martes, 27 de diciembre de 2016

RICARDO MARTIN LAFFITTE "TRASMONTES"






Ricardo Martin Laffitte nació en San Martín de Valdeiglesias, el 4 de noviembre de 1908, de padre madrileño y madre francesa, maestra. Del primer tercio de su vida sólo conocemos sus tempranas incursiones taurina, de las que se cuenta con numerosos testimonios gráficos, en carteles y fotos, de actuaciones suyas como novillero en Salamanca (1930 y 1931) o Tetuán (1933 y 1935), donde torearía con Domingo Ortega y Vicente Barrera. Por el contrario, desconocemos cuándo llega a Jaén. Nos consta que era republicano y de izquierdas, y que, por pertenecer a algún cuerpo de seguridad de la República —Agente de Vigilancia, según su libro de Familia-, es destinado a Jaén, en concreto a la Diputación, en los años precedentes a la guerra. Sería allí donde, al poco de comenzar ésta, conocería a Encarnación Barea Siles, la que sería su esposa, por un singular juego de coincidencias. Finalizada la guerra los datos se confunden; su hija me afirma que Ricardo cs llevado a un campo de concentración a Francia. De hecho, la familia conserva numerosas "postales" enviadas desde allí. Sin embargo, su diversa procedencia (Perpignan, Toulouse, Burdeos, Marsella...) y el hecho de que en esos años de la postguerra nos consta que Trasmonte vuelve a los ruedos, toreando en muchas plazas del sur del país vecino, nos lleva a pensar que allí sc encontraba sencillamente exiliado, refugiado. Resulta muy, curioso leer en francés las reseñas relativas a sus faenas en tierra gala («En premier lieu, le vaillant matador Ricardo Martin Trasmonteavait á licher deux toros de l'ancienne race d. Salins...) 






Encarnación haría todo lo posible para que su marido volviera, sabía que era inocente y no había cometido delito alguno. Y sus gestiones dan el oportuno fruto. El 29 de junio de 1940 Ricardo Ie escribe desde Portbou: "Hoy llego a las 12 a nuestra querida España. Con esta fecha salimos para Figueras, donde nos tendrán hasta que Dios quiera, al llegar allí os pondré un telegrama". Martín Lafitte sería conducido al campo de concentración abierto en Algeciras, donde permanecería por algún tiempo. Una vez liberado viaja a Martos donde se encontraba su esposa, y aquí decide residir hasta el final de sus días. Curiosamente, como hemos podido ver, salvo en su época de prisionero en Cádiz, en todo su periplo vital está presente el Ricardo taurino. Su pasión por los toros.


Reanudó su contacto con los toros a partir de 1943, como banderillero, pero, obviamente, este trabajo/afición no era suficiente para sacar adelante a su familia, por lo que hubo de abrirse camino en otros campos. Durante mucho tiempo su principal fuente de ingresos fue una fábrica de capachos que tenía en su propia casa, en la calle Morería, donde llegó a tener contratadas hasta 20 personas. Más tarde vinieron duros momentos pues esta irregular actividad le propició duros reveses, por lo que se aventuró a la búsqueda de otros medios de sustento, como lo fue la representación comercial. Emociona ver sus agendas anuales, en las que, con preciosismo y minuciosidad, va registrando las faenas en las que interviene, fijando el día y la hora de la corrida así como la cuadrilla con la sale al ruedo. De hecho, Trasmonte, que formaba parte de la cuadrilla de Gitanillo de Triana, uno de los matadores que toreaban en Linares junto con Manolete la aciaga tarde del 28 de agosto de 1947 en la que el toro Islero acabó con su vida, fue uno de los que portó su féretro cuando éste salía del Hospital de los Marqueses para ser llevado a Córdoba. 


El cariño de la profesión queda también patente en las numerosas fotografías dedicadas por toreros, banderilleros o ganaderos que conserva su familia. Pero lo cierto es que fue esta, pese a su honda pasión taurina, el verdadero objeto de sus desvelos. En opinión de Lita,su hija, una cornada mal curada, sufrida por su padre en la boca en sus últimos años de banderillero, fue el origen del cáncer que acabaría con su vida. Murió en Madrid, d 7 de abril de 1963, a los 55 años y, como no podía ser de otro modo, en el Sanatorio de Toreros.

sábado, 17 de diciembre de 2016

ARMANDO CONDE



Armando Conde Delso nace en Quito un 1 de febrero de 1937. Torero de técnica, efectismo y valor. Nadie como él para las largas cambiadas y los pases con la muleta cambiada y por detrás en un péndulo torero. Tenemos en la retina el 'Jesús del Gran Poder' de 1973. Fue el primer ecuatoriano en ser reconocido con este premio que daba la comuinidad franciscana de Quito. Su campaña fue dilatada en la plaza Quito. Toreó 14 temporadas: 20 orejas, dos rabos, 20 vueltas al ruedo y 4 cornadas. Como un torero de casta tuvo un rosario de cogidas en toda su vida taurina. 

Como novillero su cartel en Valencia, España fue extraordinario. Llega a torear 36 novilladas en esa ciudad del Levante Español. Fue base de cartel. El 26 junio de 1961 se presenta en la plaza de Las Ventas de Madrid con ganado de Isabel Rosa González acompañado por José Osuna y Manuel García 'Palmeño'. Alternativa: 24 de septiembre de 1961 en Valladolid, España. El maestro Gregorio Sánchez en presencia de Curro Romero le cede el toro 'Temerario' de la divisa de Javier Molina Domínguez. Esa tarde cortó la oreja al toro de la alternativa y otra a su segundo. 

El domingo, 3 de junio de 1984 se da un festival homenaje póstumo a Armando Conde a beneficio de sus deudos. Su hijo (niño de unos ocho años de edad) a las seis de la tarde dió en su nombre, la última vuelta al albero de Iñaquito. Recogió el cariño del pueblo quiteño llorando a su torero. Armando Conde había muerto en marzo de ese año en Bogotá, Colombia --su segunda patria-- por causa de un derrame cerebral. Ese año se preparaba para despedirse del toro en Quito donde no se presentaba desde diciembre de 1979.

¡AQUELLOS DOS NIÑOS !



Aquí están, en Portugal, en una plaza cerrada con carros, nada más que Joselito y Limeño, la pareja que comienza a torear en el año de gracia de 1908, , Han ido a Portugal buscando campo para, sus hazañas. Han llegado allí de la mano de un guardia, como si fueran unos niños traviesos. Del guardia municipal sevillano José Martínez, que los vio debutar en Jerez el 19 de abril del mismo año, y que ha pensado, no en que se hallaba ante el coloso futuro de los toreros, sino en ambiciones más cercanas y concretas, en el interés de la parejita en las Plazas portuguesas y en su propio interés. Por lo pronto, ajusta los contratos y paga a los niños diez reales por corrida. Pero en aquella pareja de "niños sevillanos" iba en potencia y agraz el tremendo torerito, el amo del toreo dentro y fuera de los ruedos. Y en la tercera becerrada se planta. Ajusta por su cuenta el contrato de Campo Pequeño en mil pesetas y él se arregla con todos. Al "guardia", veinte duros, y al resto lo que es de ley, y no los ocho reales que José Martínez pagaba a los banderilleros. Y así, ante un mentor que ha visto como en un relámpago lo que tiene delante, torean catorce festejos más. Con unos novillotes que a lo mejor pasarían hoy por toros. Y aun en aquella época fueron suficientes para que la "seña Gabriela", más o menos enterada, mandase a por los chicos al peón Flavero. Pero ya se habían echado los cimientos —portugueses, para honra del Portugal taurino— de aquella pareja en la que iba un coloso.
En la fotografía puede verse claro. Limeño está en ella, muy marchosito para el objetivo de la máquina. Joselito está pan el suyo, que es ser el amo. Frunce el gesto y observa lo que les va a salir, para aprender lo que su portentosa intuición deja al oficio. Está ya en el sitio de responsabilidad, que no dejó nunca. A lo mejor ya ha puesto en su sitio al "guardia", y piensa además en las futuras contratas. Así fue lo que fue. Y ya se le adivina por debajo de esa guayabera blanca, por cuyas mangas asoman demasiado las muñecas; en su pantalón flamenco y en sus zapatillas. Pero, sobre todo, hay el gesto de ir a lo suyo, de estar en lo suyo, de ser el eje. Y tenía trece años.

