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miércoles, 30 de octubre de 2013

Pablo Herraiz y el sombrero de copa.

 Foto: Pablo herraíz,en el objetivo de uno de los primeros fotógrafos taurinos: el francés Juan Laurent.


27 de Octubre de 1859 - Hazaña de Pablo Herraiz en banderillas El banderillero quiebra en Madrid con los pies metidos en un sombrero de copa. 

Pablo Herraiz por Alfredo Pérez

Pablo Herraiz, nacido en Madrid el 16 de abril de 1830, y muerto en su ciudad natal el 7 de enero de 1885. Fue uno de los subalternos más destacados de la segunda mitad del siglo XIX, de lo que queda constancia en el hecho de que, habiendo sido tan sólo un torero vestido de plata, ha pasado a la historia del la tauromaquia por sus buenos oficios de banderillero, sin estar relacionado con ningún episodio particularmente recordado por su condición sangrienta o anecdótica.


Su protector fue el valiente espada madrileño Ángel López (“Regatero”), quien, cuando era todavía banderillero, introdujo a Pablo Herraiz en la cuadrilla en que él militaba; al frente de la misma, como maestro de ellos dos y figura indiscutible en su tiempo, figuraba otro coletudo madrileño de extraordinario renombre: Cayetano Sanz y Pozas. Con tan buenos padrinos y tan expertos maestros, Pablo Herraiz destacó muy pronto en la brega y el banderilleo de las reses (aunque nunca llegó a tomar la alternativa, como lo haría al poco tiempo su amigo y protector “Regatero”). Fue muy aclamado por su valor y virtuosismo a la hora de parear al quiebro, suerte recientemente inventada por el matador sevillano Antonio Carmona y Luque (“El Gordito”). Los cronistas de aquellos tiempos lo pintan ejecutando uno de esos pares al quiebro con los pies juntos y reunidos en el estrecho hueco de un sombrero de copa, alarde que exhibió en la plaza de toros de Madrid el día 27 de octubre de 1863.

Tanto sobresalía Pablo Herraiz a la hora de clavar los garapullos, que cuando abandonó la cuadrilla de Cayetano Sanz pasó inmediatamente a alistarse en la del torero que por aquellas fechas (1863) estaba considerado como el número uno del escalafón, Francisco Arjona Herrera (“Curro Cúchares”). A la muerte de éste, acaecida en 1869, se ganó un puesto fijo al lado de otro de los inmortales del toreo decimonónico, el granadino Salvador Sánchez Povedano (“Frascuelo”), a quien acompañó por todos los ruedos de la Península desde 1870 hasta el 30 de octubre de 1884, fecha en que se celebró en la plaza de Madrid la reaparición del diestro granadino. Aquella fue la última corrida en la que intervino Pablo Herraiz, que falleció a comienzos del año siguiente, el 7 de enero de grave enfermedad.
Pablo  Herraiz, Frascuelo y Valentin Martin



domingo, 27 de octubre de 2013

El trágico final de Maera



La tragedia se manifiesta en muy diversas facetas. Las más extrañas suele asignarlas el destino -que es cruel e impredecible- en la fiesta de los toros. Un artista que viste de luces es marcado con la tragedia y son infinitos los casos de muchos que han perdido la vida en las astas de los toros bravos, en las defensas del símbolo del espectáculo. Tal situación es normal, lógica, y las víctimas se convierten en héroes y se sitúan en la leyenda. Tal es la historia del matador de toros sevillano, Manuel García López, mejor identificado con el seudónimo de Maera. Un diestro que el destino le depara un final sin compasión alguna. Sí, un deceso que Maera no esperaba ni hubiese deseado. Conociendo el concepto de los toreros, su forma de pensar y sus deseos, a Manuel le hubiese ilusionado que el final de su existencia, se hubiese consumado en las astas de un toro bravo y en el ruedo de una plaza de máxima jerarquía. Sin embargo, el destino no cumple anhelos. A este infortunado matador, lo lógico y normal, no le causa la muerte un fiero astado, sino una terrible y, en aquella época, incurable enfermedad: la tuberculosis. Un suceso insólito, ¡su mala estrella estaba marcada así! Se siente la crueldad en su tragedia, dado que los acontecimientos se suscitan cuando el sevillano está en pleno apogeo, en plena madurez taurina, tras conquistar una gran campaña y, lo que provoca más dolor, a los 28 años de edad. Peón de Belmonte Manuel García López nace a fines del siglo XIX, en 1896, en lo que en España llaman la tierra de María Santísima. Sí, en el famoso barrio de Triana en la barroca Sevilla. Pronto, lo envuelve la pasión por la fiesta brava. Antes de cumplir 20 años, en 1915, era integrante de la cuadrilla del Pasmo de Triana Juan Belmonte. 


