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domingo, 31 de agosto de 2014

LA CORRIDA DE LA PRENSA VALENCIANA

De izquierda de derecha: Agustin Dauder."Angelillo","Vito" y Fernando "El Gallo" antes de hacer el paseillo.
Muchos y muy notables fueron los acontecimientos de carácter taurino que tuvieron como escenario, la plaza de toros de Valencia. Vamos hoy a desarchivar de nuestra memoria o de aquellos sucesos, inolvidables, organizado por los periodistas valencianos, del que como estela ha dejado los compases de un pasodoble torero, cuya popularidad se mantiene a pesar del mucho tiempo transcurrido.Cincuenta y cuatro años de existencia contaba 1905 el circo taurino de la calle de Játiva, llamado por los aficionados de la terreta. Pocos antes llevaba también de vida la Asociación de la Prensa Valenciana y, por consiguiente, era muy próspera su situación económica. Presidente ele la entidad al cumplirse el primer lustro del siglo en curso el entonces director jefe “La Correspondencia” de Valencia, don José Clemente Lamela, en junta general celebrada el 18 de mayo, se tomó entre otros acuerdos el de celebrar una corrida de toros a beneficio de la Asociación.En la confluencia de la Plaza de la Reina y la calle de la Paz el café "El Siglo", en que tuvo su primera tertulia el desventurado Manolito Granero, poseedor durante dos temporadas de las llaves del toreo. Y en ese café, por aquel entonces, reunianse diariamente tres revisteros de grata recordación constituidos en comisión permanente para organizar la proyectada corrida. José Epila, "Latiguillo" Salvador Muñoz, "Cencerrito" y Aurelio Yanguas, Agüaiyo .
Señalada por ellos la fecha del acontecimiento —29 de junio, festividad de San Pedro— y adquiridos ocho buenos mozos del ganadero colmenareño don Félix Gómez, surgieron algunos inconvenientes para ser lidiados por matadores de toros y entonces acordaron correr las temidas reses como novillada, siendo contratados Fernando Gómez, "Gallito", Agustín Dauder, Ángel González, "Angelillo", y Manuel Pérez, "Vito", valenciano el segundo y los demás nacidos en la ciudad del Betis. No se durmieron los organizadores de la fiesta, haciéndose de esta una fantástica propaganda. Regaláronse por distintas señoritas magnificas moñas que con otras artísticas donaciones se rifaron entre el público. Se confeccionaron preciosas banderillas de lujo y la afamada litografía de Ortega hizo un alarde del mayor gusto artístico en la tirada de carteles' y billetaje. El escaparate del comercio de Amador, situado en el centro de la ciudad, bajo la dirección del artista Pepe Benedicto, fue convertido en simulado palco de la plaza, adornado con cabezas de toros, disecadas, capotes de paseo, una muleta, un estoque y una montera usada por "Guerrita", todo ello combinado artísticamente con las moñas regaladas. Los infatigables periodistas no olvidaron la intervención musical, y seis bandas de música, la de Beneficencia. Veteranos, Catarroja, Torrente, regimiento de Mallorca y la Municipal, dirigida por el maestro Lope, intervinieron en el espectáculo. Por iniciativa de "Agüaiyo", este maestro compuso cuatro pasodobles, dedicados a los matadores, para ser estrenados durante la corrida Llegado el momento de empezar ésta, la Plaza, adornadisima, ofrecía un deslumbrador aspecto. El ruedo representaba el parche de una pandereta, y en el centro, con finísimos colores, aparecía reproducido el Miquelete. Las rodajas de La pandereta se hallaban admirablemente pintadas en los tableros de la barrera. Imponente el lleno, en los tendidos bellísimas mujeres tocadas con la clásica mantilla.

El maestro Lope
Desfilaron las seis bandas de música antes de que los toreros hicieran el paseo, y al mismo tiempo que aquéllas lanzaban al espacio las notas de alegres pasodobles se dio la libertad a 600 palomas, que revolotean do por todo el ámbito fiel circo, ofrecieron un cuadro maravilloso. Jinete en un magnífico caballo, Pepe Riquelme, graciosísimo e inolvidable actor cómico, salió a pedir la llave de los toriles, y su presencia fue acogida con una ovación formidable. En la mañana de la corrida las bandas de música recorrieron la capital, no faltaron las detonante; tracas, y todas las calles se inundaron con alegría, desbordada, en superlativo grado. Artísticamente ningún grato recuerdo dejaron los espadas, y cuando cada uno de éstos banderilleó su respectivo toro, el maestro Lope, al frente de la novísima Banda Municipal, estreno pasodobles dedicados a los matadores, soberbia, piezas musicales que pronto alcanzaron justa celebridad. En la caja de la Asociación ingresó el producto de la memorable fiesta: 12.500 pesetas, porque el precio de las localidades se puso al alcance de las clases más modestas. Como estela de ésta aun olmos con mucha frecuencia ese pasodoble de Lope, titulado Gallito, que, dedicado a Fernando "el Gallo'', constituyó un formidable éxito, del inmortal compositor, pasando a ser el himno torero de sus hermanos Rafael y Joselito en las brillantísimas épocas de estos formidables lidiadores.

sábado, 30 de agosto de 2014

MANUEL GARCIA BEJARANO


Nace en el 8 de septiembre de 1887 en Rociana del Condado provincia de Huelva. Su afición por los toros le impulsó ir a Córdoba a los quince años donde se afianzó en la misma. En 1910 empezó a participar en capeas y tentaderos, en 1915 consiguió actuar como novillero en treinta y nueve corridas; en 1916 participó en veinte novilladas; en 1917 fueron veintidós y en 1918 llegó hasta veintitrés, despidiéndose este año de los ruedos. No llegó a tomar la alternativa siendo, su última novillada en Barcelona el 7 de octubre de 1918, donde alterno con los compañeros Francisco Gutiérrez "Serranito de Córdoba" y el mexicano Luis Freg. Toreo en muchas plazas españolas, especialmente en Andalucía. Entre las corridas lidiadas, destaca la del 25 de julio de 1915 en los Tejares, con novillos de Francisco Paéz actuando con “Rosalito de Sevilla” y “Alvarito de Córdoba”. En su primer toro dio la vuelta al ruedo tras una valiente faena. Su segundo “novillo” de 575 kilos, tenía dos pitones impresionantes que lo brindó a “Manolete” (padre), jugándose el tipo ante dicha mole.


Fue un novillero muy castigado por los toros, rara era la corrida que no tenía algún percance; su toreo no era de gran calidad, pero estoqueaba bien, tenía valentía y gran pundonor. Como persona, tuvo la estimación general, por su bondad, laboriosidad, honradez y hombría de bien. Manuel García Bejarano siempre se consideró cordobés, aunque no fuera de nacimiento. Gran aficionado a las peleas de gallos así como criador de ellos y mejor apostador. Llegó a ser el decano de los toreros españoles, circunstancia que le permitió a su muerte -ocurrida el 3 de julio de 1988- el ser nombrado en numerosos periódicos, revistas y radios de España y América.
En una entrevista que le hicieron en 1956 decía lo siguiente: 

