viernes, 28 de febrero de 2025

ALVARO DOMECQ Y DIEZ

 




"Hubo un lucero en el cielo
Y fue a parar a Jerez 
Suspiraron las bodegas 
Cuando al cielo fue a volver 
Y lloraron los viñedos 
Y la reja y el clavel 
El sol por los alburejos 
Se perdió al atardecer 
Las viejas yeguas toreras 
Lloran de pena también 
Y un cuatreño entre chumberas
Negro luto hay en su piel 
Señor de torres y estrellas
Permítame su merced 
Los versos a la memoria 
De don Álvaro Domecq" 

José León. 

Álvaro Domecq y Díez nació el 1 de julio de 1917 en Jerez de la Frontera, Cádiz, en el seno de una familia de profunda tradición ganadera. Hijo de Juan Pedro Domecq y Núñez de Villavicencio y María Díez Gutiérrez, heredó la pasión por el toro bravo y el caballo, convirtiéndose en una figura clave en la historia de la tauromaquia. Su familia, con sus hermanos Juan Pedro y Salvador, cimentó una dinastía ganadera de renombre.

Desde joven, Álvaro mostró un carácter polifacético. Durante la Guerra Civil Española, sirvió como piloto de combate en el bando nacionalista. Posteriormente, reintrodujo el rejoneo en España, elevándolo a una nueva dimensión. Aunque inició estudios de Derecho en Granada y Sevilla, la contienda interrumpió su formación y, pese a obtener el título de abogado, su destino estaba ligado a la ganadería y al mundo ecuestre.

Debutó como rejoneador en 1935 en un festejo benéfico en Santander, iniciando una trayectoria que lo llevó a torear en los principales cosos de España. En 1944, ya consolidado, actuó en 50 festejos, brillando en plazas como Las Ventas. Su compromiso con las causas benéficas le valió la Cruz de Beneficencia en 1945.

En 1957, tras vender su parte de la ganadería familiar, fundó la legendaria Torrestrella en su finca Los Alburejos, en Medina Sidonia. Adquirió el hierro de Salvador Suárez Ternero y reses de Curro Chica y Carlos Núñez, desarrollando una ganadería de referencia. Además, experimentó con técnicas innovadoras como la conservación de la simiente del toro para fecundación in vitro.

A la par de su éxito en los ruedos y el campo, desempeñó una activa carrera política. Fue alcalde de Jerez de la Frontera (1952-1957), presidente de la Diputación de Cádiz (1957-1967) y procurador en Cortes. No obstante, reapareció en diversas ocasiones para eventos especiales, como la alternativa de su hijo Álvaro Domecq Romero en 1960 y la de su nieto Luis Domecq Domecq en 1988, en la Real Maestranza de Ronda.



En el ámbito personal, se casó en 1938 con María Josefa Romero, con quien tuvo 19 hijos, de los cuales solo dos, Álvaro y Fabiola, alcanzaron la edad adulta. Su hijo Álvaro continuó su legado como rejoneador y director de la Real Escuela Andaluza del Arte Ecuestre.

Fue amigo íntimo de Manolete y estuvo a su lado en sus últimos momentos tras la mortal cogida por el toro Islero en 1947. Su madre le confió la administración de su herencia.A lo largo de su vida, Álvaro Domecq fue reconocido con múltiples distinciones, entre ellas la Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes, la Gran Cruz de la Orden del Mérito Civil y la Gran Cruz de Isabel la Católica. También recibió la Cruz de Guerra y la Medalla de Oro de la provincia de Cádiz, entre otros honores.

Su vida estuvo marcada por la tragedia cuando en 1991 cuatro de sus nietos fallecieron en un accidente automovilístico, hecho que alimentó la llamada “Maldición Domecq”. En 1999 perdió a su esposa, y en 2001 sufrió un infarto de miocardio del que se recuperó, pero que acabaría cobrándose su vida cuatro años después.

Álvaro Domecq y Díez falleció el 5 de octubre de 2005 en su querida finca Los Alburejos, dejando un legado imborrable en la historia de la tauromaquia, el rejoneo y la crianza del toro bravo.

jueves, 20 de febrero de 2025

BERNARDINO LANDETE

 


Bernardino Landete Navarro, nacido el 29 de diciembre de 1925 en Madrid, fue una figura destacada en el mundo del rejoneo y la equitación, dejando un legado perdurable en ambas disciplinas. Proveniente de una familia con una notable historia en el ámbito de la odontología y la equitación, Landete se distinguió desde una edad temprana por su habilidad y dedicación al arte ecuestre y taurino. Landete creció en Colmenarejo, en un chalet construido por su padre, Juan Landete Pérez, un odontólogo valenciano aficionado a los caballos. Fue el quinto de siete hermanos y sobrino de Bernardino Landete Aragó, un pionero de la estomatología en España. 

La familia tenía cinco cuadras y un pequeño picadero donde Bernardino y sus hermanos aprendieron a montar. Su tío Alejandro, conocido como “El alambre”, lo introdujo en el mundo de las exhibiciones y festivales taurinos. A los ocho años, recogió la llave de la plaza en Talavera de la Reina, montado en su pony "Doña Paquita". En 1931, Bernardino comenzó a aprender equitación en Madrid bajo la tutela de los profesores de equitación del ejército Julio Xifra y Antenor Betancourt. La Guerra Civil Española interrumpió su formación, pero la reanudó con Betancourt después del conflicto. En 1949, ingresó en las Milicias Universitarias, donde permaneció varios años como Alférez Instructor. 

En 1952, empezó a rejonear, destacándose rápidamente como un magnífico jinete y torero. Bernardino Landete debutó en Madrid el 13 de marzo de 1955, introduciendo su famosa suerte del par del violín, una técnica innovadora que se convertiría en un estándar en el toreo. Inspirado por su experiencia en el polo, Landete ideó esta técnica que se ha mantenido vigente en el rejoneo y las corridas de toreros banderilleros. En 1958, Landete se trasladó a Guayaquil, Ecuador, donde contrajo matrimonio y participó en ferias taurinas en Ecuador y Colombia. Fue parte fundamental en la inauguración de la Plaza Monumental de Quito y fundó el Club Hípico Cayambe, centrado en el salto. 

Su éxito continuó en 1968, cuando se convirtió en subcampeón de salto en el Campeonato Sudamericano en Caracas y campeón por equipos en Buenos Aires al año siguiente. En 1972, Bernardino regresó a España, donde fundó el Club Hípico de Barajas en Madrid y dedicó su tiempo a impartir clases de equitación y a competir en concursos de salto. En 1978, decidió retirarse del rejoneo para enfocarse exclusivamente en el salto y la formación de sus alumnos. 



En 1984, inauguró el Club Hípico de Barajas, que se convirtió en un referente en los concursos de salto en Madrid. En 1987, nació su hijo Eduardo Manuel, a quien también inculcó la pasión por la equitación. Landete continuó enseñando hasta 1999, cuando se trasladó a Alicante con su familia para disfrutar de un merecido descanso. 

Bernardino Landete falleció el 26 de septiembre de 2010 en Alicante a los 84 años. Su sobrino, Juan Manuel Landete, también rejoneador, recordó a Bernardino como un jinete excepcional que compartió protagonismo con figuras como Ángel Peralta. Bernardino Landete Navarro dejó una huella imborrable en el mundo del rejoneo y la equitación, siendo recordado como un innovador y un maestro en ambas disciplinas.