Su labor reúne desparpajo y actitudes manifiestas, tales que pronto alcanza la categoría de peón de confianza. En esa cuadrilla de tanta prosapia, aprende el oficio a la perfección durante tres años. Le sirve el lapso para adquirir experiencia, sitio con el toro y soltura. En los años de 1919 y 1920, se le ve actuar en novilladas. Camina firme y siempre superándose de una actuación a otra. Tanto que se hace matador de toros, en 1921, con 25 años de edad, muy joven en la profesión en la añorada y romántica época. La ceremonia se realiza en la plaza del Puerto de Santa María y se la confiere nada menos que Rafael Gómez El Gallo. Maera asciende en forma vertical y, a la vez, con una aureola de éxitos. Da la pelea a los maestros de ese entonces con dignidad y, sobre todo, con torerismo. Su trazo reúne poder y actúa con talento. Bien dicen los profesionales que pensar en la cara del toro es una virtud muy elocuente. Ese era su secreto. Al año siguiente, en 1922, el 15 de mayo, en las festividades del santo patrón de Madrid, San Isidro, confirma la alternativa de manos de Diego Mazquiarán Fortuna, es testigo de la ceremonia Manuel Jiménez Chicuelo. Esa campaña es determinante para Maera. Sus éxitos los eslabona en todas las plazas del suelo hispano. A fines de ese año, en el ciclo 1922-1923, brinca el charco y viene a México. Actúa en la plaza de toros El Toreo de la Condesa, suma seis fechas, corta tres rabos que es número significativo para calibrar el nivel de sus éxitos obtenidos en nuestra patria y el tamaño del torero que llevaba dentro del cuerpo. Conquista México Se reitera que Manuel García tiene una brillante campaña española en 1922 y ese mismo año se presenta en México. Un torero alto y delgado, valiente, banderillero notable, muletero poderoso y buen estoqueador. Debuta en México el 19 de noviembre de 1922 en "El Toreo". Según la pluma del maestro Heriberto Lanfranchi, en su obra Los toros en México y España, alterna con Matías Lara, Larita, con toros de La Laguna. Estuvo bien en su actuación. Tampoco hay trofeos en la segunda gira, el 16 de ese noviembre, alternando con Rafael Gómez El Gallo y José Ramírez Gaonita, con astados de Piedras Negras. En la tercera, 17 de diciembre, encuentra un clima de hostilización en tierra mexicana. Pero, no hay mal que dure 100 años, según el viejo refrán y en la cuarta, el 7 de enero de 1923, alternando con El Gallo y con el califa leonés Rodolfo Gaona, en sexto lugar torea a Queretano de Atenco. 

Le arma un lío grande y aunque un fuerte golpe le hace sufrir ligera conmoción al entrar a matar, deja gran estocada. Su cuadrilla le lleva a la enfermería las orejas y el rabo del bravo burel. La quinta fecha fue el 21 de enero, con Juan Silveti y Marcial Lalanda. con la Laguna, pero no se realizan cosas extraordinarias. Sí las hubo en su última actuación en la ciudad de México, el 28 de enero. Con ocho estupendos toros de Piedras Negras. alterna con Gaona, Silveti y Lalanda. Una tarde cumbre del sevillano, pues le corta las orejas y el rabo a Nevero y los mismos trofeos a Pajarito. Con este toro, Silveti hace un quite y un desplante de rodillas por un prolongado lapso, y Maera realiza el suyo: extiende el capote y sentándose sobre él aguanta un buen rato al ejemplar tlaxcalteca. Es triunfal esa temporada de 1923 en España, al igual que la del año siguiente, 1924. En La Corte (Madrid), el 11 de julio, obtiene un gran triunfo y gana la Oreja de Oro, en competencia con Nicanor Villalta, Marcial Lalanda y José García Algabeño. El 18 de noviembre de ese calendario actúa en Melilla, Marruecos, y corta las orejas a sus dos toros. En la noche se siente mal e, inclusive, no asiste al banquete que en su honor ofrece el general Sarjujo. Las altas fiebres, por la lesión pulmonar que padecía debido a la tuberculosis, eran espantosas. Retorna a Sevilla sólo para cerrar los ojos para siempre días después, el 11 de diciembre.

LOS HERMANOS LEAL CASADO, "PEPE-ILLO" y "LLAVERITO"























Nació en Leganés (Madrid) el 7 de Agosto de 1865, sus padres que en Pinto tenían  un establecimiento, quisieron darle a Cayetano una carrera pero éste se aficionó a los toros y concurría a las capeas de los pueblos próximos a Madrid (en cuya plaza debutó como espada; después de haber actuado como banderillero y matador en otras de menos importancia) el día 15 de Agosto de 1887, en la misma corrida en que debutaba la cuadrilla de niños sevillanos que capitaneaban Minuto y Faico, y como . principio de fiesta se lidió un novillo por una cuadrilla que vestía el traje antiguo y como el espada era Cayetano Leal, le pusieron de apodo Pepe-illo, que conservó hasta su retirada.
Pepe-Illo con Joselito en 1914

El año 1887 y siguiente toreó bastante como novillero y en Octubre marchó a México, donde empezó a poner en práctica algunas suertes desconocidas de los mexicanos, lo que le valió ser uno de los toreros peninsulares más favorecidos, al extremo que figuró en la cuadrilla del espada mejicano Ponciano Díaz y más tarde estoquear algunos toros alternando, después de haber recibido la alernativa de manos de Cuatro-dedos en la plaza del Toreo de México el 29 de Septiembre de 1889, por cierto que fué cogido y de gravedad; a los cuatro años de ausencia viene a España y debuta como espada en novillada en Madrid el día 29 de Junio de 1892, estoqueando toros de don Manuel Bañuelos, en compañía de Juan Gómez de Lesaca y Francisco Pinero Gavira, quedando muy bien, lo que le valió torear en la temporada 34 corridas y en años siguientes fué de los novilleros que más torearon a pesar que figuraban como tales,
Pepe-Illo al final de sus dias

