Nacido el 3 de febrero de 1892 en
Benfica, Lisboa, Alexandre de Mascarenhas perteneció a una familia con una
arraigada tradición taurina, que había dado toreros desde el siglo XVI. Hijo
del conde de Torre, destacó como caballero amador y posteriormente se convirtió
en un referente del rejoneo en Portugal y España, dejando huella en la historia de la tauromaquia.
Su debut en público tuvo lugar en
un festival celebrado en Sintra en 1905, donde compartió cartel con el
cavaleiro João Tojal. Desde entonces, su trayectoria fue en ascenso,
consolidándose como un rejoneador de gran temple y elegancia. Su primera
presentación en Francia ocurrió el 13 de julio de 1930, en Béziers, lidiando
toros de López Plata. Ese mismo año, el 14 de julio, nuevamente en Béziers,
estuvo anunciado en un cartel, aunque finalmente no llegó a actuar. En España,donde
era conocido como Alejandro Mascarenhas, hizo su presentación en la plaza de
toros de Las Ventas, en Madrid, el 14 de abril de 1935, alternando con figuras
de la talla de Chicuelo, Cagancho, Lorenzo Garza y Cañero, enfrentándose a ocho
toros de la ganadería de Ramón Ortega. En total, sumó dos actuaciones en la
capital española.
Durante su carrera, Alexandre de
Mascarenhas fue un rejoneador versátil, combinando actuaciones con
profesionales de renombre y logrando resultados artísticos sobresalientes.
Actuó en múltiples plazas de Portugal y España, siendo reconocido por su valor
y conocimientos ecuestres. En 1925, la Asociación de Classe de Toreros
Portugueses lo consideró como cavaleiro de alternativa, un reconocimiento a su
maestría y trayectoria.
Más allá de su faceta como
rejoneador, ejerció como maestro de su hijo, Francisco de Mascarenhas, quien
debutó en España en 1939 y continuó con el legado familiar. Además, tuvo entre
sus discípulos a Nazaré Felícia, una de las primeras mujeres en torear a
caballo, marcando un hito en la historia del rejoneo.
En los años 1941 y 1942, regresó
a España acompañado de su hijo, toreando en Barcelona y otras plazas de
renombre. A lo largo de tres décadas, Alexandre de Mascarenhas fue un
rejoneador admirado, sosteniendo con honor los pergaminos de su ilustre estirpe
y deleitando a los aficionados con su arte ecuestre. Su legado sigue vivo en la
memoria de la tauromaquia lusitana y española.
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