viernes, 30 de agosto de 2013

JOSE PASCUAL OLMOS "EL VALENCIANO"

Torero precocísimo, alentado por una encendida afición al Arte de Cúchares que se le manifestó desde su temprana infancia, con tan sólo doce años de edad debutó en calidad de banderillero en el coso levantino que le había visto nacer. Corría, a la sazón, el mes de octubre de 1888, fecha en la que dio inicio a una prolongada e irregular trayectoria de aprendizaje del duro oficio taurino que le llevó, al cabo de nueve años, hasta las puertas de la plaza de Madrid, en donde hizo su primer paseíllo el día 11 de marzo de 1894. 

Comparecía, en dicha ocasión, en calidad de subalterno de la señorita rejoneadora Matilde Vargas, con la misión de estoquear -como a la postre hizo- al novillo lidiado por esta aguerrida amazona. Su inestable presencia en los carteles de las principales plazas españolas le impulsó a cruzar el Atlántico a finales del siglo XIX para extender su toreo por diversas plazas hispanoamericanas, donde el valor y el arte de "El Valenciano" resultaron muy apreciados. Tras triunfar durante varias temporadas en suelo americano, regresó a la Península Ibérica y consiguió anunciarse para el día 18 de octubre de 1903 en un cartel de su Valencia natal, donde recibió el doctorado en Tauromaquia de manos de su padrino, el coletudo sevillano Emilio Torres Reina (el hermano mayor de la famosa saga de los tres "Bombitas"). 

El toro de su alternativa pertenecía a la vacada de la señora viuda de Concha y Sierra. Ascendido, pues, a la categoría de matador de toros, José Pascual Olmos ("El Valenciano") regresó al coliseo de la Villa y Corte el día 10 de septiembre de 1905, dispuesto a confirmar ante el severo dictamen de la primera afición del mundo la validez del título que le acreditaba como doctor en el Arte de Cúchares. Venía, a la sazón, apadrinado por el célebre espada gaditano Manuel Lara Reyes ("El Jerezano"), quien le facultó para dar lidia y muerte a estoque a un burel criado en las dehesas portuguesas de don Luis Patricio, y bautizado por el mayoral con el peregrino nombre de Suraya. 

Según dejaron escrito los cronistas de la época, "El Valenciano" despenó a su enemigo con una soberbia estocada que fue recibida con una clamorosa ovación por parte del respetable. A pesar de esta eficacia y pulcritud a la hora de ejecutar la suerte suprema (mucho más valorada que hogaño por los aficionados cabales de la época), José Pascual Olmos no recibió las ofertas necesarias para sostener su irregular andadura profesional en los puestos cimeros del escalafón, por lo que su carrera experimentó pronto una progresiva decadencia que le aconsejó, al cabo de algunas temporadas, abandonar el ejercicio activo del toreo para ocuparse en el desempeño de otras labores también relacionadas con el mundo del toro. Así las cosas, acabó aceptando gustoso el cargo de asesor presidencial en el coliseo de su ciudad natal, en el que se mantuvo hasta la fecha de su muerte el 2 de junio de 1943.

ANTONIO PAZOS,EL TERCER HOMBRE.



Antonio Pazos Borrero, nació en Sevilla el 15-03-1883 durante algún tiempo, gozó de bastante popularidad. Después de actuar, como todos los aficionados, por capeas y becerradas, Pazos hizo su debut, como novillero, en la plaza de Zaragoza el año 1902, y actuó en diversas novilladas hasta el año siguiente que, por un fracaso que tuvo en Sevilla, se retiró de la profesión. En 1905 volvió al toreo, y debutó en Madrid el 25 de Junio, consiguiendo un buen éxito: El 24 de Octubre de 1909 tomó la alternativa en el ruedo madrileño, de manos de Bienvenida, y alternando con Moreno de Alcalá.

