Nació en el primer tercio del siglo XVIII. Una trágica historia de amores motivó su expatriación. Enamorado de una hermosa sevillana cuando aún no había cumplido veinte años, otro hombre le disputó su cariño. Manuel Bellón lo mató y para huir de la justicia, se marchó a África, donde permaneció doce años sin que de él se supiera una palabra.Otras versiones dice que se dedicó al negocio de provisiones en Orán y que hubo de venirse a España despues de que lo acusaran de la muerte de un "baratero de los moros" e incluso que fue mozo de provisiones en la prisión de Orán.
Esta larga estancia en aquel continente fue la que dio origen a su apodo, pues Bellón había nacido en Sevilla. Corno todos los desterrados, sólo ansiaba volver a su patria. El tiempo transcurrido influyó en que se olvidara el delito que cometió. Además, y para facilitar la realización de sus propósitos, parece ser que obtuvo promesas de protección (le alguna persona de muy alta influencia, y ya en estas condiciones se determinó a regresar a su pueblo. Volvió en la época en que los diestros Pedro Romero y Juan Palomo, Juan Romero, José Leguregui y Juan Esteller eran los ídolos de la afición taurina; compitió con ellos y supo hacerse lugar primero y luego llegar a la primera fila, captándose simpatías cada vez más numerosas y más entusiásticas, hasta el punto de que acerca de su valor sereno y constante se creó una leyenda, según la cual, el Africano despreciaba la vida, amargado por el recuerdo de su primer amor y del trágico suceso que le puso fin. Como jinete no hubo caballo que se le resistiera, pues dominaba fácilmente aun a los más indómitos; enlazando derribando a caballo, no tuvo igual; asombraba a todos practicando estas suertes con una pericia de que no había ejemplo.
Este fue el fundamento de su fama. Luego, cuando comenzó a torear a pie demostrando en ello tanto valor y tantas aptitudes como para el toreo a caballo, creció aún más su reputación. No había transcurrido mucho tiempo desde el día en que, causando general sorpresa, se presentó como lidiador entre los que acaparaban las simpatías del público, cuando disputaba a estos la popularidad y la lograba tan alta o más que casi todos ellos.
Manuel Bellón no se dedicó al toreo para ganarse la vida, pues cuando volvió de su extrañamiento era ya un hombre bien acomodado. De no ser así, de haber buscado en la lidia de las reses bravas una fuente de ingresos, es seguro que el africano se hubiese prodigado más y su fama eclipsaría a la de la mayor parte de sus colegas de entonces. Pero como hemos dicho, solo toreaba por afición, tal vez por lograr el aplauso de la muchedumbre, y en vez de buscar contratas, las rehuía, pues sólo siendo muy buscado, por compromiso y merced a recomendaciones insistentes, accedia a presentarse en algunas plazas de primer orden. En la década de I760 a 1770 logró sus mayores éxitos y su mayor renombre. Su arte y su valentía, siempre iguales ante toda clase de toros, producían insuperable admiración, Afirmase que él fue el primero que practicar la suerte de matar con los terrenos cambiados, que, como es sabido, consiste en ocupar el torero el terreno de la res, y que es de gran exposición, pues si el diestro no logra salir hacia el centro del redondel, rozando los costillares con precisión matemática, se expone a ser cogido en las peores condiciones , esto es, clavado por el toro en la barrera.
Solía matar enrollándose el capote en la mano izquierda, a modo de rodela y aguardando a los toros o yéndose a ellos según los casos. Otra de sus habilidades era la de derribar reses a brazo, cogiéndolas por la cola. Se dice que él inventó este procedimiento, que ya se comprende lo arriesgado que debe de ser por lo poco que se ejecuta. Bellón se retiró pronto del toreo; mejor dicho, se retiró a tiempo, en la plenitud de sus facultades y cuando aún podía haber sostenido la competencia con los diestros de entonces, con muy buen sentido, prefirió que solo quedasen de él buenos recuerdos, y antes de que decayera su fama, renuncio a torear. Su fortuna era más que suficiente para vivir con regalo el resto de sus días,desapareció en forma tan sorprendente como su presentación a la vuelta de Africa. Nadie le vuelve a ver vivo ni a saber a ciencia cierta qué ha sido del ya famoso lidiador. Corren por Sevilla los más extraños y contradictorias rumores, pero no es posible confirmar o negar ninguno. Lo único indudable es que un buen día parece esfumarse sin dejar tras de sí el menor rastro.Fue maestro de Joaquin Rodriguez "Costillares" al que dio la alternativa.
Creó las cuadrillas organizandolas con: "un medio espada, picadores,rehileteros,chulos,arponeros,parchero y cachetero".
Poco más se sabe de su vida y aun menos de su muerte, aunque los curiosos que tratan de aclarar los misterios que envuelven al Africano, y esencialmente su desaparición, Ninguno consigue nada. En cambio, algunos folletinistas de exaltada imaginación se despachan a su gusto inventando truculentas y pintorescas explicaciones. Según la que alcanza mayor difusión en la época romántica —sin que nadie acierte a probar que tenga un fundamento sólido— Manuel Bellón, detenido en secreto por la Inquisición en virtud de una grave denuncia presentada contra él. es conducido y encerrado —también en el más riguroso secreto— en la cárcel de Córdoba, donde muere. Pero ni siquiera esta versión tan problemática de los hechos, acierta a decirnos en qué año ni de qué perece el maestro de Costillares.