POLIZONES


Estos dos personajes son José Ugaz en la izquierda y Gregorio Morote en la derecha, Peruanos que en 1948 se embarcaron de polizones en el barco italiano "Sebastian Cabot" en una travesia que duro desde el 5 de Junio al 12 de Julio de ese año. Llevaban por equipaje 3 trajes puestos uno encima del otro por no llevar maleta, tras una semana ocultos en la bodega y comiendo los viveres que parece ser por norma estaban en los botes de salvamento se presentaròn voluntariamente al capitan quien se lo tomó de buenas y les permitió finalizar su travesia hasta Barcelona, donde descendieron como dos turistas màs al llevar su documentacion en regla. El motivo de toda esta odisea no era ni mas ni menos que torear en España. Me consta que José Ugaz debutó en las ventas el 30 de Marzo de 1950 y Morote un año despues el 18 de Julio de 1951. Los dos eran del mismo pueblo Peruano,Monsefú,y ya tenian experiencia como novilleros.

PACO LARA


El matador de toros Francisco Lara Casado "Paco Lara" nació en San Fernando (Cádiz) el 18 de septiembre del año 1921, comenzó su profesión en los ruedos de la baja Andalucía e hizo su presentación en la Plaza de Madrid el 22 de marzo de 1942, estoqueando reses de Juan Belmonte con «El Yoni» y Mario Cabré. Mientras fué novillero no hubo temporada en la que dejase de sufrir una cornada grave, por lo que sus estadísticas no fueron, en el número de actuaciones, lo abundantes que pudieron ser, y al reducir sus actividades por causa de tales accidentes, temó la alternativa en un ambiente de olvido. Antes de recibirla, en 1945, realizó una excursión a Méjico, donde tuvo una provechosa actuación, y de regreso, en 1946, se dispuso a recibir la mencionada investidura, acto que tuvo efecto en esa ciudad el día 20 de junio de tal año, actuando de otorgante el mexicano Fermín Rivera y de testigo J. Belmonte Campoy, y lidiándose toros de de Dña Julia Cossío, de cuyo cartel fué complemento la lidia de un astado más, rejoneado por Conchita Cintrón.

No toreó más corrida que ésta en aquella temporada; de las doce que toreó en 1947 corresponden ocho a Colombia y cuatro al Ecuador, no sin sufrir en Quito una, cornada grave con fecha 9 de junio;
el 12 de octubre de 1947 en Bogotá para dar la alternativa a Pedro de la Casa “Morenito de Talavera Chico”. en 1948 tomó parte en seis, y sufrió otra cornada, el 11 de julio, en La Linea; de las tres toreadas en 1949 dos fueren en el Ecuador y una sola en España, en Colombia le da la alternativa a Rafael González Villa “Machaquito” en la antigua Plaza de Toros , como testigo estuvo Alvarez Pelayo. y posteriormente sólo se vestio el traje de luces en dicho continente americano.

Falleció: El 14 de noviembre de 1.988 fallece en la ciudad gaditana de El Puerto de Santa Maria a los 67 años de edad

sábado, 10 de diciembre de 2016

«VILLA CONCEPCIÓN»


Cuando el matadero municipal de Sevilla estaba a la vera de la Puerta de la Carne, el señor Garcés era ya empleado en el mismo. Tenía una hija llamada Concepción, en la que había puesto los ojos y el pensamiento un muchacho que quería ser torero. Y toreó el muchacho en Sevilla. José Vázquez se anunciaba en los carteles con el alias de «chico de San Bernardo», que en tal barrio había nacido y vivía el torero en agraz. Una noche, en el ruedo sevillano, un novillo le dio una cornada grave. Allí terminó la historia taurina del «chico de San Bernardo», y entonces pensó el mozo que era preciso dar nuevo rumbo a su vida. Había aspirado a todo en el toreo por ofrecer a Concha un bienestar que no era fácil conseguir por otros medios. No podía ser. La cornada le alejaba de los ruedos, y desilusionado, habló con la muchacha. 

No sospechaba José Vázquez que la noticia de su definitiva retirada de los toros fuera una gratísima noticia para Concepción Garcés; pero tal fue. Se había inaugurado el nuevo matadero sevillano, y, José Vázquez ingresó allí como empleado y al poco casó Con Concha Garcés. José fue nombrado capataz de nave y en su trabajo pasó muchos años sin más afán que el cumplimiento de su deber y  sin otra preocupación que sacar adelante a sus hijos. Y esto pudo ser porque a José Vázquez , que no tuvo suerte en el toreo. Dios le había concedido la gracia de casar con una mujer que si cuando mocita era la admiración de los muchachos por su belleza, ya casada podía ser espejo en el que se mirasen todas aquellas que pretendieran lograr el título de «mujeres de su casa». 


Siempre fue bueno para los suyos José Vázquez ; pero la esposa no se dejó ganar en bondad por su marido y en laboriosidad por nadie. La historia de doña Concepción Garcés es la historia sencilla de la mujer que sabia lo que era sacrificarse por los suyos, que  renuncio a todo por sus hijos y que no puso  límite a su bondad porque creía que el bien no tiene, frontera. Dios bendijo su hogar y le dio siete hijos. Pepe Luis, Rafael, que fue matador de novillos,Manolo, Consuelo,Antonio, Juan y Carmelita.En el hotel que la familia compró en la calle número 17 del barrio de Nervión, conocido por el nombre de «Villa Concepción»,se criaron los hijos en convivencia con  los abuelos paternos y el matrimonio. Nunca vio torear a ninguno de sus hijos .

viernes, 9 de diciembre de 2016

MANUEL NAVARRO


Manuel Navarro Salido, nació en Albacete, el 20 de julio de 1926. Comenzó a estudiar el bachillerato, aban­dona los estudios, para dedicarse al aprendizaje del to­reo, disfrutó siembre de la amistad de varios ganaderos, en especial de los Samuel Hermanos, por lo que gozó de ciertas facilidades para su inicio. Viste por primera vez el traje de luces en el año 1942, en Quintanar de la Orden, (Toledo) comparte cartel con Pepito Mateos, lidiando novillos de Manolo González. 

Dos años después, actuó en su primera novillada picada, en la localidad ciudadrealeña de Tomelloso, siendo sus compañeros de lidia, Ángel Luís Bienvenida y Pepito Mateos, se habló con elogios de su campaña de noville­ro. Se presenta en Madrid el 24 de junio de 1945, lidian­do novillos de de Claudio Moura, le acompañaron en la lidia, Rafael González Villa “Machaquito” de Madrid, “Chicuelo de Méjico” y Tacho Campos, los dos últimos mejicanos. Torea las temporadas 1946 y 1947, alcanzando nu­merosos éxitos y se anima a tomar la alternativa el 25 de julio de 1947, en plena Feria de San Jaime, se la conce­dió “Gitanillo de Triana” (Rafael), con la presencia de Luís Miguel Dominguín y Rovira, y toros de la ganadería de Villagodio Hermanos, el toro que lo doctoró se llama­ba “Limpiador”.


Este mismo año, confirma en Madrid, el día 4 de oc­tubre, en la corrida a beneficio de la Asociación de la Prensa, Domingo Ortega fue el padrino y los testigos, Luís Miguel Dominguín y Paco Muñoz, se lidiaron cua­tro toros de Antonio Pérez-Tabernero y cuatro de Carlos Núñez. Después del doctorado, aún toreo quince corri­das ese año, la temporada de 1948, fue la que más se vistió de luces, llegando a las cuarenta y siete. Tras once años como matador de toros, se retiró en Méjico, en el año 1958. Fue un diestro bastante castigado por los toros, con valor y buen corte, su simpatía personal se transmitía en sus actuaciones. Residió muchos años en Madrid, tambien en Jerez de la Frontera. 

