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martes, 15 de octubre de 2019

REVERTE Y SU MALA FORTUNA

Antonio Reverte nació en Alcalá del Rio (Sevilla) en el año 1869. A los dieciocho años hizo sus primeros ensayos taurinos, después de haber pasado toda su niñez con su padre al cuidado de la ganadería de la que este era mayoral. Debuto en Sevilla, y poco después el 14 de julio de 1891, en Madrid, tomando la alternativa en septiembre del mismo año. Desde entonces su fama fue en aumento y su nombre entre los aficionados al toreo adquirió tal relieve que puede afirmarse que pocos toreros han tenido mayor popularidad. Reverte tenía un valor temerario, y su escuela de toreo, clásica rondeña, entusiasmaba al público, especialmente en los recorte, con el capote al brazo. El número de cogidas que el diestro sevillano ha sufrido durante el ejercicio de su profesión fue muy considerable siendo las mayores las que en la plaza de Madrid el toro Serranito, el 31 de Mayo de 1896, y que puso en peligro la vida del torero y la que recibió en Bayona el 3 de Septiembre de 1899, desde cuya fecha puede decirse que terminó su historia. Hace ya tiempo que Reverte sentía cierto malestar en el hígado, que más de una vez le obligó a guardar cama. Antonio lo achacaba a un golpe que un becerro hubo de darle en una da las capeas con que en los cerrados de Alcalá del Río se preparaba para sus lides taurinas que tantos aplausos y tanto dinero le valieron. Desde hace poco tiempo la incomodidad hubo de exacerbársele hasta el extremo de ponerle en cuidado. El día 4 de septiembre de 1903 toreó en Lisboa, y aprovechando su estancia en la capital lusitana hubo de consultar sobre el particular con un médico que allí goza de gran renombre, quien le dijo que el malestar provenía de un quiste que tenía en el hígado y que era conveniente operar cuanto antes. Dicho doctor le aplicó los rayos X y confirmó el diagnostico, añadiéndole, según nos ha manifestado su amigo íntimo D. Antonio Velasco, que en aquella ocasión le acompañaba, que se había formado el quiste por un microbio que germina en la solitaria de los perros. Con efecto, Antonio era muy aficiona lo á ellos y los tenia de varías clases, prodigándoles muchos cuidados y gustando de sus caricias. 



Al pasar por Madrid para torear en Marsella, donde trabajó como en sus mejores tiempos, siendo muy aplaudido, celebró una entrevista con el doctor Bravo, explicándole la consulta que había tenido con la celebridad lisbonense. El popular médico de los toreros estuvo de acuerdo en un todo con el diagnóstico de su compañero lusitano, y convinieron que la operación se verificase a la vuelta de Marsella y de Barcelona, donde toreó Reverte el día 7 con igual fortuna. El doctor Bravo no ocultó la gravedad de la operación á Reverte, quien, á pesar de ello, se decidió a sufrirla para evitar mayores males, y en vista de que la afección cada vez le iba originando mayores molestias y podría inutilizarle para el toreo. Llegó Reverte de Barcelona el día 7, y el doctor Bravo le ordenó que se purgase y que descansara hasta el día 11, en la que la operación hablada verificarse. Llegada la fecha la operación se realizó con éxito, el día siguiente se presentó una peritonitis que fue la que acabaría con su vida. El cuerpo de Reverte fue embalsamado para su traslado a Alcalá del Rio.

Desde mucho antes de las cuatro de la tarde, hora señalada para el entierro, multitud de curiosos se agolpaban en las verjas de la Casa de Salud de Sastra Señora del Rosario, establecida en la calle de príncipe de Vergara, desde donde había de ser conducido el cadáver de Reverte a la estación del mediodía para trasladarle a su pueblo natal. Alcalá del Rio (Sevilla) El número de coches también era muy considerable pues a medida que se iba acercando la hora llegaban numerosos compañeros de toreo y muchos de los admiradores del difunto. Varias parejas de orden público y de la guardia civil montada se encargaban de mantener el orden. A las cuatro y diez minutos fue sacado el cadáver, encerrado en una lujosa caja de zinc a hombros de Agujetas, Cantaritos, Crespo y Moreno. Inmediatamente quedo colocado en la carroza, como asi mismo las coronas que en gran número y de gran valor había enviado la familia, varias empresas de plazas de toros y la mayoría de la gente de coleta. Una buena parte de estas hubo que colocar en varias carrozas por su excesivo número. La carroza fúnebre era de ébano e iba tirada por ocho caballos empenechados con palafreneros y postillones. De la caja pendían ocho cintas que fueron llevadas por Bonarillo, Agujetas, Lagartijillo chico, Sanchidrian, Alegre, Perdigon, Cantaritos y Garcia Vao (Dulzuras), éste en representación de la Prensa. La presidencia del duelo fue ocupada por Mazzantini, Vázquez (D. Leopoldo), un hermano de Reverte y algunas personas más de su familia. Puesta en marcha la comitiva, se dirigió por las calles del Príncipe de Vergara, Alcalá, Plaza de Castelar y Paseo del Prado a la estación del Mediodía. En ésta se le colocó en un furgón, y en él se le conducirá a su pueblo natal, en el tren correo de Andalucía.
Reverte dejo una fortuna de 120.000 duros, (seiscientas mil pesetas de la época) habia fallecido con 34 años.

