domingo, 18 de septiembre de 2016

MARCADO POR LA TRAGEDIA




Un domingo de Julio de 1975 en Sevilla, la Real Maestranza un novillo golpea. Derriba y conmociona a un joven novillero, desde entonces sufría pérdida de memoria, pero se recobraba en seguida, días después, en algo que la prensa de la época califico como brote de locura, la emprendió con una barra de hierro golpeando la puerta de las oficinas de RENFE, en la calle Zaragoza, frente a las de la empresa de la plaza de toros. Tras ser reducido (costó un gran trabajo por su gran fortaleza física), pasó a la Comisaría y posteriormente fue trasladado al Sanatorio Psiquiátrico de Miraflores, donde quedó recluido. El doctor que lo atendió, el doctor Vara, argumentaba el golpe sufrido en la maestranza como posible causa del brote unido a su servicio militar, que cortó de un tajo su carrera taurina lo que le obsesionó con la repetición en Sevilla, ya que estaba contratado para la novillada de despedida de Gabriel Puerta, que fue aplazada en una semana. Seguramente iba pensando en verse anunciado en los carteles, y esto hizo desencadenar la pequeña tragedia.
Dieciocho años después, El domingo 13 de septiembre de 1992, la plaza de toros de la Maestranza volvía a vestirse de luto por segunda vez ese mismo año. Un subalterno, que ese día actuaba a las órdenes del novillero Leocadio Domínguez, era corneado a la salida de un par de banderillas, sufriendo un puntazo a la altura del corazón que resultó mortal de necesidad.

Era un banderillero de reconocido prestigio que a principios de los años 70 del siglo pasado intentó fortuna como novillero. Como subalterno había formado parte de las cuadrillas de Curro Romero, Rafael de Paula y Antoñete, entre otros.

El protagonista de estos dos sucesos se llamaba Ramón Soto Vargas y había nacido en Camas el 4 de marzo de 1953, tenía 39 años en el momento de su muerte. Fue tío del matador Oliva Soto.

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