Fuentes, Litri, Algabeño y Villita y otros que se le anticiparon a tomar la alternativa y le perjudicó mucho, pues era, según frase de los toreros, el Mazzantini de los novilleros, por lo seguro al estoquear, por las modalidades que habían tomado los toreros y cuando quiso tomar la alternativa estaba pasado y tuvo poco efecto; se efectuó ésta, en la plaza de Madrid el día 25 de Octubre de 1897 con toros de don José Moreno Santamaría, siendo el encargado de otorgársela Luís Mazzantini y el otro espada Antonio Fuentes; mató Cayetano los toros primero y sexto llamados "Huérfanito" y "Cimbareto", después torea poco como lo demuestra la siguiente relación: en 1897, 2 corridas por 3 toros; 1898, 8 por 19; 1899, 8 por 26; 1900, 11 por 29; 1901, 7 por 16; 1902, 7 por 18; 1903, 6 por 14; 1904, 2 por 5; 1905, 3 por 9; 1906, 1 por 4; 1907, 7 por 16; 1908, 5 por 15; 1909, 6 por 14; 1910, 2 por 5; 1911 ninguna corrida que sepamos ha toreado más hasta el día 23 de Octubre de 1913, en que varios compañeros en vista que para ganarse el sustento se vio obligado a trabajar como peón de albañil, organizaron y llevaron a efecto una corrida que se celebró en Madrid, en la que se lidiaron siete toros del Duque de Veragua que estoquearon a más del beneficiado, Vicente Pastor,
Pepe-Illo antes de morir

Agustín García Malla, Juan Cecilio (Punteret II), Alfonso Cela (Celita), José Gómez (Gallito) y Pedro Carranza (Algabeño II), siendo "Cordero" (colorado) lidiado en primer lugar el último que mató Cayetano Leal en su vida. Durante su vida taurina sufrió algunas cogidas, las más graves, en Méjico, en las plazas del Paseo el 29 de Sepiembre de 1889 en la ingle derecha y el 24 de Agosto de 1890 un toro de Anteco en la misma plaza, cornadas en el brazo derecho, muslo y mano izquierda. En Lima al año siguiente cornada en el pecho y en Alcázar de San Juan el 8 de Septiembre de 1898 un toro le atravesó el pie derecho.




Un peón de albañil llamado Pepe-illo




El 9 de Septiembre de 1904, dio la alternativa a su hermano Eduardo Leal (Llaverito) del cual doy los datos siguientes: nació en Pinto (Madrid) el 3 de Octubre de 1875, fué banderillero de su hermano, estoqueó en novilladas y se presentó en Madrid como espada el 24 de Junio de 1898 para estoquear toros de Moreno Santamaría, alternando con Manuel Corzo (Corcito) y José Aguilar (Vaquerito), quedando bien, estaba recién llegado de México donde se encontraba hacía dos años y había toreado tanto como el que más; en España torea poco y hace frecuentes viajes a las repúblicas americanas y en uno de éstos su hermano le concedió la alternativa en la plaza de San Martín de Valdeiglesias (Madrid) el día 9 de Septiembre de 1904 en una corrida que se lidiaron toros de don Mariano Torres Sanz (de Colmenar Viejo), siéndole cedido el primer toro llamado "Murciano" (retinto), como tal espada sólo torea en España otra corrida en la misma plaza el 10 de Septiembre de 1904 con Mazzantini y en Santa-Olalla (Toledo) el 16 del mismo, con toros del Duque de Veragua, siendo ésta la última corrida que torean en España los dos diestros. Avencindado en México, siguió los negocios taurinos en 1928 acompaño a los hermanos Armillitas Juan y Fermín Espinosa. Además de estos dos que llegaron a matadores de toros han figurado como banderilleros otros dos Leales, Luis y Simón, cada uno de ellos especializados como peones modelos y otros como buen banderilleros. Simón acompañó en sus últimos años al rey del volapié don Luis Mazzantini; por curiosidad anoto que a Simón Leal, ejecutaba  la olvidada suerte del salto al trascuerno que es una de las olvidadas por los toreritos actuales.


RAFAEL SANZ "NUEVO GUERRA"



Rafael Sanz, matador de novillos, nacido en Córdoba, lugar donde hizo el aprendizaje en capeas y novilladas de poca categoría. El (02-09-1906) se presentó en la Plaza de Toros de Tetuán de las Victorias (Madrid), mostrándose afortunado en la lidia de un novillo de Bertólez y otro de don Francisco Sánchez, de Coquilla, que le correspondieron. En vista de su buen éxito,le contratarón para sucesivas,saliendo bien de todas ellas.El (24-05-1907) de mayo del año siguiente se celebró en Segovia una novillada en la que alternó con Hilario González (Serranito), siendo los novillos de don Victoriano Cortés, de Guadalix de la Sierra (Madrid). Uno de los cornúpetos empitonó y volteó al torerillo Cordobés,sin que al perecer le causaran heridas de importancia...pero el daño mortal estaba hecho en su interior. Trasladado a Madrid para que fuera mejor atendido,se encargó de sufragar los gastos que se ocasionasen su paisano Machaquito.A poco de estar en la Corte se agravó de tal manera el herido, que dejó de existir a los tres dias de traerlo a Segovia.Rafael Sanz apuntaba algunas condiciones toreras,y sin duda hubiera llegado a cuajar con un poco de método y una buena dirección. 
 "Los toros que se lidiarón fuerón mansurrones,siendo fogueados varios de estos. "Serranito" mató aceptablemente cuatro toros. Sanz descordó al segundo bicho. Este diestro, al poner un par de banderillas al quiebro,fué cogido aparatosamente resultando con tres cornadas;una en la ingle,otra en el bajo vientre y otra en el cuello,que fuerón calificadas de pronostico reservado. El sobresaliente mató muy bien al último toro." El toreo 30/06/1907. 
Una  de las cornadas fue mortal de necesidad le atravesó el peritoneo.

