Ángel Navas, Gallito de Zafra, vino al mundo en el barrio de los Mártires el 9 de Junio de 1893. De familia humilde, su padre, José Navas Gómez, era herrero de profesión. Pronto parece se le despertó el duende del toreo, por lo que en cuanto pudo acudió a cuantas capeas le llamaron. Siendo el 1913, el año que se presenta antes sus paisanos, alternando con José Rodas. Actuará en los diez años siguientes, hasta sumar en el coso zafrense 17 actuaciones como novillero. En estos años su cartel en esta categoría va en aumento y son pocos los que consiguen sobrepasarlo.
Cuando este diestro se presentó en Madrid como matador de novillos llevaba ya algunos años en circulación, y su mente, siempre en intensa actividad, le había hecho entrever todas las delicias que puede proporcionar el toreo cuando se es una figura preeminente. Fue el 29 de agosto del año 1920, alternando con Mariano Montes y el mexicano Miguel Gallardo en la lidia de seis novillos-toros del ganadero portugués don José Felipe Netto Revello; dio pasaporte a los llamados Andaluz y Barquero, negros los dos y hay que confesar que, sin estar mal, tampoco hizo nada que mereciera especial atención. Nació en Zafra (Badajoz) el 9 de junio de 1893. Desde que empezó a torear se advirtió que en su temperamento había resquicios por los que su espíritu quería evadirse de una limitación, de la estrechez en que los otros toreros desarrollaban sus facultades; pero no tuvo en cuenta que lo difícil en toda expansión es realizar ésta interesando a ]o¿ públicos y que la obra del artista sea firme y bella al mismo tiempo. Era bullidor, inquieto, se adornaba mucho, aspiraba a lucir un repertorio amplio y bonito, y como se mostraba valiente, no necesitó mas para ocupar un puesto nada despreciable entre los novilleros de su época, que fue la que se deslizó desde 1920 a 1925. Entre las Humoradas de Campoamor hay una que cuadra muy bien a lo que de este matador extremeño puede escribirse, y es aquella que dice así:
Conforme el hombre avanza
de la vida en el áspero camino,
lleva siempre a su lado la espéranza,
mas tiene siempre enfrente a su destíno.
Y el destino de este Gallito de Extremadura no
ora el de llegar a las alturas codiciadas.
Hizo el aprendizaje torero en las Plazas de la región
extremeña. Cuando salió de allí buscando más
amplio espacio para sus hazañas no era ningún chaval
inexperto. Las estadísticas recogen su nombre
a partir del año en que hizo su presentación en
Madrid. Desde entonces pisa ruedos importantes
y entra en el concierto de los novilleros que más
circulan. A más de veinte novilladas por temporada
viene a salir, por término medio, y al terminar
la de 1922 escribió de él Don Luis en su anuario
Toros y toreros:
«Ha hecho acopio de valor y de voluntad y ha sacado
a relucir el amor propio para vencer en trances
difíciles, como el de la cogida que sufrió en Bilbao,
donde recibió una cornada en la ingle derecha, con
salida del epiplón, al torear de capa, y no se retiró
a la enfermería hasta que mató a su enemigo, de
Carreros.»
Esta cogida fue en una novillada que se celebró
el 9 de julio, en la que alternó con Rosario Olmos,
y el 22 de octubre sufrió otra en Barcelona, de un
toro de doña Carmen de Federico, en la novillada
llamada de los Ases, organizada por el semanario
La Corrida. Sin el percance de Bilbao, que le impidió torear durante más de un mes, habría sumado más de las veintitrés novilladas que la estadística le asignó. En el año 1924 solamente pudo vestir quince veces el traje de luces, porque el 20 de abril, toreando en Granada, al dar muerte a un toro de Pablo Romero con una gran estocada, salió enganchado y volteado y recibió una herida grave en el pecho que le impidió actuar durante dos meses. Y por si esto fuera poco, el 7 de agosto, hallándose toreando en la dehesa Cabeza Parda, de Andújar, sufrió otro percance que le tuvo inactivo cerca de un mes. En el año 1925 había dado de si cuanto de él podía esperarse. Parecía conocer todas las asignaturas, estaba valiente y no daba señales de que las cornadas hicieran mella en su ánimo. En vista de ello, se dispuso a tomar la alternativa, y cuando llevaba toreadas once funciones, fue doctorado por Antonio Márquez en la Plaza de Mérida el día 15 de agosto, actuando Facultades como segundo matador y lidiándose en tal corrida seis toros de ;a viuda de Soler. Ocho corridas despachó como tal espada de alternativa en aquella temporada. En el año 1926 solamente tomó parte en cuatro corridas; una de ellas, el 25 de octubre, la de In confirmación de su alternativa en la Plaza de Madrid.