El doctorado constituyó un nuevo éxito para Pazos, pero el cartel obtenido lo perdió el 5 de junio del año siguiente, al tomar parte, con desgraciado resultado, en una corrida muy grande y difícil de Miura, en la repetida plaza madrileña, alternando con Rafael el Gallo y Manolete. En 1912 en Sevilla fue el testigo,el tercer hombre de la alternativa de Jose Gomez Ortega "Joselito" Pazos adquirió el grado Bachiller a los trece años y que luego cursó en la Academia Politécnica. y se preparó para la carrera militar, hasta que le picó el gusanillo de la afición. Definitivamente, se retiró olvidado por empresas y público de los toros en Septiembre de 1915. dedicándose al apoderamiento del novillero sevillano Mariano Rodríguez Antonio Pazos  murió a los cuarenta y tres años de edad victima de una enfermedad el 28 de Diciembre de 1928.

miércoles, 28 de agosto de 2013

Potoco ( pó toco )



palabras:, afición, voluntad y modestia. Nació José Villegas Perea en Cádiz en Mayo de 1868,  sus padres llevaron los nombres de Inés Perea y Sebastián Villegas"Chano", el cual fué banderillero del celebre espada Chicorro y su hermano el también matador Juan Jose Villegas "El Loco". Los comienzos de su vida son casi exactos á los de todos los que deciden á abrazar la peligrosa carrera taurina. Los padres de José por un lado decididos á cumplir sus deberes. Proporcionando al muchacho la debida instrucción, y haciendo todo lo que humanamente pueden Por dar a su hijo un porvenir basado en el estudio, el chico, por su parte, mostrándose obediente en apariencia y apenas la ocasión se presentaba, allá v a n los libros al demontre, sustituyéndolos por el capotillo de brega que entre sus vuelos tiene escondidas tantas ovaciones. Y así un día y otro día. Estudiando a ratos y toreando á todas horas las reses bravas que pernoctaban en los corrales de extramuros, destinadas al consumo público. 

La situación era violentísima y no tardó en plantearse formalmente el problema. Sorprendido in fraganti, Potoco canto de plano, y á unos y a otros confeso que el toreo era su ilusión y que á él de lleno se entregaba. Poco más de dieciséis años contaba Potoco cuando, harto de andar toreando por pueblos y villorrios decidió salir nada menos que en la gran plaza de la ciudad que le vio nacer, pensar en que  voluntariamente le sacaran, era una necedad Hacían falta  grandísimas recomendaciones , y  Potoco ó no las tenía ó no quería molestarse en buscarlas. Su imaginación le dio resuelto el problema, después de meditar un rato como vamos á ver. Era allá por el año 1886;Los carteles anunciaban una gran corrida en la que se estoquearían seis reses de acreditada procedencia los espadas  Manuel Hermosilla y Juan Ruiz, Lagartija con sus cuadrillas. Potoco apareció  Dios sabe cómo ni por dónde, vestido de luces entre los citados diestros, que no tardaron en notar su intrusión. Interrogado por los  espadas respecto á su salida, contesto con aplomo: --salgo por la empresa. .Antes había sido también  preguntado por el empresario y con mayor aplomo dijóle que salía por favor de los espadas. Júzguese de la sorpresa de todos cuando el muchacho cogió las banderillas, con l a s q u e pareó un toro superiormente, tan superiormente que la concurrencia estalló en estruendosos aplausos, cubriéndose el redondel de sombreros y cigarros. Pero aquí de los lances cómicos. La conferencia entre empresa y espadas dio de sí las dos siguientes contestaciones; — ¡Yo no le he sacado — |Ni nosotros tampoco!.
Cuadrilla en America de Potoco: 1 Lillo,2 Mohoso 3 Aguila,4 Rubio, 5 Saleri,6 Chele.

 De tal suceso arranca la vida torera para Potoco. Vistas sus buenas condiciones, toreó en Cádiz con todos cuantos espadas se presentaron, y tales fueron sus progresos, que en 1888 ingresó en la cuadrilla de su paisano Marinero, con quien permaneció hasta 1890, que lo tomó bajo sus órdenes Hermosilla. Todo el año 1891 toreó con gran aplauso en infinitas plazas, y en 1892 salió de su ciudad con rumbo á América, con ganas de adquirir fama y medios suficientes a proporcionar atenciones á su familia. No le fue ingrata la suerte, pues en poco tiempo y alternando en la Habana, Guatemala y Caracas, toreó más de 25; corridas, que fueron otros tantos triunfos. A su regreso a la madre patria se dedico por entero a estoquear, y aceptó todo género de contratos, probando así que lo que él quería era torear mucho, tanto para perfeccionase, cuanto para realizar su constante pensamiento de buen hijo y buen hermano. Alternó con los diestros novilleros de fama (hoy matadores algunos), Litri, Faico, Gorete, Quinito, Bombita, Rebujina, Villita, Carrillo y otros varios, en la mayoría de las plazas de España, añadiendo a la lista  Sevilla y Madrid donde debuto cobrando quince duros matando cuatro toros alternando con Maera y Bebe chico. Tomó la alternativa en Cádiz el 29 de julio de 1900, alternando con Mazzantini y Montes, no llegando a confirmarla en Madrid.