miércoles, 23 de octubre de 2013

EL CABEZON DE ALVARADITO


A los sesenta y cinco años de edad,(el 04 de enero de 1938) fallecio el popular y valiente banderillero— matador de toros a principios de siglo— Alejandro Alvarado (Alvaradito). Ceramista trianero en su adolescencia, Alvaradito- obedeció pronto los dictados de su vocación taurina, y a los dieciséis años comenzó a trabajar como rehiletero en la cuadrilla de Quinito. Más tarde, con Caraancha, fué a Italia, donde actuó en varias corridas. Con su peculiar gracejo, contaba, ya veterano, los recuerdos de aquella campaña, durante la cual tuvo que torear búfalos a falta de toros de lidia. Hizo su presentación en Sevilla el 14 de octubre de 1894, y en septiembre de la siguiente temporada debutó en Madrid. En 1901, en Méjico, a Alvaradito le dio la alternativa, que ratificó en Fregenal, Antonio Montes. Años despué3 volvió a la categoría de novillero, y por último se redujo a banderillear, suerte en que lucía su gran conocimiento. de los toros y una habilidad extremada.

Viejo ya, blanca la cabeza por la nieve de sesenta inviernos, sin facultades apenas, pareó en el circo del Arenal un toro del conde de la Corte, con tan admirable maestría, que en sua oídos resonó el halago, que tanto estimaba su afición, de Jos aplausos delirantes. Durante su vida taurina:, Alejandro sufrió varios percances de gravedad, que no enturbiaron su entusiasmo por el arte. Bondadoso, dotado de una gran simpatía personal, era muy querido de cuantos le conocían.

Se cuenta que   “Alvaradito”, tenía una cabeza bastante voluminosa, por lo que usaba una montera apropiada para cubrírsela. Una tarde que toreaba en la Maestranza, le "Alvaradito" salió un novillo que había sido bueno en los dos primeros tercios, por lo que le preguntó a su peón de confianza Arandita: “¿Tú crees que el novillo está para brindárselo al público? Y Arandita le contestó guasón:“Sí, debes brindarlo al público, pero no dejes la montera en el albero, que no va a quedar sitio pa torear”.

sábado, 19 de octubre de 2013

PEDRO MEJIAS

Pedro Vela Mejías, matador de novillos, nacido en Tomares (Sevilla) el año 1912, falleció en Madrid el (11-09-1934), a los 22 años de edad, a consecuencia de dos cornadas.En 1930 comenzó a torear. El (09- 09-1934), toreando en la Plaza de Toros de Ocaña (Toledo) un festejo en el que se lidiarían seis novillos del hierro de Juan Cobaleda para los espadas Natalio Sacristán Fuentes, Pedro Vela Mejías y Juan Peral. En la faena de muleta de su primer oponente es corneado en el recto el diestro citado en segundo lugar, quien es enviado urgentemente al Hospital Provincial, de Madrid,. Resultó con dos cornadas penetrantes en el vientre y falleció dos dias despues:Pedro Mejias era pariente de los Bombita.

AMADOR RUIZ TOLEDO


Amador Ruiz Toledo uno de los matadores de toros conquense de los que se tienen menos noticias por el paso del tiempo y porque en realidad fueron pocas sus actuaciones, es Amador Ruiz Toledo, aunque su corta biografía es harto interesante, pues tomó dos alternativas como matador de toros, en el lapsus de diez años, entre la República y el franquismo, y además alternó con lo mejor de la torería de la época, pues nada menos que Rafael “El Gallo” le apadrinó en Valencia, en plena feria de julio, pues Amador tenía mucho predicamento entre la afición valenciana. Amador Ruiz Toledo nació hacia 1910 en Motilla del Palancar, y aunque de chiquillo y mocete alternó sus pocos estudios con la barbería, le gustaba más se torero que barbero y por los predios motillanos en los que pastaban los toros de Melgarejo se iba en noches de luna a tentar la suerte. 

Era valiente y tremendista según cuentan. Por aquellos años 30, otros novilleros que destacaban en la provincia eran Julio Luján y Félix Martínez “Palacios”, de Mota del Cuervo. En Cuenca y en las Ventas Tras torear por los pueblos algunas becerradas y sin caballos, se presentó en la plaza de toros de Cuenca el 15 de agosto de 1930, en una novillada sin caballos en la que alternó con Paco Cester y el almeriense Oller, con novillos de José María López Cobo, cortando una oreja y siendo ovacionado. Su primer toro lo brindó al crítico “Revolera” y al matar se pinchó en la pantorrilla. Tanto con el capote como con la muleta hizo ponerse al público en pie por su arrojo y valentía, sobre todo en “estatuarios de su marca”. Como nota curiosa merece resaltarse lo que escribe el cronista del despejo de plaza, de hace 80 años: “Pide la llave montado en briosa jaca el conocido mecánico y experto conductor de automóviles Germán Rubio, el que nos demostró que lo mismo maneja un 40 HP que un pura sangre andaluz”. La primera salida en serio del motillano, tras debutar en su pueblo, fue nada menos que a Sevilla, para torear en la antigua plaza de “La Pañoleta”, y más tarde, recomendado por la ganadera Concha y Sierra se presentó en Valencia, donde alcanzaría gran popularidad. El 13 de septiembre de 1931 se presentó en Madrid, en Las Ventas, plaza que llevaba inaugurada poco más de tres meses. Se lidiaron novillos de Bernaldo de Quirós que dieron un pésimo juego y Amador Ruiz no pudo lucirse, terminando en la enfermería con una cornada de 15 centímetros en la cara anterior del muslo izquierdo. 