sábado, 12 de octubre de 2019

ESTEBAN SALAZAR

Novillero, matador de toros, representante de la Plaza Vieja de Madrid, secretario de la Asociación de Matadores y Novilleros, delegado de la Unión de Ganaderos del Sur de España, apoderado de varios matadores de toros y de novillos, tratante de ganado de lidia y empresario del coso de Tetuán de las Victorias Esteban Salazar había nacido en Santader en 1879. Salazar acudía a una tertulia taurina denominada “El Quines”, encargada de organizar cuantos festejos taurinos se daban en el ruedo de aquella capital. Cierto día, un amigo y contertulio suyo, por gastarle una broma afirmó que, de toda la peña, Esteban era el único que nunca sería capaz de ponerse ante un, becerro.. Como se caldeara la discusión, sin meditar lo que ofrecía, y sin otros conocimientos taurinos que los adquiridos como mero espectador, se comprometió a realizar en el ruedo cuanto pudiera hacer un profesional. Y lo que empezó en broma, concluyó en realidad. Vestido con un traje alquilado que le llevaron de Madrid y una coleta amarrada con el cordón de unas botas, saltó Esteban al ruedo de Ampuero, el 7 de abril de 1921, para lidiar, con Hipólito Zumel Infante unos novillos de don Cesáreo Martín. 

La impresión que produjo en el público, no pudo ser más halagadora. Animado por tan inesperado éxito, intervino en varios festejos celebrados en los pueblos de la Montaña e incluso firmó su nombre en carteles de la Plaza de Santander, entre les de Algabeño II, Curro Posada, «Vaquerito» y «Gabardito», entonces considerados como novilleros punteros. Pero el primer dinero —125 pesetas— no lo percibió en su provincia, sino por su trabajo en una novillada celebrada en la Plaza de Zaragoza, alternando con «El Aragonés» y «El Chico de Casetas». Considerándose en sazón para la alternativa, el 30 de mayo de 1926, en el ruedo turolense, Villalta le cedió los trastos ante la presencia del «Algabeño». Cuando se disponía a confirmarla en Madrid, le fue ofrecida la representación de la Empresa madrileña, aceptándola a cambio de renunciar a una carrera que, si bien estimable, no había alcanzado la fama. Y contando treinta y siete años cumplió su último contrato, en el ruedo de Talavera de la Reina, donde se lidiaron aquel día toros de la divisa de la Viuda de Ortega; alternó con “Torquito I” y Fuentes Bejarano. La cogida de mayor gravedad la sufrió en Madrid al dar un lance de capa. No obstante, continuó en pie, brindó por señas, sin poder pronunciar palabra, dio unos pases para fijar al buen mozo de Palha que tenía delante, y después de quitárselo de una buena estocada, pasó por su pie a la enfermería, en medio de una enorme ovación. 
Fue ocho años apoderado de Villalta, los más triunfales del torero de Cretas También representó a Fernando Domínguez, José Amorós, Luis Mata, «Valencia III», Cirujeda, Almagro y Eleuterio Fauró. Fallecio en 1949.

MONTES


Montes, al que llamaban en su epoc el rey de los toreros, fallecio a los cuarenta y seis años de edad. Una fiebre maligna terminó con su existencia, sin que le aprovechase los auxilios de la medicina, sus exequias se celebraron pomposamente, honrándolas todos los vecinos, que dieron público y justo testimonio del aprecio que les merecía el célebre lidiador. Seis toreros en triste silencio llevaban a pulso el ataúd y rendían el postrer homenaje a su maestro, merecedor sin duda de tan universales muestras de afección. Este hombre, hijo de familia noble, se vio reducido cuando entró en el mundo a ganar su subsistencia con sus brazos, porque su padre donjuán Félix Montes, natural de Monte real, y administrador de los bienes, del señor marqués de Monte-Corto, habiendo perdido este destino, no pudo darle la carrera ni educación; pero el ejercicio de jornalero no era campo suficiente para el movimiento de su alma. En tan estrecho recinto buscó una puerta por donde llegar al templo de la fama, y la encontró en efecto, y llevó el arte a una altura desconocida y el mundo todo vio con asombro su destreza y su valor. Tan clara fue la inteligencia de Montes, tan fuerte y probado su corazón que si la fortuna lo hubiese llevado al mundo de los ejércitos, se le habría contado entre los héroes. Espléndido, generoso y compasivo, lucían en él estas virtudes. Muchos rumores aseguraban que dejo un capital de tres millones.

Foto: Escultura de Paquiro de Nacho Falgueras (1986) Chiclana.