En el año 49 y en el 50 bajan considerablemente los contratos y decide comenzar una nueva etapa. «Yo no quería ni podía permitirme el lujo de ser torero de café, contando batallitas». «Hice amistad con un empresario portugués y organizamos festejos en el extranjero. Se celebraron corridas de toros en Mozambique, Angola, EE.UU, y Filipinas». Se trataba de un iniciativa que jamás se había llevado a cabo, siendo pioneros en organizar festejos taurinos mas allá de nuestras fronteras. «Mi amigo que se llamaba Alfredo Ovella tenía un gran espíritu emprendedor y además era un hombre que respondía». Toda una aventura llena de anécdotas y curiosidades.

domingo, 27 de noviembre de 2016

SIEMPRE HUBO DE TODO

  
Ninguna de las corruptelas actuales ha sido inventada ahora. Los toreros de estos tiempos no inventan suertes; pero tampoco han sacado de su cabeza ninguna de las trampas que usan en el juego de cubiletes con que engañan al aficionado y acaban por engañarse a sí mismos, pues que toman en serio y aceptan como verídicas las mentiras con que disfrazan su paso por las plazas. La costumbre de enviar telegramas, en los que aparecían los diestros como fenómenos del arte, aunque hubiesen estado para ser entregados a la Guardia civil, era tan antigua como el uso del telégrafo y para corroborar esta afirmación, he aquí una anécdota histórica que demuestra cómo las gastaban los toreros que, rendían en todo momento culto a la seriedad. 

Hace ciento cincuenta años que torearon en Santander los espadas Antonio Sánchez, el Tato y Gonzalo Mora dos corridas en dos días seguidos, con motivo de la feria de Julio. Los dos se hospedaban con sus cuadrillas en la misma fonda y comían en la misma mesa. Cuando el primer día terminaron de almorzar fueron abandonando el comedor todos y marchando cada uno a su cuarto a preparar la ropa para, ir a la plaza. Al quedar el Tato solo, llamó al puntillero,: que era a la vez criado y secretario,  le mandó redactar un telegrama con destino a uno de los periódicos de mayor circulación en aquella época. —Pon ahí, le dijo: «Toros buenos, Tato superior, aplaudidísimo; Gonzalo, mal, muy desgraciado.» Este parte lo mandas en cuanto acabe la comida, dijo el Tato, y ambos abandonaron el comedor, sin darse cuenta de que Gonzalo que había salido a fumar un cigarro al balcón, con vistas al mar, que tenía aquel departamento, lo había escuchado todo bien, oculto tras una persiana para no infundir sospechas. El diestro madrileño, que tenía mucha gracia y más intención, se comió la partida y no se dio por enterado aquel día. 

Al siguiente volvieron a sentarse a la mesa todos, y no contaba el popular Tato con la sorpresa que le estaba preparada. Antes de tomar el café dijo Gonzalo Mora a su puntillero, con aire de solemne seriedad: —Trae papel y tintero, que vamos a poner unos partes. Cumplió el subalterno la orden, y el jefe de su cuadrilla le dictó en alta voz para que lo oyeran todos: «Toros, superiores; Tato, desgraciadísimo, sacarónle medialuna. Silba horrorosa. Gonzalo, sublime. Aplausos, vivas, flores, palomas, entusiasmo general.» Mandó al secretario poner la dirección a los periódicos más en boga, y añadió imperativamente:Ahora mismo, llévalos al telégrafo, y así no llegarán tarde. Una carcajada general resonó en el comedor, y no fue el Tato el que menos exteriorizó la risa, no dándose por aludido en la terrible indirecta; pero cuentan los que conocían intimidades, que no volvió Antonio a poner más partes agraviando a los compañeros. De todo esto, resulta que aunque haya defensores del tiempo pasado, hay que reconocer que en todo tiempo y edad, hubo mentira y verdad, mucho más de la primera, que es rara casualidad hallar un alma sincera.

DE COMO ANTONIO CARMONA «EL GORDITO» MATABA TOROS A TIROS CON UN FUSIL REMINGTON, ENCARAMADO EN UN PESEBRE Y VESTIDO DE VERDE Y ORO, EN EL AÑO DE GRACIA DE 1880.


El 15 de Agosto de 1880 se dio en Orihuela la primera corrida de feria, estoqueando el Gordito y Lagartija seis toros de D. Fructuoso Flores, de Víanos, con divisa naranja. Transcurría la corrida sin grandes incidentes ni mayores entusiasmos, cuando, hallándose estoqueando Lagartija, que vestía de azul y oro, el cuarto toro [Desertor, negro cornicorto), que había tomado 12 puyazos, causando cuatro caídas y habiendo sido banderilleado por Isidro Rico y Manuel Gimeno después de recibir la res un pinchazo hondo entre huesos y una estocada corta a paso de banderillas, saltó la barrera frente a la puerta de caballos, entrando en la cuadra de éstos, de donde no hubo medio de poderlo echar, sacándose malamente los que había preparados para la fiesta.


Las malas condiciones de seguridad del lugar  y el peligro posible de que Desertor pudiese salvar el recinto de la plaza hicieron al Gordito consultar rápidamente con la presidencia, y autorizado por ésta, requirió un Remington de la Guardia civil con abundante dotación de cartuchos, y penetrando en la cuadra, con las precauciones consiguientes, tanto para él como para los que pudieran ser víctimas de su equivocada puntería, se encaramó en un pesebre con su flamante traje de luces verde recamado de oro, y desde tal baluarte comenzó á disparar tiros sobre la res hasta el número de once, el que dio fin de la vida del toro manchego con un balazo en el testuz. 


Ciertamente que tal hecho no constituiría motivos para un premio en un concurso del Tiro Nacional, pues prueba que el gran torero manejaba las armas de fuego con tan detestable puntería como manejó el estoque, pero ciertamente, asimismo, que su decisión salvó quizá de un día de luto la gentil población alicantina, y que el hecho, por lo extraño e insólito, es digno de figurar en la historia del toreo. No entramos en detalles del resto de aquella corrida, por ser cosa que al caso presente no interesa. Únicamente consignaremos, a título de curiosidad, que el sexto toro (Coronel, castaño) causó en una caída al picador Antonio Arce (que llevaba cerca de cuarenta años picando reses, y que, según parece, fue la última corrida en que toreó en su larga vida profesional), graves contusiones en el costado derecho y dislocación del brazo del mismo lado. 

martes, 8 de noviembre de 2016

¿CASUALIDAD O INTERVENCION DIVINA?

Francisco Ramos de Castro (izquierda) y Francisco Ferrer "Pastoret" (derecha)

Lo  contaba así en 1950 Francisco Ramos de  Castro Periodista y Dramaturgo Español (1890-1963)

"Ocurrió la cosa durante el verano de 1927. ün colaborador mío. Pepe Morales» ya fallecido, y yo teníamos que leer una revista titulada «Color» al empresario del Teatro Chueca, señor Serrano, el cual nos había citado para después de la función de la noche del día 18 de julio. Pero aquella tarde Paco Ferrer («Pastoret»), buen amigo mío, me llamó por teléfono.
 —¿Quieres venir a Salamanca con Antonio Alvarez y conmigo? 
—¿A qué? 
—A escoger una corrida de novillos de Ignacio Sánchez. 
—¿A qué hora salís?
 —A las ocho, con la fresca .
 —Pues no puedo ir. Paco, y no sabes cómo lo siento. 
Y le expuse la razón, 
—Pero ¿no sois dos los autores? ¡Pues que lea la obra el otro!
—sugirió «Pastoret».  
era una solución 
 —Anda, anímate, tocayo, que vamos a ir en un «bugatti» que me acabo de comprar. ¡Vas a ver qué viaje
 —Bueno, voy a ver si convenzo a mi colaborador...
 —Nada, a las ocho vamos a recogerte.
Asi quedamos. Pero si fuerte era mi deseo de asistir a la excursión, no fueron menos poderosas las razones que alegó en contra mi colaborador. 
 —No debe usted dejarme solo en la lectura. Yo soy absolutamente novel y su ausencia, sobre producirme el natural azoramiento, demostraría al señor Serrano el escaso interés que tiene usted en la lectura. 
Profundamente contrariado, pero reconociendo la razón que asistía a mi compañero, comuniqué a «Pastoret» mi imposibilidad de acompañarles. Y mi disgusto se convirtió en renovada satisfacción al saber que ellos, no sé porqué causas, habían aplazado el viaje hasta el día siguiente a la misma hora. jTodo resuelto! Asistiría a la lectura y a la excursión, i Yo era un tío de suerte! 
Aquella noche cenamos juntos mi colaborador y yo, acudimos al teatro a la hora de la cita y... 
—¡El empresario, señor Serrano, se acaba de marchar a su casa repentinamente indispuesto! Era lamentable; mas no creí que me estropease la excusión, porque no podía suponer que se celebrase la lectura al día siguiente. No podía suponerlo, pero así fué. Y a vestido para el viaje, y con «Pastoret» «a bordo» de un flamante «Bugatti» descubierto, esperándome en la puerta de mi casa, se presentó en ésta mi colaborador para decirme que aquella noche leeríamos. ¡Cómo odié en aquel momento a mi colaborador, a la Empresa, y a mi «funseta manía» de escribir para el teatro! Y me rebelé.
 —Pues lo siento mucho, querido Morales; yo me he comprometido, me están esperando y me voy. Además
 —y ello era cierto—, 
mañana es mi cumpleaños y acabo de telefonear a mi familia, que está en Las Navas, que llegaré por la tarde, porque será cuando regresemos de Calzadilla 
—donde tenia su ganado don Ignacio Sánchez
—. Con que haga usted un esfuerzo y lea la revista a la Empresa usted sólito. Muchísimas veces he lamentado mi blandura de corazón, pero nunca con menos razón que en aquélla. E l resignado gesto de mi colaborador y sus doloridas lamentaciones pudieron más que mi ilusión por el viaje. Bajé la escalera y me disculpé con «Pastoret». Insistió éste hasta el límite. 
—¿Quieres que salgamos de madrugada?
—me propuso. 
—No puede ser, porque regresaríamos de noche y he prometido a mi familia que estaré en has Navas por la tarde. Argumentó. Me defendí. 
—Tú te lo pierdes
—sentenció el pobre «Pastoret». Y su error fué vital. Porque al llegar su «bugatti* a las proximidades de Salvadiós (Avila), pasado Narros, y en una curva cerrada, mal cogida, la fatalidad dió tan tremendo papirotazo al coche que, sobre la cuneta castellana quedaron los cuerpos sin vida de Francisco Perrer («Pastoret») y Antonio Alvarez («Alvarito de Córdoba»), a la sazón apoderado de Vicente Barrera... Que Dios era 
—y sigue siendo, gracias a Dios amigo mío. Tan amigo mió, que tampoco llegó a estrenarse la ajetreada revista, que hoy conservo y releo de vez en cuando, casi con la convicción de que también encerraba un peligro mortal..."