SU MOTE

"Nosotros teníamos una criada gallega—decía Potoco —y me bautizo con el de Potoco; esto de pó-toco, como usted verá, tiene cierta originalidad; a mí me gustaba de niño tocar el pito, y daba las grandes murgas, por lo que me regañaba la gallega, diciéndome que no tocara, y como yo era niño, y además el hijo del amo, le contestaba: "No me da la gana; po-loco y po-toco' y así fui bautizado en mi niñez, hasta que fui mayor, siendo Potoco, y asi moriré." (La Lidia Julio 1927)
Potoco ya retirado del toreo se dedico a vender carne en un puesto que tenia en el mercado hasta su muerte acaecida el 29 de Noviembre de 1927.

lunes, 26 de agosto de 2013

Jose Machio Martinez



Jose Machio Martinez nacio en Sevilla el 8 de febrero de 1842, y murio en la ciudad hispalense el 4 de mayo de 1891. Era hermano de otro matador de toros, Jacinto Machío Martínez. En calidad de novillero, se presentó en el ruedo de la Corte el día 7 de noviembre de 1869. El 10 de julio del año siguiente se aprestó a tomar la alternativa en dicha plaza, en compañía del gran Cayetano Sanz Pozas, que ofició de padrino en el feliz evento, y de Francisco Arjona Reyes (“Currito”), testigo de aquella esperada investidura. José Machío, torero tan valiente y arrojado que, de puro temerario, rayaba a veces en el desprecio de su propia vida, anduvo a pique de perderla entre las astas de un toro cuando, el 23 de junio de 1872, en la plaza de toros de Madrid, el morlaco Larguito, de la ganadería de López Navarro, le asestó una cornada tremenda por debajo de las costillas, en la parte lateral derecha de la región epigástrica. Quedó el aguerrido espada muy maltrecho y quebrantado, tendido sobre la arena madrileña con el paquete intestinal oreado al sol de la Corte; y, aunque pudo contarlo cuando se retiró a su Sevilla natal, tardó mucho en sanar de las secuelas que le dejó tan grave percance.

Antonio Moreno Fernandez "Lagartijillo"

Nacio en Granada el 14 de julio de 1864 y fallecido en Madrid el 21 de diciembre de 1929. Impulsado por una temprana vocación taurina, en su primera mocedad comenzó a dejarse ver en el ruedo de su Granada natal, donde pronto ganó fama de novillero valiente y voluntarioso, bien dotado para alcanzar el grado de matador de toros. Ya con cierto renombre, comenzó a alternar estos primeros capotazos en las arenas granadinas con frecuentes visitas al coliseo taurino de Málaga, donde sirvió en calidad de banderillero a las órdenes de algunos espadas andaluces de reconocido prestigio, como el cordobés Rafael Sánchez ("El Bebe") o el sevillano Antonio Escobar y Mellado ("El Boto"), y consiguió también anunciarse algunas ocasiones como novillero y media espada. 

Así las cosas, cada vez más determinado a seguir la profesión taurina, hacia finales de 1888 se trasladó a Madrid para presentarse ante el genial torero guipuzcoano Luis Mazzantini y Eguía, que simultaneaba por aquel entonces sus intervenciones vestido de luces con su dedicación a la gerencia empresarial del coso capitalino. Receptivo a las demandas de Antonio Moreno Fernández, don Luis Mazzantini le ofreció la oportunidad de torear en Madrid, en un cartel anunciado para el día 30 diciembre de aquel año de 1888, en el que también estaba incluido el desventurado matador gaditano José Rodríguez Davie ("Pepete"), junto a sendos lotes de reses procedentes de las vacadas de López Navarro y Pérez de la Concha. "Lagartijillo" demostró aquella tarde invernal, ante la primera afición del mundo, que aunque practicara un toreo basto y rudimentario era singularmente hábil en el manejo del estoque, cualidad que entonces se aplaudía con verdadero entusiasmo. 

