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viernes, 16 de septiembre de 2016

DESTINO INCUMPLIDO



Pascual Márquez y Diez vino al mundo en Villamanrique de la Condesa (Sevilla), siendo, hijo del señor Mateo Márquez, mayoral de la vacada de los señores Moreno Santamaría. La fecha de nacimiento del futuro matador de toros fue la del: 22 de octubre de 1914 y la de su bautismo el 11 de noviembre siguiente. Desde muy niño comenzó a prestar servicio en la hacienda donde su padre y hermano mayor trabajaban, y allí se familiarizó con todas los operaciones que en el campo se realizan con el ganado bravo, sintiendo luego la vocación, del toreo y ensayando, en unión de su hermano, sus aptitudes para el arte, cuidando no se enterase el autor de sus días, encargado de la hacienda. Así ocurrió en principio pero, llegada que fue a los dueños de la ganadería las faenas del joven vaquero, fue llamado a capítulo, amonestado seriamente y conminado para que cesasen por completo Sus ensayos con las reses si no quería verse despedido de la casa. Firme ya Pascual en su resolución de cultivar el arte del toreo, se despidió de sus amos y entró a trabajar en otra finca cercana, donde! el dueño apreció en seguida las huertas disposiciones del muchacho, vio con agrado sus aficiones taurómacas v, para fomentarlas, adquirió un novillo, al que Márquez toreó en la placita del cortijo "La Pañoleta", realizando, tan estupenda faena que los numerosos invitados a la fiesta regresaron a Sevilla proclamando entusiasmados qué había surgido un diestro de altura. La noticia fue tomando cuerpo, la afición sevillana manifiesta deseos de conocerle en su ruedo y la Empresa se apresura a facilitarle su presentación en el anillo de la Maestranza, lo que se lleva a efecto el 26 de mayo de 1935, fecha en la que, alternando con Mariano Rodríguez, "Pepete de Triana" y "Alcarreño II", estoquea reses de don Esteban González. Pascual Márquez, que en esta corrida vestía por vez primera el traje de luces, logró quedar a tal nivel, que anuló por completó las faenas de sus compañeros, escuchó entusiastas ovaciones y fue solemnemente proclamado torero valeroso, continuador de aquellos arrojados diestros que se llamaban "Espartero", Reverte, "Pepete" y Juan Belmonte. La afición sevillana, no poco decaída en aquel tiempo, resurgió al impulso del novel lidiador de Villamanrique, y las corridas sucesivas en que su nombre apareció en los carteles se contaron por llenos imponentes y entusiasmos difíciles de narrar. Las puertas del circo madrileño no podían permanecer cerradas para el nuevo revolucionario, y a Madrid vino el 14 de julio siguiente para lidiar, en unión de Solórzano y "Morateño" reses salamanquinas de Terrones. En esta corrida comenzó la mala suerte que para el diestro sevillano tuvo la Plaza de la capital española. 

Farolero" de Concha y Sierra

Le vimos animoso, serena y con deseos, pero una cogida, con puntazo en la cara, impidió el éxito por todos esperado. Repitió su actuación el 12 de septiembre, después de reiterados triunfos en provincias, y otra vez fue cogido por un toro de González Camino, esta vez con mayor gravedad, pues sufrió una gran cornada en un muslo, herida que le hizo perder buen número de corridas escrituradas. Uno de los cronistas madrileños, al resumir la campaña novilleril, escribió: "Pascual Márquez ha sido la revelación del año en Sevilla, donde ha logrado enardecer a la afición, como lo hicieron en tiempos pretéritos el "Espartero" y "Pepete". En su tierra dicen que es un torero extraordinario." Así era, en efecto, y aunque para los madrileños era realmente una incógnita aún, en lo poco que se le vio hacer pudo apreciarse un lidiador de extraordinaria valentía. Le sorprendió la guerra en Sevilla, capital inmediatamente liberada, se incorporó al ejército nacional, sirviendo en Aviación, y en ocasiones sus jefes le autorizaron para que practicase su arte trabajando en benéficos festivales. Recibió la alternativa en corrida organizada en Sevilla el 27 de mayo de 1939, cediéndole Luis Fuentes Bejarano un toro de Pablo Romero. La faena empleada por Pascual Márquez con el toro de su alternativa, un bicho de imponente tamaño, que pesó "cuatrocientos" kilogramos "en canal", fue verdaderamente memorable. Toreó de capa con cinco verónicas de tal relieve, de tan magna ejecución, que levantó al público de sus asientos aclamándole con frenesí. Corrió parejas su faena de muleta, coronando la estupenda! labor con una estocada en todo lo alto que hizo rodar sin puntilla a uno de los toros más grandes lidiados en Sevilla en un período de medio siglo. La alternativa de Pascual Márquez se registró en los anales de la simpática Plaza de los Maestrantes como la de más relieve de las otorgadas en su recinto. Terminada la guerra, vino a confirmar en Madrid su doctorado, actuando de padrino el aragonés Nicanor Villalta, que el 26 de septiembre de 1940 le cedió el toro "Curtidor", de don Francisco Chica. En esta cornada volvió a ser cogido y herido de gravedad, lo que demuestra que la racha adversa continuaba para él en el anillo madrileño. Seguía la mala suerte siendo no pocos los aficionados que pronosticaron la tragedia que, por infausta suerte, no había de hacerse esmerar. Para el 18 de mayo del siguiente año, 1941, nuestra Empresa organizó unía corrida con seis toros de Concha y Sierra, y los diestros Rafael de la Vega, Femado Domínguez y Pascual Márquez como matadores. 

