Nicolas Baro y el puntillero Gabriel Caballero. |
Esta semblanza publicada en los primeros años de la segunda mitad del siglo XIX, dice así: «Nicolás Baró. Joven, airoso como el que más, con gran poder y ligero, es el banderillero que más luce en la suerte y a quien se tocan las palmas con más entusiasmo. Sin embargo, no suele conocer que no todos los toros son boyantes, y que con los que no arrancan y se tapan es mala la salida precipitada,, porque aunque sus facultades le salven de una cogida, no podrá ejecutar la suerte. Quisiéramos que con el capote fuese tan lucido como con los palos. La segunda referencia a que aludimos es debida a la bien cortada pluma del que fue nuestro admirado amigo, el maestro en la literatura taurómaca don Aurelio Ramírez Bernal, que hizo popular y respetado el seudónimo de P. P. T. cronista de altos vuelo., que en publicaciones andaluzas y el madrileño seminario Sol y Sombra dio patentes muestras de su talento, de su competencia y de su erudición portentosa. Decía así este gran bibliófilo: «La gloria que alcanzara Nicolás Baró como pedo y banderillero inteligente es de aquellas que jamás palidecen. Ni sus cogidas graves ni otros percances le sobrecogieron y amilanaron.
Tuvo el don de conocerse, vio que la espada en su mano no le abriría el camino de la inmortalidad, y antes que hacer el ridículo, como otros, prefirió volver a lo suyo, a su, banderillas, donde pisaba terreno firme y abonado para habérselas con un toro como el célebre Caramelo, de Saltillo, al que Baró puso un par de palos al cuarteo y en los mismos rubios, que hizo época y se celebrará siempre que se hable de aquel fenómeno en picardía.» La referencia es exacta; el toro citado era de los más difíciles lidiados en la Plaza gaditana; el espada José Ponce luchó lo indecible para poder meter el brazo. Sin embargo, Baró había banderilleado con tal habilidad que asombró a los espectadores y a sus mismos compañeros. Vamos ahora a ofrecer unos apuntes biográficos del diestro de referencia. Nicolás había nacido en la famosísima Chiclana de la Frontera (Cádiz), patria chica d los no menos famosos lidiadores Jerónimo Cándido, Francisco Montes, José Redondo y Manuel Jiménez, el Cano, espadas todos de primer plano.
Nicolas Baro, de mayor con unos vecinos. |
Nació Baró el 24 de agosto de 1822, y tras los con sabidos ensayos de todo principiante abrazó la profesión en forma oficial, digámoslo así, en el ario 1840 Protegido por el gran Paquiro, figuró algún tiempo a sus órdenes, hasta que recibida la alternativa por su cuñado, el Chiclanero, éste le incorporó a su gen-te, con el buen deseo de ayudarle con sus consejos y elevarle de categoría, haciéndole matador de toros. Por no disgustar al jefe y pariente, aceptó los trastos más de una vez, estoqueando toros como media espada y aun alternando con espadas en corridas de provincias; pero, convencido que no servía para el caso, terminó por limitarse a las banderillas, que dominaba. En Madrid había figurado como media espada en algunas corridas de los años 1850 y 1851.
Muerto su cuñado José Redondo, continuó la temporada de 1853 a las órdenes de Julián Casas, el Salamanquino, que se había hecho cargo de la cuadrilla del Chiclanero para con ella cumplir los compromiso, contraídos por el malogrado diestro de Chiclana. Después, en temporadas sucesivas, trabajó a las órdenes de muchos matadores, generalmente como eventual, pero sin faltarle corridas, pues todos conocían sus buenas condiciones artísticas. Aun cuando en su época los subalternos tenían señalados modestos honorarios, como toreó mucho y los gastos corrían a cargo de los espadas, pudo haber ahorrado algún dinero con miras a la vejez; pero su carácter alegre y dadivoso, su afición a las juergas y francachelas, que en más de una ocasión se pasaron de la raya, hicieron que se esfumaran los caudales con tanto riesgo ganados, llegando a la madurez de la vida apura...«, de recursos.
