domingo, 25 de septiembre de 2016

ABELARDO VERGARA FERNANDEZ,el torero croupier.




Abelardo Vergara Fernández, nació en el barrio barcelonés de Sarriá, el 8 de diciembre de 1931, pero desde los tres años residió en Albacete, por lo que se le considera albaceteño. En esta ciudad y con 16 años, comenzó su aprendizaje como torero. Su rumbo a este mundillo, fue por el acusado ambiente taurino que reinaba en la ciudad por esta época. Su primera actuación se produce en Albacete, en una corrida para noveles, el 6 de junio de 1954, a partir de esta fecha torea mucho sin caballos y el 10 de junio de 1956, se presenta en Aranjuez (Madrid) por primera vez con picadores, lidiando novillos de Tabernero de Paz con José Luís Lozano y Luís Segura como compañeros de terna. El 5 de agosto siguiente se presenta en Barcelona, plaza en la que actúa repetidas veces durante este mes. Cierra la temporada del 1956, con un saldo de treinta y dos novilladas y óptimas perspectivas para la siguiente. En la del 1957, con cincuenta y cuatro corridas, se coloca a la cabeza de los novilleros. El 21 de marzo de 1958, es su presentación en Madrid, alternando con José Gómez Cabañero y Antonio González, en la lidia de novillos de Manuel Arranz, y después de torear ocho novilladas más, toma la alternativa en Barcelona, el 15 de mayo de 1958, cediéndole Julio Aparicio el toro "Barquero", número 18 de Baltasar Iván, actuando como testigo "Chamaco". En esta temporada torea treinta y dos corridas. La confirmación en Madrid, se programa para el 5 de abril de 1959, no puede ser en esta ocasión al ser cogido en un lance de capa por el toro de la confirmación, se lidiaron toros de la ganadería del marqués de Albayda. Repuesto del percance, la confirma por fin el 19 de mayo del mismo año, en presencia de Marcos de Celis y actuando de testigo "Solanito", el toro de nombre "Dormilón" número 61 y de la ganadería de Arturo Sánchez. En la temporada de 1959, toreó en dieciséis ocasiones, incluida la del 16 de agosto en Ciudad Real, donde resultó herido de gravedad, por un toro de Ramón Paúl, le acompañaron en la terna, Juan Antonio Romero y Juan González "El Trianero" Tuvo otra cogida el 19 de marzo de 1963 en Aranjuez, esta vez el toro fue de la ganadería de Tomás Prieto de la Cal y en presencia de Juan Mejías "Bienvenida" y Andrés Hernando. 


Fue un torero de baja estatura, pero su valentía y arte le valieron para codearse con los diestros más destacados durante siete temporadas. Se retiró en el 1965, con veintiocho años de edad y siete de alternativa, pensando volver, tras un periodo de descanso. No volvió a vestirse más de luces y para evitar nostalgias, se desprendió de todos sus trajes y trastos del toreo, se dedicó un tiempo a apoderado, pero abandonó definitivamente el mundo de los toros. Fallece El 12 de noviembre de 2012 en Albacete a los 74 años de edad. Como dato curioso cuando dejó los toros tomó la profesión de croupier.

jueves, 22 de septiembre de 2016

CON PELOS EN LA CARA



El francés Pierre. Cacenabe, camarero de Mont de Marsán, conocido en Tauromaquia por "Félix Robert", dejó en e! toreo la impronta de su bigote. Y siempre que en alguna tertulia taurina se habla de "toreros con bigote" duranle su época activa, el.nombre de "Félix Robert" y Ponciano Diaz salen a colación como únicos exhibidores del mostacho, al tiempo que de la coleta. Y no ha sido así. Porque toreros españoles, y algunos de positivo rer nombre, lucieron en los ruedos no solamente el bigote, sino afiladas perillas y aun copiosas y espesas barbas. Por ejemplo, Curro Cúchares. Y al tiempo que el también mostraron sus excrecencias capilares ante los toros el Lillo, su hermano el Cuco, el Salamanquino, el Pelón, Bruno Hazaña, Gastañita, Pucheta y otros. ¿Justificación de la facial pelambrera? Muy sencilla: En la segunda mitad del siglo XIX, bastante movidita, los mencionados diestros, y muchos otros, se enrolaron en la Milicia Nacional, donde era obligatorio dejarse bigote y barba o perilla. Y así, cuando exigencias profesionales reclamaban en las Plazas a los diestros milicianos, obtenían fácilmente el permiso para actuar, pero no para afeitarse, por lo cual actuaban como ai principio de esta "rareza" dejé mencionado.