Días antes de esta fecha había estado Márquez en el cerrado sevillano viendo los seis toros destinados a la Plaza de Madrid, notando, con no escasa extrañeza, que uno de los bichos, el nombrado "Farolero", número 52, le miraba y seguía con insistencia, hasta el punto que varias veces hubo de esquivarle, cambiando de lugar la jaca que montaba. Los caballistas que acompañaban al lidiador se dieron perfecta cuenta de que dicho toro no hacía caso de los demás jinetes fijando toda su atención en el torero, como si el detalle fuese una seria advertencia del destino, si bien cuidaron de no hablar de ello al interesado. A Pascual Márquez no le agradó este toro y encargó al mayoral de la vacada le sustituyese por otro, en lo que se le prometió complacerle. Se ignoran los motivos que hubo para no hacer la sustitución prometida, siendo lo más probable se tratase de un olvido involuntario o tal vez negligencia de los vaqueros; el caso es que a Madrid vino el toro de referencia. Momentos antes de hacer el paseo las cuadrillas, Pascual, contra su costumbre, preguntó a un banderillero qué toros le habían correspondido en el sorteo, y al enterarse de que uno de ellos era "Farolero", hizo un gesto de desagrado y dijo:
—;¿Conque al fin ha venido ese toro y me ha tocado a mí ? ¡Vaya casualidades!... 
Transcurrió sin novedad la lidia de los dos primeros toros; Márquez fue aplaudido en los quites en que intervino, viéndosele, como siempre, animoso y con deseos de complacer. Salió en tercer lugar el cárdeno "Farolero", aquella res que en el campo se fijaba tanto en el diestro; éste dio unos lances de tanteo, y como) el toro no los tomase bien, uno de los peones le indicó se despegase a salir del paso. 
 —No, hombre, no 
 —Le replicó el espada— ; 
estamos en Madrid, y aquí hay que estrecha se con los toros. Verás qué de cereal lo toreo ahora. Se abrió de capa en buen terreno y dio un lance a la verónica; cero, al iniciar el segundo, levantó el viento el capote dejando al diestro al descubierto; derrotó codicioso "Farolero" y alcanzó en el pecho al infortunado diestro. Con las manos en el lugar herido, y descompuesto su rostro por el dolor, le vimos dirigirse a las tablas, diciendo a los compañeros que le auxiliaban — ¡Me ha matado! ¡Me ha matado!... Por desgracia, estaba en lo cierto; la cornada era de muerte, había rasgado la pleura y el pericardio, contusionando el pulmón izquierdo. La cura de urgencia duró no menos de dos horas, y era tal la gravedad del herido, eme no se autorizó su salida de la enfermería, en la que permaneció varios días, hasta que, trasladado a un sanatorio próximo, en él sucumbió doce días después de la cogida en la madrugada del 30 de mayo de 1941, siendo trasladados sus restos al cementerio de la villa donde vio la luz. Esta fue la corta vida profesional y trágico fin del bravo lidiador sevillano Pascual Márquez.

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