viernes, 11 de octubre de 2019

LA MUERTE DEL CHICLANERO

El lunes 28 de marzo de 1873, a las cinco de la tarde falleció en Madrid de resultas de la enfermedad que hace mucho tiempo padecía, José Redondo el Chiclanero. Anteriormente,el ocho de marzo se habia trasladó desde su Chiclana natal a la casa que poseía en Madrid con el convencimiento de que en la capital recibiría una mejor atención y cuidados médicos, con una tisis tuberculosa que padecía desde hacía años y que por momento se fue agravando. Sometido primero el paciente al tratamiento de un empírico por voluntad propia y más tarde a los cuidados de un entendido profesor, fueron ineficaces todos los recursos empleados para salvarle .El lunes por la mañana fue llamado a casa de Redondo el distinguido médico don José de Prada al cual solo quiso encargarse condicionalmente del enfermo en vista de su mal estado, y hasta tanto que se celebrara una consulta. Asistieron a esto los señores Toca y Guardia, quienes desesperando de la curación del paciente como el señor Prada, dispusieron a propuesta de este, que se le administraran los santos sacramentos sin perjuicio de seguir con el plan que por la mañana le había prescrito el facultativo. Así transcurrieron algunas horas sin que al parecer se advirtiera alteración sensible en la salud del enfermo; pero una reacción fatal agoto momentáneamente sus fuerzas y en un acceso del mal le sobrevino la hemorragia y exhalo el último suspiro, José Redondo murió a la edad de 33 años, rodeado de una familia que nada omitió por salvarle, y de amigos que le querían entrañablemente. El martes a la una de la tarde, el cadáver fue trasladado desde la casa mortuoria, calle de León, a la iglesia de San Sebastián donde quedo depositado en una capilla con el mayor decoro y aun con lujo. El día 29, a las cuatro de la tarde se verificó el entierro, y mucho antes de esa hora un gentío llenaba todos los alrededores de la iglesia de San Sebastián. Al salir de esta el cadáver en su ataúd cerrado, fue colocado en el carro fúnebre del cual tiraban seis caballos enlutados, y se ordenó la comitiva.
Delante iba un crecido número de pobres de San Bernardino con hachas encendidas: después el carro: sobre el féretro se veían las insignias de la sacramental de San Ginés y San Luis y del mismo pendían cuatro cintas negras que llevaban los espadas Manuel Díaz, (Laví), Julián Casas, Cayetano Sanz y otro matador, puestos de capa; y en seguida un crecido número de toreros y muchos aficionados, todos a pie. Iba luego el coche de gala del señor Ordoñez, gobernador de Madrid; después otro coche del señor duque de Veragua, otro de los empresarios da la plaza de toros, algunos de grandes y títulos, varios de los más ricos ganaderos de esta corte, y a continuación hasta unos cien carruajes, casi todos ocupados por amigos y apasionados del célebre torero, el cortejo se encaminó por la calle de Atocha, bajó por la de Carretas, siguió la Puerta del Sol! , Calle de la Montera, Red de San Luis, calle de Fuencarral, puerta del mismo nombre, al cementerio de la citada sacramental, donde se dio sepultura al cadáver del lidiador.
Se leyeron ante su tumba sentidas poesías; la Prensa le dedicó artículos necrológicos, y en la corrida siguiente, en señal de duelo, todos las toreros se presentaron vestidos de luto, ante emoción de los espectadores. , «Curro Cúchares» y «el Chiclanero», tan opuestos en sus costumbres y en la forma de torear sólo coincidieron, porque el Destino así lo dispuso, en la forma de pasar a mejor vida, de tuberculosis, y a consecuencia de vómito.



jueves, 10 de octubre de 2019

LA TRAGICA CAMPAÑA AMERICANA DE CUCHARES


Francisco Arjona, nacido en Madrid el 19 de mayo de 1829 de padres sevillanos, jamás había cruzado el charco, para la esperanza de vida de la época,(a finales de 1800 era de 48 años) a sus 50 años era una persona mayor. Se había dirigido a la Habana con otros lidiadores, entre ellos el gaditano José Maria Ponce Almiñana y desde allí pensaba también ir a México, con el objeto de torear y ganar lo suficiente a fin de dejar libres las fincas que poseía, asegurando de este modo el porvenir de su querida familia.Anteriormente a su viaje a Cuba Torea la apertura de temporada en Sevilla el 12 de abril de 1868, 6 toros de Miura con Lagartijo. Y el 11 junio Corpus, toros de Rafael J Barbero con Nili y Jacinto machío. El 21 junio en Sevilla toro de la vda de Anastasio Martín con Nili y Machío, es su última tarde en la Maestranza de Sevilla. Cuchares estaba anunciado para el dia 29 de noviembre de 1868 era la corrida de estreno de cuchares en el nuevo mundo, en la plaza de Belascoain. A las tres y cuarto, cuando todo estaba lleno y la gente impaciente porque saliera el maestro, empieza a correr la voz de que éste no podía trabajar por hallarse enfermo; parte del público no se conformó con esto, y aun cuando empezaron a repartirse anuncios participando lo que ocurría, y que mataría los seis toros Machio, no quería esto el público, sí no que trabajase (Cuchares) o se suspendiera la función. El presidente, que veía esto, no sabía cómo arreglarlo o decidirlo, y propuso que el que no quisiera ver la función se le devolvería el dinero; muchos empezaron a marcharse, pero los más sulfurosos se aguantaban gritando; el presidente mandó se verificase ¡la corrida según el nuevo cartel aprobado por la superioridad, y al salir la cuadrilla fue Troya, pues les arrojaron botellas y naranjas, tirándose, como llevo dicho, lo más sulfurosos a la plaza; con esta demostración se retiró la cuadrilla, suspendiéndose la corrida y devolviéndose el dinero, con lo que se concluyó la bulla sin haber habido la menor novedad.

Cúchares estuvo casi una semana luchando contra la enfermedad la fiebre amarilla que le provoco el vómito negro. Cayó enfermo, como he dicho, el día 29 de noviembre, y murió el 04 de diciembre a las dos cuarenta de la mañana. Desde el principio sufrió una gran postración, tanto de las fuerzas físicas como de las intelectuales. “Su médico de cabecera, el Sr. Redondo, médico que estuvo en el Perú, después en Cádiz y durante dos años en la Habana, le aplico sanguijuelas con el fin de descargarle la cabeza, cosa que se consiguió” ( sic. Boletín de loterías y de toros (Madrid). 4/1/1869). Habiéndose agravado después, hubo dos juntas de médicos. Durante los pocos días de su enfermedad, y a pesar de que fue bien asistido por los dueños de la fonda de la Victoria, donde vivía, se acordó mucho de su mujer y de sus hijos, cuyos cuidados y cariños echaba de menos. Momentos antes de fallecer dio dos terribles quejidos. Al siguiente día del de su muerte su cuerpo fue depositado en la santa catedral, dentro de una magnifica caja de caoba. Por la tarde sé le hizo el entierro, que estuvo muy concurrido.



