Cuando el matadero municipal de Sevilla estaba a la vera de
la Puerta de la Carne, el señor Garcés era ya empleado en
el mismo. Tenía una hija llamada Concepción, en la que
había puesto los ojos y el pensamiento un muchacho que quería
ser torero. Y toreó el muchacho en Sevilla. José Vázquez se anunciaba
en los carteles con el alias de «chico de San Bernardo»,
que en tal barrio había nacido y vivía el torero en agraz. Una noche, en el ruedo sevillano, un novillo le dio una cornada grave.
Allí terminó la historia taurina del «chico de San Bernardo», y
entonces pensó el mozo que era preciso dar nuevo rumbo a su
vida. Había aspirado a todo en el toreo por ofrecer a Concha
un bienestar que no era fácil conseguir por otros medios. No
podía ser. La cornada le alejaba de los ruedos, y desilusionado,
habló con la muchacha.
No sospechaba José Vázquez que la
noticia de su definitiva retirada de los toros fuera una gratísima
noticia para Concepción Garcés; pero tal fue.
Se había inaugurado el nuevo matadero sevillano, y, José Vázquez ingresó allí como empleado y al poco casó Con Concha Garcés.
José fue nombrado capataz de nave y en su trabajo pasó
muchos años sin más afán que el cumplimiento de su deber y sin otra preocupación que sacar adelante a sus hijos. Y esto pudo
ser porque a José Vázquez , que no tuvo suerte en el toreo. Dios le había concedido la gracia de casar
con una mujer que si cuando mocita era la admiración de los muchachos por su belleza, ya casada podía
ser espejo en el que se mirasen todas aquellas que pretendieran lograr el título de «mujeres de su
casa».
Siempre fue bueno para los suyos José Vázquez ; pero la esposa no se dejó ganar en bondad por su
marido y en laboriosidad por nadie. La historia de doña Concepción Garcés es la historia sencilla de la
mujer que sabia lo que era sacrificarse por los suyos, que renuncio a todo por sus hijos y que no puso límite a su bondad porque creía que el bien no tiene, frontera.
Dios bendijo su hogar y le dio siete hijos.
Pepe Luis, Rafael, que fue matador de novillos,Manolo, Consuelo,Antonio, Juan y Carmelita.En el hotel
que la familia compró en la calle número 17 del barrio de Nervión, conocido por
el nombre de «Villa Concepción»,se criaron los hijos en convivencia con los abuelos paternos y el matrimonio. Nunca vio torear a ninguno de sus
hijos .
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