LA INOLVIDABLE BRONCA DE GUERRITA EN JEREZ


Fue histórica, y se habló de ella tanto como de las guerras coloniales, que entonces ardían en pompa. Afortunadamente, hoy no se registran en las Plazas de toros aquellas broncas de otros tiempos. Eran unas broncas que muchas veces se promovían por el acre deleite de adoptar una actitud encrespada, y muy a menudo por los dictados de la sinrazón y la injusticia. Evidentemente, no es sólo por el menor riesgo que hoy corre el lidiador con el toro de nuestros días, sino por otras varias causas, por lo que su profesión resulta en la actualidad más cómoda que hace más de cien años. Antes había espectadores que sentían la fascinación de las broncas, como si éstas encerrasen un misterio vital y representaran el último término y la explosión de las pasiones. Y sabido es las que «Guerrita» produjo, a pesar de no haber tenido rivales que, al competir con él, ayudaran a fomentarlas, aunque acaso precisamente por esto desatara la animosidad con que los públicos le trataron durante los últimos años que ejerció la profesión. Muchos son los escritores de su época que están de acuerdo en este punto. Pero dejemos las granzas y tomemos el grano: La bronca que «Guerrita» oyó en la corrida de la feria de abril en Jerez, el año 1896, fue un suceso de los de más bulto en aquella temporada, tanto más por las consecuencias que tuvo para el célebre diestro cordobés.
Se lidiaron seis toros de la ganadería de don José Antonio Adalid por las cuadrillas de dicho Rafael Guerra y Antonio Reverte, en un mano a mano que entonces era la suprema atracción, y para presenciar la corrida cayeron sobre Jerez numerosos aficionados de Cádiz y Sevilla. Si a esto se agrega que la fiesta se celebró en una tarde espléndida, de esas en que un sol primaveral vierte todas sus galas sobre el suelo andaluz, puede colegirse el lleno que hubo en la plaza de jerez. La animación era extraordinaria. El quinto toro de la que antes fuera ganadería de Núñez de Prado acreditó ser un «vistahermosa» legítimo, uno de aquellos «condesos» que hicieron tan célebre la casta. Bravísimo, duro y codicioso, acometió contra los picadores en la suerte de varas, y en una de éstas cargó con el picador «Agujetas» y su caballo y los llevó buen trecho en su cabeza, hasta que en una fuerte sacudida los arrojó violentamente para fijar su atención en las capas de los matadores, los cuales acudieron a hacer el quite con gran revuelo.
Pero la ovación que «Guerrita» y Reverte escucharon por su valiente intervención, se convirtió en seguida en la bronca a que antes nos referimos, por no acceder dichos diestros a banderillear a la res, tal como buena parte del público pedía. Sobre el redondel cayó una lluvia de botellas y otros proyectiles; el escándalo adquirió todo el aumento progresivo de intensidad! imaginable; cuando «Guerrita» cogió los trastos de matar, seguían gritando los espectadores enfurecidos, como si un vaho calenturiento prestara calor a sus diatribas contra el cordobés, y, como siempre ocurre en tales casos, se disolvió el sentimiento de responsabilidad individual para convertirse la multitud en una masa difusa que ya no gritaba más que por el morboso afán de meter ruido. ¿Qué tenía que hacer «Guerrita»? Arrimarse, estrecharse con el toro, realizar una brega de dominio con aquel bravísimo ejemplar. Y no sólo hizo esto, sino que, enardecido por una parte, e inspirado por otra, aquella labor magistral abrió paso a las filigranas y Rafael echó el resto, como vulgarmente se dice. ¡Qué ovación tan grande hubiese escuchado en otras circunstancias! Pero en aquéllas, lejos de ser aplaudido y de reducir a los protestantes, siguieron éstos metiéndose con él. Para someterles no le quedaba más que un recurso: entrar a matar con todo el coraje, con todo el valor, con todo el brío y toda la vergüenza torera de que pudiera disponer. Y así lo hizo. Atacó en corto y por derecho, ejecutó el volapié admirablemente al dejar una estocada magnífica, pero no sin que el pitón derecho de la res rasgara su mano izquierda. Aplicó Rafael a la herida su pañuelo y marchó a la enfermería, y entonces fue cuando las reconvenciones de los espectadores sensatos acallaron los gritos de los alborotadores. Sí, sí, una ráfaga de sentimentalismo colectivo conmovió entonces a todos y les arrastró a girar en una súbita conversión, como veleta azotada por los vientos, y las increpaciones se trocaron en un aplauso que «Guerrita», ausente del ruedo, no pudo recoger. Aquella herida de Rafael trajo cola. Fue el percance que más tiempo le impidió torear, pues no pudo vestir el traje de luces hasta un mes después del suceso.
Precisamente por esto adquirió mayor repercusión aquella bronca de Jerez, porque los empresarios no pudieron contar con «Guerrita» durante el mes de mayo, y hasta hubo ser aplazada por tal motivo en Madrid la corrida de Beneficencia organizada por la Diputación Provincial. Contratado dicho diestro para torear en Figueras el día 3 de mayo —cuatro días después que en Jerez—, se vio en la imposibilidad de cumplir tal compromiso, y así se lo comunicó al empresario, señor Gelart; pero creyendo te que se trataba de un subterfugio, dirigió «Guerrita» un telegrama concebido en este términos: «La herida de la mano izquierda no le priva de cumplir su contrata. Pediré indemnización de daños y perjuicios, si los hay. No puedo arruinarme por capricho de usted Gelart.» Era «Guerrita» en aquellos años el matador de toros en quien los empresarios cifraban sus ilusiones; cuando el de Figueras vio que no podía contar con él, y que dejarían de entrar! por Port-Bou los miles de franceses que esperaba, se le cayeron los palos del sombrajo, y por eso, al ver desplomado el castillo de naipes que había levantado su ilusión, hizo cursar aquel telegrama que tufo tan amenazador despedía.
Pero «Guerrita» había dicho la verdad. Antonio Fuentes, que fue a sustituirle a Figueras, llevó a la ciudad del Ampurdán el parte facultativo del estado del herido, legalizado por tres notarios de Córdoba, y el suspicaz empresario quedó totalmente convencido de su error al ver que Rafael no volvía a vestir el traje de luces hasta el día 30 de mayo, en Aranjuez. Broncas en las plazas y mil aristas que paliar fuera de ellas. A esto se veía condenado «Guerrita» en aquellos años. Ni en su casa de Córdoba le dejaban tranquilo. ¡Y cuántas de tales broncas fueron injustas. El sedimento depositado por una prensa hostil en la mentalidad de una muchedumbre gregaria de aficionados precipitó la retirada de aquel célebre diestro, pues en el año 1899 e último de su vida profesional— abundaron las broncas como aquella de Jerez.

