Nació en Tordesillas, provincia de Valladolid, el 23 de Enero de 1854. Sus padres, Juan y Dominga, cuando aún Raimundo contaba pocos años, trasladaron a Valladolid, donde se establecieron Allí cursó el muchacho con aprovechamiento hasta el 4º año del bachillerato. En una novillada organizada a beneficio de las Escuelas tomó una parte activa, y se encontró con resolución de dar fin de los cuatro becerros de muerte ya creciditos, en vista de que los encargados de hacerio no se determinaban a ello cuando llegó el preciso momento. Las palmas que obtuvo Valladolid al ejecutarlo fueron lo suficiente para determinarle a abandonar los libros y abrazar la arriesgada profesión, con gran pena de los autores de sus días. Cuantos medios se pusieron en juego para disuadirle fueron inútiles. Las privaciones que acarrea falta de recursos fueron un acicate más para seguir adelante en sus propósitos. Para mejor ir trampeando la vida aprendió el oficio de ajustador de máquinas del ferrocarril, lo que no le impedía en ocasión tomar parte en algunas corridas y muy especialmente en las que organizaban los empleados de la línea en las que siempre se distinguía de sus demás compañeros.
En el año de 1873 recibió su bautismo de sangre sufriendo una cornada que le atravesó el muslo derecho, y que le retuvo en cama más de dos meses. Otro hubiera desistido de seguir adelante, pero Raimundo no cejó, y al encontrarse restablecido volvió con ni vos bríos a entendérselas con los astados brutos. Llamado al servicio de las armas fue destinado ejército de operaciones del Centro durante la guerra carlista, y por méritos de guerra obtuvo varias recompensas. Al terminarse, y siendo ya sargento segundo, pasó a Sevilla, donde reanudó sus aficiones. No vamos a hacer mención C por B; sólo dicen que después de ser el matador predilecto del público que asistía a las corridas que se daban en los Campos Elíseos y haber toreado en la de Madrid como banderillero en diferentes ocasiones, actuó como espada la última de las indicadas durante la canícula de 1880 en una de cuyas fiestas ocurrió la muerte de Nicolás Fuertes (el Pollo), corrida en que demostró que era de la buena madera, pues fue, en unión de Mateíto, quien conservó la serenidad tan necesaria cuando ocurren desgraciados accidentes en un circo.
Desde aquella fecha fue aumentando el nombre que tenía hasta llegar a figurar entre los matadores de novillos que formaban en primera fila. Toreó en la mayor parte de las plazas de España, alternando en algunas con matadores de cartel, sin que su trabajo desmereciera del de ellos. En Portugal y en Francia era muy apreciado por su excelente trabajo, y en la última de las naciones indicadas fue uno de los más infatigables propagadores del espectáculo taurino. Raro era el año que no toreaba de 30 a 40 corridas, bien ajustadas la mayor parte de ellas, pues eta de los diestros más solicitados de las empresas. Tuvo una época en que pudo aprovechar la fama que había alcanzado para tomar la suprema investidura, pero no quiso hacerlo, y eso que estaba en mejores condiciones para ello que muchos que antes y después lo han efectuado. Se conformó con seguir toreando como matador de novillos, lo que le producía lo suficiente para atender con bastante desahogo a todas sus necesidades. El 24 de Abril de 1893, cuando contaba treinta y nueve años y se encontraba en la plenitud de su vida, una rápida enfermedad acabó con su vida.
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