ventanas del
despacho de billetes.
Hora y media después, desde el pueblo de Miajadas, recibió la Empresa el siguiente telegrama:
«Avería automóvil. Ha sido imposible telegrafiarle
antes.—Gallito»
Quedó flotando la duda de si en realidad se
trataba de un accidente automovilista o de uno
jugada del divino calvo para molestar a don Indalecio.
Lo cierto es que el conflicto pudo ser conjúrado
por el edil de turno, más atento a servir los intereses
del famoso empresario que a los del público.
Él referido suceso trajo más cola que la del célebre cometa Halley, cuerpo celeste que aquel
mismo año hizo su aparición en el firmamento,
porque determinó un dualismo entre el Concejo
matritense y la Jefatura Superior de Policía, de la
que era cabeza visible el honorable militar Méndez Alanís.
Los señores Merino, Requejo y Francos. Rodríguez, ministro de la Gobernación , gobernador civil
y alcalde del Ayuntamiento, respectivamente, intervinieron en la lidia de aquel conflicto, «reservón y con ganas de volver a hacer pupa» , dándose por terminada la «faena» con. la intervención, en
definitiva, del susodicho organismo gubernativo en
todos los espectáculos públicos.
Poco tiempo después, los señores tenientes de
alcalde dejaron de actuar en las cosas taurómacas,
y la autoridad en estas se fueron restableciendo.
Aspecto de la Plaza de Toros vieja de Madrid, después de l a protesta contra la suspensión de una corrida en el año 1910 |
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