 Se hizo, pues, con un sitio en los carteles de algunas plazas importantes, y, tras seguir actuando como novillero durante la temporada de 1899, al año siguiente consiguió, por fin, ingresar en el escalafón superior de los matadores de toros. En efecto, el día 12 de mayo de 1890 hizo de nuevo el paseíllo a través de la arena madrileña para recibir la alternativa de manos de un padrino de excepción, el colosal espada granadino Salvador Sánchez Povedano ("Frascuelo"), que en dicho festejo se despedía de la selecta afición de la Villa y Corte. El toro de la cesión, que había pastado en las dehesas del duque de Veragua, atendía a la voz de Romito. 

A partir de su obtención del doctorado en Tauromaquia, "Lagartijillo" continuó toreando con desigual fortuna en los cosos españoles, sin llegar a pulir ese toreo áspero y deslucido, raramente tocado por la varita del arte, que venía practicando desde su etapa novilleril. Sin embargo, conservó siempre su extraordinaria disposición y eficacia para tumbar a las reses de un certero espadazo, que solía recetar a las reses arrancando en corto y volcándose con arrojo y decisión sobre el morrillo, para dejar una estocada entera en el hoyo de las agujas. Una vez retirado, se afincó en Madrid, donde perdió la vida en el Sanatorio Villa Luz el primer día del invierno de 1929.

EL MOJINO



El día 17 de Agosto de 1896, á las diez y medía de la mañana, falleció en Córdoba el excelente banderillero Rafael Rodríguez Calvo  (Mojino), de la cuadrilla de Guerrita, víctima de la grave dolencia que le  aquejaba, a consecuencia de haberle pisado horriblemente, al caer saliendo de clavar un par, el toro Regalado, de la ganadería de Udaeta, jugado en cuarto lugar en la tarde del 31 de Mayo de 1891.  Nació en Córdoba el 25-02-1859, y era hijo del antiguo banderillero Francisco Rodríguez (Caníqui), organizador de la célebre cuadrilla de niños cordobeses, en la que diera un puesto a su citado hijo y a su buen amigo e inseparable compañero en excursiones nocturnas a los corrales del matadero de su ciudad natal, Rafael Guerra (Guerrita). Desde los primeros momentos, tanto el uno como el otro pusieron de relieve las excepcionales cualidades que les adornaban para ocupar un lugar preferente entre los buenos toreros.

Disuelto aquel célebre plantel de notables lidiadores, Rafael Rodríguez toreó como banderillero al lado de diferentes espadas, entre los que recordamos a Bocánegra, el Gallo y Manuel Molina, acabando de consolidar el buen nombre que había adquirido. Sin formar en cuadrilla alguna definitiva siguió hasta el 29 de Septiembre de 1887, en que al tomar la alternativa Guerrita entró a formar parte de la que eligiera. Una vez en ella, se distinguió entre sus compañeros en la suerte de banderillas, y con especialidad en la de sesgar, que dominó como pocos, y ejecutó con tal arte y valentía, que hacia levantar a los públicos, alcanzando entusiastas ovaciones.

 Sus energías las amortiguó la cogida de referencia, minando poco a poco su vida, no obstante en ocasiones, haciendo un supremo esfuerzo, se mostraba el banderillero de la buena escuela, el que practicaba con lucimiento todas las suertes de parear, y que era una especialidad en la difícil y precisa del sesgo, antes citada. A principios de la temporada de 1896  el mal había tomado tal incremento, que le fue preciso abandonar el ejercicio de la profesión, y dedicarse a poner en práctica cuanto la ciencia le aconsejara para ver de atajar los estragos de la enfermedad. Todo fue infructuoso. A los pocos días de haber regresado de los baños, le sorprendió la muerte, acaecida en la fecha indicada. 

