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martes, 12 de marzo de 2013

A LA MEDIDA DE BUÑUEL
Joselito también a conocido desaires mexicanos –«Iberia sale a las seis», acostumbran a jalear cuando las faenas no se cuajan-, pero ha vivido situaciones de insólito delirio. Le ocurrió, por ejemplo, cuando cortó un rabo en la plaza de México en la temporada de 1997. Tal conmoción había en los tendidos que los aficionados lo secuestraron del coche para llevarlo en volandas hasta el hotel.
Tenía mérito la devoción porque varios kilómetros separaban la plaza monumental del hotel donde residía el diestro madrileño, pero no le importaron a los aficionados aztecas. Despojaron al ídolo de la chaquetilla de oro y lo condujeron como un paso de semana santa a través de la Avenida de Insurgentes, arteria capital de la ciudad mexicana.
Los transeúntes y conductores debieron quedarse estupefactos cuando se les «apareció» Joselito a hombros. También hubo protestas e indignación, puesto que el cortejo imaginario de Luis Buñuel entorpecía uno de los carriles a costa de un musculoso atasco.
«Torero, torero, torero», jaleaban incansables los peregrinos. Hubo viandantes que decidieron incorporarse a la compaña sin haber estado en la plaza. Otros se bajaban en marcha. Especialmente los costaleros, que se repartían el peso del matador y las propinas.
Joselito se iba quedando sin oro en el vestido. Ya le habían despojado de la chaquetilla y le habían arrancado los alamares. Estuvieron a punto de desvestirlo. Y de colmar la paciencia del maestro, que empezaba a preocuparse a lomos de la turba.
Le esperaba en el hotel su familia y no había dado señales de vida, así es que hizo saber a los costaleros su voluntad de tocar el asfalto. Únicamente se lo permitieron después de haberlo llevado a hombros durante dos horas y media.

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