LA MEJOR TARDE DEL ALGABEÑO



Y precisamente fue una tarde como para perder la afición, la serenidad y la noción del tiempo y del espacio. Porque fue en Barcelona, la luctuosa tarde del 7 de octubre de 1900, en la que José García, Algabeño, y Domingo del Campo, Dominguín, se encerraron mano a mano con seis auténticos toros de Miura, cinqueños, bien puestos de pitones y con las arrobas que marcaba el Reglamento. Por aquel entonces, cuantos aspiraban a ser figuras del toreo, o lo eran ya, solían frecuentar el mano a mano y lidiar loros de Miura, y aun despachar seis a fin de temporada, para demostrar a la afición sus arrestos, sus facultades y, en general, su justificación del alto puesto que tenían o al que aspiraban. Harto conocida es la triste efemérides. El primer toro —Desertor— cogió, en el primer quite, a Dominguín, y desde el primer instante supo Algabeño el trance de muerte en que su compañero y amigo se encontraba. Pero, a pesar de la terrible impresión y de haber quedado de único matador de seis miuras, no cedió la valerosa fibra de gran torero de la Algaba. Se adornó, con notorio lucimiento, en los quites. Cuajó seis faenas, coreadas por el público, que colmaba el coso. Los seis toros murieron ¡de seis estocadas! Y con el galardón,de cuatro orejas!, salió de la Plaza a hombros de los entusiasmados espectadores. Tomen nota de este recuerdo los toreros bisoñes, los "comodones" y los "aprovechones" de una fiesta que llevan a la decadencia entre ellos, por falta de lo que a Algabeño le sobraba —pundonor— y por exceso de lo que los toreros de antaño tenían en consideración escasa: administración.

MIGUEL CAMPOS CASTRO.


Miguel Campos Castro nació en La Línea en 1933, y desde muy joven siente la afición por el mundo de los toros. A los doce años, después de ayudar a su padre que vendía frutas y verduras en Gibraltar, dejaba el carro en la puerta de la Chiclanera y se marchaba al matadero para tirarse al patio del antiguo matadero, próximo al Espigón de San Felipe, ya derruido, junto a otros jóvenes de la época, y comienza a dar los primeros pases a aquellos toros que aguardan el momento de recibir el certero puntillazo del matarife, antes de pasar al desolladero. El mismo se hizo una muleta de saco viejo, que tiñó de rojo.


"Miguelito Campos" asi tambien conocido, se viste por primera vez de luces en La Línea. Fue en el año 49, alternando con El Chiclanero y Vicente Sharia (El Inglés). Luego sigue un largo ciclo de actuaciones por plazas no sólo de Andalucía sino del norte de Africa, donde en aquella época había una gran afición. Actuó en Tánger, Casablanca, Ceuta, Melilla y Tetuán.



Tomó la alternativa en la plaza de toros de La Línea diez años después de haber comenzado su carrera taurina, el 29 de marzo de 1959 de manos de José Trincheira, y Diego Puerta de padrino mató tres toros: los dos suyos y el cuarto, por cogida de su padrino. Miguel Campos alcanzó un gran triunfo ante sus paisanos al cortar cinco orejas y un rabo.
De matador de toros emprende una prometedora carrera taurina, que entre otros sitios le lleva a actuar en Madrid, nada menos que cuatro tardes, además de en las plaza del sur de Francia, Barcelona, Palma de Mallorca, Portugal, Islas Azores, Sevilla, Vitoria, Algeciras, San Roque y La Línea, entre otras muchas. También participa en no pocos festivales benéficos, entre los que recuerda uno a beneficio de los huérfanos de la Guerra, donde alternó con Miguelín y Rafael Ortega.
Tras una larga trayectoria como matador de toros, decide vestirse «de plata», y como subalterno forma parte de las cuadrillas de Carlos Corbacho, Aurelio Núñez, Julio Robles, Morenito de Maracay con el que estuvo nueve años y Rafael Ortega, entre otros, hasta que decide retirarse a los 55 años de edad.
En la actualidad vive, entre Madrid y La Línea de la Concepción e intenta estar el más tiempo posible en su Pueblo. Miguel sigue muy de cerca el mundo del toro sobre todo de nuestro entorno. También se sigue quitando el gusanillo en el campo toreando cuando la ocasión se lo presenta con otros toreros retirados.

VAYA SUSTO


Toreando «Machaquito» en Madrid con Vicente Pastor el 6 de octubre del año 1911, le cogió el sexto toro al rematar un quite, y sufrió, al caer, una grave lesión que le produjo distensión del ligamento vertebral y fue de curación lienta y penosa. Después de hacerle la primera cura fue trasladado al Hotel de Roma, donde se hospedaba, y el mozo de espadas fue a su domicilio a recoger un encargo, donde tan pronto como entró le salió al paso la sirvienta de la casa, quien, toda llorosa, le dijo: 
— ¡Ay, señorito! ¡«Machaquito» se ha muerto! — 
¡Qué dice usted!... 
¡Pero si no es posible! 
¡Si hace una hora lo he dejado durmiendo tranquilamente! 
— Pues ha muerto ahora mismo. 
Venga usted a la cocina y lo verá muerto en un cajón. Y el muerto era el gato de la casa, al que hablan dado por nombre el apodo del famoso matador de toros.

lunes, 19 de septiembre de 2016

ENRIQUE ORTEGA MONGE "ALMENDRO"


No es este el primer Almendro que ha tenido el Toreo, sino el segundo, aunque hay que advertir que el que le precedió ostentaba el nombre del árbol amigdaláceo (¡ botánicos me somos!) como apellido y el que va a ser objeto de nuestra atención lo exhibe como apodo. El primero, llamado Miguel Almendro, fue un matador de novillos de Carmona (Sevilla) que luego figuró como banderillero en la cuadrilla de Guerrita por espacio de nueve años— hasta 1896—y después en la del Algabeño (padre). Se suicidó en 1899 y fue de los más notables subalternos de su época. Otro Almendro hubo también novillero, muy modesto, llamado Vicente Aznar, que luego fue banderillero y actuando como tal murió trágicamente en Puertollano el 7 de abril de 1918.