El Coche del Sr. Gutiérrez de la Vega gobernador de la Habana, iba inmediatamente después del, cadáver, que fue llevado en hombros por cuatro de los de su cuadrilla. Murió igualmente en la Habana, a consecuencia del vómito, el banderillero Mateo Cabrera (Velías), de la cuadrilla de Cuchares; de estado soltero que nació en Madrid el día 4 de Noviembre del año de 1834 también fueron atacados de la misma enfermedad el picador Ramón Agujetas y Silva. El 14 de Diciembre torearon en la plaza de la capital de las Antillas las cuadrillas unidas de Ponce y de Cuchares: todos los diestros trabajaron admirablemente, incluso Machio, segundo espada de Cuchares, la entrada fue floja, el objetivo de esta corrida era sacar el coste del viaje de los toreros a la Península. Al poco tiempo organizaron otra corrida cuya recaudación les permitió regresar a España. Cuchares era casado, le sobrevivió su mujer, un hijo (Currito, que siguió sus pasos) y cuatro hijas,(una de ellas casada con el matador de toros Antonio Sanchez "El Tato").
El 11 enero de 1885 llegan a Sevilla sus restos y son depositados en San Bernardo, bajo el altar del Cristo de la Salud, dos días antes habían llegado a Cádiz en barco, y acogidos por una multitud.
Foto original de Juan Laurent coloreada por mi.

miércoles, 9 de octubre de 2019

UN POCO DE FRASCUELO


A todo el que me ha cogido lo he matado!
—decía con frecuencia Salvador.
Y era verdad. Ni aquel toro de Hernández, que en la corrida del Gran Pensamiento hirió gravísimamente en el vientre a Salvador Sánchez, ni aquel otro de Veragua que en Valladolid le predijo una dolorosa ruptura en la clavícula izquierda, ni otros muchos que engancharon, voltearon, pisotearon y magullaron al espada incomparable, vieron ¡salir ensangrentado del redondel a su adversario, porque todos rodaron a sus pies heridos en el morrillo por el estoque sin rival del famoso torero. Frascuelo so olvidaba de la mano izquierda en el momento de entrar a matar. Sus banderilleros, y especialmente Pablo Herráiz, no se apartaban del maestro en el supremo instante, y al verle liar el trapo rojo y clavar con furia la mirada en la cruz de la res, poniendo sus cinco sentidos para «herir en o alto», un grito de angustia llegaba a los oídos de Salvador:
—¡Maestro... esa muleta!
Y aquel aviso providencial imprimía al paño rojo un movimiento de izquierda a derecha, que salvaba al torero de una cogida inevitable, pues el bicho, recogido en los vuelos del percal, salía de la reunión herido de muerte para caer a los pocos pasos del valeroso espada. Viejos y jóvenes han reconocido siempre a Salvador como el primer matador de toros de tojas las épocas. Habrá habido y aún hoy habrá diestros con mayor conocimiento en el arte de lidiar reses bravas, más elegantes, más completas; pero matar toros frente a frente, de poder a poder, administrando el volapié como dicen que le administraba Costillares, ninguno como Salvador Sánchez Frascuelo. Lagartijo y Frascuelo llenan una época de la tauromaquia; quizá la más grande, la más gloriosa de la tiesta nacional. Veteranos recalcitrantes de esos que creen que todo «tiempo pasado fue mejor», convienen al fin en que Frascuelo y Lagartijo, con su supuesta rivalidad, enardecieron los ánimos y entusiasmaron a la afición, más que Cuchares y Chiclanero con sus famosas competencias. Lagartijo decía:
—El primer frascuelista, soy yo. Salvador contestaba:
—Sólo Lagartijo me aventaja matando.
Ambos decían verdad, porque los maestros se admiraban mutuamente cuando toreaban juntos en alguna plaza.
—Eso que hace Rafael con la muleta no hay quien lo haga
—decía Frascuelo.
—Matar como mata Salvador, no hay quien mate
—replicaba el cordobés. 

Y frascuelistas y lagartijistas llenaban con sus apasionadas polémicas y ardientes discusiones el espacio que mediaba de una corrida a otra. Entonces duraban las corridas una semana. Ahora apenas duran una hora. Antes se aquilataba el mérito de un pase de maleta o el valor de una gran estocada. Ahora «todo va bien. La cuestión es acabar pronto. Peña y Goñi, Sánchez Neira, Don Éxito, Carmena Millán y otros escritores taurinos de nota fueron frascuelistas sin negar, como se hace hoy con el adversario, la suprema inteligencia y la suprema elegancia a Lagartijo. Cuando la fama de Salvador se extendía por todas partes, en Córdoba, tierra natal del Gran Califa, preguntaba un día a Lagartijo un paisano suyo que no habla visto torear a Salvador: 

 —Oye tú, eze Frascuelo ¿ez tan bueno como disen? Lagartijo le miró en silencio algunos segundos, como «haciendo coraje» y rompió al fin: 
—Afigúrate tú zi zerá bueno, cuando lo acomparan conmigo. 

