Cuando las «Señoritas Toreras» hicieron su excursión a Buenos Aires, iba como auxiliar de dicha cuadrilla, el torero valenciano Sandalio Fandos (Señorito), cuya falta de vista era bastante pronunciada. En la referida cuadrilla, que trabajaba por las noches en el Teatro de San Miguel, bien pronto se dio a conocer la buena escuela del mencionado torero, no solo como auxiliar, sino por lo que por cuenta propia había, entre otras suertes la de capa y el salto .de la garrocha, siendo esta ultima celebrada y aplaudida grandemente en aquel país. Dos .Tres veces había ya ejecutado Fandos con singular limpieza el salto referido; mas la última, por efecto de la poca vista, sufrió el diestro una escoriación en los dedos, por lo que determino no volver a practicarla. Se acercaba la noche del beneficio de la cuadrilla y visto por el director de esta D. Mariano Armengol el éxito que obtuvo la referida suerte y a fin de dar más aliciente a la función, pudo conseguir de Sandalio, después de muchos ruegos, que por solo aquella noche la practicaría, para lo cual y sin que el público se apercibiera y con el fin de no sufrir una avería, se pondría unos lentes. Era la víspera del beneficio y en la fonda donde se hospedaban, formaba en la tertulia un conocido revistero catalán que, en su afán de dar noticias en el periódico en que escribía sus crónicas y revistas taurinas, no respetaba ningún secreto, por importante que fuese. En el curso de la conversación, salía a relucir el proyecto de Fandos para el día siguiente, y a pesar que éste advirtió al periodista la mayor discreción con respecto a ello, al día siguiente apareció un suelto en el que se daba cuenta de lo proyectado. Aquellas líneas aumentaron la ansiedad en el público, por ver no ya su suerte favorita, sino la adición a ella; y entre la cuadrilla y en particular el ejecutante, la indignación contra el periodista tan poco discreto. Vino la noche y empezó la función con gran éxito artístico y financiero para la cuadrilla, y cuando más confiado estaba Sandalio de que el público no se acordaba ya de la suerte por él temida en parte, oyó que todos los espectadores gritaban a una: ¡La garrocha! ¡La garrocha! Sandalio se resistía, mas el público empezaba a impacientarse y con mayor fervor gritaba: ¡La garrocha! ¡La garrocha! Armengol, aunque no hacía caso, hostigaba a Fandos porque preveía la bronca; y éste, viendo que no le quedaba más recurso que cumplir lo ofrecido, entró en un burladero, sacó del bolsillo de su chaquetilla los lentes prevenidos y, ¡oh contrariedad!, por efecto del sudor, saltaban éstos así que quería fijarlos sobre el caballete de su nariz. La bronca crece; Armengol se desespera y Sandalio más; pero ante tal contrariedad, halla solución; coge un puñado de tierra, se la refriega por la cara y así pudo fijar los lentes y dar el salto de la garrocha que le proporcionó una de las más grandes ovaciones que oyó en su larga vida torera.
Según refería un periódico valenciano, el diestro Sandalio en una plaza de la República Mexicana, fue protagonista del siguiente suceso:
En una de las corridas en las que intervino, el público lo jaleaba los pases de muleta al grito de ¡Viva Cuba libre¡
Cansado ya Fandos de oír tanto insulto, y antes de tirarse matar, se volvió al público y con valentía gritó: iViva Cuba española! grito subversivo en aquel País, pues el Señorito fue multado con 10 Pesos por el presidente, multa que se le condonó en la corrida siguiente por lo bien que estuvo en la muerte de sus respectivos toros.
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