La fama que de Antonio Sánchez, el "Tato.", ha llegado hasta nosotros es la de que fue un formidable matador de toros, y con arreglo a ella, naturalmente, las gentes suponen que ejecutaba la suerte—de la estocada a volapié se trata—con estricta sujeción a unos principios... que en la mente de los preceptistas en candelero se forjan y quedan, durante su época—la época de privanza de los tales preceptistas—como dogmas. Pues bien Antonio Sánchez, el "Tato", como todos y cada uno de los grandes matadores que en la tauromaquia han sido, tenía su forma y manera de matar a volapié, y esa forma y manera da la casualidad de que nada tiene que ver con la clásica. Como poner en evidencia estas cosas es siempre útil, pues nunca se insistirá bastante en que en el ejercicio del toreo, descontadas unas cuantas reglas que impone el toro por su peculiar y constante modo de proceder en el ruedo en virtud de su construcción anatómica y de sus instintos, todas las demás son circunstanciales y obedecen a la idiosincrasia del torero, a la moda y a la rutina ; y de ahí que en cada período los "principios inmutables" que el aficionado 'proclama hoy se "muden" en dos temporadas y lo que ayer no se le podía hacer al toro, sea lo que mañana sea obligatorio hacerle. Todo el mundo sabe que al "Tato" lo inutilizó para su profesión el toro "Peregrino" de don Vicente Martínez, el día 7 de junio de 1869, en la plaza de Madrid; pero no es tan sabido que la cogida que le costó la pierna fue debida a esa su manera de ejecutar el volapié. Y para los que lo ignoran he creído oportuno reproducir una carta del duque de Veragua (don Cristóbal Colón) que presenció el accidente y contiene enseñanzas que no está de más difundir. Dice así el curioso documento:
“Sr. D. José Pérez de Guzmán.Madrid, 1 de julio de 1869 Querido amigo: Mucho he agradecido el recuerdo de amistad enviándome el grupo que contenía su grata del 23 del pasado. La cuadrilla me parece que corresponde en su apariencia al justo crédito que goza. Únicamente sería de desear llenara el banderillero un poco de las taleguillas sobrantes. Con mucho gusto reuniré para enviar a usted cuanto se publique con motivo de la cogida del "Tato". Hasta ahora sólo tengo noticia de la adjunta hoja suelta, escrita muy en tonto, según verá. He encargado a Carmona me envíe lo que él conozca acerca del particular; no hago mérito de lo publicado por el antiguo "Enano", pues no dudo en considerar a usted como suscriptor; y por cierto que como detalles y escrupulosidad en reunir partes facultativos, no puede mejorarse. En cuanto al juicio y observaciones que a un aficionado debe sugerir la cogida, crea usted que no ha habido más que lo siguiente: El toro era muy noble, estaba menos aburrido de lo que generalmente llegan a la muerte los toros del Colmenar, y nada tenía que inspirase cuidado, pues su condición de blando alejaba aún más todo peligro. El pobre "Tato" lo había toreado sin ninguna dificultad a pesar de su poca defensa; y habiéndole cogido los huesos dos veces, quiso asegurarlo con uno de esos volapiés que le valían tantos aplausos, y que ponían siempre a riesgo su vida.
En aquella ocasión no intervino el primer elemento que le salvaba y era el dolor de la estocada; pues resultó .un poco al lado contrario y fuera de la cavidad. El motivo de estar la estocada ida, fui haber hecho el toro un poco más de lo que el matador creía, a consecuencia de la colocación del toril, arrancando en suerte natural. También—añade--estuvo demasiado tiempo delante de la cabeza, cosa hoy muy frecuente en los matadores actuales, y que desvirtúa el principal efecto de los, volapiés, verdaderas sorpresas, y como tales, recursos grandes para toros tunantes. Lo que no advertí fue tener el toro la cabeza baja. En fin, fue una desgracia imprevista, por haber corrido el mismo "Tato" riesgos mucho mayores sin que le engancharan los toros. Además, creo que la cornada bien cuidada desde un principio, no hubiese tenido consecuencias tan lamentables. Hemos perdido al único matador de vergüenza, pues los otros consienten que se les echen vivos los toros, sin apelar al recurso de la puntilla. En punto a destreza, todos son iguales Se ha hecho una litografía del lance, pero no tiene 'nada que merezca atención; sin embargo, la enviaré a usted cuando haya oportunidad, pues es muy grande para ir con el correo. Tuve mucho gusto en leer sus artículos publicados por el "Enano" con motivo de la obra de la tauromaquia. Todos los amigos me encargan afectuosos recuerdos para usted, de quien se repite suyo verdadero amigo, El Duque de Veragua"
Y sin un solo comentario, pues de hacerlos sería para decir únicamente que el "Tato" gran matador, lo era a su "estilo", como lo han sido todos y lo seguirán siendo, con lo que queda confirmada toda la exactitud de la frase taurina "encontrar la muerte de los toros", pues efectivamente se "encuentra" y no se aprende, por la razón obvia de que intervienen más el "instinto" o si se quiere la "intuición" que la inteligencia y la reflexión ; sin un solo comentario, repito, acabaré recordando que alrededor del torero inválido se creó una leyenda que lo presentaba pobre y miserable, desempeñando un bajo oficio en el matadero de Sevilla para poder comer. Y eso no era la verdad. La verdad verdadera es, como dice Peña y Goñi, que aquel ser miserable y andrajoso murió dejando en alhajas más de diez mil duros, en papel del Estado treinta mil, y una casa en el barrio de San Bernardo, calle Ancha, frente a la parroquia, valorada en ocho mil. Total: un millón de reales mal contado. Esta es la verdad; pero cómo sustituirla por esa leyenda que nos pinta el triunfador de ayer transformado en vencido y nos permite exclamar Sic transit gloria mundi?
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