Capilla ardiente de Frascuelo

Frascuelo, el hombre de hierro, de quien se llegó a decir que era inmortal, porque las horribles heridas que le producían los toros restañaban como por ensalmo, y lejos de abatir su espíritu, le enardecían, sucumbio, después de diez días de rudo combate con la muerte, sin el cual ha demostrado su habitual entereza. Tantas veces la había visto y hasta buscado en los cuernos de los toros, que pueda decirse que estaba familiarizado con ella. Así es que, en lo más grave de su enfermedad y aprovechando un momento lúcido que le dejaba la intensa fiebre, decía a su íntimo amigo don Vicente Andrés, con una sangra fría verdaderamente espantosa: De esta me voy y no se vuelve, — ¡Dejadme solo! ¡Dejadme solo gritaba lleno de coraje a su cuadrilla cuando algún bicho da mucha romana y macho poder se defendía en el último tercio y la tiraba derrotes que le arrancaban los alamares del pacho y se le colaba, teniendo en un ¡ayl de angustia al público; y es que su valor hallaba especial placer en luchar con el peligro frente a frente, sin ayuda de nadie, y cobraba ante él un empuje temerario. También en los momentos más difíciles y más supremos de la enfermedad que le ha conducido al sepulcro, decía a los parientes y amigos que estaban a su lado: ¡Dejadme solo! Cuando la fiebre bajaba y la lucidez volvía al cerebro y la energía al corazón y él mismo llegaba a abrigar esperanzas de su salvación, apresurábase a llamar a su cabecera a la familia para abrazarla, Para infundirla alientos, porque cuantos peligros ha corrido jamás le preocuparon por sí, sino por los suyos a quienes sacrificó toda la vida. Sobre una mesa de disección, en la que será embalsamado, yace su cuerpo cubierto con una sábana, y a su semblante asoma aquella típica sonrisa que descubría en él la afición, cuando cogido y volteado por el toro, se levantaba herido y desangrando para darle muerte. —Le coge esta enfermedad hecho ya polvo —decía noches pasadas su hermano Paco— y, con efecto, desde que se inició han ido acumulándose sobre ella complicaciones hasta el punto de que puede decirse que muerto de todo. Ayer, de madrugada entró en el período agónico; a las once se inició el colapso, y atribulada la familia, llamó al doctor Pérez de Hierro; pero ni las inyecciones de aceite alcanforado, ni de cafeína, ni de éter lograron reaccionar aquel corazón quo ya no tenía fuerzas para latir y a la una y media Frascuelo quedó muerto en los brazos da sus amigos sin exhalar ni un suspiro. Inmediatamente su mujer y sus hijos penetraron en la alcoba, y arrojándose sobre el cadáver le cubrieron de besos, desarrollándose una escena profundamente conmovedora. La esposa del Sr. Porras, que estaba próxima a dar a luz, sufrió una congoja, y su hermana y su madre tuvieron también quo ser apartadas del lado del cadáver, víctimas da una fuerte excitación nerviosa. El pobre Paco, que adoraba a su hermano, lloraba amargamente en un rincón, y Valentín Martin, Lagartijillo, el Chano y el Desahogao, que no se han apartado un instante de la cabecera de Frascuelo desde que cayó enfermo, se dispusieron a lavar el cadáver del que fue su maestro.


Frascuelo y su familia en Torrelodones 1890

El capital de Frascuelo 
A pesar de que Salvador fue generoso hasta la prodigalidad, dilapidando materialmente con sus amigos y con los pobres el mucho dinero que ha ganado en su larga vida torera, deja sin embargo a los suyos una respetable fortuna, de cuyo cuidado se preocupó en estos últimos años especialmente, procurando arreglar sus intereses y darlas productiva inversión. Dejo dos casas en la calle de la Sombrerería, valuadas en unos 60.000 duros; la finca de Torrelodones, valuada en 50.000; cincuenta y cinco mil más en papel del Estado, y alhajas por valor de unos 8.000 duros. Tenía hecho testamento a favor de su esposa.



25 de Junio de1866. Contratado en Tolosa para matar seis toros de D. Raimundo Díaz, se hallaba Salvador Sánchez "Frascuelo" estoqueando el quinto, cuando el sexto derribó á cornadas la puerta, de, chiquero, presentándose en el redondel. En la cuadrilla se presentó un pánico asombroso. Salvador, sin inmutarse. se dirigió al intruso enemigo, y sin previa preparación, de un certero mete y saca lo echó á rodar; después volvió á la suspendida faena, dando muerte al bicho y escuchando una atronadora salva de aplausos. Frascuelo dió la alternativa a Agustín Perera, Hipólito Sánchez Arjona, Luis Mazzantini Eguía, José Centeno, Enrique Santos "Tortero", Ponciano Díaz y Antonio Moreno "Lagartijillo".

martes, 8 de octubre de 2019

CURIOSIDADES DE LAGARTIJO



Durante su vida de torero tomó parte en más de 1700 corridas, estoqueó más de 5.000 reses y de su cuadrilla formaron parte, en distintas ocasiones, 19 banderilleros, 11 picadores y 3 puntilleros.

• • • De sus manos tomaron la alternativa: el año 60, Jaqueta; el 71, Hermosilla; el 78, Cara-Ancha; el 76, Ángel Pastor; el 80, Manuel Molina; el 84, Mazzantini; el 85, Paco Frascuelo; el 87, el Guerra, y el 89, el Torerito.
• • • Estrenó Lagartijo, 11 plazas, entre otras las de Alicante, Almería, Granada, Madrid, Málaga, Murcia y Puerto de Santa María.
• • • Sufrió siete cogidas graves, en las fechas y plazas siguientes: 18 de agosto de 18S2, plaza de Cáceres, un toro de Benjumea, 3 de julio do 1864, plaza de Madrid, un toro de Pérez de la Concha. 20 de jumo de 18S7, plaza de Sevilla, un toro de D. Anastasio Martin. 20 de octubre de 1867, en Madrid de Andrade. 11 de mayo de 1870, en Cádiz, da Siguri. 14 de octubre de 187-2, en Zaragoza. 2-2 de junio de 1873, en Madrid, de Bermúdez Reina.
 • • • La última vez que Lagartijo bajó a la plaza fue en 1898, en la corrida de Funcionarios públicos, a poner un par de banderillas. Llevaba traje corto de calle.
• • • Entre los mayores amigos da Lagartijo se contaba D Francisco Romero Robledo, al cual profesaba el torero su afecto tan grande, que después de cortarse la coleta, llego a decir que solo volvería a torear si D Francisco Romero Robledo se lo mandaba. 
• • •Decía Lagartijo que los toros no cogían a los toreros viejos, sino que los toreros cogían los toros por no retirarse a tiempo. 
• • • En cierta ocasión le preguntaba una señora a Lagartijo qué decían los toros cuando escarbaban la arena, y le contestó Lagartijo; Señora, entonsé es que se están jechando sus cuentas. 
• • • El picador Manuel Calderón decía que cuando Rafael dejaba la montera en el suelo paesía un estudiante cuando lee; pero cuando la tiraba atrás con la cabeza, era entonces el filósofo más entendió de la historia. 
• • • Lagartijo se lo pusieron por que era muy bajito y muy vivaz. 
• • • Cenando una noche en el comedor de una fonda de Sevilla, dirigía frecuentes miradas a una buena moza. En aquel instante entró un camarero y le dijo a Rafael que unos amigos le esperaban. Rafael contestó: 
—Diga usted a esos señores que cuando uno cumple con su obligación, no se puede mover de su sitio. 
—;,Pues qué hace usted?
— le volvió a preguntar el camarero. 
Y dirigiendo entonces una mirada a la buena moza, le contestó Rafael: 
—Estoy toreando.

