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sábado, 18 de mayo de 2013

FELIX COLOMO DIAZ
El matador de toros Félix Colomo Díaz, única figura de su época que se confesó partidario de la Segunda República y que como tal fue proscrito después por la Dictadura, que le consideró torero 'rebelde', falleció en Madrid a los 88 años de muerte natural. Colomo había nacido en Navalcarnero (Madrid), desde muy joven ejerció diversos oficios y se puso delante de un astado por primera vez en una becerrada y vistió su primer traje de luces para actuar como sobresaliente en Ocaña (Toledo), el 10 de agosto de 1931. Todavía en sus principios novilleriles, en 1932, alcanza dos sonados triunfos en la madrileña plaza de Tetuán de las Victorias. Un año después hace su presentación en Madrid, el 15 de junio, con tanto éxito (cuatro orejas) que la empresa monta un festejo tres días después exclusivamente para que toree Colomo y resulta herido de carácter muy grave. Esa cornada del 18 de junio de 1933 fue la primera de un rosario de percances que iban a marcar su carrera. Al año siguiente, el 25 de marzo, tomó la alternativa en la plaza de Aranjuez de manos de Victoriano de la Serna y con Luis Gómez El Estudiante de testigo. Su primera temporada de matador de toros se interrumpe otra vez por una grave lesión, el 26 de agosto en Bilbao, cuando llevaba toreadas 14 corridas. A raíz de esta última se llegó a decir incluso que Colomo dejaba la profesión, pero vuelve en 1935 y en su confirmación en Madrid fue apadrinado por Rafael El Gallo y en presencia de Rafael Vega de los Reyes Gitanillo de Triana. Aquel invierno de 1935 hace campaña en ruedos de Lima y de Venezuela con buen resultado, pero a su regreso la guerra civil en España le retira prácticamente de la circulación, como a la mayoría de los toreros que como él residieron en la zona republicana.
Al terminar la contienda pasó dos años en la cárcel 'acusado de rebelión o algo así', como recordaba él mismo. Por fin pudo reaparecer en 1942. No toreó en 1943, y sumó cuatro en 1944, sólo toreó una tarde en 1945, y no volvió a actuar, no lo contrataron, en 1946. Hizo su último paseíllo el 14 de septiembre de 1947 en la madrileña plaza de Carabanchel. Retirado definitivamente de los ruedos probó suerte en el negocio de la hostelería y de su mano surgieron dos restaurantes de gran prestigio en Madrid: Las Cuevas de Luis Candelas y La Posada de la Villa.

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