BANDERILLAS


JUAN ROMERO, EL INVENTOR DE LA BANDERILLA MODERNA
Juan de Dios Romero de los Santos (Ronda,. 1722- id., 1824), segundo matador de la dinastía rondeña de los Romero asumió la nueva forma de dar muerte a los toros aprendida de su padre (Francisco Romero Acevedo fue el primero en matar con estoque) y agregó algunas innovaciones a la primitiva forma de torear. Fue el primer torero que organizó cuadrillas importantes; alternó con Costillares en las mismas plazas. En el año 1748 se casa y fruto de su matrimonio fueron varios hijos, dedicándose a los toros cuatro de ellos: Pedro, José, Gaspar y Antonio, que continuaron la tradición familiar de torear y matar a los toros a pie. Juan Romero se retiró en 1778 o 1779 y murió en Ronda a la edad de 102 años.
Juan, que avanzó el toreo, inventando las banderillas, y creando la gente de a caballo, es decir, los picadores.En la época de su padre, Francisco Romero, los de capa habían usado arpones, que clavaban, on la cerviz del toro, lo que venia a ser la continuación del antiguo rejoncillo; pero áun cuando estos arpones no pasaban de la piel del animal, a la cual se quedaban adheridos, eran demasiado rudos y producían demasiado castigo. Juan Romero inventó un arpón más ligero, y lo hizo adornar con cintas de colores, de donde la banderilla. Se usaba también de los parches que el lidiador, citando al toro, y por medio de un quiebro, que no podía ser de otro modo, pegaba en el testuz de la fiera; suerte arriesgada, para la que se requería una gran serenidad y una gran destreza. En cuanto a la gente de a caballo, esto es, los picadores, no se habla hecho otra cosa que traer a la plaza á los vaqueros, y su oficio no era más que castigar al toro, por medio de la pica.


BANDERILLAS QUE SE QUIEBRAN AL CLAVAR.
El inventor del mismo fue, hace cincuenta años años (1966), el señor Guijarro Garcipérez; o mejor dicho, quien concibió la idea. Porque quien la retocó, llevó a la práctica y registró la patente fue don Juan Saura García, un maestro industrial natural de Cartagena que vivia en Guadalajara. Es éste, precisamente, quien muestra en la foto la novedad; El material de estas banderillas es aluminio, y cada una posee dos resortes, un ensamblaje, que con un muelle interior hace saltar la parte posterior inmediatamente después de que el arpón se clava en el animal. quedando solamente prendido el castigo y la parte anterior de la banderilla. Lo que pudiéramos llamar un par «de las cortas», unos doscientos milímetros o así. Y su peso es aparente a las usuales.

lunes, 7 de noviembre de 2016

JOSE FEIJOO


José Feijóo había nacido en Madrid el año 1855, y cuando apenas tenía quince años , ya figuraba como banderillero de novillos, siendo compañero de los Ojitos, Joseíto, Regaterín y otros que tanto bueno hicieron entonces y después. A los diecisiete años se hizo matador de novillos, y tales cosas hizo, que nadie dudaba que llegaría a ser un buen matador de toros. Esas eran las esperanzas de sus muchos parciales; pero todas quedaron truncadas con el prematuro fallecimiento, ocurrido el 21 de Diciembre de 1873, a consecuencia de la epidemia variolosa. De no haber sido segada su vida en flor por la traidora enfermedad, es seguro que las esperanzas de los admiradores de José Feijóo se hubiesen realizado. Todos los escritores taurinos de aquel tiempo prodigan las frases encomiásticas al juzgar su trabajo, y en las pocas líneas que le dedica Sánchez de Neira en su Diccionario taurómaco, dice: "Era una esperanza para el toreo, que se acabó muy pronto. Joven y apuesto, pareaba con gracia y desenvoltura, y le hemos visto matar regularmente, sin atolondramiento, algún toro de novillada." Téngase en cuenta que esto se refiere a una edad en que pocos aficionados a la íidia de reses bravas logran hacerse notar, pues como queda dicho, Feijóo murió a los dieciocho años y ya era popular y ya tenía considerable número de partidarios que confiaban en verle pronto convertido en torero de primera fila.

sábado, 5 de noviembre de 2016

PACO FABRILO


Francisco Aparici Pascual “Fabrilo” nacio en Ruzafa (Valencia) el 17 de junio de 1868,era hermano del desventurado matador de toros Julio Aparici Pascual, que también se anunció en los carteles bajo este apodo taurino. Tuvo la mala fortuna de pasar a la historia por haber muerto dos años después que su hermano, del que fue banderillero, con el mismo traje y el mismo dia, un 30 de Abril ,pero de 1899.
Se lidiaron novillos defectuosos de D. Felipe de Pablo Romero: para Carlos Guasch”Finito” y Paco Fabrilo. Los toros fueron duros de patas, bravos y con mucho empuje y cabeza. Se distinguieron por lo bravos los lidiados en tercero y quinto lugar. Este último fue de los que acreditan una ganadería; tomó un buen número de puyazos y dejó para el arrastre cinco caballos. Entre todos, 12.

Fabrilo preparándose para salir el día de su muerte.
Como director de lidia, Fabrilo encontró a su primer toro completamente descompuesto y desarmando, y lo pasó de muleta como pudo, dadas las pésimas condiciones del animal. Varias veces intentó entrar a matar, y otras tantas fue desarmado. Aburrido, jadeante y con dos avisos, le determinó a entrar a la media vuelta, cosa que debió haber hecho la segunda vez que entró a malar. El público le silbó, y el diestro, que por pundonor entró a matar dándole la cara al toro, se retiró al estribo maldiciendo quizás la imbecilidad de los que le silbaran.
Su segundo, qué por no variar también tenía su trozo de puya en el cuerpo, llegó como es natural manso a la muerte, sin que durante la lidia semejara a sus hermanos en bravura. El toro tomó querencia en la puerta de los chiqueros, y Paco intentó con medios pases sacarle o separarle de los mismos sufriendo un acosón en uno de ellos. Entró a matar con mucha vergüenza, y señaló un pinchazo. Nuevo trasteo, y nuevo acosón y desarme. Entró de nuevo a matar, estando el toro contra querencia y un tanto humillado, y dejó una buena estocada siendo enganchado y sufriendo terrible cornada en la cara anterior del muslo derecho, de la cual manaba abundantísima sangre. 

Fabrilo, ya fallecido en la enfermería de la plaza.

A pesar de sus esfuerzos, fue retirado a la enfermería, dejando como huella de su paso un reguero de sangre. La conmoción que sufrió el público, fue terrible. Cuando el toro dobló, las cuadrillas entraron a enterarse de la gravedad da la herida, conociéndose en sus rostros ésta, cuando volvieron de nuevo a la plaza: era mortal de necesidad. Los facultativos le apreciaron una herida de seis centímetros de extensión por quince de profundidad situada en la cara anterior del muslo derecho, en la unión del tercio medio con el superior, dirigida hacia arriba y atrás, interesando la piel, tejido celular, aponeurosis y músculo sartorio, y contusión del paquete vásculo nervioso. El público no abandonaba la plaza, en espera de consoladoras noticias, que por desgracia no llegaban nunca; al contrario, de momento en momento eran éstas más graves. En vista de su gravedad, le fueron administrados los Santos Sacramentos, Pocos momentos después, entró en reacción y habló breves frases; cayendo en seguida en un fuerte colapso.

"Corucho" el novillo de Pablo Romero que le causo la muerte.
A las ocho de la noche prestó declaración ante el Juez Sr. Alcalde, haciendo algunas manifestaciones respecto a sus bienes, si, como esperaba, la herida era de muerte. La escena que se desarrolló entre los presentes fue desgarradora. A las nueve menos cuarto se le practicó la primera cura, observándose que la herida comenzaba en el vértice del triángulo Scarpa, subiendo oblicuamente ocho centímetros, rasgando la vena femoral tres dedos por debajo de la ingle, y se dirigía hacia dentro hasta la fosa oval subpuviana.
El trayecto oblicuo de la herida desde el orificio de entrada hasta el punto en que rasgó la vena, impidió en los primeros momentos la libre salida de la sangre, coagulándose ésta en el canal. La cura fue practicada hábilmente por el Dr. Lloret en 52 minutos. Velando al herido, estuvieron muchos amigos del diestro, los Dres. Lloret y Martí Soriano, el practicante Sr. Ruiz ,el hermano de Fabrilo, los banderilleros de su cuadrilla y los picadores Fajardo, Chano, Paje y Curró Melena. En las inmediaciones de la plaza hubo toda la noche grandes grupos que iban a interesarse por el curso que siguiera la herida del querido espada. , Los telegramas que se recibieron pidiendo noticias de su estado fueron numerosos.