El Almendro ,al fin, sevillano, pues en la ciudad de la Giralda vino al mundo Enrique Ortega el 24 de diciembre del año 1892. Su niñez y su primera juventud las pasó Almendro haciendo la vida birlonga. ¡ Qué habia de hacer, señor, si estaba escrito que tendría que ser torero! Claro es que antes de serlo fue "afisionaillo", hasta que el año 1910 le dio su primo Rafael el Gallo el espaldarazo y le dejó que toreara con él seis corridas como banderillero. A la caza de lo que iba saliendo pasó el hombre un par de temporadas, y en 1912, al tomar la alternativa el inconmensurable Joselito, lo incorporó a su cuadrilla, en la que permaneció hasta el final de 1918. En marzo de 1919 toma la borla de doctor Ignacio Sánchez Mejías y a la cuadrilla de éste pertenece desde aquel momento Enrique. Al hacer Sánchez Mejías su primera retirada en 1922, el Almendro se buscó nuevo acomodo, que fue la cuadrilla de Manuel García (Maera), en la que estuvo durante las temporadas de 1923 y 24, o sea hasta que dicho espada falleció. Toreó luego con distintos espadas, uno de ellos su primo Rafael, al regresar éste de uno de sus viajes a América en 1926, y este mismo año militó en las huestes de Pepe el Algabeño, ingresando finalmente, en 1927, en la plantilla del ínclito Joaquín Rodríguez (Gagancho).


Primo hermano del padre de Manolo Caracol, gran cantaor quedando su buen arte reflejado en las populares coplas que empiezan diciendo:  "Cuando El Almendro torea / la plaza se bambolea...";  Como cantaor de reunión, creó un fandango con aires de soleá, sumamente original, que fue seguido por su pariente Manolo Caracol, quien lo popularizó. También era un excelente solearero, por lo que el poeta Juan Pedro Domecq le dedicó su Romance de la soleá. era más un cantaor de fiestas que de teatros, pero gozó de gran prestigio entre los propios artistas y estuvo bastante considerado entre los aficionados.  Retirado de los toros, por su obesidad, se dedicó al trato de ganado y a la representación de vinos jerezanos. Murió en Sevilla en 1959. Su sobrino Manolo Caracol copió de él su fandango, un estilo de mucha flamenquería que Manuel Ortega Juárez llevó a la cumbre, haciéndolo suyo

MIGUEL ATIENZA CARO



En Trebujena, villa de la provincia de Cádiz, vio la luz el 10 de junio de 1902 este joven y notable picador de toros ; su padre fue el señor José Atienza, mayoral de la ganadería de don Graciliano Pérez-Tabernero. Hombre de campo el autor de sus días, en el campo pasó también sus primeros años Miguel ; el ambiente en que se crió obro poderosamente en su ánimo  para inclinarle al ejercicio a que se dedica; buen jinete y de brazo poderoso, su vida campera entre toros facilitó grandemente el logro de sus aspiraciones. Todo parecía , admirablemente dispuesto para que Miguel fuese  picador,. El 1,° de abril del año 1923 vistió por vez primera el calzón de ante; fue para actuar como reserva en la plaza de Tetuán de las Victorias, en una novillada de a que fueron espadas Palomino e Iglesias, encargados de estoquear seis astados de Llórente .



Toda aquella temporada actuó como tal picador de reserva en diversos puntos; la cuestión era hacerse, ponerse con los toros y desarrollar prácticamente los conocimientos que había adquirido. En 1924 picó a las órdenes del susodicho José Iglesias y de otros novilleros; en 1925 sirvió principalmente a Lorenzo de la Torre ; en 1926 al venezolano Julio Mendoza, y en 1927 y 1928 a José Paradas, sin dejar de aprovechar por esto cuanto podía, pues el tal Paradas no se ha visto nunca abrumado por las solicitudes de las Empresas. Parte de la temporada de 1929 la hizo con el matador de toros Martín Agüero y el resto de la misma con , Antonio Máquez , a quien acompañó a México durante el curso invernal 1929-30,Entre los grandes maestros del Arte de Cúchares a los que acompañó en su montura Miguel Atienza Caro, es obligado destacar al madrileño Marcial Lalanda del Pino, al toledano Domingo López Ortega (“Domingo Ortega”), al segoviano Victoriano de la Serna y Gil, al cordobés Manuel Rodríguez Sánchez (“Manolete”), al gaditano Rafael Ortega Domínguez y al venezolano César Antonio Girón Díaz (“César Girón”). Además, también tuvo ocasión de trabajar a las órdenes de otros espadas tan esforzados como los recién aludidos, pero algo menos afortunados (los ya citados:., el bilbaíno Martín Agüero Ereño, el madrileño Antonio Márquez Serrano y el cordobés José María Martorell Navas).




