Pese a no haber sido mal torero, y oportunamente diremos por qué, Manuel Díaz, «Lavi» gitano y anecdótico, pasó a la historia más como hombre gracioso y ocurrente que como destacado lidiador. Un botón de muestra: En cierta ocasión encargó un traje de luces sin indicar al sastre el color que prefería. El maestro se lo hizo grana. Nuestro hombre estrenó el terno en una corrida en que, al primer bicho que le correspondió sólo le agradaba buscar el bulto. «Lavi» sufrió varios achuchones y acabó con el toro como Mejor pudo. . Al día siguiente, Manuel Díaz fue a casa del sastre formulando su protesta por el «fario» del color que éste le había elegido. Comentando con el sastre las veces que le halda querido coger el toro, exclamó: ¿Cómo no había de quererme coger el toro, maestro, sí, me ha vestido usted de muleta? Al a par de esta anécdota supersticiosa se puede contar la siguiente, toda piadosa y respetuosa con el Creador: En presencia de «Lavi», en una francachela, alguien se permitió blasfemar. El torero dijo solemnemente: — ¿Arto, zeñores! too menos mentar a Dió ni meterse con un zer tan grandable . Hemos dicho al empezar que no fue mal torero nuestro biografiado y, para ello, vamos a transcribir la opinión que mereció al maestro «Don Ventura», escrupuloso historiador: «Aunque al hacer una valoración sabiamente depurada de los toreros del pasado siglo no puede ser favorecido este gitano con un puesto de los más envidiables, tampoco debe considerársele como tino de los peores espadas de su tiempo, sino como un segundón que completaba cualquier cartel, sin --desdoro, según se desprende de sus frecuentes actuaciones en la Plaza madrileña, donde toreó de, temporada durante doce años.» Ahora que hablamos de las actuaciones de «Lavi» queremos dejar constancia de una cosa muy graciosa, como todas las suyas, ocurrida con motivo de la escritura de dos corridas con un torero-empresario de los llamados mixtos, por su procedencia de padre o madre gitanos. A la hora de cobrar no se entendieron el gitano y el mixto. Este, indignado, dijo a «Lavi»: --La culpa la tengo yo por entenderme con gitanos. --¡Ay qué Salero! --exclamó Manuel Díaz---. Dime, sentrañas, ¿eres tú montañés?
Manuel Díaz, «Lavi», era de descendencia gitana por los cuatro costados. También supersticioso en grado sumo. Ello le hizo pasar muy malos ratos en las plazas, especialmente cuando tenía que lidiar toros negros, pues una mujer de su raza, al decirle la buenaventura, te anunció que le mataría un toro de ese color. En los ruedos fue un hombre ocurrente y -oportuno cuando el público se metía con él, cosa que le mortificaba. En cierta ocasión, en Valencia, cuando estaba pasando de muleta a un toro de Carriquiri, un gracioso le gritó: —Arrímate más, mal cañí; ¡malditos sean tus muertos! -«El Lavi» se descompuso e hizo una faena catastrófica, y cuando pasó ante el tendido de donde salió la voz, dijo: —Permita Dios que un bicho te pique en el cogote y tengas las manos atás por delante del «busaó». Pero dejemos de momento lo anecdótico, que es la parte biográfica más interesante del diestro calé, y demos algunos datos de su vida. Nació «Lavi» en Cádiz el 11 de marzo de 1811. Con su hermano Gaspar, matador de toros, y que también usó el mismo apodo, se cree dio sus primeros pasos en el arte taurino; primero como banderillero y después como matador. Sus primeras actuaciones tuvieron por escenario los cosos de Andalucía, donde logró adquirir un buen cartel. Hizo su presentación en Madrid como matador de toros el 17 de abril de 1813, alternando con Juan Pastor, «el Barbero», y Francisco Espeleta, también gaditano, jugándose toros de Gaviria y Juan Sandoval. En esta corrida en la capital de España no. hubo cesión de trastos para el debutante, cuyo nombre figuró varios años en los carteles de la Villa y Corte. Dice el famoso historiador Sánchez Neira que en las funciones reales de 1846, celebradas en Madrid, trabajó como espada por delante de Juan Lucas Blanco; por cierto que al primer toro que rompió plaza le arrancó en seguida «Lavi» la preciosa moña que ostentaba y la ofreció a la reina Isabel 11. Manuel Díaz hizo la ofrenda a S. M. de la siguiente manera: —Señora: ésta es la primera moña que V. M. tiene el honor de recibir de mis manos.
En el año 1858 hizo un viaje a Lima, donde fue debidamente contratado una cláusula del ajuste se preveía —según el ilustre académico y gran escritor taurino don José María Cossío— la entrega a la familia del diestro gitano de 2.000 pesos (dos mil) si moría en la travesía. Anteriormente había estado en La Habana y México, donde consiguió tales éxitos que a su regreso a España decía: —Si no me voy de aquella tierra me jasen emperaor, como Napoleón los franceses. Llegó al Perú nuestro hombre a mediados de noviembre. Le acompañabais su hijo Antonio, José Jiménez, «el Granadino», y José Lara, «Chicorro». No pido torear ninguna corrida. Cayó enfermo y falleció el día 9 de diciembre del mencionado año 1858 en Lima. - Ofrecemos a continuación unas anécdotas:
MAS VÁLE QUE NO LE LLEVEMOS LA CONTRARIA
--¡Corre a ese toro por derecho! —gritaba furioso el Lavi a un banderillero cobardón que sabía lo supersticioso que era su maestro. --Pero si no quiere...! Enántes, cuando pasé por --su cara pa tenderle el capote, me dijo no quío seguirte pa dar inquina al señor Lavi Este reflexionó un momento con muestras evidentes de preocupación y dijo: ----Entonces, más .vale que no le llevemos la contraria, no sea que me tome entre ojos.
HABLABA MUCHO CON LOS TOROS
Si era el toro de los que buscaban el bulto, le decía: ----No seas ladrón, aplómate y déjate matar, qué tengo cinco chorreles. O bien: — ¿Te cuelas para coger? Pues mira, te voy a diñar mulé antes que lo huelas y lo cuentes a tu mare.
UN LAPSUS LINGUISTICO
Hablando con unos amigos del viaje de su hermano Gaspar a Filipinas, decía: —Va a Manila bien costeao, y allega presto, poique lo trasmiten por el limbo. Se refería al istmo de Suez.
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