Chaquetilla del fatídico traje,expuesta en el museo taurino de Valencia.
La noche la pasó intranquila, lo mismo que la mañana del siguiente día. A las dos y quince minutos del siguiente a su cogida, entregaba su alma a Dios el infortunado Paco, viéndose en su última hora rodeado de su familia y de sus amigos más queridos. Una hora después, era conducido el cadáver al domicilio de la familia en una camilla, escoltada por cuatro guardias municipales de a caballo. La muchedumbre que seguía tan fúnebre comitiva, era grandiosa. El traje que lucía la tarde de su cogida este desgraciado diestro, era grana y oro, el mismo que llevaba su hermano Julio el día que recibió la cornada que le ocasionó la muerte.

martes, 4 de octubre de 2016

JULIO VEGA RODRIGUEZ "MARISMEÑO"






"Marismeño" nació en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) el 29 de julio de 1949. Después de una exitoso preámbulo novilleril, se doctoró en la plaza Monumental de Barcelona el día 29 de junio de 1969, apadrinado por Diego Puerta Diánez y en presencia del testigo Juan García Jiménez ("Mondeño"). Lidió y mató en aquella ocasión al toro Ocioso, perteneciente a la vacada del marqués de Domecq. Luego confirmaría esta alternativa en el coso de la Monumental de Las Ventas, en Madrid, apadrinado por Antonio Mejías Jiménez ("Antonio Bienvenida"), que le cedió el astado Ramillito, del hierro de don Manuel Arranz, en presencia del testigo Francisco Camino Sánchez ("Paco Camino"). Actualmente es veedor de toros.


lunes, 3 de octubre de 2016

PRESAGIOS, TRAGEDIA Y MUERTE


JESÚS HELGUERA
"Muerte de Manolete"   DETALLE
Óleo sobre lienzo

Siguiendo la dolorosa, vía que recorrió Manolete en su última temporada, todo nos parece hoy funesto presagio de la tragedia que se avecinaba. Al periodista Chavito le dijo en la enfermería de la plaza de Las Ventas, mientras fijaba la vista en los azulejos que reproducen una imagen de la Virgen: “A sangre y fuego hasta que me vaya.” Y tras una leve y significativa pausa, añadió: “Menos mal que me iré pronto.” Era el 16 de julio. Justamente un mes después, tras la corrida de San Sebastián, ya recordada, y haber dado a su madre “el último beso” habló por última vez con Carlos Arruza. “Amargado —escribe Castillo Casas en su libro “Manolete—, triste, desilusionado, pero con la misma casta de siempre, comentó con él que aquella era. la campaña más dura que había tenido: Yo no puedo seguir así, Carlos..,” Con frecuencia repetía a sus amigos: “Me enseñan la entrada y me obligan por veinte duros a entregar mi vida… ¡Qué poco vale uno y qué pena es creerse que vale algo!” Todos cuantos periodistas se acercaban a él subrayan el aire cansado y triste, “como lleno de presentimientos”. J. Casas en “Triunfo” observa mientras le entrevistaba: “Hay en su voz un punto de amargura, que confirman sus ojos, esos ojos de Manolete velados siempre por la melancolía.” Más adelante escribe: “Me contó cómo en Vitoria, donde acababa de torear, habían repartido gratis, a la puerta de la plaza, pitos y más pitos para recibirle.” ¿Qué desalmados pudieron discurrir tan torpe y burda receta para afrentar a un hombre bueno y honrado, a su vez torero excepcional? Y todo esto se decía y se escribía antes de Linares, cuando pese a todo nadie pensar en la tragedia que se acercaba.

ANGEL BORONAT BAS DE LOS REYES "Angelillo de Valencia"




UNA TRAGEDIA CENTENARIA

Fue un banderillero de toros, nacido en Alcira (Valencia) en 1885, buen peón por lo que siempre estaba solicitado su concurso, tanto por los matadores de toros como por los de novillos. Angelillo, era un banderillero pronto, un banderillero seguro. Trabajaba a las órdenes del valiente espada Agustín García Malla,en la segunda corrida de la feria de San Lucas de Jaén, el 19 de octubre de 1916. El encierro ganadero que se lidiaba aquella tarde en el viejo coso de La Alameda pertenecía al hierro de D. Antonio Guerra, El toro salió manso y delante de los toriles, sin haberle toreado decapa, le tomo Angelillo a dos manos pretendiendo colocarle en suerte, pero el toro, segundo de la tarde, se arrancó bruscamente empuntándole con el pitón izquierdo y soltándole por el derecho tras zarandearle frente a los toriles y a la derecha de ¡os caballos que estaban casi juntos. 

Todos los matadores hicieron el quite, pero el toro salió suelto tras el hermano de Malla que se confió al saltar la barrera quedando montado en ella. El toro tropezó con un caballo derribándole el cual, al caer contra la barrera, le causó la contusión de que se habló. Quizá por el desbarajuste que originó todo esto, el público no se diera cuenta de la gravedad de Angelillo que se levantó marchando por su pie hasta lii división del sol—unos quince metros—donde se notó herido recibió una cornada de 18 centímetros de profundidad. siendo conducido en brazos de las asistencias a la enfermería. Recibió importantes contusiones,—estaba ya en vías de cicatrización; pero una infección de la sangre hizo inútiles los esfuerzos de los doctores D. Lázaro Martín Pindado y Albéniz, falleció en Madrid el 27 de octubre. 

“En la corrida de toros celebrada en Jaén el 19 octubre de 1916 el banderillero de Malla Angel Boronat, Angelillo de Valencia, fué cogido en el callejón por la res al saltar ésta en el mismo, infiriéndole una cornada en el muslo, de gravedad relativa, ya que el asta respetó los vasos y nervios importantes de la región. El 27 de octubre fallece en Madrid el admirable rehiletero Angelillo de septicemia. ¿Por qué razón? ¿Qué nos prueba esta complicación? Una vez más lo que sostenemos, que la cura de urgencia realizada en la citada Plaza andaluza no pudo practicarse como los cánones de la cirugía moderna imponen. ¿Por falta de arsenal terapéutica-quirúrgico? ¿Por carencia del médico especialista en curar cornadas?" Así se manifestaba al respecto el eminente Dr, J. Villar Jiménez de Barcelona el 14 de Noviembre de 1916.

Fotos: Angelillo fotografiado por Calvache,siendo conducido a la enfermeria y lugar donde fue cogido (marcado con una X)

domingo, 2 de octubre de 2016

ALFREDO JIMENEZ CABELLO


Matador de toros español, nacido en Sevilla el 25 de septiembre de 1930, y muerto el 6 de agosto de 1971. Era primo hermano de otro célebre estoqueador hispalense, Manuel González Cabello, bajo cuya protección logró el joven Alfredo Jiménez meter la cabeza en el restringido círculo del toreo. 

Después de haberse curtido en la difícil lidia de tientas, capeas y cuantos festejos menores se celebraban en su comarca, el día 5 de septiembre de 1948 hizo su debut en una novillada asistida por el concurso de la gente de vara y castoreño, en la que compartió carteles con los jóvenes novilleros "Minuto" y "Cabrerito". A raíz de esta presentación en una plaza de primera vio cómo crecía el número de contratos que se le ofrecían, aumentó que aprovechó a conciencia para estar preparado a la hora de comparecer ante la primera afición del mundo. 

Tan serio compromiso tuvo lugar dos años más tarde, el día 12 de marzo de 1950, fecha en la que los carteles de la plaza Monumental de Las Ventas (Madrid) anunciaban la presencia de los novilleros "Morenito de Talavera Chico", Antonio Ordóñez y el susodicho Alfredo Jiménez Cabello, encargados de muletear y despachar a estoque a seis novillos pertenecientes a la vacada de don Manuel Arranz. Por aquel entonces ya estaba el animoso Alfredo Jiménez más que placeado, como lo prueban las veinte novilladas en que intervino aquel año antes de hacerse acreedor a la borla de doctor en tauromaquia. 