PRELUDIO DE LA TRAGEDIA DE MANZANARES


ANTECEDENTES
La corrida anunciada para el sábado último en Manzanares no estaba en el animo de Ignacio Sánchez Mejías torearla. Ajustadas más de 30 corridas para la temporada, Ignacio no tenía fecha libre. El reciente percance de automóvil ocurrido a Domingo Ortega le puso en trance de dejarse llevar per el favor. El diestro de Borox pidió a Sánchez Mejías que le sustituyese en el cartel, y el sevillano, siempre buen compañero, lo prometió en el acto. Bien pronto, en la práctica, advirtió su error. La víspera de la corrida de Manzanares toreaba Ignacio en Huesca, y tenía que hacer este largo y precipitado viaje, para, sin descansar, torear en Pontevedra a las veinticuatro horas de haber actuado en Manzanares. Entonces Mejía quiso deshacer el compromiso; pero como estaba por medio el interés de un compañero, se dispuso a ir a Manzanares. Para darle mayores facilidades, se le ofreció que la cuadrilla de Ortega le esperaría en la población citada, y así podia dejar la suya en Pontevedra, Ignacio dudó mucho antes de obligar a los .suyos a que aceptaran las condiciones de este contrato, y también ahora accedió. Los populares banderilleros Mella y Blanquito, al enterarse, mostraron deseos de acompañarle como espectadores. Mejía les contestó: "Ni por mi dignidad artística, ni por la vuestra, debéis estar viéndome torear desde el tendido. Esto "tiene" que ser así, y asi sera." Poco después, Ignacio volvió de su acuerdo, y les invitó a tomar asiento en el coche, en el que iba a hacer el viaje con su apoderado, D. José Alarcón, y su mozo de estoques, el popular Conde.

Se inició el viaje, y, a llegar el coche a Zaragoza, se inutilizó. Entonces Mejía tomó el tren, en unión de su apoderado y de Conde, y dijo a Mella y a Blanquito que no siguieran el viaje. Se avisó un coche, para que estuviera en la estación de Atocha para recoger a los viajeros y llevarlos a Manzanares. Al llegar Ignacio a Madrid se encontró con que la cuadrilla de Ortega no toreaba, y que le habían designado o:ra. Esto le afectó y disgusto mucho y dijo asi: que hace siete años conocían a Sánchez Mejías no lo conocen ya por lo visto. Y los que no lo conocían siguen sin conocerle." Y con un apretón de manos a "su nueva" cuadrilla salió para Manzanares.
TRISTES PRESENTIMIENTOS
El auto marchaba veloz hacia Manzanares, y Sánchez Mejías decía por el camino: —Este es el último pueblo en que toreo. Nadie sabe lo que es luchar, no con los toros, sino con las enfermerías de las Plazas poco importantes. Luego, dirigiéndose a su mozo de estoques, le dijo: —Entérate, cuando lleguemos, de quién es el médico, y qué opinión merece.
LLEGADA A MANZANARES
Horas después el famoso espada sevillano llegaba a Manzanares, y marchó ai hotel, donde no había ninguna habitación libre. Entonces buscó al dueño, y le dijo: "Si me demuestra usted de verdad que no tengo habitación para vestirme de torero le doy un abrazo." Por fin se arregló, por cesión, una, que tiene el fatídico número 13. En el momento del sorteo, la cuadrilla de Ignacio no estaba en la Plaza. Los banderilleros de los otros espadas, por atención al maestro, se dirigieron al Hotel Refugio, y dijeron a Mejías si quería sacar las papeletas. El cuñado de Joselito contestó: "Voy, por primera vez en mi vida de torero, a probar fortuna." Y sacó, sonriente, su "lote". Como quiera que en la corrida estaba anunciado Simao da Veiga, Mejías envió recado a éste para que, por favor,, abriese y cerrase plaza, al objeto de ganar tiempo para marchar cuanto antes de Manzanares. Veiga se negó, y entonces, el sevillano dijo a su apoderado: "Gloria que pida hoy se me vuelve infierno. ¡Qué ganas tengo de salir de Manzanares, si salgo!" Y en este estado de ánimo salió después a torear.

Fotos coloreadas por mí.

viernes, 4 de octubre de 2019

APUNTES SOBRE JOSE GOMEZ ORTEGA "JOSELITO"


Para demostrar la poca importancia qué tanto Joselito como Sánchez Mejías daban a la corrida celebrada en Talavera de La Reina, basta advertir que por deseo expreso de los diestros no se celebró el sorteo de los bichos par a determinar el orden de lidia da los mismos. Además Joselito dispuso que figurase como sobresaliente Miguel Cuchet, joven de buena posición aficionado al toreo y al cual llevó seguramente en la creencia de que no había peligro alguno para el muchacho.