Miguel Atienza Caro ha pasado también a la historia del Arte de Cúchares por haber sido el creador de la malhadada suerte de la carioca (llamada también del señor Atienza), consistente en tapar la salida al toro girando la montura en la misma dirección en que el astado busca la huida, para tenerlo así pegado al peto y castigarlo cuanto se quiera. Aunque puede entenderse como un recurso para sujetar a los toros mansurrones en la suerte de varas -y con este fin parece ser que la inventó Miguel Atienza-, en la actualidad ha degenerado hasta convertirse en un vicio habitual en todos los varilargueros.se cortó la coleta el día 20 de octubre de 1957, en la plaza Monumental de Las Ventas (Madrid).Fallecio en Jérez de la Frontera (Cádiz) el 18 de junio de 1990. Miembro de una de las más afamadas y prolíficas dinastías de varilargueros de todos los tiempos, fue padre del renombrado picador madrileño Miguel Atienza Burgos, y hermano de otros cuatro picadores: Juan, José, Florencio y Ramón Atienza Caro.
Miguel Atienza y Rafael Andrade "Artillero" Vitoria 1934


domingo, 18 de septiembre de 2016

BENITO MARTIN "RUBICHI"



Nació este notable peón y banderillero en Lora del Río (Sevilla),en 1897 y si desde un principio hubiera dedicado sus actividades tauromáquicas al capote de brega y a los palitroques habría que registrar el hecho como un acierto indiscutible. Pero el rubicundo Benito sentía debilidad por manejar la espada, y si bien es cierto que como novillero toreó muchos años muchas corridas,no es menos verdad que unos nacen con estrella y otros estrellados, y que los que nacen así, hasta cuando obtienen un triunfo salen con las manos en la cabeza. El hecho fué que el asunto de la espadilla no le dió resultado a Rubichi y que harto de esgrimirla, opto con mucho acierto por colgarla, ni más ni menos que el señor de Cide Hamete hizo con la pluma después de matar a don Alonso de Quijano. Y decimos con mucho acierto, no porque no lo tuviera en sus oficios de "mataor", sino porque como subalterno ha obtenido un prestigio y unos beneficios superiores a los que alcanzara siendo novillero. Antes de serlo, aprendió el oficio de fundidor, pero como la afición se le paseaba por el cuerpo desde que era un "chavea" y su amistad con Chicuelo y otros Muchachos que soñaban con ser toreros le iba me- tiendo cada vez más hondo el veneno del arte, al letal mflujo de éste abandonó el oficio y torero fué, torero es y torero será todavía un rato largo.

Mató el primer novillo el año 1914 en un festival celebrado en la placita de El Lavadero, de Sevilla, y en esta su primera salida de caballero andante de la Torería le acompañaron Chicuelo y Angelillo de Triana. El traje de luces lo vistió aquel mismo año por primera vez en Lisboa, toreando con Rafaelillo y el hoy espada Facultades; rodó luego seis o siete años más que un carro de la vieja farándula; todas las rutas y todas las villas y ciudades supieron de la existencia de tan bizarro y rubio lidiador, hasta que el 24 de abril de 1921 debutó en Tetuán de las Victorias como espada, alternando con Norberto Miguel y Currillo en la lidia de seis novillos de Victorio Torres. Benito se creyó ya en la tierra de promisión, pues tales fueron sus aciertos en la plaza de Tetuán que aquel año toreó en ella lo menos doce novilladas. De entonces data la popularidad que Torerías le colgó. Al calor de aquellos éxitos, Rubichi toreó mucho en tal temporada y en la siguiente, y el 16 de agosto de 1923, en una novillada nocturna se presentó en Madrid acompañado de Sánchez Torres, un hidalgo desaparecido ya de la circulación que varios años estuvo contratado para torear en la corte únicamente en la novillada con que se daba el cerrojazo a la plaza.

Rarezas que se dan en la historia del Toreo y en la de algunos individuos. Rubichi lucha denodadamente desde entonces para mantenerse a flote; torea mucho y su nombre suena con insistencia hasta el año 1926 como tal matador de noivillos; pero como no se le abre el amplio camino de flores con que él soñara y la bizarría tiene sus límites, reflexiona y opina que el ser subalterno puede darle muy buenos resultados porque se siente con tantas y tan buenas aptitudes como el primero. No se hizo ilusiones al pensar así, porque banderillea pronto y bien, tan bien y tan pronto como lo haga otro, brega con inteligencia y eficacia y es un valioso auxiliar del espada a quien sirve, un artista que siempre se destaca por sus acertadas intervenciones en cuantas corridas torea. Sus primeras andanzas como peón fueron a las órdenes del rejoneador portugués Simao de Veiga; en el año 1927 ingresó en la cuadrilla de Chicuelo,posteriormente formó parte en la del mexicano Luis Castro (El Soldado) y, más tarde, lo hizo en las de Manuel Álvarez (Andaluz) y Pepín Martín Vázquez, en esta formó junto a Joaquinillo y Pepe Villalón.

