En cierta ocasión le comentaron al maestro de San Bernardo que había aficionados que le acusaban de no haber peleado con «Manolete». Pepe Luis contestó sin inmutarse:
—No había necesidad. Yo elegí mi camino. «Manolete» se fue al suyo, a mí no me importó ganar el dinero más despacio. «Manolete» se metió sólito en ese callejón sin salida de pretender hacer faena a todos los toros. No cabe duda de que eso da mucho dinero, pero lleva consigo también, infinidad de disgustos. Para empezar, el público, aunque se crea lo contrario, no lo agradece. Encima le exigen a uno más cada día, te hacen la vida imposible y te aceleran, porque el buen toreo no se puede hacer todas las tardes, con lo que, además, hay que sacrificar también en muchas ocasiones el estilo. «Manolete» fue un torero de una extraordinaria personalidad y un colosal estoqueador, pero los dos teníamos concesiones del toreo completamente distintas. De verdad que no cabía la pelea. Son contados los toros que se dejan torear como se debe torear...
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