Ricardo Martin Laffitte nació en San Martín de Valdeiglesias, el 4 de noviembre de 1908, de padre madrileño y madre francesa, maestra. Del primer tercio de su vida sólo conocemos sus tempranas incursiones taurina, de las que se cuenta con numerosos testimonios gráficos, en carteles y fotos, de actuaciones suyas como novillero en Salamanca (1930 y 1931) o Tetuán (1933 y 1935), donde torearía con Domingo Ortega y Vicente Barrera. Por el contrario, desconocemos cuándo llega a Jaén. Nos consta que era republicano y de izquierdas, y que, por pertenecer a algún cuerpo de seguridad de la República —Agente de Vigilancia, según su libro de Familia-, es destinado a Jaén, en concreto a la Diputación, en los años precedentes a la guerra. Sería allí donde, al poco de comenzar ésta, conocería a Encarnación Barea Siles, la que sería su esposa, por un singular juego de coincidencias. Finalizada la guerra los datos se confunden; su hija me afirma que Ricardo cs llevado a un campo de concentración a Francia. De hecho, la familia conserva numerosas "postales" enviadas desde allí. Sin embargo, su diversa procedencia (Perpignan, Toulouse, Burdeos, Marsella...) y el hecho de que en esos años de la postguerra nos consta que Trasmonte vuelve a los ruedos, toreando en muchas plazas del sur del país vecino, nos lleva a pensar que allí sc encontraba sencillamente exiliado, refugiado. Resulta muy, curioso leer en francés las reseñas relativas a sus faenas en tierra gala («En premier lieu, le vaillant matador Ricardo Martin Trasmonteavait á licher deux toros de l'ancienne race d. Salins...)
Encarnación haría todo lo posible para que su marido volviera, sabía que era inocente y no había cometido delito alguno. Y sus gestiones dan el oportuno fruto. El 29 de junio de 1940 Ricardo Ie escribe desde Portbou: "Hoy llego a las 12 a nuestra querida España. Con esta fecha salimos para Figueras, donde nos tendrán hasta que Dios quiera, al llegar allí os pondré un telegrama". Martín Lafitte sería conducido al campo de concentración abierto en Algeciras, donde permanecería por algún tiempo. Una vez liberado viaja a Martos donde se encontraba su esposa, y aquí decide residir hasta el final de sus días. Curiosamente, como hemos podido ver, salvo en su época de prisionero en Cádiz, en todo su periplo vital está presente el Ricardo taurino. Su pasión por los toros.
Reanudó su contacto con los toros a partir de 1943, como banderillero, pero, obviamente, este trabajo/afición no era suficiente para sacar adelante a su familia, por lo que hubo de abrirse camino en otros campos. Durante mucho tiempo su principal fuente de ingresos fue una fábrica de capachos que tenía en su propia casa, en la calle Morería, donde llegó a tener contratadas hasta 20 personas. Más tarde vinieron duros momentos pues esta irregular actividad le propició duros reveses, por lo que se aventuró a la búsqueda de otros medios de sustento, como lo fue la representación comercial. Emociona ver sus agendas anuales, en las que, con preciosismo y minuciosidad, va registrando las faenas en las que interviene, fijando el día y la hora de la corrida así como la cuadrilla con la sale al ruedo. De hecho, Trasmonte, que formaba parte de la cuadrilla de Gitanillo de Triana, uno de los matadores que toreaban en Linares junto con Manolete la aciaga tarde del 28 de agosto de 1947 en la que el toro Islero acabó con su vida, fue uno de los que portó su féretro cuando éste salía del Hospital de los Marqueses para ser llevado a Córdoba.
El cariño de la profesión queda también patente en las numerosas fotografías dedicadas por toreros, banderilleros o ganaderos que conserva su familia. Pero lo cierto es que fue esta, pese a su honda pasión taurina, el verdadero objeto de sus desvelos. En opinión de Lita,su hija, una cornada mal curada, sufrida por su padre en la boca en sus últimos años de banderillero, fue el origen del cáncer que acabaría con su vida. Murió en Madrid, d 7 de abril de 1963, a los 55 años y, como no podía ser de otro modo, en el Sanatorio de Toreros.
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