sábado, 24 de agosto de 2013

TRES AMIGOS



En la tarde del 17 de Octubre de 1889, se presentaron en la plaza de Madrid tres distinguidos toreros mexicanos, que desde luego llamaron la atención del público por su valor extremado y su habilidad en el jineteo. Llamábanse Ponciano Diaz, Agustín Oropesa y Celso González. El primero era matador de toros y picadores los otros dos. Ponciano, hombre de regular estatura, fuerte complexión, recio bigote negro y color cobrizo, demostraba á primera vista estar educado en la lucha y para la lucha, siendo el consumado jinete acostumbrado á lazar en las dilatadas llanuras de América, y á considerar el riesgo como el aliciente principal de la existencia. Nacido en Ateneo (México) en el año 1858, sintió desde luego vocación irresistible por el toreo, columbrando allá en su porvenir el proposito de hacer mayores cosas que las que hasta entonces había visto en el deficiente toreo mexicano. 

Trabajó a las órdenes de Bernardo Gaviño, en calidad de banderillero, y hasta el año de 1879, en que apareció en la plaza de Puebla, no se mostró como matador de toros. No le asistió del todo la fortuna en los comienzos de su profesión, efecto de sobresalir entre todos, despertando, como es consiguiente, las rivalidades de los demás, pero al fin triunfó de todo su perseverancia y habilidad. Cuando se presentó en la Plaza de Madrid, el publico tuvo ocasión de ver su manera de lidiar viva y animosa; nunca quieto, siempre en busca del toro, apretando las banderillas con sus nerviosas manos y rigiendo á capricho el amaestrado y dócil potro que montaba, produjo en su favor delirantes ovaciones, cada vez que entrando á la media vuelta dejaba los palitroques y sacaba el caballo ileso.con  la muleta era entonces muy deficiente, pero citaba con valentía y heria en lo alto. 

Los picadores Oropesa y González demostraron ser, lo mismo que el matador, consumados caballistas, y se presentaron llevando, en vez de hierros, botín de cuero desde la rodilla abajo. Tenían sobre los españoles la ventaja de encontrar toro en todas partes, merced a sus ágiles potros; pero en cambio y por el afán de librarlos, como se comprenderá, picaban a brazo suelto sin recargar nunca, y más atentos a regir al caballo para sacarlo del embroque, que á poner el palo en buen sitio.Estos tres diestros, dejaron entre los españoles agradable recuerdo, llevándose a su país pruebas del afecto con que los distinguió la afición madrileña.



viernes, 23 de agosto de 2013

Nicanor Villa y Arilla «Villita»

(Zaragoza, 10-I-1869 - id., 9-I-1944). Su padre era zapatero. Nicanor aprendió en su adolescencia el oficio de molendero de chocolate y más tarde entró al servicio del famoso pintor Marcelino Unceta Buscar voz.... En 1890, cuando contaba 21 años, actuó en una novillada celebrada en Zaragoza, incorporado como banderillero en la cuadrilla del segundo «Pepete», diestro que moriría tiempo después trágicamente. Estuvo «Villita» muy lucido en su labor. Cuatro años transcurrieron desde entonces, en los que Nicanor se fue forjando como novillero, destacando en plazas importantes, como Barcelona y Bilbao. Su presentación como novillero en Madrid fue el 21-I-1894, interviniendo en un festejo de la denominada «temporada de invierno», en el que también tomó parte Cayetano Leal «Pepe Hillo», estoqueando ambos cuatro novillos de Isidro Esteban, de Miraflores. 

Logró interesar «Villita» a los aficionados y por ello le repitieron los días 28 de enero y 18 de febrero. El día 8 de agosto toreó en Madrid, en compañía del Algabeño, que formaba con Villa pareja de competencia. La campaña de novillero se completó con otros éxitos en la capital de España y en otros muchos cosos, como el de Segovia. Villa mostraba entonces un valor y un aplomo admirables y por ello no fue extraño que llegara el momento de la alternativa, que tomo el 29-IX-1895 en la plaza de sus mejores éxitos, Madrid. Fue padrino en la ceremonia Luis Mazzantini y testigo Emilio «Bombita», para lidiar toros de Moreno Santamaría. 
Villita rematando un quite

El toro de la alternativa se llamaba «Tocinero», al que rindió de una gran estocada. Actuó después en varias plazas y en Zaragoza, en la feria del Pilar, triunfó nuevamente. Inexplicablemente la temporada de 1896 no fue todo lo brillante que se esperaba. Intervino en corridas celebradas en Sevilla, Valladolid, Santander, Murcia, así como en su plaza de Zaragoza, pero Villa no parecía el mismo. Su estrella se fue apagando. Marchó a América y allí toreó varios festejos. 

