En la profesión del toreo se le conoció por el apodo de «El Pipi», vio la luz en la ciudad de Córdoba el 23 de mayo de 1841. La voz de la sangre le llamaba a la profesión de la tauromaquia, pues era hijo del antiguo banderillero apodado «Canuto» y hermano del matador de toros Manuel Fuentes, «Bocanegra», y del banderillero Antonio Fuentes, «Hito». Muy joven comenzó el aprendizaje de la profesión, realizándolo como torero de a pie en los pueblos de la región, a los que iba en compañía de los novilleros principiantes de su tiempo. Desistió del toreo de a pie, realizando sus ensayos como picador, en vista de su torpeza de piernas, motivada por una caída que tuvo cuando era muchacho. Recibió oportunas lecciones de los picadores amigos de su hermano Manuel, y cuando éste, en el año 1862, recibió la alternativa, agregó a José a su cuadrilla. Con dicho hermano vino a Madrid en 1868, haciendo su presentación en la decimocuarta corrida (19 de julio), en la que alternó con Domingo Granda, «el Francés», siendo el toro «Ropero» (negro mulato), de Veragua, el primero que picó en la Plaza de la corte. Su trabajo en este día no pasó de frío y vulgar, demostrando a la afición madrileña que el nuevo varilarguero ni poseía grandes facultades, ni fino estilo; sólo se apreció en él un buen deseo y no escasa habilidad en el manejo del caballo. Nuevamente toreó en otras dos corridas en que lo hizo su hermano, las de los días 6 y 27 de septiembre, y en la temporada siguiente, los días 5 y 12 del mismo mes (corridas decimoquinta y decimosexta), a las que vino en sustitución de Antonio Calderón —herido en Zafra—, agregado a la cuadrilla de Rafael Molina, «Lagartijo».
Tampoco su trabajo en estas fiestas alcanzó relieve alguno; se limitó a cumplir y escuchó algunos aplausos, no muy nutridos, ciertamente, y con esta labor terminó su actuación en la Plaza madrileña. Continuó figurando en la cuadrilla de su hermano Manuel, el que le acuciaba para que se aplicase y adelantase en el oficio, ya que para ello no le faltaban valor ni buenos deseos, como lo prueba el hecho que vamos a referir. En la corrida de Córdoba del 31 de mayo de 1868, en la que se lidiaba ganado de la testamentaria de don Juan Miura por las cuadrillas de «Bocanegra» y «Lagartijo», el primer toro le dio una tremenda caí-da, retirándose a la enfermería, donde le fueron apreciadas fuertes contusiones en la espalda, hombro y brazo derecho, certificando los facultativos que no podía continuar la lidia. José Fuentes creyó que aquello carecía de importancia, y contrariando la opinión de los médicos, volvió a la Plaza y continué trabajando hasta el final de la corrida. Para inaugurar la temporada sevillana de 1874 —día 5 de abril— se dio una corrida en la que «Bocanegra» y Francisco Arjona, «Currito», actuaron de matado-res, los que lidiaron ganado de don José Antonio Adalid. El cuarto toro, «Corianito» (negro) resultó de mucho nervio y poder, y en las primeras varas derribo con estrépito a Enrique Sánchez, «el Albañil», el que pasó a la enfermería. José Fuentes, que por complacer al empresario de caballos aceptó uno de escasa alzada, fuese hacia el toro, y al poner una vara derrotó alto el bicho, alcanzando al piquero en el lado derecho del pecho, dándole una cornada que le fracturó una costilla y le alcanzó el pulmón. Pasó a la enfermería, agravándose días después de practicada la primera cura, dando lugar a que se le declarase .a pulmonía traumática, que dio fin de su vida a las doce de la noche del 10 de abril de 1874. José Fuentes, «el Pipi», puede ser clasificado entre los profesionales de la garrocha de segunda categoría, y aun en ésta, no ciertamente en los primeros puestos. Si tomó parte en corridas de gran importancia, lo debió a figurar en la cuadrilla de su hermano Manuel, víctima, como él, de la profesión que abrazara.
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