Sin embargo, a medida que avanzaba la lidia de los bichos do la viuda de D. Victoriano Ortega, tanto los peones de las cuadrillas como los amigos que Joselito tenía en las barreras, observaron que éste hacía gestos de gran contrariedad, y, cosa rara en él, toda la tarde se la pasó aconsejando" a sus compañeros que tuvieran cuidado con los mansos. A su cuñado Sánchez Mejías le advirtió con estas palabras: “Ten cuidado con estos bueyes que como te roce alguno te va a lastimar” En el toro de la cogida al cambiarse el tercio de varas, Joselito manifestó a un amigo: “Lastima que no lo hayan castigado con una vara más” y al tomar los trastos para torearle de muleta y dirigirse a «Bailador», le dijo a uno de sus peones: “Mala cara tiene este ladrón”.


Bailador, era negro, tenía cinco años, era terciado, corto de pitones y pesaba 260 kilos ; pertenecía a la ganadería de la viuda de Ortega, una cruzada de Veragua y Santa Coloma,los colores de la divisa son azul y blanco y el hierro una O.Esta ganadería no estaba asociada y tampoco pudo estarlo nunca, aunque se supiera que no había de producir más que toros de bandera. Estába así estatuido en la Unión de Ganaderos de toros de lidia, pues para poder ingresar en ella se precisaba comprar por entero una ganadería, con su antigüedad, hierro y divisa. El primer semental de esta vacada fue un toro de don Amador García, de Salamanca, pero todas las crías salían con «hormiguillo» y se quedaban mogones , y por eso, hará unos siete años adquirió de don Dionisio Peláez el toro Canastillo, del conde de Santa Coloma, que en la ganadería del señor Peláez ya había padreado tres años. De ese semental procedía Bailador. A los seis o siete dias del deceso, cierto tipo de prensa en un intento de boicotear, a la ganaderia de la viuda de Ortega comenzo a publicar en nombre de la asociacion de toreros el veto a la misma, por lo que la asociacion publico la siguiente nota:
                                                                   No hay tal veto
“El presidente de la Asociación do toreros ha hecho pública, la siguiente nota: “Con motivo de la información relativa a la muerte del espada José Gómez (Gallito), algunos periódicos acogieron noticias informando que la Asociación de toreros había acordado poner el veto a determinada ganadería, y al reunirse por vez primera desde el día de aquél desgraciadísimo accidente, la Junta directiva de la Asociación benéfica de toreros acuerda hacer público que semejante noticia es inexacta. La Asociación es exclusivamente benéfica, y sólo atiende a los fines de beneficencia y mutualidad económica que se determinan en su reglamento”
Foto: Joselito con el empresario de Lima señor Botto y don José María Pinillo, en su casa de Sevilla. (*) Hormiguillo, enfermedad pruriginosa del cuerno.

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En el mausoleo de Joselito, estan enterrados Rafael Gómez Ortega, su sobrina Dña. Gabriela Ortega Gómez, Ignacio Sánchez Mejías, su esposa, su hijo y un sobrino.El grupo escultorico, obra de Benlliue fue instalado en 1926 se empezo a esculpir en 1922.El 15 de abril de 1921 el Ayuntamiento de Sevilla reunido en sesión concede la concesión de 21,98 m2 de terreno a D. Rafael, Dña. Gabriela, D. Fernando, Dña. Trinidad y Dña. Dolores Gómez Ortega, para la construcción de un panteón familiar y la colocación de un monumento en memoria de su hermano D. José Gómez Ortega.


"Primeramente se intentó enterrar a Joselito en el mismo nicho en que reposan los restos de Fernando Gómez (el Gallo), padre de José, pero hubo que desistir por no caber el ataúd; se pensó después enterrarle en el mismo nicho donde está su madre, y tampoco pudo realizarse por no haber transcurrido desde el fallecimiento de dicha señora el tiempo preciso que disponen las leyes sanitarias; se acordó, por último, enterrarle en un nicho provisional, hasta que se termine el gran mausoleo donde será trasladado en su día." (El toreo,Madrid,24/05/1920).


La fortuna que dejó Joselito se calculó en unos cuatro millones de pesetas (de 1920). Antes de embarcar para Lima hizo testamento dejando todo el capital en usufructo de sus hermanos, hasta que sus sobrinos fuesen mayores de edad.



Joselito dio la alternativa a a Florentino Ballesteros, Angel Fernández "Angelete",Félix Merino, José Flores "Camará", Francisco Díaz "Pacorro";Manuel Varest "Varelito", Domingo González "Dominguín" (padre), Ignacio Sánchez Mejías (padre), Ernesto Pastor, Juan Luis de la Rosa,Alberto Fernández "Cachucha" y Bernardo Muñoz "Carnicerito"- Desde los años 1912 hasta el de su fallecimiento, 1920 estoqueo 1561 toros e intervino en 677 corridas, de ellas 9 corridas y un beneficio fueron en Lima correspondiendoles 28 reses.


La tarde de su tragico final, joselito aun de luto por la muerte de su madre, saco un capote de paseo negro que coloco en un palco donde estaban situados amigos del torero y periodistas que estaban cubriendo el evento.

Documento gráfico de 1920, explicando la cornada de Joselito

El parte médico decía así : «Durante la lidia del quinto toro ha ingresado en la enfermería el espada José Gómez «Gallito», con una herida penetrante en el vientre en la región inguinal derecha, con salida del epiplon, intestinos y vejiga, gran traumatismo y probable hemorragia interna; y otra herida en el tercio superior, parte exterior, del muslos derecho. Pronóstico gravísimo — Venancio Luque.»