Aprovechando, pues, la madurez y capacitación mostradas para dar un paso tan importante, el día 29 de septiembre de 1950 cruzó el redondel de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, dispuesto a recibir la alternativa que había de otorgarle su padrino, el mencionado Manuel González Cabello; el cual, bajo la atenta mirada del coletudo portugués Manuel dos Santos Pires, que comparecía en calidad de testigo, facultó a su primo para que trasteara y despenara a estoque a un toro que había pastado en las dehesas de don Felipe Bartolomé, y que atendía a la voz de Pavito. 

A pesar de que apenas quedaba un mes de temporada, Antonio Jiménez Cabello remató aquella de 1950 habiendo lidiado cinco corridas en calidad de matador de toros. Sin embargo, estos buenos presagios no se renovaron al año siguiente, en el que sólo se le ofrecieron diez ajustes. Uno de ellos, que le sirvió para confirmar en Madrid la validez de su inclusión en el gremio de los matadores alternativados, se verificó en la plaza Monumental de Las Ventas el día 22 de abril de dicha temporada de 1951, fecha en la que Antonio Jiménez se presentó apadrinado por el espada sevillano Manuel Álvarez Pruaño ("El Andaluz"), y acompañado por el soberbio estoqueador gaditano Rafael Ortega Domínguez, que hacía las veces de testigo. Aquella tarde se lidió un encierro perteneciente a la ganadería de Benítez Cubero. 

La mencionada escasez de ofertas que amenazaba su incipiente carrera le obligó a buscar otras posibilidades en tierras hispanoamericanas, en donde firmó varios contratos (sobre todo, en México) durante las campañas de 1954 y 1955. De retorno a la Península Ibérica, abandonó el ejercicio activo del toreo y se retiró a su Sevilla natal, en donde una dolencia incurable le arrebató la vida cuando aún no había cumplido los cuarenta y un años de edad.

MANUEL CARMONA BAZAN, "MANOLO CARMONA"



Matador de toros de la Macarena sevillana y primo de los Manolo, Pepín y Rafael Martín y de Mario Carrión por el Bazán materno. Nació el 22 de febrero de 1928 y fallecido el 29 de junio en el mismo Sevilla, tras una larga enfermedad. De novillero con su debut en la Maestranza en 1948, de matador de toros y su alternativa en la misma plaza el Domingo de Resurrección de 1950 con toros de Guardiola Soto y la entrega de trastos por parte del madrileño de Paracuellos del Jarama Paco Muñoz y la presencia de Rafael Ortega. 

Los mayores triunfos de Manolo Carmona tuvieron como escenarios la propia Maestranza y Las Ventas de Madrid. También las más graves cornadas. En Madrid, su debut como novillero tuvo lugar el 18 de septiembre de 1948 con novillos de Escudero Calvo, antes Albaserrada y después Victorino, con Paco Honrubia, valenciano a la altura de “El Vito” con los palos, y Luis Sánchez Olivares “Diamante Negro”. El 25 de marzo de 1951 confirmó su alternativa en la capital de España y sufrió una cornada grave. Los toros fueron de Enriqueta de la Cova y el doctorante, el mexicano Carlos Vera “Cañitas”, y la presencia del madrileño Manolo Escudero. Manolo Carmona fue ovacionado en el toro de la confirmación, resultó herido en el sexto toro y, al retirarse a la enfermería, hubo petición de oreja. Tras dos cogidas en Madrid en 1953 y una en Sevilla en 1954 y la dura competencia con Aparicio y Litri, Ordóñez y Manolo Vázquez, Pedrés y Jumillano y la llegada de Diego Puerta y Curro Romero,, en 1959 cambio el oro por la plata en la cuadrilla de Manolo Vázquez y luego en la de Antonio Ordóñez, con el que estuvo tres temporadas. 

Antonio Ordóñez había tenido la idea de, al final de la temporada, llevar a toda la cuadrilla a un monasterio no sé si a Cursillos de Cristiandad o Ejercicios espirituales, al final de los que los que se llamaban “hermanos” besaban sus respectivos crucifijos y se hacían sus diversas recomendaciones y promesas. Fue a finales de 1961, ya con Camino y El Viti en el escalafón de matadores, cuando Antonio Ordóñez, se dirigió a Manolo Carmona y le dijo: ” Hermano Manolo, te tengo que decir que esta temporada de 1962 no vendrás en mi cuadrilla porque le he dado tu puesto al hermano Juan Antonio Romero”. Y Carmona, calmado pero contundente, le contestó al maestro: “Hermano Antonio, eres un “hijo”de…. Esto me lo dices antes y no vengo al Cursillo”. 

En 1967 volvió al oro, pero dos años después otra vez echó mano de las banderillas. Manolo Carmona estuvo nueve años con Diego Puerta y fue con “Chamaco” y el mexicano Antonio Campos “El Imposible”, en la última cuadrilla en la que estuvo Manolo Carmona fue en la de Luis Francisco Esplá y, una vez retirado, se dedicó a la tarea de veedor de reses bravas para distintos empresarios, tarea en la que se mantuvo hasta el año pasado. Sevillano y torero hasta su muerte.

SAN PEDRO REGALADO, PATRON DE LOS TOREROS



El Grupo Taurino del antiguo sindicato nacional del espectáculo en España, acordó en su Junta celebrada en Noviembre de 1951 preponer a la Asesoría Eclesiástica Nacional de Sindicatos, como Santo Patrono de los toreros, a San Pedro Regalado, acuerdo que fue ratificado por dicha Asesoría. 

El patronazgo significa, según la Iglesia, que el Santo Patrono tiene un poder especial de intercesión en favor de los que por tal lo eligen. La "Sagrada Teología enseña que ese poder radica en la peculiar conexión de Patrono Y creyentes; cuanto más íntima sea la trabazón entre el bienaventurado y los mortales, tanto más derecho tiene aquél para interceder por éstos, y tanto más eficaz es su intercesión» La norma o fundamento del patronazgo es la identidad de profesión del Santo y sus de- votos, y así, éstos se constituyen bajo la protección peculiar de quien bien les «entiende»; pero basta para el caso un solo hecho milagroso —como en éste de San Pedro Regalado—, pues con él parece que Dios mismo, autor del milagro, ha señalado el caminó. Varios Santos han sido partícipes de hechos taurómacos, algunos sobrenaturales, por los que podrían haber sido elegidos Patronos de los toreros; San Francisco Solano, San Juan de Sahagún y Santo Domingo de Guzmán figuraban como «candidatos». 

Sin embargo, los toreros designaron a San Pedro Regalado, Patrón de Valladolid. Este San Pedro Regalado era fraile en el Monasterio del Abrojo. De él hay un cuadro en el Museo de Valladolid pintado por fray Diego de Frutos. La razón principal para haber adoptado este patronazgo está basada en la exposición que don Matías San Orador Vítores expuso como relato biográfico del Santo: «Deseando vivir con mayor tranquilidad de espíritu, creyó prudente retirarse a La Aguilera, lugar apartado de la Corte. A tal fin, salió del convento del Abrojo acompañado de otro religioso, y agradablemente entretenidos los dos viajeros con espirituales y cristianos coloquios, dirigían sus pasos por el camino que conducía a la villa de Arañda; mas al pasar frente a la de Valladolid oyeron confusas voces y ruido de caballos, algarabía que les sacó de su enajenamiento. Volvieron los dos religiosos la vista hacia el lugar de donde salíon» tan extraños rumores, y quedaron asombrados y atemorizados al ver junto a ellos un soberbio toro, cubierta su boca de blanca espuma y brotando sangre de sus anchas y profundas heridas. El toro, con su bravura, había logrado escapar de la Plaza de Valladolid y era hostigado de cerca por mucha gente de a pie y a caballo. 

El compañero de Regalado, poseído de un terror como jamás había experimentado, se guareció detrás del santo, y éste, al darse cuenta del inmediato y gravísimo riesgo en que se hallaban, imploró del cielo el socorro, y fué —como otras veces en que había acudido o la omnipotencia divina— milagrosamente favorecido. La fiera, con espantosos rugidos, se lanzó hacia el Santo con ímpetu furioso, y por un poder sobrenatural al presentarle el fraile el báculo que portaba el toro se amansó y se postró a sus pies. El fatigado animal, como reco- nociendo una influencia superior, permaneció tranquilo, en humilde actitud, mientras el Santo le acariciaba, llegando a extraerle con cuidado los agudos hierros de los rejones que tenía clavados, y le limpió la sangre. Ejercida la caridad por el Santo de un modo tan extraño con tan noble animal, le dió su bendición y le mandó marchar, orden que el toro obedeció inmediatamente...» 