En 1950 fijó su residencia en Madrid y no era raro verle actuar en cuantos festejos se celebraban en Las Ventas. El 9 de septiembre de 1960 se cortó la coleta en Palma de Mallorca, toreaba a las órdenes de Mario Cabré que también se despedía esa tarde de la profesión. los percances más importantes que sufrio fueron estos : El 30 de julio de 1922, un toro de Arauz en Calasparra le infirió una cornada en un brazo; el 20 de abril de 1924, un bicho de Santos le hirió gravemente en la región inguinal, toreando en Valladolid, y el 24 de enero de 1926, un astado de Zaballos en Vista-Alegre (Carabanchel) le produjo una cornada grave con tres trayectorias en la pierna izquierda. Todos estos percances los sufrió actuando de novillero.Falleció en Madrid El 6 de abril de 1986 a consecuencia de una paro cardiaco

MARCADO POR LA TRAGEDIA




Un domingo de Julio de 1975 en Sevilla, la Real Maestranza un novillo golpea. Derriba y conmociona a un joven novillero, desde entonces sufría pérdida de memoria, pero se recobraba en seguida, días después, en algo que la prensa de la época califico como brote de locura, la emprendió con una barra de hierro golpeando la puerta de las oficinas de RENFE, en la calle Zaragoza, frente a las de la empresa de la plaza de toros. Tras ser reducido (costó un gran trabajo por su gran fortaleza física), pasó a la Comisaría y posteriormente fue trasladado al Sanatorio Psiquiátrico de Miraflores, donde quedó recluido. El doctor que lo atendió, el doctor Vara, argumentaba el golpe sufrido en la maestranza como posible causa del brote unido a su servicio militar, que cortó de un tajo su carrera taurina lo que le obsesionó con la repetición en Sevilla, ya que estaba contratado para la novillada de despedida de Gabriel Puerta, que fue aplazada en una semana. Seguramente iba pensando en verse anunciado en los carteles, y esto hizo desencadenar la pequeña tragedia.
Dieciocho años después, El domingo 13 de septiembre de 1992, la plaza de toros de la Maestranza volvía a vestirse de luto por segunda vez ese mismo año. Un subalterno, que ese día actuaba a las órdenes del novillero Leocadio Domínguez, era corneado a la salida de un par de banderillas, sufriendo un puntazo a la altura del corazón que resultó mortal de necesidad.

Era un banderillero de reconocido prestigio que a principios de los años 70 del siglo pasado intentó fortuna como novillero. Como subalterno había formado parte de las cuadrillas de Curro Romero, Rafael de Paula y Antoñete, entre otros.

El protagonista de estos dos sucesos se llamaba Ramón Soto Vargas y había nacido en Camas el 4 de marzo de 1953, tenía 39 años en el momento de su muerte. Fue tío del matador Oliva Soto.

viernes, 16 de septiembre de 2016

DESTINO INCUMPLIDO



Pascual Márquez y Diez vino al mundo en Villamanrique de la Condesa (Sevilla), siendo, hijo del señor Mateo Márquez, mayoral de la vacada de los señores Moreno Santamaría. La fecha de nacimiento del futuro matador de toros fue la del: 22 de octubre de 1914 y la de su bautismo el 11 de noviembre siguiente. Desde muy niño comenzó a prestar servicio en la hacienda donde su padre y hermano mayor trabajaban, y allí se familiarizó con todas los operaciones que en el campo se realizan con el ganado bravo, sintiendo luego la vocación, del toreo y ensayando, en unión de su hermano, sus aptitudes para el arte, cuidando no se enterase el autor de sus días, encargado de la hacienda. Así ocurrió en principio pero, llegada que fue a los dueños de la ganadería las faenas del joven vaquero, fue llamado a capítulo, amonestado seriamente y conminado para que cesasen por completo Sus ensayos con las reses si no quería verse despedido de la casa. Firme ya Pascual en su resolución de cultivar el arte del toreo, se despidió de sus amos y entró a trabajar en otra finca cercana, donde! el dueño apreció en seguida las huertas disposiciones del muchacho, vio con agrado sus aficiones taurómacas v, para fomentarlas, adquirió un novillo, al que Márquez toreó en la placita del cortijo "La Pañoleta", realizando, tan estupenda faena que los numerosos invitados a la fiesta regresaron a Sevilla proclamando entusiasmados qué había surgido un diestro de altura. La noticia fue tomando cuerpo, la afición sevillana manifiesta deseos de conocerle en su ruedo y la Empresa se apresura a facilitarle su presentación en el anillo de la Maestranza, lo que se lleva a efecto el 26 de mayo de 1935, fecha en la que, alternando con Mariano Rodríguez, "Pepete de Triana" y "Alcarreño II", estoquea reses de don Esteban González. Pascual Márquez, que en esta corrida vestía por vez primera el traje de luces, logró quedar a tal nivel, que anuló por completó las faenas de sus compañeros, escuchó entusiastas ovaciones y fue solemnemente proclamado torero valeroso, continuador de aquellos arrojados diestros que se llamaban "Espartero", Reverte, "Pepete" y Juan Belmonte. La afición sevillana, no poco decaída en aquel tiempo, resurgió al impulso del novel lidiador de Villamanrique, y las corridas sucesivas en que su nombre apareció en los carteles se contaron por llenos imponentes y entusiasmos difíciles de narrar. Las puertas del circo madrileño no podían permanecer cerradas para el nuevo revolucionario, y a Madrid vino el 14 de julio siguiente para lidiar, en unión de Solórzano y "Morateño" reses salamanquinas de Terrones. En esta corrida comenzó la mala suerte que para el diestro sevillano tuvo la Plaza de la capital española. 