“No es nuevo el caso de Manuel García Bejarano. Muchos toreros hubo a los que se consideró naturales de una determinada ciudad en la que no nacieron. Por cordobés se conoció siempre a García Bejarano, y así se anunció en carteles y se le nombró en crónicas. Y en realidad este torero nació en un bello pueblecito de Huelva —Rociana— el 11 de septiembre de 1887, lo que quiere decir que ya «ha entrado» nuestro hombre en los sesenta y nueve años. Lo que ocurre es que a una edad temprana vino a Córdoba, y aquí se «formó» como torero y de aquí no volvió a salir, si no fue para actuar en las principales plazas de España. Dígasenos si éste no es motivo más que sobrado para considerarle cordobés. Todo esto lo recuerda ahora el propio interesado cuando le pido que me cuente su historia —bastante accidentada, por cierto— para estos reportajes, en que hasta ahora sólo han figurado diestros nacidos en la tierra de los «califas» taurinos... y de los otros. Pero cuando le digo que —por las causas dichas— puede tener un digno lugar al lado de los que fueron sus compañeros y amigos ello le alegra mucho, Y declara: —La verdad es que de niño, antes de venir a Córdoba, yo rodé mucho por trenes y capeas. Fue duro mi aprendizaje. Conocí aficionados de Huelva y de Sevilla. De mi tierra recuerdo al «Pata», Navarro, Aguirre, «Litri», pariente del padre del diestro actual... Muchos. ¡Tanto podía yo contarle de aquellos tiempos! — ¡Pues cuente una anécdota de entonces para empezar! —Recuerdo que una vez, en un pueblo sevillano al que llaman Alcázar, me dio un toro una grave «corná». Entre los torerillos se echó «el guante» y se sacó un buen dinero. Pero un aficiona-do, muy popular en Sevilla, apodado «El Cuatro», cogió todo el «parné», y todavía no le hemos visto el pelo... Menos mal que el ex torero «Cara Ancha», que se encontraba en dicho pueblo, me atendió y me pagó todos los gastos. —Hablemos de su llegada a Córdoba... —Pues el destino me trajo aquí, tendría yo quince años. El ambiente era propicio, y seguí en mi afán de ser torero. Lo logré, desde luego, porque actué en muchas corridas, y puedo decir que miedo no tenia, ¡Y aquellos toros infundían pavor al más pintado! — ¿Tiene idea de las corridas que toreó? —La memoria, en este aspecto, me falla muchas veces. Pero yo empecé a torear «en serio» allá por el año 1910... Y no hice cuadros estadísticos hasta 1915. Mire usted éstos... En efecto, García Bejarano me muestra unos cuadros estadísticos muy curiosos, por los que compruebo que en la temporada de 1915 tomó parte en treinta y nueve corridas y mató ochenta y un toros; en 1916 toreó veinte corridas; en 1917, veintidós, y en 1918, veintitrés. — ¿En qué plazas actuó, principalmente? —En muchas plazas. Le nombraré las principales: Barcelona, Granada, Sevilla, Córdoba, Huelva, Almería, Málaga, Andújar, Cabra, Linares... — ¿Y diestros con quienes alternó? —Pues muchos también.
Todos ellos lucharon por alcanzar la gloria, y la mayoría se quedaron en el camino... «Checa», «Rosalito», «Alvarito de Córdoba», «Tello», «Trianero», «Atao», «Camara», «Tato», «Alamares», «Machaquito II» «Montes II», «Manolete II», «Lagartijillo», «Hipólíto», Montenegro. «Andaluz», «Quinito II», «Pastoret», Mariano Montes, «Serranito» «Mantecas». «Toreri», Ernesto Pastor... Muchos y buenos. ¡Pero qué pocos de ellos llegaron —o llegamos— a tener suerte en la profesión! ¡Y es que era tan difícil... — ¿Por qué era tan difícil, Bejarano? —Porque aquellos toros no eran estos que ahora se lidian. Entonces tenían fuerza para tirar a los caballos al otro lado de la barrera. Y tenían nervio, cabeza y edad, cosas que ahora se ha pro-curado restarles. ¿Que ahora se torea más por lo fino? Conforme. Pero aquella emoción de mi época ha desaparecido. — ¿Y en lo que toca a la parte económica? —; No me hable usted de eso! Hacerse de dinero toreando era entonces mucho más difícil todavía... Verá usted. Una vez toreé yo once corridas en lar «lomas de Ubeda». Al regreso a Córdoba le pagué once duros a cada banderillero. A mí me quedó poco más. Otra vez me contrataron dos tardes para Hornachuelos. Creo que fue el año 1915. «Curro Camará» me recomendó para que actuase conmigo a José Flores, «Camará», que entonces empezaba. Toreamos las dos tardes. Y el alcalde —don Sebastián se llamaba, no se me olvida— me entregó diez duros para todos. Al pagarle yo al banderillero «Guerrilla» el «machacante» de sus dos actuaciones, me acuerdo que de coraje, lo arrojó a un tejado. Le voy a decir más. Yo estaba toreando hasta final de la temporada, y al llegar el mes de noviembre, para ver el «Tenorio», tenía que pedir dinero prestado... —Y a todo esto, ¿le castigaron mucho los toros? —Fue lo único que roe dieron pródigamente: cornadas. Las dos más graves, una en Granada, por un toro de Herrero, el 2 de julio de 1916.
Me hirió en la región glútea. Alternaban conmigo aquella tarde Salinas y «Lagartijillo». La otra fue en Córdoba, el 17 de junio de 1917, alternando con «Barquerito». Un toro de Traperos me dio una cornada en el brazo derecho al entrar a matar. — ¿Influyeron estos percances en su retirada? —Verá usted. La lucha era muy dura. Los toros siempre tenían la misma edad. Yo cada año era más viejo... Éramos muchos los que salíamos a brazo partido todas las tardes a los redondeles. Y me fui... — ¿Recuerda su última corrida? —Sí. Fue una corrida mixta, celebrada en Barcelona el 7 de octubre de 1918. Los toros eran de Palha. El mexicano Luis Freg mató dos por delante. Y cuatro estoqueamos «Serranito de Córdoba» y yo. También recuerdo lo que cobré aquella tarde: quinientas pesetas. ¡Un capital! —Un relato jubiloso de su época taurina, ¿quiere? —Una vez experimenté una gran alegría. Yo quería «estrenar» un traje de torero. La marquesa del Mérito me dio una tarjeta para «Joselito». Fui a Sevilla y a su casa. Me recibió la «señá Gabriela». José se encontraba en Valencia, en una encerrona. El mozo de estoques, «Caracol», lo llamó por teléfono. «Gallito» ordenó: «Entrégale el vestío azul pavo real.» «Caracol» me pasó a una habitación en la que había un gran armario con trajes de luces. Y me entregó el ansiado terno y me dijo que el maestro me lo regalaba... ¡Yo llegué a Córdoba con aquel «tesoro», que no me cambiaba por nada ni por nadie! Y este torero, nacido en Huelva, pero que es de Córdoba, aún me habla de su vida laboriosa, ya al margen de los ruedos, en la que hay otra afición muy arraigada en él, como en otros muchos toreros de antaño: la de los gallos de pelea. Afición, por cierto, de utilidad económica, puesto que él afirma resueltamente: —Puede usted decir que he ganado más dinero peleando gallos que matando «pavos» con cinco años y seis hierbas, más de trescientos kilos y «dos pitones». —Dicho queda, Bejarano...”

lunes, 25 de agosto de 2014

JOSE SALVADOR "PEPILLO"


En el pueblecito de Rocafort, situado cerca de Valencia y a donde había ido para ver si hallaba alivio a la grave dolencia que padecía ; falleció el día 8 de Marzo de 1928 el banderillero valenciano José Salvador "Pepillo". Contaba 37 años, era natural de Valencia, habiendo nacido en ella el año 1891. De joven sintió la afición al toreo, haciendo escapadas por los pueblos de la región, logrando destacarse por su decisión y valentía, sorteando con inteligencia las tarascadas de aquellos marrajos que como "El Droguero", "El Pimiento", "El. Generoso", etc. traían de cabeza a tantos como él tenían que habérselas con semejante ganado.


Aconsejado por el infortunado "Morenito de Valencia" se fue por tierras de Castilla y Andalucía donde pronto destacó su personalidad, logrando en 1907 salir en Salamanca como banderillero. "Pepillo" fue un banderillero fácil y pronto, inteligente en la brega y buen conocedor del ganado, un peón que se recomendaba solo, por lo cual figuró como rehiletero en las cuadrillas de varios matadores de toros, últimamente figuró en la cuadrilla del matador de toros "Zurito", siendo la última vez que vistió el traje de luces en 1927 en Gandía actuando en una corrida que toreó "Saleri".

MARIANO RIVERA AGUILAR



Nació en México D.F. el 12 de junio de 1895 y empezó a torear siendo chiquillo, apenas abandono el colegio, haciendo su aprendizaje en algunas capeas ; a los doce años de edad, vistió el traje de luces para estoquear dos becerros, uno en Huatusco y otro en San Juan Cox-comatepec, y fue porque habiendo quedada disuelta la cuadrilla de muchachos toreros organizada por el veterano Ojitos, alguien aprovecho tal disolución para celebrar algunos espectáculos con elementos que anunciaba como procedentes de aquella. Como tal Paso Mariano en sus primeras actuaciones en 1907, hasta que en el año siguiente ingreso en la cuadriilla que organizaron los ex-toreros españoles Eduardo Margeli y Manuel Martinez Feria y fue capitaneada por Carlos Lombardini y Pedro Lopez. Con ella vino por vez primera a España Mariano Rivera ; volvió a México en el invierno de 1909-1910; vino nuevamente en la temporada inmediata ; volvió a su patria en el invierno de 1910-1911 y piso otra vez suelo español en dicho año 1911, que ya no abandono hasta diez años después. Toreo suelto algún tiempo y luego ingreso en la cuadrilla del espada Celita, a la que perteneció en 1913 y 1914 ; en 1915, trabajo a las Ordenes de Malla; fue con Curro Vazquez en 1916 y con su compatriota Luis Freg desde 1917 a 1921. En este lapso de tiempo, logro Rivera un positivo prestigio como rehiletero y mereció y obtuvo calurosos elogios de la alta critica taurina. 



En el invierno de 1921-1922, tras larga ausencia de su tierra nativa, volvió a ella y desde allí se traslado a Lima, donde toreo con Juan Belmonte, para reintegrarse a España en 1922 y volver a torear suelto. En 1923 fue a Italia con Parejito; en 1924 hizo un segundo viaje al mismo punto y una excursión a Hungría con Pedrucho; con este mismo espada marcho a Venezuela en el invierno de 1925-26; de allí se traslado a Bogota, donde toreo con el Alcalareño y Morenito de Zaragoza; volvió a Venezuela, donde toreo con Luis Freg; no regreso de esta excursión ultra-marina hasta el año 1928, y desde entonces, domiciliado de nuevo en Barcelona, viene toreando a las Ordenes de los matadores que solicitan sus servicios, que no son pocos, dadas las relevantes aptitudes que le distinguen. Banderillero del lado izquierdo, pronto, hábil y lucido, realiza en la brega una labor acertada, sin bullir inútilmente, como hacen no pocos y sus excelentes disposiciones le permiten torear siempre como adjunto a la cuadrilla de algún espada, pues son muchos los que, en casos de necesidad, solicitan sus servicios. Sufrió tres graves percances en su ya dilatada carrera tauromaca : El 27 de julio de 1912, toreando en Valencia a las Ordenes de Isidoro Marti (Flores), un astado de Veragua le infirió una cornada entre ambas vías. 

