Matador de toros , nacido en Sevilla el 7 de diciembre de 1929, y muerto en su lugar de origen el 25 de diciembre de 1987. Era primo del lidiador hispalense Alfredo Jiménez Cabello, al que prestó no poca ayuda en sus comienzos como novillero.
Su temprana afición a los toros pronto se orientó hacia el ejercicio profesional del toreo, para desembocar en la Real Maestranza de Caballería de Sevilla el día 1 de julio de 1945, fecha en la lidió su primera novillada asistida por el concurso de los varilargueros. Dio así comienzo oficial a una interesante andadura novilleril, cuyos triunfos pronto le condujeron al redondel de la mismísima plaza Monumental de Las Ventas (Madrid), en la que hizo su primer paseíllo el día 4 de agosto de 1946. Aquella tarde se anunciaban en el coso de la Villa y Corte seis novillos marcados con el hierro de don José María Soto, que habían de ser lidiados y muertos a estoque por el susodicho Manuel González Cabello, acompañado por los jóvenes novilleros Gabriel Pericás y Antonio Caro.
Tras curtirse en el aprendizaje del toreo durante otras dos temporadas circunscritas al escalafón novilleril, el día 27 de mayo de 1948 volvió a hacer el paseíllo a través del albero de la plaza hispalense, dispuesto a ganar la borla de doctor en tauromaquia. Se presentó en aquella señalada ocasión apadrinado por el genial coletudo sevillano José Luis Vázquez Garcés ("Pepe Luis Vázquez"), quien, bajo la atenta mirada del diestro albaceteño Manuel Navarro Salido, que hacía las veces de testigo, le facultó para muletear y despachar a estoque a un toro perteneciente a la ganadería de don Clemente Tassara, que atendía a la voz de Bailarín.
La confirmación de este acceso al gremio de los toreros alternativados se verificó en la plaza Monumental de Las Ventas el día 3 de junio de aquella temporada de 1948.
En dicha ocasión, fue padrino de Manuel González Cabello el célebre espada madrileño -aunque nacido en Caracas- Antonio Mejías Jiménez ("Antonio Bienvenida"); el cual, en presencia del arriba mencionado "Pepe Luis Vázquez" -que oficiaba ahora de testigo-, le cedió al joven matador los trastos con los que había de dar lidia y muerte a estoque al toro Lucifer, que había pastado en las dehesas de don Graciliano Pérez-Tabernero. A partir de entonces, Manuel González Cabello emprendió una bonita carrera taurina por los principales cosos de España e Hispanoamérica, carrera cuya corta duración dejó un espléndido recuerdo en la memoria de los buenos aficionados (especialmente, de los que disfrutan con la variedad, destreza, arte y elegancia de los lances de capa, parcela en la que Manolo González sobresalió de manera admirable).
Si a ello se añade que la gracia andaluza que adornaba su toreo venía siempre respaldada por un sereno valor y una disposición de ánimo poco frecuentes en los llamados "toreros de arte", resulta fácil comprender el fastidio que, entre los aficionados cabales, causó su temprana retirada del ejercicio activo del toreo.
Y es que se dio la extraña circunstancia de que Manuel González Cabello decidiera alejarse de los ruedos cuando estaba en su mejor momento, sin que ninguna seria adversidad le empujara a cortarse la coleta. Llevaba, en efecto, tan sólo cuatro años de alternativa, cuando en 1952 se despidió de la afición española, para retirarse en la siguiente campaña, en la que sólo intervino en tres festejos en el extranjero.
Se dedicó, entonces, a varios negocios relacionados con el mundo del toro, hasta que la añoranza de los éxitos de antaño le obligó a vestirse otra vez de luces. Corría, a la sazón, el año de 1960, en el transcurso del cual volvió a ejercer como matador de toros Manuel González Cabello, para retirarse definitivamente en la siguiente campaña. Su última actuación tuvo lugar el día 23 de julio de 1961 en las arenas de la Ciudad Condal, donde compartió cartel con el espada salmantino Santiago Martín Sánchez ("El Viti"), y otorgó la alternativa al joven torero vallisoletano Manuel Blázquez Jiménez.
Sin embargo, no se cortó la coleta para desvincularse por completo del planeta de los toros; antes bien, compró a los hermanos Núñez la ganadería de don Juan Gallardo y se convirtió en criador de reses bravas, bajo el nombre de Manolo González y González Sánchez-Dalp. Además, probó fortuna como apoderado de jóvenes toreros. Falleció en Sevilla el día de Navidad de 1985, a causa de un derrame cerebral.