Farolero" de Concha y Sierra

Le vimos animoso, serena y con deseos, pero una cogida, con puntazo en la cara, impidió el éxito por todos esperado. Repitió su actuación el 12 de septiembre, después de reiterados triunfos en provincias, y otra vez fue cogido por un toro de González Camino, esta vez con mayor gravedad, pues sufrió una gran cornada en un muslo, herida que le hizo perder buen número de corridas escrituradas. Uno de los cronistas madrileños, al resumir la campaña novilleril, escribió: "Pascual Márquez ha sido la revelación del año en Sevilla, donde ha logrado enardecer a la afición, como lo hicieron en tiempos pretéritos el "Espartero" y "Pepete". En su tierra dicen que es un torero extraordinario." Así era, en efecto, y aunque para los madrileños era realmente una incógnita aún, en lo poco que se le vio hacer pudo apreciarse un lidiador de extraordinaria valentía. Le sorprendió la guerra en Sevilla, capital inmediatamente liberada, se incorporó al ejército nacional, sirviendo en Aviación, y en ocasiones sus jefes le autorizaron para que practicase su arte trabajando en benéficos festivales. Recibió la alternativa en corrida organizada en Sevilla el 27 de mayo de 1939, cediéndole Luis Fuentes Bejarano un toro de Pablo Romero. La faena empleada por Pascual Márquez con el toro de su alternativa, un bicho de imponente tamaño, que pesó "cuatrocientos" kilogramos "en canal", fue verdaderamente memorable. Toreó de capa con cinco verónicas de tal relieve, de tan magna ejecución, que levantó al público de sus asientos aclamándole con frenesí. Corrió parejas su faena de muleta, coronando la estupenda! labor con una estocada en todo lo alto que hizo rodar sin puntilla a uno de los toros más grandes lidiados en Sevilla en un período de medio siglo. La alternativa de Pascual Márquez se registró en los anales de la simpática Plaza de los Maestrantes como la de más relieve de las otorgadas en su recinto. Terminada la guerra, vino a confirmar en Madrid su doctorado, actuando de padrino el aragonés Nicanor Villalta, que el 26 de septiembre de 1940 le cedió el toro "Curtidor", de don Francisco Chica. En esta cornada volvió a ser cogido y herido de gravedad, lo que demuestra que la racha adversa continuaba para él en el anillo madrileño. Seguía la mala suerte siendo no pocos los aficionados que pronosticaron la tragedia que, por infausta suerte, no había de hacerse esmerar. Para el 18 de mayo del siguiente año, 1941, nuestra Empresa organizó unía corrida con seis toros de Concha y Sierra, y los diestros Rafael de la Vega, Femado Domínguez y Pascual Márquez como matadores. 

Días antes de esta fecha había estado Márquez en el cerrado sevillano viendo los seis toros destinados a la Plaza de Madrid, notando, con no escasa extrañeza, que uno de los bichos, el nombrado "Farolero", número 52, le miraba y seguía con insistencia, hasta el punto que varias veces hubo de esquivarle, cambiando de lugar la jaca que montaba. Los caballistas que acompañaban al lidiador se dieron perfecta cuenta de que dicho toro no hacía caso de los demás jinetes fijando toda su atención en el torero, como si el detalle fuese una seria advertencia del destino, si bien cuidaron de no hablar de ello al interesado. A Pascual Márquez no le agradó este toro y encargó al mayoral de la vacada le sustituyese por otro, en lo que se le prometió complacerle. Se ignoran los motivos que hubo para no hacer la sustitución prometida, siendo lo más probable se tratase de un olvido involuntario o tal vez negligencia de los vaqueros; el caso es que a Madrid vino el toro de referencia. Momentos antes de hacer el paseo las cuadrillas, Pascual, contra su costumbre, preguntó a un banderillero qué toros le habían correspondido en el sorteo, y al enterarse de que uno de ellos era "Farolero", hizo un gesto de desagrado y dijo:
—;¿Conque al fin ha venido ese toro y me ha tocado a mí ? ¡Vaya casualidades!... 
Transcurrió sin novedad la lidia de los dos primeros toros; Márquez fue aplaudido en los quites en que intervino, viéndosele, como siempre, animoso y con deseos de complacer. Salió en tercer lugar el cárdeno "Farolero", aquella res que en el campo se fijaba tanto en el diestro; éste dio unos lances de tanteo, y como) el toro no los tomase bien, uno de los peones le indicó se despegase a salir del paso. 
 —No, hombre, no 
 —Le replicó el espada— ; 
estamos en Madrid, y aquí hay que estrecha se con los toros. Verás qué de cereal lo toreo ahora. Se abrió de capa en buen terreno y dio un lance a la verónica; cero, al iniciar el segundo, levantó el viento el capote dejando al diestro al descubierto; derrotó codicioso "Farolero" y alcanzó en el pecho al infortunado diestro. Con las manos en el lugar herido, y descompuesto su rostro por el dolor, le vimos dirigirse a las tablas, diciendo a los compañeros que le auxiliaban — ¡Me ha matado! ¡Me ha matado!... Por desgracia, estaba en lo cierto; la cornada era de muerte, había rasgado la pleura y el pericardio, contusionando el pulmón izquierdo. La cura de urgencia duró no menos de dos horas, y era tal la gravedad del herido, eme no se autorizó su salida de la enfermería, en la que permaneció varios días, hasta que, trasladado a un sanatorio próximo, en él sucumbió doce días después de la cogida en la madrugada del 30 de mayo de 1941, siendo trasladados sus restos al cementerio de la villa donde vio la luz. Esta fue la corta vida profesional y trágico fin del bravo lidiador sevillano Pascual Márquez.