El 17 de agosto de 1916, en Badajoz, siendo banderillero de Francisco Martín Vazquez, le cogió un toro de Palha .y le produjo dos cornadas, ambas con de entrada y salida : una, en el muslo izquierdo, y otra, en el vientre. Y el 29 de junio de 1918, en las Arenas de Barcelona, en una novillada, un astado de Urcola le dio una cornada de doce centímetros de profundidad en la región glútea. Estos son los percances de . gravedad que sufrio Mariano Rivera y considerando .que los recibió de un veragua, un palha y un urcola, tiene motivos sobrados para mirar con recelo las de la ganaderías llamadas duras.En 1936 estalló la Guerra Civil y tuvo que regresar a México. El 30 de enero de 1955, en la Plaza de toros México, al ir dando la vuelta al ruedo acompañando al matador Emilio Ortuño "Jumillano", que le había cortado la oreja al quinto de la tarde, de nombre "Jarameño" de la ganadería de don Jesús Cabrera, un paro cardíaco acabó con su existencia.

JUAN YUST HIJO



Nació, como su padre, en Sevilla su popularidad de torero subalterno duró por espacio de doce años, desde 1860 a 1872, durante cuyo lapso de tiempo se acreditó como un formidable peón de brega de primer cartel, gallardo, airoso y macizo, y como hábil y valiente rehiletero. Banderillero en la cuadrilla de Pepete , el toro Jocinero, de Miura, que mató al espada cordobés, fue pareado por Yust y Caniqui. Uno y otro pasaron, al morir José Rodríguez, a la cuadrilla del Gordito, y con éste estuvo Juan hasta el año 1867, que ingresó en la del gran Lagartijo, compartiendo los triunfos con éste y coadyuvando a los mismos hasta finalizar la temporada de 1872. De su sequedad, de su dureza y de su habilidad en la brega, dicen que Juan Molina tomó no poco, haciéndose el hermano de Lagartijo un peón a imagen y semejanza de Yust, aunque luego había de superarle. El último toro que banderilleó en su vida fue en Madrid, el 17 de noviembre de 1872, Enfermo de una lesión orgánica, no toreó en todo el año 1873, aunque figuró en los carteles, y acrecentándose Su mal, Lagartijo, que fué un hombre de muy buenos sentimientos, le llevó a Córdoba, y allí murió el notabilísimo peón el 16 de febrero de 1874, a los treinta y ocho años de edad. Juan Yust, con Benito Garrido (Villaviciosa) y Jose Gómez (Gallito 1), fueron los tres banderilleros que formaron la primera cuadrilla permanente de Rafael el Grande.

JUAN YUST


A principios del siglo XIX en la barroca Sevilla nació, en el famoso barrio de San Bernardo, un niño que respondía al nombre de Juan Yust. Despierto, con ambición, talento y manifiestas cualidades que dejaba sentir con plena generosidad. Asistente cotidiano al corralón del matadero de la capital andaluza, ahí, ante el mejor maestro, ejercitó la práctica de todas las suertes del toreo y muy pronto, su tío, experto banderillero, lo ingresó a la cuadrilla del capitán Juan León y Antonio Ruiz. Se placeó, según el argot taurino, en escenarios de las regiones de Andalucía y Extremadura. Estas actuaciones le sirvieron para ir corrigiendo los defectos técnicos que poseía.
Su intuición lo hacía destacar y se convierte, de golpe y porrazo, en el consentido del propio maestro Juan León. Debuta en Madrid En el calendario de 1829 se presenta como banderillero, ante la siempre temible afición de Madrid, con indudable éxito en sus participaciones. Y el capitán Juan León lo lleva a los cosos de Mérida, Badajoz y Jerez de la Frontera. Fue en esta plaza donde se le concede un toro y Juan Yust sorprende a tirios y troyanos, matándolo de un estoconazo en la difícil suerte de recibir. Con inteligencia, este diestro, en cuanto se abre la escuela taurina de Sevilla, sacrifica sus ajustes de la temporada con el deseo de tomar clases de la célebre academia y adquirir los sabios consejos, la sobria enseñanza del maestro Pedro Romero y la hábil -con cierta maña- de Jerónimo José Cándido. Al correr de los años, Juan Yust va consolidando su prestigio y cualidades como torero.

Lo dejó de ver algún tiempo Juan León, el capitán de cuadrillas que queda asombrado, en 1838, cuando lo observa actuar en el coso de la plaza del Puerto de Santa María y esboza con sencillez su opinión tras esa actuación: "Está hecho Juan todo un matador de toros". En las campañas de 1839 y 1840, Yust se sitúa en la cumbre. Sí, todas las empresas de España se disputan al nuevo valor del espectáculo que a toda costa desean enfrentarlo con una figura de la talla, solvencia y jerarquía como la de Francisco Montes Paquiro. Recuerda el tratadista Velázquez y Sánchez, que entre los muchos rasgos de valor que exhibió en su corta y brillante trayectoria dentro de la problemática profesión del toreo, se encuentra la siguiente anécdota: "En cierta corrida, en el año de 1840, al pasar Yust de muleta a su primer toro, le advirtieron los del tendido que se le habían soltado los cordones de los machos del calzón, y delante de la misma cara de ejemplar dejó espada y muleta en el suelo, se ajustó los cordones, apretando sus lazadas, recogió calmadamente los trastos de matar y, citando al burel cambiado, se lo pasó por delante, echándolo a las tablas en un alarde que provocó los mayores aplausos del público asistente". En pleno poderío Las hazañas del valeroso sevillano se cantaban con elogios sin medida por todo el suelo de la península ibérica. Tomó la alternativa en Madrid el 4 de abril de 1842 y se la confirió Roque Miranda. Y simplemente... ¡Llegó, vio y venció! El entusiasmo de los conocedores aficionados madrileños fue de tal dimensión, extraordinario puede apuntarse, que llegaron a arrojar coronas de laurel al ruedo, rendidos ante esa demostración de torerismo que ofreció, sin reserva alguna, este predestinado diestro.
Un episodio que muy pocos han vivido a lo largo de la historia de la fiesta brava, de la locura e intensidad que experimentó Juan Yust. Los revisteros de la época se desbordaron en sus conceptos, considerándole todos como la única figura del toreo que podía equipararse al gran Paquiro. La campaña de ese año, simplemente, fue notable. Los éxitos menudearon en todas las plazas del suelo hispano. Era un torero que daba la impresión de ser imprescindible en la confección de cualquier cartel que se ofreciese con el sinónimo de redondez y jerarquía. O sea, Juan Yust estaba en plena época de poderío taurino, cuando podía con todo, alternantes y toros. La gente le rendía tributo a su consistencia y se le catalogaba como un fuera de serie. Sin embargo, qué lejos estaba el torero de los designios del destino, no de su halo de infortunio en el ruedo, pues los toros poco lo tocaban. En 1842 concluyó su vida, tras una temporada pródiga en satisfacciones y la más prometedora de su trayectoria. Si a Juan Yust se le hubiese dado a elegir, sin duda que la decisión, con real vehemencia, habría sido morir en las astas de un toro, en un coso y ante la admiración del conglomerado. No fue así. El día 4 de septiembre de esa impresionante campaña, pasó a la leyenda. Después de torear, por la noche, fue atacado por un violento colico. La ciencia médica fue impotente y el torero del barrio de San Bernardo murió en la madrugada del día 5 en Madrid por un capricho, que se antoja incompresible, que le marcó el destino en plena madurez, poderío y gloria.

martes, 19 de agosto de 2014

ENRIQUE VERA GARCÍA

Miembro más destacado de una dinastía torera local, aunque afincada en Valencia: hijo de Enrique Vera, Tesorillo de Granada; hermano, padre y tío de matadores de toros. Tomó la alternativa en Jaén el 26-X-1952, de manos de Manolo Vázquez y con César Girón de testigo, toros de Ruiseñada. 

Se confirmó en Madrid el 21-VI-1953; de padrino, Manuel Carmona y Jerónimo Pimentel, de testigo, toros de Arranz. Fue protagonista e interprete en diferentes películas de tema taurino: ”El niño de las monjas”; “El último cuplé”, con Sara Montiel; “Tarde de toros”, con Domingo Ortega y Antonio Bienvenida. Retirado varias veces, participó por última vez en una corrida de toros en marzo de 1987, en Valencia, en la alternativa de su sobrino Juan Carlos Vera.Falleció en Madrid, donde residía, el 19-2-1993 de infarto. 


Sus cenizas fueron esparcidas en La Albufera de Valencia. Su hermano Antonio también fue torero. Su hijo Enrique fue novillero. Su hijo Enrique llegó a torear con los del castoreño. Estaba casado con la popular sastra de toreros Isabel García.

