JESÚS HELGUERA "Muerte de Manolete" DETALLE Óleo sobre lienzo |
Siguiendo la dolorosa, vía que recorrió Manolete en su última temporada, todo nos parece hoy funesto presagio de la tragedia que se avecinaba. Al periodista Chavito le dijo en la enfermería de la plaza de Las Ventas, mientras fijaba la vista en los azulejos que reproducen una imagen de la Virgen: “A sangre y fuego hasta que me vaya.” Y tras una leve y significativa pausa, añadió: “Menos mal que me iré pronto.” Era el 16 de julio. Justamente un mes después, tras la corrida de San Sebastián, ya recordada, y haber dado a su madre “el último beso” habló por última vez con Carlos Arruza. “Amargado —escribe Castillo Casas en su libro “Manolete—, triste, desilusionado, pero con la misma casta de siempre, comentó con él que aquella era. la campaña más dura que había tenido: Yo no puedo seguir así, Carlos..,” Con frecuencia repetía a sus amigos: “Me enseñan la entrada y me obligan por veinte duros a entregar mi vida… ¡Qué poco vale uno y qué pena es creerse que vale algo!” Todos cuantos periodistas se acercaban a él subrayan el aire cansado y triste, “como lleno de presentimientos”. J. Casas en “Triunfo” observa mientras le entrevistaba: “Hay en su voz un punto de amargura, que confirman sus ojos, esos ojos de Manolete velados siempre por la melancolía.” Más adelante escribe: “Me contó cómo en Vitoria, donde acababa de torear, habían repartido gratis, a la puerta de la plaza, pitos y más pitos para recibirle.” ¿Qué desalmados pudieron discurrir tan torpe y burda receta para afrentar a un hombre bueno y honrado, a su vez torero excepcional? Y todo esto se decía y se escribía antes de Linares, cuando pese a todo nadie pensar en la tragedia que se acercaba.
No hay comentarios:
Publicar un comentario