jueves, 15 de septiembre de 2016

LA LEYENDA DEL PICADOR PUYANA



En la última década del siglo XVlll y primer tercio del XIX ejercieron la profesión del toreo dos picadores, parientes entre sí —según propia confesión—, llamados Pedro Puyana. Cuando ambos diestros coincidían en la Plaza madrileña, se les anunciaba, para distinguirlos, con el adjetivo del ''Mayor" y "el Menor", aplicándose el primero al más antiguo en el circo de la Corle. Aunque artistas apreciables ambos, distaron mucho de lograr la fama de Corchado, Ortiz, Rueda, Míguez Orellana, Herrera Cano y otros de sus contemporáneos; por tanto, su nombre fue poco menos que desconocido por los aficionados y aun los historiadores solían hacer de ellos una ligerísima referencia en sus libros. Pero a finalizar el siglo XIX el nombre de Pedro Puyana, "el Mayor", salió del olvido en que se hallaba y llegó a ser familiar a la afición moderna gracias a un escrito del "Doctor Thebussem", el eminente literato gaditano, de gratísimo recuerdo, artículo ameno, como todos los suyos, en él que pretendía demostrar que el citado picador no era otro que el noble caballero gaditano don Pedro Yuste de la Torre y Antúnez, hijo legítimo de los ilustres señores don Alonso y doña Jerónima, y ahijado de los señores marqueses de Torresoto. Una serie de vicisitudes, en que don Pedro Yuste intervino desde la edad de veinte años, originó sucesos como el rapto de una ilustre doncella, el desafío del raptador con un hermano de la joven, quien llevó la peor parte: detención, proceso y condena de Yuste. a servir cuatro años en Ceuta; su deserción y paso al moro, donde renegó de su religión, aprendió el árabe, llegó a relacionarse y tener valimiento nada menos que con el sultán de Marruecos, que le designó para traer a Madrid unos caballos regalados al rey Carlos IV, quien mandó organizar fiestas en honor de los que componían la embajada, figurando entre éstas una corrida de toros —esto ocurría en 1807, cuando la Fiesta estaba suprimida—, en la cual solicitó permiso para rejonear, haciéndolo con tal maestría que al verse aplaudido por el propio rey Carlos IV y él príncipe de la Paz, se dio a conocer, manifestando no era berberisco, como denunciaba su vestimenta, sino el caballero español infortunado don Pedro Yuste de la Torre, que derramando gruesas lágrimas solicitaba del soberano el perdón por sus pasadas culpas. 

El rey se lo concedió en el acto, y una sensible condesa, compadecida de su infortunio, le obsequió con dos trajes completos de picador y un bolsón de seda repleto de onzas de oro. Desde entonces el caballero abrazó la profesión de varilarguero, adoptó el nombre de Pedro Puyana y murió en la Plaza de Granada, hacia 1820 a 22, desnucado de una caída del caballo. Este venía a ser el contenido del artículo de "Thebussem", quien terminaba haciendo un llamamiento a diferentes reputados escritores taurinos para que se sirviesen aumentar, corregir o enmendar los datos en el escrito esparcidos. Cayó en el vacío el requerimiento; ninguno de los escritores aludidos publicó una sola línea sobre el asunto, sin duda por estar convencidos de que él respetado maestro Pardo de Figueroa habría pisado en falso, basando sus afirmaciones no en documentos indubítatibos, sino en leyendas y tradiciones, fuentes aceptables para trábalos literarios, pero que nada cuentan en los históricos. Luis Carmeno y Millán, buen amigo del poligrafo "Thebussiom", debió manifestarle particularmente su disconformidad con el contenido del escrito, y no se volvió a publicar nada a ello referente. Desde que en el año 1888 apareció en la revista "La Lidia" el artículo del notabilísimo escritor gaditano, han sido muchos los escritores que del mismo tomaron referencias; Pedro Puyana, "el Mayor", no fue el caballero don Pedro Yuste de la Torre y Antúnez. Primero. Quien nació en la opulenta y señorial casa de los nobles Yuste de la Torre y fue ahijado de títulos de Castilla, forzosamente había de recibir educación propia de su rango: pues bien, Pedro Puyana, "el Mayor", picador de toros, era analfabeto, según consta en nóminas, firmadas a su petición por no saber hacerlo el interesado Segundo. Según el escritor. Yuste, enmascarado con el nombre de Puyana, comenzó a trabajar en Plazas en 1798. El verdadero Puyana ejercía el oficio desde 1794, y cuando fue a Madrid en 1797, lo hizo ya acreditado. Tercero. Yuste de la Torre nació en Arcos de la Frontera, según consta en la partida de bautismo. Pedro Puyana, "el Mayor", era natural de Jerez de la Frontera, según consta en todos documentos. Cuarto. Yuste se dedicó al toreo como deporte y por demostrar su bizarría. Pedro Puyana "el Mayor" lo hizo como medio único de vida, según confesión propia. 

