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viernes, 4 de julio de 2014

FRANCISCO SANCHEZ ARJONA "CURRINCHE"


Mucha parte del buen éxito en el trabajo de los espadas dependía en otro tiempo de lo que hiciera el personal que toreaba a sus órdenes, y por eso necesitaban aquéllos gran tacto para elegir picadores y peones-banderilleros. Sin necesidad de remontarnos a tiempos que no hemos conocido, podemos remachar tal verdad; los grandes toreros llevaron siempre a su lado los mejores subalternos de sus respectivas épocas, y aunque hoy ocurre algo parecido, no se pone tanto cuidado como antes en la elección cuando de gente de a pie se trata, pues ni los toros de nuestros días son tan duros como hace cincuenta años, ni en el segundo tercio existe el estímulo de antaño, debido a que, como todo se supedita al lucimiento del matador, los banderilleros solamente van a salir del paso. Uno de éstos, perteneciente a los que pudiéramos llamar «tiempos heroicos», fue Francisco Sánchez Arjona, «Currinche», hermano de Julián e Hipólito, hijos de una hermana del famoso «Cúchares» y primos, por consiguiente, de «Currito», a cuya cuadrilla pertenecieron los tres.
Más de treinta años pasó «Currinche» al ser vició de varios matadores, cumpliendo su misión muy decorosamente, y muchas veces en forma superior; mas a pesar de tan dilatados servicios, murió pobremente, cuando no hacía más que dos temporadas que había dejado de trabajar. Era de condición muy estimable, de los toreros que trabajaban para preparar el éxito de su jefe y sin poner en su labor desplantes, adornos ni alegrías que, por otra parte, no encajaban en su figure tenía un capote eficacísimo en la brega; poseía exuberancia de facultades, por lo que resistía más que otros, y colocaba muy buenos pares de banderillas con precisión absoluta y más lucimiento que muchos a quienes se aplaudía más que a él. Si lució en el segundo tercio no fue sin trabajo ni estudio, o, como si dijéramos, «de bóbilis, bóbilis», porque en algunos años tuvo que luchar con el revuelo que armó «Guerrita» cuando hizo despertar a todos, para proporcionar muchas buenas tardes a la afición, tanto él como sus paisanos «Manene», «Torerito» y «Mojino», o como el «Ostión», «Mateíto», Valentín Martín, «Regaterín», «Pulguita», «Almendro», «El Morenito», de Sevilla y todos los que con tanta vergüenza como buen arte quisieron demostrar que eran merecedores del buen concepto en que el público los tenía. Muchas de las revistas que ententes se escribieron -no hay más que repasar las colecciones de «El Toreo» y de «La Lidia»- colocaron el nombre de «Currinche» entre los que se distinguían, y no era poco conseguir,tratandose de tan grandes rehileteros como los mencionados.


Y si a época más cercana venimos, le veremos entre «Blanquito», «Patatero», Manuel Antolín, «el Barquero», «Camara» y Enrique Alvarez, hasta alcanzar a «Blanquet», «Aranguito», «Cerrajillas de Córdoba», «Pepín de Valencia», «Pinturas» (padre) y otros que legraron justa reputación. Además de ser subalterno en la cuadrilla de su mencionado primo Francisco Arjona y Reyes, «Currito», toreó a las órdenes de «Cara-ancha» y a las de Reverte, y, trabajando con éste, tuvo por compañeros a Moyano y Rodas, sin hacer mal papel, a pesar de las ovaciones con que se premiaban las gallardías de tan popular pareja de banderilleros. El último jefe suyo fue «Pepete III», el infortunado diestro llamado José Gallego y Mateo, y al conversar una vez con éste, en el año 1906, en Bilbao, en cierta visita que hizo a la Tertulia Taurina, como saliera «Currinche» a colación, nos dijo, muy complacido, a cuantos le escuchábamos: --Yo voy muy tranquilo con él, porque sabe más que un conejo. Cuando dicho «Pepete» murió trágicamente, en Murcia, ya no llevaba a «Currinche» en su cuadrilla.
Toda su vida activa en el toreo se fue desarrollando dentro de la mayor honradez profesional; su voluntad fue insuperable, y consecuente en el acierto, siempre presidió éste en su manera de hacer, hasta cuando con medio siglo sobre su ancha y doblada espalda trabajaba por la imperiosa necesidad de ganar para comer. Nació Francisco Sánchez Arjona en Sevilla en el año 1856; los que dicen haber visto su nombre en carteles de Madrid correspondientes al año 1863 sufren un error, pues el Francisco Sánchez de entonces no podía ser otro que Paco «Frascuelo» (Francisco Sánchez y Povedano), quien precisamente en 1863 -según «Recortes»- banderilleó por primera vez en la Plaza madrileña; cuando «currinche» salió de la cuadrilla del mencionado «Pepete», trabajó como peón suelto en las novilla das, y al morir, en Sevilla, con fecha 16 de enero del año 1911, hacía más de dos temporadas que; había colgado el capote de brega, como hemos dicho antes. Muy enfermo y pobre de recursos, el acaudalado y famoso ganadero don Eduardo Miura le favoreció facilitándole gratuitamente los pastos de sus dehesas para mantener unas cabras, con el producto de las cuales se procuró algún tiempo el modo de vivir.


El caso de «Currinche», como el de muchísimos más, que después de torear por espacio de treinta años no tienen, como vulgarmente se dice, «donde caerse muertos», fue una de las razones poderosas que rompieron la tradición de empezar la profesion tauromáquica clavando banderillas; por eso, desde hace mucho tiempo, empiezan todos por sentar plaza como matadores, pues si en sus comienzo: tienen dos o tres años de suerte, resuelven el problema en muy poco tiempo. Sabido es que cuantos se dedican a torero lo hacen solamente por afición, y menos por romanticismo;en la prosa de la vida se ve muy raramente que un guisado que sólo tiene laurel menos nutritivo que el que lleva carne, y ésta fue la que le faltó al pobre «Currinche», diestro que saboreó pocas mieles en su vida, habiendo sido merecedor de bienandanzas.

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