Sus compañeros fueron Pepe-Hillo y Chavito. 1934: doctorado en Valencia Con algunos altibajos en su carrera novilleril, pero con éxitos en Valencia, decidió tomar la alternativa en la ciudad del Turia en la feria de julio, y así el día 30 recibía el doctorado nada menos que de manos de Rafael “El Gallo”, mandón en la fiesta, que brindó un toro al escultor Mariano Benlliure, y el valenciano Vicente Barrera de reputado cartel. La prensa conquense se hizo eco de la noticia y en el diario “ABC” la crónica era nada menos que del maestro Gregorio Corrochano, que hizo este pequeño juicio, tras dedicar casi toda la crónica a “El Gallo” a través de su toreo: “ Tomó la alternativa Ruiz Toledo. Cuando veo una alternativa, más que en el acierto o desacierto de la actuación me fijo en los detalles de torero que puedan dar en la justificación de la alternativa, en que se le pueda haber visto para llegar a este momento. Si me preguntaran qué detalles he visto en esa alternativa, me darían un disgusto, porque no me gusta quitar ilusiones. De todos modos, yo creo que ha sido una alternativa precipitada”. 8 de octubre de 1944 en Cuenca No iba desencaminado Corrochano, porque pocos fueron los festejos en los que toreó tras el doctorado. La guerra civil frenó sus ilusiones, y tras el fin de la contienda renunció a la categoría de matador y volvió a torear de novillero en contados festejos con picadores y festivales.
Alternativa en Valencia 

 Eran los años del hambre, pero como como las cornadas las da el hambre, Amador Ruiz Toledo volvió con renovadas ilusiones, y tras varios festejos en la zona de Valencia y Cuenca, decidió tomar una segunda alternativa, en este caso en la plaza de la capital de su provincia. Así, el 8 de octubre de 1944, una fecha fuera de feria, Amador Ruiz Toledo tomó esa segunda alternativa de manos de Pepe Bienvenida, en un mano a mano en el que abrió plaza el rejoneador Álvaro Domecq. Otros dos nombres con solera. Cortó una oreja y diríamos que se cortó la coleta. Falleció en un viaje de Sevilla a Madrid el 23 de agosto de 1955. Su hijo Amador probó suerte como novillero con algunas actuaciones hasta su retirada definitiva. “La dedicatoria del crítico Revolera” Al crítico de “La Voz” de Cuenca, “Revolera”, le brindó Amador Ruiz Toledo su primer novillo en la plaza de Cuenca, el 15 de agosto de 1930. El escritor le correspondió con esta dedicatoria que le escribió en una novela que le regaló, y que dio a conocer tras la presentación dell torero motillano en la plaza de Las Ventas en 1931.

En la fiesta viril, de España orgullo,
Destacó tu majeza castellana
Y los limpios clarines de la fama
Llevaron hasta mí aquel triunfo tuyo.
Tu toreo verdad, viril, sereno,
Recuerdo de otros tiempos que añoramos
Y que con gran tristeza recordamos
Viejos aficionados de los buenos
Forjó en mi fantasía una novela
Que es mezcla de tu vida y mi deseo
De que subas muy alto, cual yo veo,
Y el Destino hasta ahora lo revela.
Que has de llegar es lo que de ti espera
Para bien de este hoy decaído,
El viejo revistero.

GITANILLO DE TRIANA (CURRO PUYA) HABLA DEL MIEDO


"En Sevilla. El año veintisiete, en la primera corrida de matador de toros que toreaba en mi tierra. Se me ocurrió mirarle a la cara, y en lugar del toro, vi un tío muy raro que vas hacía gestos de rabia, como diciéndome: «¡Te cojo, morral!» «Si me dejo», contesté yo. Y el toro empezó a mover la cabeza como convenciéndome de que me dejara coger. Y ya desde aquel momento no respiré hasta que lo vi muerto. —-Figúrese. El estaba dispuesto a darme una cornada, y yo a no dejarme coger. —Se murió porque quiso. Yo podría jurar que no le maté. Perdí la cuenta de los pinchazos que le di; que a él le dolerían mucho, pero a mí me costaron sudores de muerte —'Llevo muchas medallas. Pero en la que tengo más fe es en la del Cristo del Gran Poder. Ahora, que ninguna de ellas me ha evitado una cornada. —Yo tenía un muñeco negro, y creía en él ciegamente. Antes de ir a la plaza lo cogía y le levantaba los brazos al cielo. Si el negro los mantenía así, sin caer, éxito seguro. Pero cuando los bajaba, se me caían a mí las alas del corazón: ¡bronca segura! Hasta que en México, una tarde cogí al muñeco e intenté como siempre que me diera la suerte. Pero se conoce que ese día estaba neurasténico y no hubo modo de que levantase los la plaza. Cuando salí de casa iba yo que se me podía ahogar con un pelo. ¡Menuda silba me iba a ganar! FEO «i no tenía que salir custodiado para que no me pegaran. . . En este estado de ánimo salí a torear, armado de resignación cristiana... y ¡gané la oreja de oro en esa corrida! Excuso decirle a usted que el negro salió por el balcón."
http://gestauro.blogspot.mx/2011/09/toreros-gitanos-3-curro-puya.html

jueves, 17 de octubre de 2013

BELMONTE, 100 AÑOS DE ALTERNATIVA



16 de Octubre de 1913 - SE CUMPLEN 100 AÑOS de la Alternativa del Pasmo de Triana Vestido de salmón y oro, toma la alternativa en la plaza de toros de Madrid el diestro trianero, Juan Belmonte. Fue padrino de ceremonia Rafael González “Machaquito”, que sin previo aviso se cortó la coleta después de actuar en este festejo, y testigo Rafael “El Gallo”. El toro de la cesión se llamó “Morenito”, de la ganadería de Eduardo Olea.

