MANUEL Rodríguez, «Cantares», fue un notable
picador de toros que perteneció a las
cuadrillas del «Espartero» y de Antonio Fuentes,
y tuvo un sobrino, llamado Fernando Herrero,
nacido en Sevilla el 25 de noviembre de
1881, y que ya de mozalbete se enfrentó con los
astados, aspirando a conquistar la fama soñada
por todos los principiantes.
Y considerando que la profesión de lidiador
de reses bravas exige un apodo que preste brillo
a la personalidad, no tuvo que torturarse el magín
para salir del apuro, pues llevando su tío
un «Cantares» por sobrenombre, lo más natural
era que él se hiciera llamar «Cantaritos».
Puesto por sus padres en el aprieto de dedicarse
a un oficio, eligió el de carpinfero; pero
un día, cansado de hacer virutas, y pcnrdándose
de su mencionado tío, se plantó en Madrid donde
éste residía, y al presentarse ante él se entabló
entre los dos un diálogo que, mutatis mutandis,
se desarrolló de esta manera:
—Por qué te has ido de casa?
—Porque quiero ser torero.
—;,Que quieres ser torero? ¿Pero qué sabes
tú de eso ?
—Yo sé lo mismo que usted cuando empezó;
pero tengo una ventaja: que usted no tuvo ninguna
persona que le enseñara, y yo, sí.
—; Y quién es esa persona, muchacho?
— ¡Quién ha de ser! Usted.
—Pero vamos a cuentas, ¿qué es lo que tú
quieres ser?
—Yo, matador.
— ; Y cómo he de enseñarte yo a eso, si soy
picador?
—Ya lo sé; pero usted me protegerá, me
aconsejará, me recomendará...
—Y te daré de «jamar», ¿no es eso?
—Precisamente.
—Ea, lárgate y quítate de mi vista. ¡Ya te
arreglaré yo, descarao!
Y el arrecio fué que el 7 de agosto de 1898
salió en la Plaza de Madrid como banderillero
agregado a la cuadrilla de «Alvaradilo». al celebrarse
una novillada en la que éste.
Romero y "Cantaritos" de becerristas |
Carrillo
y Valentín despacharon reses de don Antonio
Halcón, ganadería que en tal fecha se estrenó
en el coso madrileño.
(Hay quienes afirman que el 7 de agosto de
1898 torearon en Madrid «Corcito», «Llaverito» y «Vaquerito», pero esta novillada no se
dió en tal fecha, sino el 24 de julio anterior.)
Siguió trabajando «Cantaritos» como banderillero
en las novilladas siguientes, y el 11 de
diciembre del mismo año estoqueó un utrero en
la Piaza de Madrid, en una novillada en la que
un tal «Cirineo» (que. no era José Cineo) dió
muerte a otro utrero, y Antonio Haro, «Malagueño
», se las entendió con dos toros de Pérez
de la Concha, al segundo de los cuales banderilleó
también «Cantaritos» en unión de «Zurlni».
La primera novillada seria que toreó en la
Plaza de Madrid fué la del 13 de agosto de
1899; en ella se lidiaron novillos de Palha
—mediada la lidia del quinto se suspendió la
fiesta—, y figuraron como matadores, con mi
biografiado, «Campitos», «Suarito», «Aransaíto
». García Mariscal y «Calerito»; se anunció
que, a juicio de un jurado, se obsequiaría con
un capote de lujo al matador que se portara más
lucidamente; pero como, a causa de la lluvia,
no pudieron actuar dos de los aspirantes, quedó
el certamen anulado.
Alternando con Juan Antonio Cervera y «Morito
», estoqueó reses de González Naudin en la
misma Plaza el domingo sigurente, día 20, y
en esta ocasión juzgó así su labor «El Enano»:
«"Cantaritos" no deja de tener cierta habilidad
para estoquear, y aunque no estuvo al estoquear
tan certero en buscar el sitio de la muerte
como sus colegas, no ocupó mal lugar.»
Con aquello había bastante para que su tío
no le tuviera por un «chalao»; lejos de esto,
fué asimilando el muchacho cuanto veía hacer
a los buenos, hasta que su destreza le permitió
codearse con los mejores novilleros de su época
y alcanzar envidiable apogeo en el año 1904.
En Sevilla, sobre todo, que fue donde toreó
con mucha frecuencia —más que en ninguna
otra Plaza—, alcanzó sólido prestigio, que consolidó
el 3 de julio de tal año, al estoquear toros
de Anastasio Martín con «Corchaíto» y «Pepete
III» y presentarse éste ante sus paisanos.
Sabido es que dicho «Pepete» sumó en seguida
muchos partidarios en Sevilla, los cuales
mantenían apasionadas polémicas con los que
seguían a «Serranito»; pero si en tales discusiones
nombraba alguien a «Cantaritos» deponían
su actitud los dos bandos be1igerantes y reconocían
la superioridad de Fernando Herrero.
No hemos de sejruir sus pasos en aquellos primeros
años del siglo, que fueron los que le dieron
Tírestiírio y notoriedad; dos cornadas que
sufrió en 1903, toreando en Cáceres y Barcelona,
no entibiaron su aflc:ón. y al final del referido
año 1904 escribió «Dulzuras», al ocuparse
de él en su anuario «Toros y Toreros»:
«"Cantaritos" estaba divorciado de la Empresa
madrileña, no sabemos por qué causas; pero
cuando el torero tiene algo, sobresale, a pesar
de las malas voluntades que tan mal sientan a
quienes las poseen.
»Es éste uno de los jóvenes que más miran al
morrillo al entrar a matar, y es, por tanto, muy
bien visto por los aficionados.
»Además, sabe lo que hace toreando, formando
un excelente conjunto que le hace sobresalir
entre las vulgaridades.
»En Sevilla ha toreado mucho; algunos días
con extraordinario éxito, y por efecto (lei
bondad de su trabajo, fueron muchas las corridas que ajustó, levantándose su nombre mucho, a pesar de que la Empresa de Madrid ha procurado que se oscureciera.
»No está muy bien de salud el muchacho desearía que encontrase alivio a sus dolencias,
para que siga el camino de gloria que por
condiciones puede seguir.»
Juicio tan autorizado me releva del trabajo de tener que hacerlo yo.
En una ojeada por el campo taurómaco de
aquellos años aparece «Cantaritos» como una esperanza, como árbol joven prometedor d
rico fruto; pero...
Joven, con aptitudes nada vulgares y mucha vocación; cuando prometía tanto y había he
cho brotar las aguas generosas de la simpatía;
realizados los esfuerzos que le permitieron alcanzar la consideración de los aficionados, la
fatalidad vino a entenebrecer y hacer tétrica su vida, porque la tuberculosis hizo presa en su organismo.
En el año 1905 empieza a decaer; no podrá
ahuyentar las sombras que van oscureciendo su
figura torera y debilitando sus energías físicas;
«Cantaritos» es ya un torero malogrado que ha dejado de formar en el concierto de los novilleros
de tronío; poco a poco va sintiendo que la muerte le llama para comunicarle su secreto y brindarle su paz, y Fernando Herrén fallece en Sevilla el 12 de noviembre de 1907.
Valiente, f:ino y garboso, parecía reunir todas las cualidades necesarias para lograr sus aspiraciones y haber sido uno de los toreros predilectos del público en cuanto tomara la alternativa; pero no llego a alcanzar ésta porque la enfermedad contraída le cerró el paso cruelmente. Un excelente picador de toros apodado también «Cantaritos» (Pedro Navarrete) que actuaba en la misma época y mucho tiempo después que Fernando Herrero no guardo con éste ninguna relación.
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