MARIO CARRION


Mario Carrión Bazán (1933), sevillano del barrio de la Macarena, se crió oyendo hablar de toros y viendo torear de salón a sus primos Pepín, Manolo y Rafael Martín Vázquez, todos ellos matadores de toros, como también lo fue Manolo Carmona, al que le unían los mismos lazos de parentesco.
Junto a los hermanos Martín-Vázquez se le despertaron a Carrión sus ilusiones de hacerse torero, y en Pepín, siempre tan apartado del mundanal ruido taurino, encontró su primer valedor, un consejero en el que, al principio, se miró como en un espejo. Como torero, Mario fue una interesante mezcla de artista y valiente, muy variado con el capote (siempre hacía muchos quites, lo que no agradaba a sus compañeros), estilista con la muleta y, según soplaba el viento, excelente estoqueador.Sus momentos más brillantes los alcanzó como novillero.
En los años 1952 y 1954 abrió la Puerta Grande de Las Ventas, de manera que durante varias temporadas tuvo un excelente cartel en la plaza madrileña, en la que toreó con frecuencia. Muy castigado por los toros (recibió nueve cornadas, alguna muy grave), y pasados los años de torero, emigró a Estados Unidos (se había casado en Quito con una norteamericana), país en el que trabajó como profesor de español durante treinta años. Mario Carrión debutó con picadores en Tánger el 18 de julio de 1952, con Juan Belmonte Fernández y Antonio Vázquez. Y menos de un mes después, el 14 de septiembre, se presentó en Las Ventas, alternando con Joselito Álvarez y Braulio Lausín (hijo). De ese día, el crítico Barico escribió en la revista El Ruedo: “Torea bien Mario Carrión.Muleta en mano tiene tratamiento de excelencia, y lo que hizo con la espada no hay, al menos yo no lo conozco, quien lo mejore. Si sigue matando como mató el domingo, diremos, con razón, que ha vuelto el clasicismo a los ruedos españoles.Otra cosa que hay que elogiar en el pariente de los hermanos Martín-Vázquez es el valor”.


La temporada siguiente tenía firmadas muchas novilladas, pero no las toreó todas porque pasó varias veces por el quirófano. Incluso, en cuarenta días sufrió cuatro cornadas. Reapareció sin estar repuesto y, al año siguiente, prácticamente tuvo que comenzar de nuevo. Pensando en ganar cartel para la alternativa, el 1 de agosto de 1954 volvió a Madrid, repitiendo salida a hombros. En esa ocasión compartió cartel con Miguel Montenegro y Manolo Segura.Sobre este otro festejo, Barico escribió en la misma revista: “Me sigue gustando el garbo torero de Mario Carrión, aunque triunfen ahora por esas plazas los alardes de los tremendistas del toreo. Sus lances fueron largos, suaves y mandones; lances pintureros y alegres, además. La faena que cuajó en el primero, pródiga en naturales, fue hecha bajo el signo del valor. El cuarto no era bravo, pero Carrión como a bravo lo toreó.Eso de torear a un astado soso y nada codicioso como a un bicho de bandera sólo pueden hacerlo los grandes toreros”.
Ya con más mucha fuerza, accedió al doctorado el 30 de mayo de 1955 en Cáceres, con Jumillano y Pedrés como padrino y testigo de la ceremonia. Confirmó en Madrid el 8 de abril de 1956, con Victoriano Pasada y Luis Parra “Parrita” de compañeros, y junto al rejoneador Manuel Conde, que lidió el séptimo. Los toros de a pie fueron de Celestino Cuadri, ganadería que ese día tomó antigüedad.Su última actuación en Las Ventas fue en 1957, con reses de Escudero Calvo, luego Victorino Martín.Pronto se marchó a América, donde, además de seguir toreando bastante, encontró el camino que iba a marcar su vida futura.
Ya casado y apartado de los ruedos, se instaló en Baltimore, licenciándose en la Universidad de Maryland en literatura y sociología. Trabajó como profesor de español hasta, finalmente, convertirse en jefe del departamento de idiomas. Como periodista fundó y fue el editor de una revista de cultura hispana.Y allí sigue, en Baltimore, pendiente de la temporada, escribiendo de toros en internet, difundiendo la Fiesta en Estados Unidos y visitando regularmente España, normalmente durante la Feria de Abril.
(Artículo escrito por José Luis Ramón y publicado el 4 de diciembre del 2007 en la revista taurina española 6TOROS6 en la sección SABER DE TOROS)

JOSE MARIA RECONDO

José María Recondo Rementeria nació en San Sebastián el 25 de febrero de 1931. Como quiera que su padre le llevara de pequeño a algunas corridas, Recondo puso todo su afán en aprender el oficio de torero. Se vistió de luces por primera vez en Vergara el 17 de mayo de 1948, obteniendo un gran éxito lo que le valió para prodigarse en plazas de su provincia natal como Eibar, Azpeitia, Cestona, Tolosa y otras, pero fue en Zaragoza donde tuvo mejor cartel y en el coso aragonés fue donde debutó con caballos. Su debut en Madrid se produjo en una novillada el 5 de julio de 1953 con Mario Carrión y Manolo Cascales y novillos de Moreno Yagüe. Fue una presentación brillante que se acompañó del corte de una oreja. En la Maestranza de Sevilla debutó el 19 de septiembre de 1954 con Manolo Segura y Juanito Gálvez. Fue la suya una carrera novilleril larga, como entonces era la norma.

                                              

En la temporada de 1955 torea tres novilladas, una de ellas en San Sebastián y allí recibe una cornada grave. Tomó la alternativa en la plaza de triunfos: Zaragoza. Antonio Bienvenida, en presencia de Chicuelo II, le cedió el toro Canadillo, de Atanasio Fernández el día 19 de mayo del citado año 1955. Hasta el 16 de septiembre de 1956 no confirmó este doctorado en Madrid. En esta ocasión de padrino Juan Bienvenida y de testigo Alfonso Merino, los toros fueron de Flores Albarrán. Fue una corrida con historia, debido que el padrino también confirmó su alternativa de manos del citado Merino. Su carrera como matador de toros fue corta. Apenas toreó una corrida en 1957, siete en 1958 con un triunfo en Las Ventas y tres en 1959 que fue la última de su carrera. Ese año participó en La Malagueta en una corrida a plaza partida, alternando con Carlos Corpas y Manolo Segura, mientras que en la otra mitad de la plaza, actuaban los novilleros Pepe Ortiz, Luis Rodríguez y Pepe Cisneros.

                                         

Siguió en el mundillo taurino como apoderado cuando ya tenía su residencia en Torremolinos. Se inició con Baldomero Martín 'Terremoto' y luego hizo figuras del toreo a Miguel Márquez y a Antonio José Galán. También dirigió las carreras de Rafael de Paula, Pepín Jiménez, Curro Cruz y otros muchos espadas. En su etapa más reciente fue apoderado del malagueño Juan José Trujillo. Recondo era un torero de gran sensibilidad. Lo más célebre de su tauromaquia fue la media verónica que instrumentaba con un arte especial que recordaba a las de Belmonte, hasta el punto de que fue considerado por algunos como el Belmonte vasco. Además de su afición, era un hombre de gran cultura y fino sentido del humor. Decía que era «millonario en anécdotas». Solía comentar que cuando empezaba a torear alguien contactó con Juan Belmonte y abordó al legendario trianero para decirle: «Maestro hay un chaval vasco que torea igualito que usted. La misma compostura, el mismo aire... quiero que lo vea». Tanto insistió, que Belmonte accedió a verlo. Apoyó su mentón en el burladero y contempló a Recondo. Al poco tiempo se volvió y dijo: «Pero ¿tan mal toreo yo?». Fallecio el 25 de Diciembre de 2006.

