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sábado, 12 de octubre de 2019

MONTES


Montes, al que llamaban en su epoc el rey de los toreros, fallecio a los cuarenta y seis años de edad. Una fiebre maligna terminó con su existencia, sin que le aprovechase los auxilios de la medicina, sus exequias se celebraron pomposamente, honrándolas todos los vecinos, que dieron público y justo testimonio del aprecio que les merecía el célebre lidiador. Seis toreros en triste silencio llevaban a pulso el ataúd y rendían el postrer homenaje a su maestro, merecedor sin duda de tan universales muestras de afección. Este hombre, hijo de familia noble, se vio reducido cuando entró en el mundo a ganar su subsistencia con sus brazos, porque su padre donjuán Félix Montes, natural de Monte real, y administrador de los bienes, del señor marqués de Monte-Corto, habiendo perdido este destino, no pudo darle la carrera ni educación; pero el ejercicio de jornalero no era campo suficiente para el movimiento de su alma. En tan estrecho recinto buscó una puerta por donde llegar al templo de la fama, y la encontró en efecto, y llevó el arte a una altura desconocida y el mundo todo vio con asombro su destreza y su valor. Tan clara fue la inteligencia de Montes, tan fuerte y probado su corazón que si la fortuna lo hubiese llevado al mundo de los ejércitos, se le habría contado entre los héroes. Espléndido, generoso y compasivo, lucían en él estas virtudes. Muchos rumores aseguraban que dejo un capital de tres millones.

Foto: Escultura de Paquiro de Nacho Falgueras (1986) Chiclana.

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