Las ciudades de Sevilla y Madrid conmemoran estos días con actos de diversa índole el centenario de la alternativa del legendario torero Juan Belmonte, que se cumple este miércoles, 16 de octubre. En Sevilla se inauguró anoche una exposición sobre la figura del diestro trianero y de su eterno rival, el también sevillano Joselito el Gallo, cuyo centenario de alternativa se celebró el pasado año. Bajo el título “Joselito y Belmonte, una revolución complementaria. 1914-1920”, y organizada por el ayuntamiento de Sevilla, la exposición permanecerá abierta hasta mediados de diciembre en dos sedes distintas. En Madrid, el mismo día en que se cumplen los cien años de la alternativa de aquel al que llamaron el Pasmo de Triana, el ayuntamiento y la Comunidad de Madrid dedicarán una placa en su recuerdo en la fachada del número 42 de la calle Alfonso XII, donde Belmonte tenía su casa en la capital de España.

La quietud de Belmonte, el inusitado temple con que toreaba con la capa y la muleta y el ostensible patetismo de su débil figura enfrentándose a los toros, dieron a la tauromaquia un inédito rango estético que la adentró en la modernidad. Durante siete temporadas mantuvo una gran rivalidad, que dividió a los públicos, con el poderoso y complementario Joselito el Gallo, que también hizo grandes aportaciones técnicas y profundos cambios estructurales en el espectáculo. Admirado y reconocido como gran revolucionario del toreo, y protagonista de cientos de libros y ensayos sobre su figura -entre ellos, la famosa y brillante biografía escrita por el periodista Chaves Nogales-, Belmonte se suicidó en su finca de «Gómez Cardeña», en el término sevillano de Utrera, el 8 de abril de 1962.

En la llamada Edad de plata, desde la muerte de Gallito hasta 1936, cuando todos querían torear como Juan, es cuando más percances mortales se produjeron en la historia del toreo.

Belmonte define el miedo: "El día que se torea, crece más la barba. Es el miedo. Yo lo conozco bien. Es un íntimo amigo mío. El miedo llega sigilosamente antes de que uno se despierte, y en ese estado de laxitud, entre el sueño y la vigilia, en que nos sorprende, se adueña de nosotros antes de que podamos defendernos de su asechanza.

COSAS DE BELMONTE Su banderillero Joaquín Miranda, después de la guerra, ocupó el cargo de gobernador civil de la provincia de Huelva y como tal le tocó presidir un festival benéfico al que asistía Juan Belmonte con un amigo no versado en cuestiones de tauromaquia. Había este señor oído campanas acerca de la biografía del gobernador rehiletero, pero no sabía dónde, y viéndolo en el palco presidencial, le preguntó al Pasmo de Triana: «Don Juan, ¿es verdad que este señor gobernador ha sido banderillero suyo?». Belmonte le respondió con su laconismo conceptista: «Sí». Y el otro insistió: «Don Juan, ¿y cómo se puede llegar de banderillero de Belmonte a gobernador?». A Juan le salió el genial tartamudeo de Demóstenes de la generación del 98 y respondió: «¿Po… po… po cómo va a sé? De… de… degenerando…».
La cantante Rocío Jurado le dedicó «Ay! Soledad» en su disco «Con Mis Cinco Sentidos» en 1998.

Achero Mañas, en la adolescencia y juventud, y Lautaro Murúa, en la vejez, interpretan al torero en la película de Juan Sebastián Bollaín titulada Belmonte (1995).

El grupo pop madrileño Gabinete Caligari escribió una canción sobre su suicidio, titulada «Sangre española».

La Niña de Antequera cantó «Recordando a Belmonte».

El cantante de copla Rafael Farina le dedicó «La muerte de Juan Belmonte».

En la película Medianoche en París (de Woody Allen), Belmonte es interpretado por el actor Daniel Lundh.


Los terrenos que pisaba Belmonte nadie los había hollado hasta entonces. La supresión del movimientos de piernas da paso al juego de brazos, de los largos brazos de Belmonte, que aún vuela alto las telas, siempre por delante de la cara del toro. Nace el temple: «Puedo decir, sin jactancia, que toreé despacio y limpio a toros fuertes y rápidos. Cuando el acierto y la inspiración fueron mis acompañantes, el lento andar del engaño que mis manos movían regulaba la velocidad del toro». El dramatismo, el patetismo de su figura desgarbada, su debilidad de piernas y su tacto de manos, frente al poder apolíneo de inteligencia superior de Joselito. Lo nunca visto frente a la sabia lidia, y desde ahí Juan fue hacia José, y José hacia Juan. Las cinco verónicas belmontinas sin enmendarse en la vieja plaza de Madrid en 1913 marcarían el rumbo del toreo. 
Cruzaban de noche el río, dejando la ropa en la ribera, y sin más atuendo que las alpargatas, pasaban horas entre los cardos hasta conseguir apartar una res y torearla con la chaquetilla de Riverito, que era el mayor. Así fueron los comienzos de Belmonte, durísimos y aventurados, fuera de la ley, de los horarios normales, de la lógica alimenticia y hasta de la esperanza, porque Belmonte estaba convencido de que nunca llegaría a ser torero. Su padre se arruinaba poco a poco, cargado de hijos, mientras Juanito dormía de día y se jugaba la vida de noche, toreando cualquier fiera en las marismas a la luz de la luna o , si no había luna, de una lámpara de carburo. Se iba haciendo mozo, pero no gallardo. Comido por el hambre, dominado por la timidez y por una ambición inconcreta, aquel rebelde del Altozano tenía la estampa de un faquir con mandíbula redundantemente regia, entre Austria y Borbón. De parecer Habsburgo tardío le salvaba una mirada buída y oscura, de animal muy toreado y lleno de mataduras. Nadie creía en él, salvo Calderón, un banderillero del Espartero, que fue su padrino en las tertulias sevillanas.
«¡Mátame! ¡Mátame!» Tras un disparatado debut en Elvas, pudo, a trancas y barrancas, empezar a torear con nombre propio o prestado, en sustituciones granujientas.Y cuando por fin se coló en una novillada de la Maestranza, le echaron los dos novillos al corral. Ante el segundo, tras sonar el tercer aviso, tiró la espada, se hincó de rodillas, acercó la cara al testuz de la fiera y se puso a gritarle: «¡Mátame! ¡Mátame!». El animal, mucho más prudente que el novillero, se volvió a los corrales sin mancharse las astas. 
Tras la cogida mortal de Joselito, el 16 de mayo de 1920, Belmonte siguió en activo, pero nunca se sobrepuso a su muerte. No tardaría en tomarse un respiro y, tras actuar en América en 1922, dejó de torear. Reapareció el 25 de mayo de 1925 en Alicante. Aunque su toreo conservaba perfección y hondura, la falta de rivales y de nuevos retos le abocó a un nuevo retiro en 1927. Volvió, una vez más, en 1934, para retirarse definitivamente el 29 de septiembre de 1935. Tras la Guerra Civil toreó en festivales y rejoneó a caballo. Tuvo ganadería en su finca Gómez Cárdeña en Utrera, Sevilla, donde pasaba la mayoría del tiempo, que alternaba con estancias en Madrid, frecuentando intelectuales y artistas. Siempre, sobrio en el gesto, parco en palabras y añorado de los aplausos irresistibles de los ruedos.
- Ahora, Juan, ya sólo te queda morir en la plaza.