Su hermano Rafael llegó después de media noche juntos a la plaza de toros de Talavera, y en la carretera saltó' del auto. Su acompañante Caracol entró a dar cuenta de la llegada de Rafael. Hasta el camino salió Sánchez Mejías, que le instó para que entrase en la enfermería- Dudó un momento Rafael, pero luego se negó' a entrar, llorando desconsoladamente. Sin cesar en sus lloros y lamentos, Rafael pidió la coleta de su hermano. Inmediatamente se dispuso lo necesario' para complacerle, procediendo a cortar la coleta al cadáver del gran lidiador. Botas, el mozo' de estoques, le hizo la trenza, y mientras Zurito chico sostenía la cabeza muerta, el picador Farnesio1 cortó, con pulso tembloroso', la coleta del torero más grande que ha conocido' la tauromaquia. Es de advertir que Gallito, conservándose fiel a la clásica tradición, era de los pocos lidiadores que usaban ya coleta. Cuando' se la estaba trenzando, Botas, lloroso, repitió varias veces : 

—Es la última vez que le trenzo el pelo. ¡ Pobrecilio ! Es la última vez que le trenzo el pelo. Rafael aun permaneció breves momentos en una huerta cercana a la carretera, frente a la plaza de toros. Después regresó en el automóvil a Madrid, en la situación de ánimo que es de suponer, completamente abatido, como atontado. Hablando' con algunos de sus parientes Rafael les dijo : 

—Me voy a Madrid a encerrarme en la fonda. No veré a nadie. Por la noche iré a Sevilla... ¡Allí veré por última vez a José ! ¡ Esto se ha acabao!...


Foto 1

Joselito toreo el 15 de mayo de 1920, en Madrid, con Belmonte y Mejías aunque la ganadería anunciada era de doña Carmen de Federico mató un toro de Medina Garvey y otro de Salas en sustitución de aquellos.
“Durante la lidia del toro primero, se produjo en la plaza de Madrid un fuerte escándalo. En diversos tendidos, los aficionados partidistas discutían violentamente. En el 1, la discusión degeneró en disputa y rápidamente en colisión. Casi al mismo tiempo, en las barreras del 10 se producía otro incidente. Detrás de un grupo de antiguos abonados, alzóse un forastero que, dirigiéndose a Joselito, en aquel momento allí bajo,.- pegado a la barrera, le gritó, siendo oído perfectamente por el infortunado diestro:
— ¡Ojalá mañana te maté un toro en Talavera!

Joselito que no disimulaba su contrariedad, palideció intensamente al escuchar el exabrupto. Los aficionados se levantaron en masa para increpar al que, de aquella manera grosera, se pronucíaba.” El Liberal (Madrid). 17/5/1920
Foto 2

Foto: 1.-Corrida celebrada en Barcelona el 15 de Marzo de 1914."Gallito" adornándose después de la estocada con que mató a su primer toro. Tanto por la faena de muleta ejecutada con este toro, como por las banderillas que colocó en el quinto, y por los quites magistrales de que hizo gala en toda la corrida, puede considerarse ésta como una de las mas afortunadas para Joselito" Fotografía y texto publicados en Nuevo Mundo del 19 de Marzo de 1914.
2.- Material quirúrgico disponible en la enfermería de la plaza de toros de Talavera de la Reina el 16 de mayo de 1920, a la izquierda el material exigido por las disposiciones vigentes en la época a la derecha el disponible en la enfermería. Publicado en The Times en noviembre de 1920 ante la insistencia de sus lectores por saber la dotación de la enfermería, los datos fueron facilitados por el propio Dr. Sanguino

A su hermano Rafael, cuando se retiró del toreo, le ofreció 2,000 pesetas mensuales mientras él, Joselito, torease, y 1,000 cuando se quitase de los toros. Como a Rafael, eso le pareciese insuficiente y quisiese volver a torear, José se negaba a actuar en las mismas plazas que su hermano, porque creía, que hacer lo contrario sería declararse cómplice de la falta de formalidad de aquél y dar pie a que la gente dijese que se habían confabulado los dos para explotar al público simulando despedidas.
Foto: Rafael y José besándose después de darle la alternativa el primero en Sevilla

Joselito sufrió las siguientes cogidas: El 01 de septiembre de 1912, en Bilbao, una cornada de cinco centímetros de profundidad en la parte superior de la pierna izquierda, el 05 de julio de 1914 el toro «Aceituno», de Pérez de la Concha, en Barcelona, le dio una cornada de diez centímetros de extensión en el mismo derecho y le causo la fractura de la clavícula izquierda,el traje que llevaba puesto ese dia se lo regalo a su amigo valenciano Luis Moroder quien tenía un pequeño museo taurino. El 19 de agosto de 1914 un toro de Murube, lidiado en Bilbao, le alcanzo en un derrote y le causo una cornada en la región axilar. El 01 de mayo de 1919 fue cogido en la plaza de Madrid, al pasar de muleta al quinto toro, sufriendo una cornada de ocho centímetros de profundidad en lo cara posterior del muslo izquierdo. 16 de Mayo de 1920, la trágica cornada de Talavera. Foto: Joselito en el hotel de Oriente, de Barcelona, convaleciente de la cogida.

Vicente Pastor, que iba nunca de espectador a los toros por lo mucho que sufría viéndolos a todos cogidos, iba tranquilamente a ver torear a Joselito; y como éste una vez, que al día siguiente de matar en Madrid, él solo aquellos siete toros de Martínez, le dijese al encontrarse en la calle:
— ¿No desía usté que no iba nunca a los toros? Pues ayer le vi a usté en la plasa.
— ¡ Toma !—respondió Vicente ;— a verte a ti ; mira, qué gracia ; como que contigo estoy tranquilo, porque sé que no hay toro que te coja.
Foto: Madrid 1916 Joselito, Belmonte y Vicente Pastor

Las fotos coloreadas son obra mia.