Muerto su cuñado José Redondo, continuó la temporada de 1853 a las órdenes de Julián Casas, el Salamanquino, que se había hecho cargo de la cuadrilla del Chiclanero para con ella cumplir los compromiso, contraídos por el malogrado diestro de Chiclana. Después, en temporadas sucesivas, trabajó a las órdenes de muchos matadores, generalmente como eventual, pero sin faltarle corridas, pues todos conocían sus buenas condiciones artísticas. Aun cuando en su época los subalternos tenían señalados modestos honorarios, como toreó mucho y los gastos corrían a cargo de los espadas, pudo haber ahorrado algún dinero con miras a la vejez; pero su carácter alegre y dadivoso, su afición a las juergas y francachelas, que en más de una ocasión se pasaron de la raya, hicieron que se esfumaran los caudales con tanto riesgo ganados, llegando a la madurez de la vida apura...«, de recursos.
Nicolás Baro y Ceferino del Castillo |
Y como las desgracias no llegan solas, en el ario 1875, cuando cumplía los cincuenta y tres de edad y treinta y cinco de profesión, se fracturó el brazo izquierdo al caer de un carruaje, quedando inútil para su oficio. Gastó en la curación los escasos recursos de que disponía, y viéndose en extrema necesidad, acudió a sus compañeros, rogándoles que por caridad le ayudasen. Respondieron éstos —como en auxilio de sus compañeros respondían los diestros de antaño—, y el jueves 12 de agosto de dicho año se organizó una corrida, en cuyo cartel se leía: «A beneficio del antiguo y simpático banderillero Nicolás Baró, de Chiclana, inutilizado para seguir toreando a consecuencia de una desgracia el cual ha acudido a algunos ganaderos y a los reconocidos sentimientos de varios lidiadores, los que no han vacilado en facilitarle los medios de organizar esta corrida en la esperanza de que secundara el público sus buenos deseos y contribuirá a remediar la situación del beneficiado.»
Se efectuó la corrida, lidiándose tres toros del duque de Veragua y tres de don Antonio Hernández —parte regalados—, y el cartel de lidiadores se compuso de los picadores Juanesa. Antonio y Francisco Calderón, e/ Chuchi y Antonio Benítez, el Grapo. Los espadas fueron Lagartijo, Frascuelo y el media espada Cosme González. No figuraban en el cartel los nombres de los banderilleros, costumbre antigua, pero fueron los de plantilla de los espada, esto es: Juan Molina, Mariano Antón y José Gómez, de la de Lagartijo, y Pablo Herráiz, el Armilla y Ángel Pastor, de la de Frascuelo El beneficiado vistió por última vez el traje de torear, uno encarnado y plata, y con sólo el brazo derecho banderilleó el toro de Veragua Tortolito (berrendo en negro), lidiado en quinto lugar.
Se efectuó la corrida, lidiándose tres toros del duque de Veragua y tres de don Antonio Hernández —parte regalados—, y el cartel de lidiadores se compuso de los picadores Juanesa. Antonio y Francisco Calderón, e/ Chuchi y Antonio Benítez, el Grapo. Los espadas fueron Lagartijo, Frascuelo y el media espada Cosme González. No figuraban en el cartel los nombres de los banderilleros, costumbre antigua, pero fueron los de plantilla de los espada, esto es: Juan Molina, Mariano Antón y José Gómez, de la de Lagartijo, y Pablo Herráiz, el Armilla y Ángel Pastor, de la de Frascuelo El beneficiado vistió por última vez el traje de torear, uno encarnado y plata, y con sólo el brazo derecho banderilleó el toro de Veragua Tortolito (berrendo en negro), lidiado en quinto lugar.
Ilustracion de "La Lidia" representando a Baro. |
Por verificarse un día laborable no hubo lleno en la Plaza, y aunque los precios de las localidades eran bien reducidos —cuatro reales tendido de sol y ocho de sombra—, el rendimiento fue saneado, pues los lidiadores no sólo trabajaron gratuitamente, sino que aun ayudaron con donativos al pobre inválido. ¡Así se hacían las cosas en aquel tiempo!... Retirado en su pueblo natal, vivió algún tiempo del producto de la corrida, pero terminado éste le fue facilitado un modesto empleo por el Ayuntamiento, con el que pudo atender a sus necesidades hasta la fecha de su muerte ocurrida el 16 de febrero de 1905 Esta fue la vida profesional del notable banderillero gaditano.
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