En uno de ellos, celebrado el 20-I-1898 en San Luis de Potosí, sufrió una gran cornada, lo que disminuyó aún más su ánimo y facultades. De regreso de América toreó en varias ocasiones hasta que en 1904 decidió retirarse tras actuar en un festejo de la feria pilarista, celebrada el día 14 de octubre. Lidió en aquella ocasión reses de Parladé, juntamente con Conejito y Algabeño. Pero la despedida oficial no fue en realidad hasta el 29-IV-1906, en Zaragoza, estoqueando cuatro toros de Olea. Una vez retirado, Nicanor Villa se dedicó a tareas de empresario y ganadero. Fue representante y empresario de la plaza de Zaragoza en distintas ocasiones y poseyó una ganadería de bravo en El Burgo de Ebro,de su época de empresario se cuenta la siguiente anécdota:

 ¿Quién es ese chalao que está toreando?

 Corría el año diecinueve, era un día de verano, hacía calor, ese calor abrasador que hace en esta tierra por la canícula, las piedras, las maderas y los hierros que conformaban mi estructura, quemaban; la arena que cubre el ruedo ardía bajo los pies de los toreros que practicaban toreo de salón.


Ese día me viene a la memoria porque ocurrió una anécdota que no se me ha olvidado, además, con el paso tiempo y el desarrollo de los acontecimientos, cobró cuerpo y categoría. Ocurrió que entre los espectadores del entrenamiento, aquella mañana, se encontraba el representante de la empresa, don Nicanor Villa, que preguntó a los que le acompañaban, asombrado por lo que veían sus ojos: “¿Quién es ese chalao que está toreando? Le contestaron que era el hijo de su amigo Joaquín, al que, por el compromiso de la vieja amistad con su padre, había anunciado para la próxima novillada económica de “La Misericordia”.

 Impulsivo, como era don Nicanor Villa, exclamó con mucho enfado: “Pero qué he hecho yo al anunciarlo, si no sabe ni tener el capote. Ahora mismo voy a la imprenta para que lo quiten del cartel”. Lo pudieron convencer para que no hiciera tal cosa y, de esa forma, mantener su compromiso y no faltar a la palabra dada a su amigo. Ese “chalao” que estaba toreando era Nicanor Villalta que, recién llegado de Cuba, acudía a entrenarse a mis dependencias en aquella mañanas veraniegas, con vistas a prepararse para su compromiso en la próxima novillada económica en la que compartía cartel con los “Charlot’s”, ese trío de toreo cómico-bufo compuesto por Llapisera, Charlot y el Botones, que hacían reír a la gente con sus payasadas delante de los novillos.

martes, 20 de agosto de 2013

Joaquin Hernández "PARRAO"


La profesión fué áspera para Parrao. Después de luchar media vida se retiró con tres o cuatro mil duros por todo capital. Si no hubiera sido hombre emprendedor y se hubiera metido, a representar empresas y proporcionarles corridas: a comprar y vender ganado, y a explotar  veinte o treinta vacas de leche en los establos de una huerta en Sevilla, hubiera llegado a la vejez malamente.
"Parrao" en 1896

Pero Parrao era trabajador, tenia buen crédito y vivia sin necesitar de nada ni de nadie. Llevó una vida aventurera, y corrió medio mundo y parte del otro medio. Don Francisco Golfín, vecino de Ecija, tuvo la humorada de querer implantar en Italia las corridas de toros. Y se llevó a Roma a Cara Ancha, al Americano y a Parrao, como banderillero. Anduvieron por la Ciudad Eterna, Napoles y Turin. Toreaban embolados, sensa morte, según anunciaban los carteles.
"Parrao" cuando andaba con "Faico" y "Minuto"

Todo era simulado, menos las banderillas. Se le iban poniendo pares al toro, hasta que el animal, aburrido, se cansaba de embestir. La empresa no era como para enriquecer a nadie. Parrao acabó por irse solo a Marsella, donde salía de banderillero o de matador, indistintamente. La evolución de sus primeros tiempos resucitaba en sus labios apodos casi olvidados. El del Barberulo de Olivares, el Niño del guarda de Tablada y el de Julián Berrinche, por ejemplo. A Parrao le dio la alternativa en Sevilla Reverte, y al acabar de dar muerte a ese toro, realizó una ceremonia única.en la plaza. Su padre picó el toro de la alternativa, y después de haber salido las mulillas en el arrastre, Joaquín Hernández, en el centro de la plaza, solemnemente, le cortó la coleta al autor sus días y maestro en el torear, para que el viejo picador no se jugara más la vida en el ruedo.
"Parrao" en el hospital de Nimes.

