La profesión fué áspera para Parrao. Después de luchar media vida se retiró con tres o cuatro mil duros por todo capital. Si no hubiera sido hombre emprendedor y se hubiera metido, a representar empresas y proporcionarles corridas: a comprar y vender ganado, y a explotar veinte o treinta vacas de leche en los establos de una huerta en Sevilla, hubiera llegado a la vejez malamente.
"Parrao" en 1896 |
Pero Parrao era trabajador, tenia buen crédito y vivia sin necesitar de nada ni de nadie. Llevó una vida aventurera, y corrió medio mundo y parte del otro medio. Don Francisco Golfín, vecino de Ecija, tuvo la humorada de querer implantar en Italia las corridas de toros. Y se llevó a Roma a Cara Ancha, al Americano y a Parrao, como banderillero. Anduvieron por la Ciudad Eterna, Napoles y Turin. Toreaban embolados, sensa morte, según anunciaban los carteles.
"Parrao" cuando andaba con "Faico" y "Minuto" |
Todo era simulado, menos las banderillas. Se le iban poniendo pares al toro, hasta que el animal, aburrido, se cansaba de embestir. La empresa no era como para enriquecer a nadie. Parrao acabó por irse solo a Marsella, donde salía de banderillero o de matador, indistintamente. La evolución de sus primeros tiempos resucitaba en sus labios apodos casi olvidados. El del Barberulo de Olivares, el Niño del guarda de Tablada y el de Julián Berrinche, por ejemplo. A Parrao le dio la alternativa en Sevilla Reverte, y al acabar de dar muerte a ese toro, realizó una ceremonia única.en la plaza. Su padre picó el toro de la alternativa, y después de haber salido las mulillas en el arrastre, Joaquín Hernández, en el centro de la plaza, solemnemente, le cortó la coleta al autor sus días y maestro en el torear, para que el viejo picador no se jugara más la vida en el ruedo.
"Parrao" en el hospital de Nimes. |
Lo más terrible de la vida de Parrao son las cornadas. tenia una en el vientre, la que le quitó de torear, que, pasados los años, todavía causaba espanto con sólo ver "la cicatriz, negra y honda, que no encubre la carne arrebujada sobre ella". En Chalons, toreando con Quinito, recibió la primera cornada: un puntazo en la ingle. Otra, en Nimes. Otra, grave, en la misma región del cuerpo, que le tuvo cuarenta y dos días luchando con la muerte. Y en Granada, en Santander, en Méjico, fueron dejando en su persona los toros sangrientas huellas, que son la historia del valor de este torero.
La cornada de México fue espantosa,apoyado en bastones y con unas barbas increíbles recibía la visita de los médicos. |
Algún tiempo después,recuperado ya,pudo fotografiarse con la cabeza disecada del toro que estuvo a punto de quitarle la vida. |
Cuando "tomé" la cornada de Granada estaba en la misma fonda que yo. Entró a verme. A rezar y a llorar junto a mi cama. ¡Era guapa de verdad! Pero cuando me dieron la de Méjico, que a poco me mata, que me quitó de los toros, estaba también en el mismo hotel que yo, y quiso repetir la escena. Cuando la vi entrar me espanté. Y la eché de allí, a pesar de lo bonita que era. ¡ Luego dicen que eso de la mala sombra son tonterías!" Parrao sobre las mujeres decia:. "Las de antes- comenta—eran más claras, más fáciles y más desprendidas que las de ahora. Entonces, una blusa de seda valía ocho pesetas. Las convidaba uno y tomaban una copita de anís. Ahora, piden un ponche, que vale seis pesetas, o, lo que es peor, un whiskey, que es caro y no hay quien se lo beba, porque sabe a ratones."
Tiene razón Parrao. La verdad es que están los tiempos muy malos.
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