martes, 9 de septiembre de 2025

ALEXANDRE DE MASCARENHAS

 



Nacido el 3 de febrero de 1892 en Benfica, Lisboa, Alexandre de Mascarenhas perteneció a una familia con una arraigada tradición taurina, que había dado toreros desde el siglo XVI. Hijo del conde de Torre, destacó como caballero amador y posteriormente se convirtió en un referente del rejoneo en Portugal y España, dejando  huella en la historia de la tauromaquia.

 

Su debut en público tuvo lugar en un festival celebrado en Sintra en 1905, donde compartió cartel con el cavaleiro João Tojal. Desde entonces, su trayectoria fue en ascenso, consolidándose como un rejoneador de gran temple y elegancia. Su primera presentación en Francia ocurrió el 13 de julio de 1930, en Béziers, lidiando toros de López Plata. Ese mismo año, el 14 de julio, nuevamente en Béziers, estuvo anunciado en un cartel, aunque finalmente no llegó a actuar. En España,donde era conocido como Alejandro Mascarenhas, hizo su presentación en la plaza de toros de Las Ventas, en Madrid, el 14 de abril de 1935, alternando con figuras de la talla de Chicuelo, Cagancho, Lorenzo Garza y Cañero, enfrentándose a ocho toros de la ganadería de Ramón Ortega. En total, sumó dos actuaciones en la capital española.

 

Durante su carrera, Alexandre de Mascarenhas fue un rejoneador versátil, combinando actuaciones con profesionales de renombre y logrando resultados artísticos sobresalientes. Actuó en múltiples plazas de Portugal y España, siendo reconocido por su valor y conocimientos ecuestres. En 1925, la Asociación de Classe de Toreros Portugueses lo consideró como cavaleiro de alternativa, un reconocimiento a su maestría y trayectoria.

 

Más allá de su faceta como rejoneador, ejerció como maestro de su hijo, Francisco de Mascarenhas, quien debutó en España en 1939 y continuó con el legado familiar. Además, tuvo entre sus discípulos a Nazaré Felícia, una de las primeras mujeres en torear a caballo, marcando un hito en la historia del rejoneo.


En los años 1941 y 1942, regresó a España acompañado de su hijo, toreando en Barcelona y otras plazas de renombre. A lo largo de tres décadas, Alexandre de Mascarenhas fue un rejoneador admirado, sosteniendo con honor los pergaminos de su ilustre estirpe y deleitando a los aficionados con su arte ecuestre. Su legado sigue vivo en la memoria de la tauromaquia lusitana y española.

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