viernes, 15 de agosto de 2014

MARCELO UREÑA


Marcelo Ureña persona recta, juiciosa, enemigo de juergas y francachelas, condición que le atrajo la simpatía de los jefes de lidia, apreciadores de sus excelentes servicios. Diestro inteligente, con facultades y dominio del arte, fue poco castigado de los toros, y en su larga carrera profesional, de cerca de cinco lustros, fueron escasos los percances de alguna categoría sufridos en la luchas con los astados. Uno de sus biógrafos —que le vio torear— decía en una breve Semblanza: «Banderillero mediano, que ha trabajado en varias Plazas, hasta que en 1868 se retiró del toreo. Hombre muy compuestito y formal, ha sido consecuente en sus compromisos apreciado por su trato particular. Murió en Madrid, a los sesenta y cinco años de dad, el 12 de agosto de 1866, siendo portero de los Viveros de la Villa.» No pisó terreno firme el escritor en cuanto a fechas se refiere, pues no son ciertas las que señala como de su retirada y muerte. Ofrecemos a los lectores unos breves apuntes biográficos de este lidiador. según datos que finaran en nuestro archivo.
Marcelo Ureña vio la luz en Madrid el año de 1821. Por el año de 1840 comenzó el aprendizaje de la profesión taurina, por la que sintió verdadera vocación, tal vez por oír la voz de la sanare, y/ qué le unía algún parentesco con el notabilísimo banderillero Gregorio Jordán, quien le protegió en sus comienzos, y de quien recibió las primeras lecciones del arte a que le inclinaban sus entusiasmos. El padre de Marcelo era totalmente opuesto a que el muchacho cultivase tales aficiones, y en vista de que ni los castigos, ni contundentes y reiteradas razones dieran el resultado apetecido, intervino jordán en el asunto, diciendo al pariente que tomaría al joven por su cuenta, y si veía que reunía aptitudes para el oficio, le enseñarla a torear, desengañándole en caso negativo.
La prueba dio resultado: Gregorio Jordán opinó que Marcelo reunía condiciones para vivir del toreo con mayor provecho que el oficio manual a que el autor de sus días pretendía inclinarle. Unido a los banderilleros madrileños de menor categoría comenzó a torear en las novilladas de los pueblos de la provincia madrileña, y con el banderillero y matador de novillos Pedro Pórraga hizo su primera salida a las Plazas levantinas en 1844-45. Toma parte después en las novilladas madrileñas de los años siguientes, y recomendado por Matías Muñiz a don Julián Javier, empresario de las Plazas de Madrid y Aranjuez, en el año de 1851, este señor, a quien agradó la modestia, sencillez y buen deseo del artista, le contrató para sus corridas en calidad de peón de brega, para) agregarlo a los matadores que salían sin cuadrilla completa, y con obligación de banderillear cuando lo indicase el jefe de lidia o el espada en cuya cuadrilla fuese agregado. —¿Qué asignación hemos de ponerte? —La que usted disponga, don Julián, y muy agradecido, pues voy a torear con espadas antes de lo que soñaba. —Bien, hombre, me agrada tu sinceridad —le dijo el empresario.
Matías gana quinientos el «Regatero», los Usa, Bustamante y otros varios están ajustados en cuatrocientos. —Pues, como yo no puedo aspirar ni a eso le parece a usted, me pone doscientos y conforme, —No, eso sería rebajarte demasiado; cobro,trescientos reales por corrida. Y en esa suma quedó fijada la retribución que había de percibir el nuevo banderillero de toros en su primer año de actuación como tal. Tomó Parle eh las corridas de Madrid de dicho año 1851, siendo agregado, generalmente, a la cuadrilla de Cayetano Sanz, que sólo tenía dos peones fijos: Angel López, «el Regatero», y Domingo Vázquez. No banderilleó en las primeras corridas , rompiendo el fuego en la de Aranjuez del 22 de junio, en la que de segundas con Manuel Bustamante. «la Pulga», pareó el toro «Aldinegro», de Fuentes, que mató Julián Casas, «el Salamanquino». Gustó al empresario la valentía, la decisión frescura con que el madrileño cumplió su cometido, y recomendó a Cayetano Sanz facilitase la labor del diestro, permitiéndole banderillear, lo que realizó gustoso el espada, y Marcelo pudo alternar con, su protector amigo Pablo Herráiz, pareando en Madrid el 7 de julio los toros «carcelero» (retinto) y «Rebollo» (castaño), de Ginés, ganadero madrileño.
Repitió su actuación en la corrida del 15 de septiembre. en la que de Pareja con Domingo Vázquez pareó muy bien. al toro «Gavilán» (cárdeno), de Romero Balmaseda. Desde este año, su presencia en el ruedo de la Corte es constante, unas veces como rehiletero de toros; otras de novillos, y temporadas en que dura la tarea lo que la temporada completa, pues la afición veía con simpatía en el ruedo a un modesto lidiador, que sabía cumplir con su deber. Y así siguió el curso de su vida profesional, hasta que escaseándole las facultades solicitó un empleo en el Ayuntamiento, y obtenido, se retiró de la profesión al finalizar la temporada de 1870.

martes, 12 de agosto de 2014

RAFAEL BEJARANO MARTINEZ "PATATERILLO CHICO"


Nace en Córdoba el 7 de octubre de 1883 en el barrio del Matadero Viejo en la calle de Molinos Alta transversal a la que viviera "Lagartijo". Muere el 26 de octubre de 1964.
Fue un banderillero conocedor de su oficio a carta cabal, pues tenía hechura y derrochaba cualidades toreras. Su padre fue hermano de “Torerito” y por parte de su madre sobrino del insuperable rehiletero “Patatero”, de ahí le viene el nombre de “Pataterito Chico”, también llamado popularmente "El Niño Isabel". No terminó su estirpe torera en él, pues sus hermanos también estuvieron metidos en el mundo del toro como banderilleros: Mariano Bejarano Martínez "Niño de la Merced" o "Moreno de la Merced", el que fuera a torear a Roma en el año 1923 junto a otros toreos codobeses como Diego Hornero Santiago "Chatín", Francisco López Parejo "Parejito" y Fermín Muñoz González "Corchaíto"; Antonio Bejarano, conocido por "El Chiquito Bultos"; Manuel y Francisco Bejarano, ambos apodados "Carriles", pero el que llegó a tener verdadera fama pupular fue José Bejarano Martínez "Pepe Olla".


Quiso ser matador de novillos pues a los diecisiete años intervino en alguna becerrada, pero pronto se decantó en clavar los palos como su tío. Fue cumplidor y aplaudido por el público, actuando a las ordenes de “Corchaíto”, Manuel Rodríguez Sánchez "Manolete" (Padre) por espacio de cinco o seis temporadas. Asimismo actuó con el mejicano, Rodolfo Gaona, Manolo “Bombita”, “Cocherito de Bilbao” y con José Flores González "Camará". Igualmente estuvo en corridas esporádicas con Rafael González Madrid "Machaquito", Rafael Gómez “ El Gallo” y Curro Martín Vázquez y otros más.
Se retira como consecuencia de un padecimiento reumático en 1922 actuando en la plaza de Cabra el 24 de junio a las ordenes de "Camará", alternando con Juan Luis de la Rosa con lidia de ganado de González Nandi. Desde entonces "Pataterillo Chico" vivió apartado de los ruedos y se dedicó en su casa del barrio a regentar un pequeño negocio de comestibles atendiendo con su esposa amablemente a la clientela
"Pataterillo Chico" continuó siendo un torero en la calle, pues gustaba vestir a lo clásico al lucir castizamante sus prendas, como antaño llevaban los toreros. Se le veía por Córdoba con traje negro, camisa blanca con encajes; en invierno con la capa bordada y el sombrero de ala ancha llevado con garbo y elegancia, con un estilo propio difícil de imitar que asombraba a cuantos se cruzaban con él.
Terminó sus días en el barrio que le viera nacer. Tenía la costumbre de ir a la Ermita del Pretorio a rezar, al Cristo, por el alma de su hijo que lo mataron en la Guerra Civil. Iba siempre con su estilo clásico y las mujeres del barrio decían:

-Ya viene el pobre Rafael a rezar por su hijo, que en paz descanse.

lunes, 11 de agosto de 2014

RAFAEL OBISPO "MAERA"


El Cordobés Rafael Obispo Manjón, «Maera», puede decirse que fue un torero de vida accidentada. Su carácter inquieto le llevó varias veces a «cruzar los mares», sus carnes supieron del dolor de las cornadas, y aunque sólo sea por lo que su historia tiene de curiosa, aunque en su aspecto profesional como rehiletero no adquiriese demasiado relieve. Pero «Maera» supo «ir» con decisión a aquel toro de antaño y permanecer en activo hasta la edad de sesenta y seis primaveras. Lo cual no puede negársenos que también representa un mérito indiscutible. Rafael Obispo Manjón nació en Córdoba el 4 de marzo de 1888, en los primeros altos de su vida, se dedicó al oficio de carpintero. De ahí proviene su apodo. Era la época en que en Córdoba todos los muchachos querían ser toreros. «Maera» fue a las capeas con los chavales de su edad. Entre ellos estaban los célebres «California» y «El Pavo». Llegó a torear en algunos festejos, pero no conseguía su aspiración de destacar en la profesión. Corrían los años, y nuestro hombre ya había cumplido veinte cuando decidió «volar más alto». Y emigró de Córdoba. —Cierto día —me dice— salió de su casa para el taller de carpintería..., y volvió a los tres años. Se fue como polizón en un barco a Caracas (Venezuela). Sería por el año de 1913. — ¿Hizo suerte allí? —Tomo parte en varias corridas de toros a las órdenes de Rodolfo Gaona, Sánchez Mejías, «Celita», «Alcalareño» (padre), «Zapaterito» En 1916 regreso a España entonces ingreso en la cuadrilla de Enrique Rodríguez, «Manolete II». 

Plaza de toros que se improviso en Roma

Y toreo a las órdenes de muchos espadas. La temporada de 1919 fue a México con «Manolete II»; los años de 1921 y 1925 toreo en Guatemala y otros Estados, y en 1932 fue a Brasil, donde toreo la corrida inaugural de la Plaza de Porto Alegre, en la que actuaron Alejandro Sáez, «Ale» y el cordobés Rafael González Laguna sobrino de «Machaquito». En el año 1926 fue con los espadas Francisco López, «Parejito», de Lucena (Córdoba), y «Corchaíto» (hijo), de Córdoba, y los banderilleros Mariano Bejarano, «Moreno de la merced»; Diego Hornero, «Chatín», y “Maera”, todos también cordobeses fueron a torear a Italia, torearon en una Plaza portátil que se montó en Roma, y en otras ciudades se improvisaron los cosos taurinos en los estadios deportivos. A una de la, corridas celebradas en Roma asistió Mussolini. «Parejito» le brindó uno de sus toros, y le entregó la montera, naturalmente. 


Pues cuando volvió a recogerla le dijeron que el Duce quería quedarse con ella como recuerdo. Mas como no se había llevado más montera que aquélla, tuvo que negarse al requerimiento y rogarle que se la devolviera. A lo largo de su dilatada vida profesional sufrio percances que fueron muchos y graves. En Torreón (México) en el muslo izquierdo; en Córdoba, otra, en la ingle, en Pozoblanco también en la ingle; en Andújar, en la boca. .. «Maera» murió con más de 60 años en Córdoba donde se jubilo como conserje del matadero municipal.

jueves, 7 de agosto de 2014

JOAQUIN PAREJA OBREGON


Caballero rejoneador español, nacido en Sevilla en el primer tercio del siglo XX. Además de ostentar el título nobiliario de conde de Prado Castellano, pertenece a una saga familiar de indudable solera taurina: es sobrino de la señora viuda de Concha y Sierra (criadora de reses bravas), hermano del matador de toros Juan de Dios Pareja-Obregón, y tío del también torero Martín Pareja-Obregón Pol, hijo de su citado hermano. 
Impulsado por su innata afición, siguió el ejemplo del célebre torero ecuestre Álvaro Domecq Díez y se lanzó a los ruedos para torear a caballo, aunque sin la intención de convertir el noble arte del rejoneo en su principal actividad profesional. Sobrado, además, de recursos económicos, destinó todos los ingresos procedentes de sus actividades taurinas a obras benéficas.

