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lunes, 26 de agosto de 2013

Antonio Moreno Fernandez "Lagartijillo"

Nacio en Granada el 14 de julio de 1864 y fallecido en Madrid el 21 de diciembre de 1929. Impulsado por una temprana vocación taurina, en su primera mocedad comenzó a dejarse ver en el ruedo de su Granada natal, donde pronto ganó fama de novillero valiente y voluntarioso, bien dotado para alcanzar el grado de matador de toros. Ya con cierto renombre, comenzó a alternar estos primeros capotazos en las arenas granadinas con frecuentes visitas al coliseo taurino de Málaga, donde sirvió en calidad de banderillero a las órdenes de algunos espadas andaluces de reconocido prestigio, como el cordobés Rafael Sánchez ("El Bebe") o el sevillano Antonio Escobar y Mellado ("El Boto"), y consiguió también anunciarse algunas ocasiones como novillero y media espada. 

Así las cosas, cada vez más determinado a seguir la profesión taurina, hacia finales de 1888 se trasladó a Madrid para presentarse ante el genial torero guipuzcoano Luis Mazzantini y Eguía, que simultaneaba por aquel entonces sus intervenciones vestido de luces con su dedicación a la gerencia empresarial del coso capitalino. Receptivo a las demandas de Antonio Moreno Fernández, don Luis Mazzantini le ofreció la oportunidad de torear en Madrid, en un cartel anunciado para el día 30 diciembre de aquel año de 1888, en el que también estaba incluido el desventurado matador gaditano José Rodríguez Davie ("Pepete"), junto a sendos lotes de reses procedentes de las vacadas de López Navarro y Pérez de la Concha. "Lagartijillo" demostró aquella tarde invernal, ante la primera afición del mundo, que aunque practicara un toreo basto y rudimentario era singularmente hábil en el manejo del estoque, cualidad que entonces se aplaudía con verdadero entusiasmo. 

 Se hizo, pues, con un sitio en los carteles de algunas plazas importantes, y, tras seguir actuando como novillero durante la temporada de 1899, al año siguiente consiguió, por fin, ingresar en el escalafón superior de los matadores de toros. En efecto, el día 12 de mayo de 1890 hizo de nuevo el paseíllo a través de la arena madrileña para recibir la alternativa de manos de un padrino de excepción, el colosal espada granadino Salvador Sánchez Povedano ("Frascuelo"), que en dicho festejo se despedía de la selecta afición de la Villa y Corte. El toro de la cesión, que había pastado en las dehesas del duque de Veragua, atendía a la voz de Romito. 

A partir de su obtención del doctorado en Tauromaquia, "Lagartijillo" continuó toreando con desigual fortuna en los cosos españoles, sin llegar a pulir ese toreo áspero y deslucido, raramente tocado por la varita del arte, que venía practicando desde su etapa novilleril. Sin embargo, conservó siempre su extraordinaria disposición y eficacia para tumbar a las reses de un certero espadazo, que solía recetar a las reses arrancando en corto y volcándose con arrojo y decisión sobre el morrillo, para dejar una estocada entera en el hoyo de las agujas. Una vez retirado, se afincó en Madrid, donde perdió la vida en el Sanatorio Villa Luz el primer día del invierno de 1929.

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