- Se hará lo que se pueda, don Ramón, se hará lo que se pueda.

JUAN BELMONTE Y RAFAEL EL GALLO


Juan Belmonte organizó un festival a beneficio de Rafael El Gallo, en el que intervino él mismo como Rejoneador, siendo un éxito económico importante.

Tras el festival se reunieron varios de los organizadores para ver el modo de liquidar los beneficios a Rafael. Algunos propusieron entregarle cantidades mensuales, conociendo lo generoso del carácter del torero. Otros que fuese semanalmente, y Belmonte dijo:

— “Lo mejor es dárselo diariamente y, a poder ser, la mitad por la mañana y la otra mitad por la tarde”
El último «paseíllo" de Belmonte—Belmonte, «Niño de la Palma» y Manolo «Bienvenlda», antes del paseo, en la corrida celebrada el 29 de Septiembre de 1935 en la que Belmonte se despedía del publico.

La foto que aqui ven corresponde al 9 de Junio de 1924, tras dos años de ausencia reaparecio como rejoneador en la Maestranza y a beneficio de la Bolsa de Caridad de su Hermandad del Cachorro. Según cuenta Chaves Nogales., en el libro biográfico ( escrito autobiograficamente ) del maestro que tras un triunfo enorme de Juan Belmonte, sus "devotos taurinos" fueron a Santa Ana y le pidieron al párroco que les dejara el paso de una hermandad de gloria para llevar al torero por el barrio. El párroco escandalizados los arrojó del templo y les dijo: "¡Blasfemos! ¡Cuidado que pedirme el paso de la Virgen para Belmonte!, !Hombre !, si por lo menos fuera para Joselito el Gallo."

Al hablar tenía Juan Belmonte un tartamudeo leve que daba a sus frases un sentido corto y ceñido, como si torease. Hablaba por medias verónicas y recortes. Y hasta a veces, hablando, molineteaba.

Las golondrinas asustadas levantaron el vuelo. El trueno de la detonación atravesó el aire, y Sevilla se vistió de luto. El 8 de abril de 1962 caía abatido por su propia mano Juan Belmonte (Sevilla,1892-Utrera, 1962) en la soledad de su finca de Gómez Cardeña.Las golondrinas alzaron el vuelo asustadas aquel 8 de abril de 1962. «Muere sin toro y sin tarde, tu verónica en el aire», cantó Farina.

Diario "La Vanguardia" al publicar la noticia de la muerte de Belmonte se decia que era por ataque al corazon



"En Norteamérica, fui entrevistado por un periodista yanqui, que mientras hablábamos no hacía más que mirarme de arriba abajo y remirarme con una insistencia y una estupefacción francamente molestas. Me observaba atentamente y luego preguntaba en inglés al amigo que nos servía de intérprete: «¿Y este es el rey de los toreros?». volvía a mirarme de una manera impertinente, me confrontaba con un retrato mío que llevaba e insistía: «¿Está usted seguro de que es este el rey de los toreros?». Me di cuenta de su estado de ánimo y me puse de mal humor. Me levanté dando por terminada la entrevista, y pedí al amigo que traducía la conversación: «Dígale a usted a ese tío que sí, que soy el rey de los toreros... ¡Qué no me mire más! Dígale también que los toreros no tienen que matar los toros a puñetazos, y, por si es capaz de comprenderlo, dígale, además, que el toreo es un ejercicio espiritual, un verdadero arte. Y que se vaya».