MANUEL LAGARES


En todo tiempo pisaron los ruedos directores de lidia celosos del cumplimiento de su deber y atentos a la gran responsabilidad de su cargo. En todo tiempo hubo jefes de cuadrilla que se hicieron respetar, evitando el desorden y cuidando de que cada subalterno ocupase su lugar en todos los momentos de la lidia, alejando, con plausibles y acertadas medidas, el riesgo inherente de la fiesta de toros. Famosos, famosísimos fueron antaño, en el siglo XVIII, los oportunos quites del gran Pedro Romero. A la energía y celo desplegados por José Romero, se debió que no ocurriesen nuevas tragedias en la Plaza madrileña la infausta tarde del 11 de mayo de 1801. Las acertadas disposiciones de Antonio Ruiz, "el Sombrerero"; de Francisco Montes, "Paquiro", y las de Luis Mazzantini, muy posteriormente, evitaron infinidad de seguros percances, y por último, la estupenda colocación en el ruedo, la gran atención prestada a todos los momentos de la lidia por el simpático espada toledano Ángel Pastor fue el origen de aquellos oportunísimos y admirables quites, salvadores de compañeros en peligro, quites presentados como modelo por los escritores de su tiempo y que le dieron tanta o mayor fama que la alcanzada como matador de toros.

Por desgracia, no siempre hubo en la Plaza diestros que supieran prever contingencias desagradables, y el resultado fue, en verdad, bien funesto, ya que dieron ocasión a muertes, posiblemente evitables, cual las de Manuel Parra y Roque Miranda, y a cogidas de fatales desenlaces a no larga fecha, como ocurrió con la del banderillero sevillano Manuel Lagares, de quien hoy vamos a ocuparnos. Nació el infortunado lidiador, en la ciudad de la Giralda, el año de 1846. Desde que cumplió los diecisiete de su edad abandonó el oficio en que venía trabajando desde los doce que terminó la primera enseñanza, y con el hondo pesar de su pobre madre, recién enviudada, se aplicó a la actividad taurina con todo el ardor y entusiasmo de la juventud ilusionada. Con José Manzano, "el Nili"; Gerardo Caballero, José Machio y otros novilleros y aficionados hizo sus primeras campanas en las provincias de la baja Andalucía, distinguiéndose por su valentía y la habilidad con que manejaba el capote y .'os palos. No se curaban en esto solo sus anhelos, ensayó sus aptitudes como matador, y unos éxitos logrados en las Plazas de El Ronquillo y Constantina le facilitaron la entrada en la de Sevilla, en cuyos carteles vio su nombre, con la alegría que es de suponer, para la novillada del 18 de junio de 1871, en la que tuvo por compañeros a Fernando Gómez, apodado entonces "Gallito Chico", y a un tal don José Bermejo —aficionado más que profesional—, los que habían de estoquear reses del novel ganadero Latfitte, que aun no había lidiado su ganado en Madrid.

Regular fue el trasteo que el novel lidiador empleó con su primer novillo, al que dejó para el arrastre con dos estocadas cortas y otros tantos pinchazos, faena de mejor voluntad que lucimiento, y por la que escuchó a la vez aplausos y muestras de desagrado. Esperó con impaciencia la salida de su segundo, en el que se propuso estrecharse y arrancar unánimes palmadas, pero la fatalidad, la triste fatalidad, inseparable de la vida profesional de este torero, hizo que en segundo lugar le correspondiese un bueyancón resabiado, con la edad pasada, y de tanto sentidr, que resultó punto menos que ilidiable, sobre todo por gente joven y de escasos recursos profesionales La faena realizada con la muleta y el estoque fue un verdadero desastre, y para que nada faltase, al saltar el toro la barrera despidió el estoque, el que cayó en el tendido y se le clavó en una pierna a un espectador, hiriéndole gravemente. En vista de tal resultado, Manuel Lagares desistió de continuar como matador, y de banderillero trabajó, sin cuadrilla fija, con novilleros y matadores de. cartel, haciéndolo con alguna frecuencia con el señor Manuel Domínguez. Vino a Madrid como subordinado de Manuel Carmona, "el Panadero", haciendo su primera salida el 4 de junio de 1876, y en turno con "Manolín" y el "Ciudadano" pareó los toros "Corredor", negro, y "Ceacero", jardinero, de Laffitte, que estrenaba sus reses en la Corte. Valiente, pero poco lucido en estos toros, logró un éxito al parear con uno de frente, a toro parado, al morucho de gracia, el que le persiguió hasta las tablas.


En las cuatro corridas que Lagares toreó aquí dicho año no hizo faenas de mérito extraordinario, pero logró captarse las simpatías por su modestia y voluntad. Con el espada sanluqueño Manuel Hermosilla volvió a Madrid en la temporada siguiente, la de 1877, que le había de ser bien infortunada. Había pareado, regularmente, en la tercera corrida, 10 de mayo, al toro segundo, "Guerrero" cárdeno, de Veragua, como todos los de la tarde, y estimulado por ios aplausos que el público tributó a los hermanos Del Campo (José y Manuel), que habían practicado, respectivamente, las suertes de salto al trasouerno y quiebro de rodillas, pretendió demostrar que también él sabía ejecutar toreo de adorno, por lo que a la salida del toro quinto, "'Miserable", negro bragado, chorreado, se dispuso a dar el salto de garrocha, muchas veces ejecutado con éxito en corridas de provincias. Tomó la vara del picador Emilio Bartolesi, fuese solo y despacio hacia el animal, verificóse él encuentro en el centro del anillo, clavó en el suelo la puya y dió el salto; no midió con precisión el terreno, cayendo al lado derecho del animal que se revolvió y cogió al diestro. Lo más probable es que hallándose un peón estratégicamente colocado, hubiese evitado la cogida avisando al toro con el capote; pero ni el director de lidia, ni diestro alguno, se había preocupádo de que podía ser cogido el compañero en suerte tan expuesta, y el resultado no pudo ser más lamentable, ya que el pobre Lagares sufrió los derrotes del enfurecido animal, sin tener a su lado inmediatamente un solo capote que le hiciese el quite. Es cierto que nadie tuvo la culpa de la cogida; pero no lo es menos que los matadores pudieron preverla y hasta evitarla.
Cogida de Lagares al saltar con la garrocha.

El pobre banderillero soportó en la enfermería y hospital dolorosas operaciones quirúrgicas, pasó una semana entre la vida y la muerte, y durante el mes y medio que duró su estancia en el benéfico establecimiento los diestros y pueblo madrileños le dieron inequívocas pruebas de su interés y condolencia. En el mes de agosto siguiente reanudó sus actividades profesionales, inaugurándolas, como novillero, en Sevilla, el día 12, donde estoqueó reses de Laffitte. con "el Cirineo", y Julián Sánchez; fue luego a Ríotinto, donde estoqueó moruchos el 14 y 15; banderilleó toros en Cáceres, el 19 y 20, y el 21 mató novillos en la misma Plaza en unión de "el Barbi". Volvió a Madrid el 27 para alternar con Francisco Sánchez en la muerte de unas reses de Joaquín Rodríguez, de Sevilla, escuchando palmas al matar el toro "Cabrero", negro, único que pudo estoquear, pues los dos restantes volvieron al corral por su mansedumbre, y no fueron sustituidos. Este día tuvo un rasgo simpático, cedió Íntegros sus honorarios a beneficio del hospital, donde tan perfectamente había sido atendido cuando su cogida. Siguió la racha de percances, aunque leves, por fortuna, en Murcia el 8 de septiembre y en Alcázar el 15 siguiente, terminando la temporada con una gran debilidad que perturbó un poco sus facultades mentales. A principios de 1878 entró en la cuadrilla de "El Gordito"; se disgustó con éste por motivos particulares, y fue despedido de la cuadrilla, lo que exacerbó su enfermedad mental. Debía trabajar con "Frascuelo" en Sevilla el 20 de junio de este año 1878, pero reconocido por el médico de la Empresa le fué negado el permiso. En la tarde de este día. Lagares, que era soltero y vivía con una hermana, mandó a ésta a un recado; en cuanto se vio sólo cogió una navaja barbera y se dio un tajo en el cuello, hallándole la hermana, a su regreso, muerto sobre un gran charco de sangre. Esta fue la infortunada vida profesional y muerte del simpático banderillero sevillano Manuel Lagares.

HERMENEGILDO RUIZ MENDOZA, "EL CHAVAL"



Nació en Toledo el 13 de Abril de 1866. Perteneció á la cuadrilla del Tortero y toreó muchísimo en Madrid en novilladas. Banderilleó por primera vez en corrida formal en Madrid, en la de 7 de Julio de 1889, en la cuadrilla del Tortero, que aquella tarde tomó la alternativa. En la novillada de 3 de Abril de 1892 fue cogido al. saltar con la garrocha un toro de D. Faustino Udaeta, anunciado, por cierto, en carteles como de D. Isidro Esteban, resultando con una cornada en la región lumbar izquierda, que complicada con una pulmonía debida a una imprudencia del herido al cambiarse de ropa interior durante el proceso de la curación contra la opinión del facultativo, le causó la muerte en el Hospital de la Princesa de la corte, en 19 de Abril de 1892. Vestía traje verde con plata.