Lo más terrible de la vida de Parrao son las cornadas. tenia una en el vientre, la que le quitó de torear, que, pasados los años, todavía causaba espanto con sólo ver "la cicatriz, negra y honda, que no encubre la carne arrebujada sobre ella". En Chalons, toreando con Quinito, recibió la primera cornada: un puntazo en la ingle. Otra, en Nimes. Otra, grave, en la misma región del cuerpo, que le tuvo cuarenta y dos días luchando con la muerte. Y en Granada, en Santander, en Méjico, fueron dejando en su persona los toros sangrientas huellas, que son la historia del valor de este torero.

La cornada de México fue espantosa,apoyado en bastones y con unas barbas increíbles recibía la visita de los médicos.
Que a lo último fué a la Argentina y a Uruguay a torear embolados, como habia empezado en Roma.El padrino de Parrao fué el conde de Romanones, de quien se hizo amigo por Perico Niembro. Tomo parte en Barcelona en la despedida de Chicorro, donde Pagés, el  empresario, fué como banderillero. de la Bella Geraldine, una de las artistas más celebradas por su belleza decia."Verá usted. Eso de la Geraldine tiene lo suyo.
Algún tiempo después,recuperado ya,pudo fotografiarse con la cabeza disecada del toro que estuvo a punto de quitarle la vida.

Cuando "tomé" la cornada de Granada estaba en la misma fonda que yo. Entró a verme. A rezar y a llorar junto a mi cama. ¡Era guapa de verdad! Pero cuando me dieron la de Méjico, que a poco me mata, que me quitó de los toros, estaba también en el mismo hotel que yo, y quiso repetir la escena. Cuando la vi entrar me espanté. Y la eché de allí, a pesar de lo bonita que era. ¡ Luego dicen que eso de la mala sombra son tonterías!" Parrao sobre las mujeres decia:. "Las de antes- comenta—eran más claras, más fáciles y más desprendidas que las de ahora. Entonces, una blusa de seda valía ocho pesetas. Las convidaba uno y tomaban una copita de anís. Ahora, piden un ponche, que vale seis pesetas, o, lo que es peor, un whiskey, que es caro y no hay quien se lo beba, porque sabe a ratones." 

De la compra-venta de ganado y de 20 ó 30 vacas lecheras subsistio "Parrao"· en su vejez.

Tiene razón Parrao. La verdad es que están los tiempos muy malos.

lunes, 19 de agosto de 2013

MANUEL ESTEBAN "TEMERARIO"



Esta es la historia de Manuel Esteban el inventor del rodeo español contada por  él mismo.

"A los quince años senté plaza voluntariamente, como trompeta en el regimiento de Húsares de Pavía. Allí se despertaron mis aficiones al toro. Me picó el "gusanillo" de la afición. Yo quería vivir exponiendo la vida..."Cumplidos mis deberes militares, empezó mi calvario, de "capea" en "capea", hasta que conseguí vestir, por vez primera, el traje de luces en la plaza de Vista Alegre (Carabanchel), anunciado como banderillero, y con el apodo de "Estebita.", segui toreando hasla que... 

