Manuel de la Haba Bejarano «Zurito». Hijo de José de la Haba y Manuela Bejarano, nació el 6 de octubre de 1868. El criarse en la finca en donde su padre trabajaba de «conocedor», le llevó a aficionarse muy pronto a los caballos y tomar confianza con las reses bravas. Atlético y valiente, se inició muy joven en novilladas, aunque no despuntó en el manejo de los trastos de torear, y tuvo el acierto de dejarlos para, aprovechando su buena condición de jinete, dedicarse de lleno al oficio de varilarguero, en julio de 1884. Va de fijo en las cuadrillas de «Bebe Chico» (1892),
Antonio Fuentes (1893) y «Guerrita» (1894) hasta la retirada de éste (el 5 de octubre de 1899). Le siguen después las cuadrillas de «Algabeño», «Conejito», «Machaquito», Manolete (padre), Curro Posada y Rafael Gómez «El Gallo» entre otros. Se retira en 1926, y fallece en Córdoba el 16 de julio de 1936.
Completo jinete y picador sin par, fue de éxito en éxito toda su etapa de varilarguero, hasta el punto de ser codiciado por matadores y aprobado hasta la exaltación por los públicos. Casó con Antonia Torreras Molina, quien le dio nueve hijos.
El trabajo con el fuego «más seguro» que los cuernos, dejó en el joven Manuel de la Haba unos círculos blanquecinos en torno a los ojos, defendidos por las gafas de forja, lo que le daba un (lejano) aspecto a los de los palomos zuritos.
En una de las corridas de sus inicios, cuando ya se había granjeado una cierta fama entre la afición, y visto que su compañero de terna no se las entendía con el bicho que le había tocado en suerte, se oyó desde el graderío una voz estentórea que gritaba: ¡Eso es mucho bicho «pa» ti; que lo acabe el «zurito»! Y con ese apodo quedó el chaval que lo dejó a sus descendientes como es habitual en Andalucía, quienes como toreros, peones y varilargueros, le han dado lustre y sabor de buen hacer frente a los toros.
Con él nace una dinastía de toreos y picadores de recio abolengo, llamada de los "Zuritos" , tanto en sus hijos como nietos.
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