Para dar el cerrojazo a las novilladas de la Cuaresma de 1892 en la Plaza de Madrid, se verificó una función el día 3 de abril, en la que se lidiaron seis toros de don Félix Gómez y dos de don Isidro Esteban, ambas ganaderías de Colmenar, y actuaron como matadores Juan Gómez de Lesaca, Cándido Martínez, Mancheguito; José Rodríguez, Bebe Chico y Joaquín Pérez, Pechuga. Formando parte de la cuadrilla de Bebe Chico salió el banderillero toledano, de muy excelentes disposiciones, Hermenegildo Ruiz, el Chaval, quien clavó al toro tercero de la tarde un par muy bue-no que le valió muchas palmas. Alentado por éstas o llevado por el buen deseo de hacer cosas más lucidas, a poco de salir al ruedo el séptimo toro, de los de Esteban, se dispuso a efectuar el clásico y tradicional salto de la garrocha. El bicho había salido con muchos pies, pero El Chaval había dejado transcurrir más tiempo del necesario, y aquél se quedó al elevarse el diestro para saltar, de donde resultó que fue a caer no por la cola, sino en la misma cara del astado, el cual, al meter la cabeza, le enganchó por el costado izquierdo, le arrojó al suelo y volvió a cornearle. sin que nadie pudiera evitarlo. Conducido a la enfermería, le fue apreciada una cornada grave en la región lumbar. El toro fue estoqueado por Bebe Chico. Hermenegildo fue trasladado al Hospital Provincial y allí falleció a las pocas semanas, a consecuencia de una neumonía que se le presentó cuando estaba en curación la herida que sufriera. Después vino a resultar que el toro causante de la cornada no era procedente de la ganadería de don Isidro Esteban, sino de la de don Faustino Udaeta. He aquí cuatro subalternos que, sin haber alcanzado positiva fama, pasaron a la historia por el fin dramático que tuvieron. Los cuatro desoyeron el canto de la sirena negra, que tanto horror inspira a muchos seres porque ninguno de ellos sintió las inquietudes que dicta la ambición. En su modesta esfera acaso no sintieron nunca el temor de morir ejerciendo sus actividades; pero el destino. que tanto relieve presta en ocasiones a ciertos individuos para sacarlos de la vulgaridad ordinaria de los excesos humanos, les arrastró a ser víctimas del toreo.



miércoles, 6 de agosto de 2014

VALENTIN MARTIN LORENZO



El 26 de Febrero de 1935 falleció en Madrid, recién cumplidos los ochenta y dos años, el que fue famoso banderillero de Frascuelo  y más tarde matador de toros, Valentín Martín Lorenzo. 
El finado había nacido en Torrelaguna el 14 de febrero de 1854, y después de ser carpintero en los talleres del Mediodía, comenzó a acudir a las capeas, con el afán de ser torero, ilusión que no amenguaron las palizas que le prodigaban los novillos. Actuó de banderillero en cuadrillas de tercer orden, y en el año 1877 ingresó en la de Frascuelo, donde cosecho grandes triunfos. Pero virio Guerrita como banderillero de Fernando, el Gallo, y concluyó con todos los que entonces gozaban el favor del público al banderillear en terrenos que nadie se había atrevido a pisar. Valentín Martín, que noblemente compitió con Rafael Guerra, sufrió por ello graves percances, y entonces Frascuelo le ofreció hacerle medio espada  lo que cumplió matando Valéntin los séptimos toros en diversas plazas, hasta que el 14 de octubre del 83 le dio la alternativa Currito, cediéndole el toro Porquero, de la vacada de D. Anastasio Martín. Fue a Méjico con Mazzantini, traspasando a éste su antigüedad, y después toreó en París y en diversas plazas de la República francesa. El año 70 contrajo matrimonio con doña Lorenza Martínez, y el último toro que pasaportó fue Batteno, de D. Vicente Martín, el 28 de marzo de 1898, en Madrid. Fue luego asesor de la antigua plaza de Madrid, y hasta escribió un proyecto de reglamento de la fiesta de toros, que tenía muchas cosas aceptables. Gran amigo de Vicente Pastor, fue contertulio suyo en el café Universal hasta que se retiró de la vida  activísima que llevaba.                                                                               

martes, 5 de agosto de 2014

JOSE CREUS "EL CUCO"


José Creus fue un torero que, si no rindió a la Tauromaquia el tesoro inapreciable de un arte excepcional, ni añadió al ejercicio. de la profesión cosa alguna que le permitiera alcanzar fama inmarcesible, fue en su condición de subalterno una honrada actividad, que obtuvo en cierta época el beneplácito de todos los aficionados. El apodo «Cuco» es muy antiguo. El primero en ostentarlo fue un banderillero llamado Francisco Azucena, víctima del toreo por la cornada que con fecha 5 de junio de 1940 recibió de un toro del duque de Veragua en la Plaza de Madrid; pero quien le dio toda la notoriedad apetecible fue Francisco Ortega, diestro gaditano y banderillero notabilísimo entre los mejores del siglo XIX. 

Otros «Cucos» salieron de Cádiz y llevaron el apellido Ortega, tan es así, que no parece sino que éste se hallara vinculado a tal apodo; pero el que ahora exige nuestra atención era de Sevilla, y respondía a un apellido de indudable ascendencia catalana. Se dedicó a las lides taurinas desde muy joven, y no con gran aprovechamiento, porque a causa de su disposición física se movía torpemente, y los toros le tropezaban a menudo, razón por la que no faltaron los que aseguraron que fracasaría, teniendo en cuenta que la ligereza es una condición muy necesaria para los toreros de a Uno, de los que predijeron que alcanzaría pocos éxitos felices con los toros fue Antonio Carmona, «el Gordito»; pero hubo de rectificar su juicio, en vista de los adelantos de José, hasta calificar como milagrosa la evolución operada, por lo imposible que en un principio parecía. Y hasta tal extremo progresó, que Fernando Gómez, «el Gallo», le incorporó a su cuadrilla en cuanto pudo apreciar sus aptitudes. Estuvo en México y en Cuba; al separarse del «Gallo» formó parte de las huestes de Antonio Arana, «Jarana», y cuando éste confirmó en. Madrid, el 26 de octubre de 1890, la alternativa que quince días antes recibiera en Sevilla, el «Cuco» hizo su presentación en el ruedo madrileño, y banderilleó al toro cuarto de la corrida, llamado «Zurdo», con Antonio Zayas, y alsexto, de nombre Azuceno, acompañado de «Blanquito», reses ambas de la ganadería de don, Luis Mazzantini. Se presentó en la Plaza madrileña modestamente; mas a fuerza de afición y derroche de voluntad consiguió abrirse camino, y en el año 1892 ingresó en cuadrilla tan, importante como la de Antonio Reverte, el cual no se recataba para alabar las condiciones que acornaban a José Creus, una de ellas, fuera del ruedo, la modestia. Pero poco habría medrado con ella de no disponer de los medios necesarios para prestar excelentes servicios a los matadores que le tu-vieron a sus órdenes, casi todos ellos de sólida reputación, pues al salir en 1896 de la cuadrilla de Reverte, entró a formar parte de la Antonio Fuentes, con el , que estuvo hasta el año 1902. Mientras tuvo por jefe a Reverte formó pareja con Francisco Sánchez, «Currinche», y los dos tuvieron, que luchar con la popularidad que rodeaba por entonces a los famosos banderilleros José Moyano y Manuel Rodas, pertenecientes ambos a la misma cuadrilla. Ovacionados estos dos, a veces exageradamente, «Currinche» y «El Cuco»» tenían que hacer proezas para no pasar inadvertidos, sin dejar de exponer ni de clavar tan buenos pares como aquellos populares banderilleros. A este propósito, es pertinente poner de resalto. lo que «Currinche» y «El Cuco» brillaron en la corrida decimocuarta de abono, verificada en Madrid la tarde del 8 de octubre de 1893, en la que Mazzantini, Valentín Martín y Reverte lidiaron toros del duque de. Veragua. El sexto animal, llamado «Podenco», jabonero sucio, corniavacado, corto de defensas y de buen tipo, aunque tenía poder en la cabeza, fue blando en demasía, salió suelto, de la suerte de varas, e hizo siempre cosas de huído, pues tornó las tablas varias veces y atropellaba cuanto encontraba a su paso, por cuya razón sufrió poca castigo en los puyazos que le pusieron «Charpa», «Parrao» «El Chato» y «Agujetas», Llegó a banderillas en mala disposición, y tomaron los palos «El Cuco» y «Currinche», quienes comprendiendo que para quedar airosamente había que entregarse a tan cobarde animal, así lo hicieron, al meterle mano con imponente valentía y clavar tres soberbios pares con enorme riesgo, los cuales merecieron otras tantas ovaciones. Tuvo siempre «El Cuco» un capote muy eficaz, y estuvo en toda ocasión muy bien colocado en el ruedo, circunstancia de subido valor en una época en que el poder de los toros que se lidiaban exigía una brega dura e inteligente. Con los palos no era pinturero ni sabía hacer florituras, sino que se limitaba a citar desde el terreno conveniente, arrancaba seguro, llegaba guapamente a la cabeza de los toros, y puede decirse que se «hartaba» al meter los brazos, pues en frecuentes ocasiones, por invadir tanto la jurisdicción de aquéllos, corrió el peligro de una cogida, y por tal motivo sufrió en Pamplona la del 7 da julio del año 1902, de un toro del conde de Espoz y Mina, que le infirió una cornada grave en el cuello. Por cierto que el mismo toro, llamado «Presidiario», había cogido antes al espada Antonio de Dios, «Conejito», y le había propinado tan grande paliza, que, de lo quebrantado que le dejó, no pudo torear en mucho tiempo. Un subalterno de a pie que, como «El Cuco», en su deseo ole ser breve, invadía terrenos peligrosos, tenía facultades y poseía conocimientos para bregar con acierto y hallarse siempre donde hacía falta, forzosamente había de ser útil a todo matador, y no es de extrañar, por Consiguiente, que espadas tan calificados como Reyerta y Antonio Fuentes le llevaran tanto tiempo en sus respectivas cuadrillas. 