Estuvo anunciada para el día 24. Componían el cartel seis toros de Andrés Sánchez, dos de ellos rejoneados por Simao da Veiga y cuatro estoqueados por Facultades y Gallito de Zafra; pero tras la lidia del primero, de rejones, hubo que suspenderla a causa de la lluvia y se celebró el 25. Herido Facultades por su primer toro, vióse obligado a estoquear Ángel Navas los restantes, y demostró que tenía fibra y arrestos para triunfar, pues obtuvo un éxito muy feliz. El competente crítico Don Quijote —fino escritor e inteligente taurófilo, de grato recuerdo— se expresó así al ocuparse de él en la crónica publicada por el semanario La Fiesta Brava: «Gallito de Zafra —de turquesa y oro— sigue siendo el novillero valiente del patrón anticuo. Valentía acreditada en cien ocasiones y refrendada esta tarde de un modo casi heroico. Tres veces le arrollaron los toros al entrar a matar, recibiendo la última tan terrible varetazo en el pecho, que parece milagroso que pudiera lidiar después, sin haber entrado en la enfermería, un toro más. Un toro con toda la barba, muy entero por falta de castigo. Lo triste es que todo este derroche de valor —valor no atolondrado, consciente— no basta hoy para colocarse.;» Marchó al Perú en el invierno siguiente, y el día 30 de enero, en la Plaza de Lima. alternando con Torquito y Rodalito. le cogió el sexto toro al entrar a matar y le produjo una herida muy grave. Al regresar a España, toreó en tal año 1927 ocho corridas, una de ellas la del 3 de julio en Madrid, en la que se hizo aplaudir mucho, no obstante haber dado muerte solamente a un toro, debido a que no terminó la corrida a causa de haber sufrido en ella el primer espada. Enrique Cano, Gavira, la cornada que le ocasionó la muerte. El día 11 de septiembre toreó en Utiel, con Luis Freg y Fortuna; toros de Palha. Al salir el primero de éstos, le persiguió y le alcanzó al tomar la barrera, y una vez más resultó herido el buen Gallito extremeño, esta vez con una cornada grande en el muslo izquierdo. En 1928 fueron nueve las corridas que toreó, generalmente con aplauso, pues el hombre se esforzaba por señalarse y no caer en olvido, como pudieron ver en Madrid el día 8 de julio, en una corrida de ocho toros de Veragua, Fueron sus compañeros Pablo Lalanda, Pepe Belmente y Lagartijo: tuvo un triunfo al dar cuenta del tercer astado. Escudero, negro, y quedó muy bien con el séptimo Hojalado, de igual pelo. Terminada aquella temporada, marchó a Venezuela, donde toreó seis corridas durante el invierno. En el año 1929 solamente tomó parte en tres corrijas: el 4 de mayo, en Puertollano; d 19, en 0livenza, y el 9 de junio, en Madrid, esta última con Antonio Posada y Armillita Chico y toros de Angoso. No vistió más el traje de luces en España, pues volvió a América y al regresar lo hizo como turista. Nuevamente embarcó para el Nuevo Continente donde puso el finiquito a su historia taurómaca creemos que en Colombia, y así terminó la carrera taurina de un diestro que siempre mantuvo viva su vocación, le hacía muchas cosas al toro y era valiente, valentía que nunca sintió relajada, a pesar de los grandes agujeros que los toros hicieron en sus carnes.
Hay que pensar en que Gallito de Zafra tuvo «siempre enfrente a su destino», como dice la humorada de marras, pues de otra suerte no se ex plica que quedase tan rezagado en el camino que emprendió con tanta esperanza de triunfo, camino bastante áspero en verdad, si nos atenemos a cornadas que sufrió mientras anduvo por él. Creemos que se pasó como novillero. Al tomar alternativa había desarrollado ya todas sus posibilidades, y convertido en matador de toros, a mantuvo su tono habitual, toreó poco y entre zarzas. No todos hubieran resistido lo que él, siempre en. lucha para mantenerse a flote; pero el destino despiadado , como cantan en la vieja zarzuela procede a veces con amarga ironía. Para terminar, transcribimos una semblanza que dice así:
Angel Navas Castañón
se pasó de novillero
y tuvo como torero
verdadera vocación.
Sufrió más de un cornalon,
y como en su lucha lenta,
además de ser cruenta,
no ganó el oro ni el moro,
contendiendo con el toro
no le salió bien la cuenta.
Falleció en 1975.
Falleció en 1975.
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