Hay en Valladolid, de cuya diócesis es Patrono litúrgico, una Cofradía constituida. Las toreros tienen , su Patrono, gracias a una etapa de gestiones y una actividad de gestores o valedores,que fueron promovidas entre otros por el ilustre escritor y académico José María de Cossío. que en un articulo publicado en «A B C» decia en su último párrafo: «He pensado muchas yeces que San Pedro sería un buen Patrono para los toreros, y, sobre todo, que |os toreros castellanos descendientes de los que clavaron los arpones al toro que tuvo tan buena ventura, se cuidaran del recuerdo de este Santo torero, y que, como al toro las garrochas, quitaran a ellos el ásfíero camino de su profesión, los riesgos y las cornadas.

sábado, 1 de octubre de 2016

EL GRAN KIKI



Ricardo Villaverde Villasante, más conocido artísticamente como"El Gran Kiki" era miembro de una insigne saga de artistas valencianos de esta versión cómica de la tauromaquia, que comenzó con su padre, el que fuera primero banderillero y luego torero bufo Ángel Villaverde "La paleta Manuela" y hermano del también brillante "Don Canuto". 

Después de probar suerte como novillero, "El Gran Kiki" creó junto con su padre, a mediados de los años cincuenta, el espectáculo "Toros y Claveles", una de las muchas agrupaciones "cómico-taurino-musicales" que amenizaban las fiestas de los pueblos y ciudades de toda la geografía española. Asímismo, Ricardo Villaverde también viajó varias temporadas a tierras americanas, incluido en estos casos en la formación de su hermano, el no menos conocido espectáculo cómico de "El Empastre", modelo de casi todos los que surgieron después. 

Tras más de cuarenta años de éxito en la profesión, "El Gran Kiki" se retiró de los ruedos el 18 de septiembre de 1994, después de actuar en la localidad conquense de Horcajo de Santiago.
Falleció el 5 de Mayo de 2016, a los 80 años de edad, en la localidad alicantina de Pilar de la Horadada, después de una larga enfermedad.

domingo, 25 de septiembre de 2016

ABELARDO VERGARA FERNANDEZ,el torero croupier.




Abelardo Vergara Fernández, nació en el barrio barcelonés de Sarriá, el 8 de diciembre de 1931, pero desde los tres años residió en Albacete, por lo que se le considera albaceteño. En esta ciudad y con 16 años, comenzó su aprendizaje como torero. Su rumbo a este mundillo, fue por el acusado ambiente taurino que reinaba en la ciudad por esta época. Su primera actuación se produce en Albacete, en una corrida para noveles, el 6 de junio de 1954, a partir de esta fecha torea mucho sin caballos y el 10 de junio de 1956, se presenta en Aranjuez (Madrid) por primera vez con picadores, lidiando novillos de Tabernero de Paz con José Luís Lozano y Luís Segura como compañeros de terna. El 5 de agosto siguiente se presenta en Barcelona, plaza en la que actúa repetidas veces durante este mes. Cierra la temporada del 1956, con un saldo de treinta y dos novilladas y óptimas perspectivas para la siguiente. En la del 1957, con cincuenta y cuatro corridas, se coloca a la cabeza de los novilleros. El 21 de marzo de 1958, es su presentación en Madrid, alternando con José Gómez Cabañero y Antonio González, en la lidia de novillos de Manuel Arranz, y después de torear ocho novilladas más, toma la alternativa en Barcelona, el 15 de mayo de 1958, cediéndole Julio Aparicio el toro "Barquero", número 18 de Baltasar Iván, actuando como testigo "Chamaco". En esta temporada torea treinta y dos corridas. La confirmación en Madrid, se programa para el 5 de abril de 1959, no puede ser en esta ocasión al ser cogido en un lance de capa por el toro de la confirmación, se lidiaron toros de la ganadería del marqués de Albayda. Repuesto del percance, la confirma por fin el 19 de mayo del mismo año, en presencia de Marcos de Celis y actuando de testigo "Solanito", el toro de nombre "Dormilón" número 61 y de la ganadería de Arturo Sánchez. En la temporada de 1959, toreó en dieciséis ocasiones, incluida la del 16 de agosto en Ciudad Real, donde resultó herido de gravedad, por un toro de Ramón Paúl, le acompañaron en la terna, Juan Antonio Romero y Juan González "El Trianero" Tuvo otra cogida el 19 de marzo de 1963 en Aranjuez, esta vez el toro fue de la ganadería de Tomás Prieto de la Cal y en presencia de Juan Mejías "Bienvenida" y Andrés Hernando. 


Fue un torero de baja estatura, pero su valentía y arte le valieron para codearse con los diestros más destacados durante siete temporadas. Se retiró en el 1965, con veintiocho años de edad y siete de alternativa, pensando volver, tras un periodo de descanso. No volvió a vestirse más de luces y para evitar nostalgias, se desprendió de todos sus trajes y trastos del toreo, se dedicó un tiempo a apoderado, pero abandonó definitivamente el mundo de los toros. Fallece El 12 de noviembre de 2012 en Albacete a los 74 años de edad. Como dato curioso cuando dejó los toros tomó la profesión de croupier.

jueves, 22 de septiembre de 2016

CON PELOS EN LA CARA



El francés Pierre. Cacenabe, camarero de Mont de Marsán, conocido en Tauromaquia por "Félix Robert", dejó en e! toreo la impronta de su bigote. Y siempre que en alguna tertulia taurina se habla de "toreros con bigote" duranle su época activa, el.nombre de "Félix Robert" y Ponciano Diaz salen a colación como únicos exhibidores del mostacho, al tiempo que de la coleta. Y no ha sido así. Porque toreros españoles, y algunos de positivo rer nombre, lucieron en los ruedos no solamente el bigote, sino afiladas perillas y aun copiosas y espesas barbas. Por ejemplo, Curro Cúchares. Y al tiempo que el también mostraron sus excrecencias capilares ante los toros el Lillo, su hermano el Cuco, el Salamanquino, el Pelón, Bruno Hazaña, Gastañita, Pucheta y otros. ¿Justificación de la facial pelambrera? Muy sencilla: En la segunda mitad del siglo XIX, bastante movidita, los mencionados diestros, y muchos otros, se enrolaron en la Milicia Nacional, donde era obligatorio dejarse bigote y barba o perilla. Y así, cuando exigencias profesionales reclamaban en las Plazas a los diestros milicianos, obtenían fácilmente el permiso para actuar, pero no para afeitarse, por lo cual actuaban como ai principio de esta "rareza" dejé mencionado.

LA MEJOR TARDE DEL ALGABEÑO



Y precisamente fue una tarde como para perder la afición, la serenidad y la noción del tiempo y del espacio. Porque fue en Barcelona, la luctuosa tarde del 7 de octubre de 1900, en la que José García, Algabeño, y Domingo del Campo, Dominguín, se encerraron mano a mano con seis auténticos toros de Miura, cinqueños, bien puestos de pitones y con las arrobas que marcaba el Reglamento. Por aquel entonces, cuantos aspiraban a ser figuras del toreo, o lo eran ya, solían frecuentar el mano a mano y lidiar loros de Miura, y aun despachar seis a fin de temporada, para demostrar a la afición sus arrestos, sus facultades y, en general, su justificación del alto puesto que tenían o al que aspiraban. Harto conocida es la triste efemérides. El primer toro —Desertor— cogió, en el primer quite, a Dominguín, y desde el primer instante supo Algabeño el trance de muerte en que su compañero y amigo se encontraba. Pero, a pesar de la terrible impresión y de haber quedado de único matador de seis miuras, no cedió la valerosa fibra de gran torero de la Algaba. Se adornó, con notorio lucimiento, en los quites. Cuajó seis faenas, coreadas por el público, que colmaba el coso. Los seis toros murieron ¡de seis estocadas! Y con el galardón,de cuatro orejas!, salió de la Plaza a hombros de los entusiasmados espectadores. Tomen nota de este recuerdo los toreros bisoñes, los "comodones" y los "aprovechones" de una fiesta que llevan a la decadencia entre ellos, por falta de lo que a Algabeño le sobraba —pundonor— y por exceso de lo que los toreros de antaño tenían en consideración escasa: administración.