SUERTES OLVIDADAS
El salto del trascuerno
Durante los primeros
pasos del toro por el
redondel es cuando
se solían dar todos
los saltos que antí-
guamente se veían en
las plazas de toros, con cuya acción
impulsiva y ligera pretendían demos
trar los diestros que hacían tales ejercicios
lo bien dotados que estaban de
facultades físicas.
El último torero que dio el salto
del trascuerno fué Guerrita, quien de
vez en cuando acostumbraba a lucir
así el poder que tenía en las piernas.
El susodicho salto consistía en pasar
el lidiador de un brinco por entre
las astas del toro, para lo cual salía
a cuerpo limpio o con el capote
recogido sobre uno de los brazos, tomaba
a la res sesgada y al llegar al
centro de la suerte, con la salida tallada,
daba el salto esquivando el derrote
en el momento de la humillación.
Hacía falta, pues, no solamente ligereza
sino una cantidad de vista nada
despreciable.
El torero, en su movimiento de
avance, procuraba ir acelerándolo o
deteniéndolo, según las facultades del
toro, a fin de llegar al centro de la
suerte atravesado y tapada la salida.
El repetido salto no debía efectuarse
con los toros de sentido, con
los que se ciñen, ni con 1os burriciegos.
Había que darlo con los toros que
se prestaban a ello.
Que es lo que suele hacerse con
todas las suertes del toreo.
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