Poco después de aquel percance de Pamplona se retiró del torea para dedicarse a otras actividades. Da las dos parejas formadas por «Currinche» y «El Cuco» y por Moyano y Rodas, era esta segunda la que tenía que hacer más pronto llamadas a la atención y la que más fácilmente podía triunfar; «Currinche» y «El Cuco» eran más bien bajos que altos de estatura, de anchas espaldas, de nada gallardo continente, y Moyano y Rodas, en cambio, más jóvenes, de figura airosa y bien proporcionados, daban mayor realce, desde un punto de vista estético, al acto de poner banderillas. Pero, a la larga, los que triunfaban eran los que aparentemente quedaban oscurecidos, porque su inteligencia les permitía ganar la voluntad de sus jefes, ya que, merced a ella, prestaban a éstos valiosos servicios y facilitaban sus triunfos. es que la inteligencia puede compararse a veces con la previsión de una buena ama de casa, la cual, en momentos determinados, aprovecha todo lo que fue recogiendo y guardó clasificado en su hogar. En nuestra larga vida de aficionados hemos conocido a bastantes toreros subalternos cuyos consejos fueron utilísimos a los matadores. Y uno de tales toreros fue este «Cuco» sevillano con apellido catalán.

JOSE GARCIA RODRIGUEZ "ALCALAREÑO"


Con fecha 16 de mayo de 1909 se dio, en Sevilla una novillada en. la que se lidiaron séis toros de Pérez de la Concha, y actuaron como :Matadores Antonio Pazos, Juan Cecilio, Punteret, y José García Alcalareño, y este último fue cogido por el sexto astado, y sufrió dos cornadas tan -graves -,una en el cuello y otra en el muslo izquierdo—, que no pudo volver a vestir el traje de luces hasta ..el año 1912. Después de aquel percance tan serio otro cual.quiera habría meditado antes de volver a las anotadas; pero el Alcalareño era de los que transmutan los valores morales en virtud física, como si el desdén por el peligro y el dolor provinieran del'sexo, según afirma el vulgo en la garrulería pintoresca de su vocabulario. Se apodó Alcalareño por ser natural de Alcalá de Guadaira (Sevilla), donde vino al mundo el 14 de mayo de 1891; abandonó las labores del campo para lanzarse a las capeas de los pueblos; en. virtud de las recomendaciones que se procura, sube a Madrid, y consigue torear en la desaparecida Plaza de Tetuán de las Victorias, alternando con Gregorio Garrido en la lidia formal de cuatro novillos colmenareños, con fecha 13 de septiembre de 1908, a continuación de una becerrada de los curiales; no sale por entonces de la oscuridad, y ya hemos visto lo que le ocurrió en Sevilla en el año siguiente. 

Al reanudar sus actividades en 1912 toreó pocas veces, pero llamó la atención en algunas ocasiones al final de la temporada, y su nombradía empezó con el triunfo obtenido el día 13 de abril de 1913 en la Plaza carabanchelera de Vista Alegre, al estoquear ganado de Cobaleda con Machaquito de Sevilla y Regaterin Chico. Repitió en la misma Plaza el día 20, esta vez con Revertito y Pastaret y ganado de Olea, y el ruido que allí produjo hizo que fuera contratado para hacer su presentación en Madrid, debut que se verificó el día 2 de mayo siguiente, alternando con Limeño y Saleri II en la lidia de seis reses de García de la Lama. Causó gran decepción, pues no hizo nada digno de tomarse en cuenta; pero al repetir el día 29 de junio, con el Rubio de Valencia y Pascual Bueno y novillos de Contreras, estuvo mejor, y en las 18 novilladas que toreó hasta el 20 de julio, en Alicante, ganó en casi todas simpatías y aplausos. Aquejado de una enfermedad pertinaz, cortó bruscamente la temporada. 


Al entrar en liza en el año 1914 era el mismo del año anterior: valiente sin rebozos, de lo que daban fe las veces que se tropezaba con los toros y dejaba pedazos de su taleguilla en la punta de sus pitones; toreaba bien y hasta se adornaba con bichos fáciles y suaves; pero no se le veía suficiencia alguna con los que ofrecían alguna dificultad, pues entonces aparecía como un lidiador de sobresalto, de los que si de momento emocionan, acaban pronto por ser cubiertos por la ceniza del olvido. De baja estatura, valiente, aunque torpón, y haciendo una especialidad de la suerte del quiebro con banderillas cortas, pudo interesar en cierto modo mientras fue novillero, pero no como matador de toros. En el año 1914 tomó parte en 26 novilladas, hasta el 13 de septiembre, fecha de su alternativa, obtenida en Murcia de manos de Rafael el Gallo, actuando Joselito de testigo y lidiándose en tal corrida reses de don Gregorio. Campos.

Alternativa

En tal corrida alcanzó un feliz éxito; parecía como si entrara en esfera superior con muy buen pie; pero aquel triunfo fue esporádico.

"Alcalareño" finiquitando al toro de su alternativa

En el año 1915 tomó parte en catorce corridas, y buena prueba de que no interesaba gran cosa es que no logró confirmar su doctorado en Madrid hasta el 25 de junio de 1916. Actuó de maestro de ceremonia Cocherito de Bilbao, figuró de segundo espada Francisco Martín Vázquez y se lidiaron toros de Pablo Romero; pero aunque éstos dieron un juego superior, no consiguieron lucirse ninguno de los tres matadores. Quince corridas toreó en tal año; al ver que no conseguía remontarse hasta donde soñara, marcho a América, y allí permaneció los años 1917, 1918, 1919 y parte de 1920. En este último año aún alcanzó a torear ocho corridas en España, tres de ellas en Barcelona. En el año 1921 alcanzó 16 corridas, y Don Luis, escribió de él en el anuario Toros y Toreros: «Tan valiente como siempre y algo menos torpón para un torero de la condición de Alcalareño, estas palabras envuelven un elogio mayor que para cualquier otro, pues revelan el esfuerzo llevado a efecto por quien las justifica. 

El 3 de abril cortó una oreja en Sevilla, y en otras Plazas, entre ellas la de Madrid, alcanzó asimismo algunos éxitos muy halagüeños; De estas dos corridas en Madrid, que fueron el .5 de junio y el 9 de octubre, la de más lucimiento fue la segunda, y lo mejor que hizo en ella fue banderillear con palos cortos, al quiebro y con gran brillantez, al cuarto toro, Navarrito, cárdeno, de la ganadería de Surga. Nueve fueron las corridas que toreó en 1922 —cuatro de ellas en Francia y tres en Portugal–. en Madrid le vieron el 4 de junio, al entendérselas con un toro grande, gordo y muy ancho de cuna, de don Félix Gómez, llamado Campanero, negro zaino, con el que estuvo muy bien, sobre todo al banderillearlo, pero sufrió un puntazo en el escroto y no pudo despachar al cuarto de la tarde. Alternó en esta corrida con Pastoret y Carnicerito, y si me he detenido en ella se debe a que fue la última vez que actuó en esta capital, en cuya ocasión, y por no cambiar de bisiesto, entró en la Plaza bien vestido y salió de ello no sólo con la ropa hecha trizas, sino lastimado. Al final de aquella temporada volvió 7 surcar el Atlántico; en los países americanos estuvo mucho tiempo; trabajando el día 13 de julio de 1924 en Ciudad Juárez (México) sufrió una de las cornadas más graves de su vida; estuvo también en Colombia y en. el Ecuador; al regresar en 1930 dijo que se quitaba de los toros; pero actuó en Sevilla el 16 de octubre de 1932 y dos veces en Barcelona y una en Beziers en 1936, y esta corrida, en tal Plaza francesa, celebrada el día 15 de octubre (con Carnicerito de México y Florentino Ballesteros (hijo), creemos que fue la última que toreó. Abrigó la esperanza de que alcanzase notoriedad y fama un hijo suyo, llamado y apodado como él, que se presentó como novillero en Madrid, con Santiago Bielsa, Ribereño, y Matías Martín, el día 1 de septiembre de 1935, en una novillada de homenaje a Miss Europa; pero tal hijo: no siguió el camino que el padre apetecía, pues que ni siquiera pisó el umbral que éste consiguió trasponer, merced a unos éxitos en los que jugó parte principal la valentía, secundada por la buena fe de los públicos. Pero, en fin, otros hay que con igual bagaje que el suyo no llegaron adonde llegó él. Murió en su pueblo el día 5 de Agosto de 1964.