Quinto. En el escrito referente a Yuste se habla de corridas en Madrid en 1807 y 1808, a las que asistió el rey Carlos IV y el príncipe de la Paz. En él primer año la Fiesta estaba prohibida, y cuando se dieron corridas en él segundo había abdicado Carlos IV. Sexto. Según el escritor, Puyana "él Mayor" murió en Granada en 1820 a 22;otros apuntes demuestran que trabajó en Madrid en 1823, y lo hizo en provincias hasta 1827. En los puntos citados basamos nuestra afirmación de ser legendario cuanto se refiere a Yuste de la Torre en relación con él toreo, y ninguna relación guarda con él profesional Pedro Puyana, "el Mayor", de quien ofrecemos unos breves apuntes biográficos. La primera vez que en documentos madrileños aparece el nombre de Pedro Puyana es en la relación de diestros que para trabajar en las Plazas de Aranjuez y Madrid son contratados en 1797. Este diestro, acreditado en Andalucía, donde trabaja desde 1794, inaugura su campaña toreando el 21 de mayo en la Plaza de Aranjuez, la que, construida por el Real Patrimonio, habíase inaugurado siete días antes. El 30.de mayo, o sea siete días después, Puyana picó por vez primera en Madrid, alternando con Manuel Jiménez, y haciendo constar que el piquero, natural de Jerez de la Frontera, era nuevo en esta Plaza. Gustó su trabajo y toreó en tanda o reserva todas las corridas, excepto la décima a décimo-tercera, perdidas por lesiones sufridas en la novena —16 de julio—, de la que salió con dos costillas fracturadas. Cuando apareció en el ruedo nuevamente, el 8 de octubre, fue objeto de nutridos aplausos, demostración evidente de la simpatía conquistada. Continuó sirviendo las corridas de toros, y algunos años también las novilladas, hasta terminar el año 1801, y el 11 de mayó presenció la tragedia de "Illo". En cierta poco afortunada biografía de este infortunado espada se dice que el toro "Barbudo" fue picado por Juan López y Pedro Puyana. Es incierto lo referente al segundo. Puyana, con Cristóbal Sierra, picaron los toros primero y cuarto únicamente: los picadores de "Barbudo" fueron López y Cristóbal Ortiz. En 1803 se presentó en Madrid un sobrino. Llamado como él, Pedro Puyana, y desde entonces se les añadió el adjetivo del "Mavor" y "Menor" para diferenciarles. Llegaron las fiestas reales de 1803; figuró "el Mayor" entre los piqueros relacionados para servirlas; pero noticioso de que pretendían prescindir de él, por favorecer a Antonio José Monje, protegido del primera espada José Romero, hizo le redactasen un memorial para el rey, rogando se le admitiese a trabajar, lo que le fue concedido. Por falta de espacio no copiamos este curioso documento, en él que el piquero manifiesta no tener otros medios de vida que el ejercicio de su arte. 

De sus andanzas en los años 1805 a 1814, que reapareció en la Corte, se tienen .algunas noticias; se sabe prestó servicios en la ganadería de los Padres de la Cartuja, de Jerez de la Frontera, y por una ligera referencia del picador Manuel Cartón, consta estuvo algún tiempo trabajando en Portugal. Vuelve a Madrid en 1814, se ausenta en 1815 y sólo toma parte en dos corridas de 1816 —la décima y décimo sexta—, en las que aparece con síntomas de gran decadencia a causa de pertinaces fiebres ese año padecidas. La Junta de Hospitales, deseosa de favorecer al antiguo y necesitado piquero, le ajusta por diez corridas en el año 1818. Sólo alguna corrida suelta torea en los años 1819 a 22, y en este último lo hace en la novillada del 8 de diciembre, en cuyo cartel se dice que Pedro Puyana, "el Mayor", ha ofrecido esmerarse para no desmerecer en nada de su antiguo concepto". Novillos embolados picó el 31 de agosto de 1823, v si de ínfima clase fue la fiesta, aun pasó el pobre viejo por la amargura de verse anunciado en del 21 de diciembre, para picar embolados en unión de un aficionado, zapatero de profesión, apodado "Pinchapan", procedente de Mondoñedo. Esta fue la última fiesta toreada en Madrid por el que en tiempos hizo famoso su nombre. Tendrían qué ver los honorarios que cobraría el pobre lidiador jerezano en fiesta de tal categoría. Se reintegra el arrumbado varilarguero a su patria chica, y continuó algunos años más saliendo a las Plazas en corridas de menor fuste, teniendo noticia de que en él otoño de 1827 sano a picar en la Plaza de su pueblo, sufriendo una peligrosa caída, de la que le salvó el oportuno quite del matador Juan Fernández, "el Catalán . Aquí perdemos su pista, tal vez ésa fuese la última vez que vistiese la ropa de torear y terminase sus días en el asilo o en algún hospital, como les ocurrió a muchos lidiadores de su época. Esta fue, lector amigo, Ha vida en él arte de un lidiador nacido en humilde cuna, a quien novelescas referencias —abundantes en la historia del toreo— nos presentan como el ilustre personaje don Pedro Yuste de la Torre y Antúnez.