"Nueva York no me gustó. Demasiado grande y demasiado distinto. Ni aquellas simas profundas eran calles, ni aquellas hormiguitas apresuradas eran hombres, ni aquel hacinamiento de hierros y cemento, puentes y rascacielos era una ciudad. Va un hombre por una calle de Sevilla pisando fuerte para que llegue hasta el fondo de los patios el eco de sus pasos sonoros, mirando sin tener que levantar la cabeza a los balcones, desde donde sabe que le miran a él, llenando la calle toda con su voz grave y bien entonada cuando saluda a un amigo con quien se cruza: «¡Adios, Rafaé...!», y da gloria verlo y es un orgullo ser un hombre y pasear por una calle como aquella y vivir en una ciudad así."
"Y esa emoción que le hace a uno acercarse al toro con un nudo en la garganta, tiene, a mi juicio, un origen y una condición tan inaprehensible como los del amor. Es más: he llegado a establecer una serie de identidades tan absolutas entre el amor y el arte, que si yo fuese un ensayista en vez de ser un torero, me atrevería a esbozar una teoría sexual del arte; por lo menos, del arte de torear. Se torea y se entusiasmaa los públicos del mismo modo que se ama y se enamora, por virtud de una secreta fuente de energía espiritual que, a mi entender tiene allá, en lo hondo del ser, el mismo origen. Cuando este oculto venero está seco, es inútil esforzarse. La voluntad no puede nada. No se enamora uno a voluntad ni a voluntad torea.


En Lima yo me encontré en uno de los momentos de más exuberancia de mi vida. Toreé nueve corridas, alternando en casi todas ellas con Fortuna, Chiquito de Begoña y Alcalareño. Fueron otros tantos triunfos. Un revistero de Lima escribió que yo salía a torear como si fuese a conquistar a una mujer. Y, efectivamente, conquisté una: la mía."
 

"Este pintoresco concepto del dinero del torero está tan arraigado que hasta el mismísimo Estado lo comparte. Hace poco quise impugnar unas tarifas de contribuciones que me habían impuesto arbitrariamente. Me quedé estupefacto cuando oí al recaudador que me decía como todo el mundo:

-«Pero, hombre, a usted ¿qué más le da? ¡Si con torear un par de corridas más tiene todos los problemas resueltos!»
Y por esto sí que no paso. Me niego a que el Estado y el Municipio y la Diputación tengan ese concepto liberal de mi dinero. Pase que haya que torear para ayudar a unos infelices que, en fin de cuentas, forman el pedestal del torero. ¡Pero me niego a dar una sola verónica en beneficio del Estado!" 

Rafael "el Gallo" le llamaba "este" y decía que era como un hermano chico; a lo que Belmonte decía "querrás decir un hemano grande" porque él se había hecho cargo de el Gallo y sus finanzas procurando que viviera con dignidad a pesar de que el Gallo casi se había arruinado. 

EL TORTERO


Tortero fue hombre de singulares energías. Tantas, que a los sesenta y cinco años se retiró de los toros, y que en la fiesta de su despedida consiguió matar los que le correspondieron en suerte y banderillearlos, por añadidura.  A los diez y ocho años, Enrique Santos fué revolucionario. Es decir, que en 1873, cuando la República, el Tortero agarró un fusil y se fué a las barricadas, con un escuadrón de Caballería que estaba en la plaza de Armas de Sevilla. Más tarde fué soldado de Ingenieros, en Cádiz, y cabo de gastadores en su regimiento. Había intentado un beneficio para librarse de quintas. Pero se perdió el dinero. Y lo que no logró de esta manera pudo conseguirlo brindando a su coronel la muerte de un toro en una becerrada en la que alternaba con un sargento, A partir de entonces, volvió a la cuadrilla de Chicorro, y hacia 1884 era matador, que alternaba con Marinero y Bienvenida Lujan, el abuelo de los actuales Bienvenida. Entonces supo, por primera vez, lo que era morirse. 



El día de la Virgen de la Esperanza le dio un toro una terrible cornada.Vio un curioso salir un entierro de la calle donde estaba su casa y dio al Tortero por difunto. Un amigo, de ésos que no faltan, fué a visitarte y le leyó puntualmente los detalles prolijos de su agonía y de su entierro. Enrique Santos se lo agradeció mucho y no volvió a hablarle nunca, que es lo menos que merecía. Vino luego la época de los triunfos. La alternativa, que recibió en Madrid de manos de Frascuelo. El torear en Montevideo y en La Habana con Mazzantini. El contrato fabuloso, por cincuenta mil duros y dos beneficios. Don Luis ganó en el suyo diez y siete mil pesos y cerca de ocho mil el Tortero. De esos episodios triunfales quedó algún rastro sangriento. Un toro de Veragua le dio, en la Plaza de Madrid, cuatro cornadas porque al lancearlo tropezó con el árbol de la pólvora. Entonces, como fin de fiesta, se quemaban en la plaza unas ruedas de fuegos artificiales. Pero lo más terrible fué lo de Méjico. Había allí cinco plazas de toros.

Ponciano Díaz era un "charro" que había ideado un toreo especial a caballo, que comprendía, además de la suerte de banderillear, otras de derribar toros con el lazo y la de cabalgarlos por los vaqueros que formaban su cuadrilla. El espectáculo era vistoso, sobre todo por la gallardía salvaje de los potros. Aquello se llamaba rodeo, jaripeo y manganeo.

Ponciano era socio con el gobernador del Estado de una de las plazas mejicanas, y no encontró medio más eficaz de suprimir la competencia que el prohibir las corridas. Hubo una revuelta en la que mataron a un vendedor de joyas, y a un torero le encontraron una puntilla manchada de sangre. De todo aquel barullo resultó que un policía requirió al Tortero para que fuese a ver al gobernador. Pero en lugar de conducirle al Palacio del Gobierno le metieron en Belén, edificio nada confortable, que servía de presidio. Resultó, a lo último, que le acusaban de no haber pagado a nadie, y como no era cierto, pusieron a Enrique Santos en libertad. La utilizó para salir del país más que de prisa. A los ochenta años, el Tortero quiso fundar una escuela de tauromaquia, de la que pretendia ser director y maestro.