 EL "TEMERARIO" NO FUE A MADRIDEJOS 

En este pueblo, cercano a Madrid, tenía que actuar como matador de novillos Antonio Villa, "Hablapoco". Yo pertenecía a su cuadrilla. El empresario, atento a su negocio, había anunciado que el "Temerario" rejonearía un toro, y "montaría" otro... pero, llegada la hora de ía corrida, el tal "Temerario" no parecía por ninguna parte. El empresario estaba aturdido y disgustado por el engaño de que había sido víctima; el público ocupaba la mayoría de las localidades de la plaza, ávido de presenciar las faenas de "Temerario", y este sin llegar. Al hablar de suspender la corrida para evitar un conflicto de orden público, fué cuando, por no perjudicar a mi amigo y matador "Hablapoco, y para salvar al empresario, me ofrecí a sustituir y suplantar al "Temerario". Y, efectivamente, yo, el banderillero "Estebiíta'", actué por primera vez corno rejoneador y montador de toros. Salve a la empresa, y obtuve un éxito formidable, éxito que me hizo dedicarme de lleno a "montar toros", hasta el extremo de que, D, Arturo Millot, mi apoderado, escribió a las empresas, y empecé mi nuevo y peligroso oficio. Trabajé ocho corridas seguidas en Barcelona, contratado por el entonces empresario D. Luis Castillo, que me pagaba cincuenta duros por cada actuación... He montado toros en la mayoría de las plazas españolas. He brindado mi experimento en Lisboa, al Rey Don Carlos de Portugal, que me felicító y regaló una preciosa petaca, y me presenté en Madrid, el día del debut como novillero de Juan Cecilio, "Punteret", montando un toro de Adalid, grande y cornalón. Mi presentación fué un éxito y Pedro Niembro, que era el empresario, me firmó, y actué en dos corridas más, no siguiendo toreando por cesar en el negocio el Sr. Niembro, al ser sustituido por el señor Mosquera. 

G.ANANCIAS Y PERCANCES: 
En Portugal, las veces que trabajé, que fueron muchas, ganaba mil pesetas. En España, toreaba más barato: 750 pesetas. De esta caniidad pagaba los gastos de viaje y fonda, y el "sueldo" de mi ayudante Manuel Pérez "Parsifal". que fué matador de toros en Méjico... Pero entonces se podía vivir a gusto con aquellos ingresos, que en la actualidad, representarían el triple  tuve varios percances; pero uno gravisímo. En Cádiz, un toro de Villalba, al derribarme, "me metió la cabeza" y me calo a placer. Un cornalón en el muslo derecho, que me interesó la, femoral y me tuvo en cama dos meses, a pesar de las concienzudas y desinteresadas curas que me hizo el fallecido doctor Mascaren... Después, la lesión, grave también, que sufrí en el brazo izquierdo, toreando como "picador", a las órdenes de Joselito, el "Gallo"...  Cansado de partirme las piernas sujetándome a los morrillos de los toros, y por recomendación de mi gran, y llorado, amigo, el inolvidable D. Ángel Caamaño, el "Barquero", toreé en Madrid agregado a la cuadrilla del infortunado Agustín García Malla, en calidad de "picador". Metí cuatro puyazos, y me tocaron cuatro ovaciones... Me felicitaron, y seguí picando a las órdenes de Rafael el "Gallo", Vicente Pastor, Josclito, Malla, "Punteret", "Ostioncito", "Pastoret"...; hasta que, cansado de rodar por las arenas, con varios huesos rotos, y cada día más castigado, y con menos afición, toreé en esta plaza la ultima corrida de picador, a las órdenes de José Amuedo... Y ahora, con cincuenta años "en el lomo", trabajo en esta casa muy contento, desde hace  tres años y medio, y, por no perder la costumbre, sigo "montándome" en las mesas de billar....para limpiarlas"

al abandonar la profesion taurina Manuel Esteban fué camarero (mesero) 

domingo, 18 de agosto de 2013

EDUARDO LICEAGA MACIEL



Nació en la capital de la república mejicana el 20 de noviembre de 1922. Sus hermanos, el matador de toros David y el banderillero Mauro no querían que Eduardo siguiera la carrera de ellos y le costearon estudios de bachillerato. Sin embargo, el infortunado muchacho decidió dedicarse al arriesgado arte taurino. Muy joven aún, al toro, de nombre “Cortesano” de Santín, le cortó las orejas y el rabo, así como el trofeo que había en disputa.En 1939 actuó en Tampico como sobresaliente de Juanita Cruz, al resultar cogida se encargó de matar los dos toros anunciados. Se presentó en "El Toreo" el 6 de agosto de 1944 estoqueando novillos de Rancho Grande en compañía de Nacho Pérez y Tacho Campos. . En 1945 emigró a la Península y llegó aquí el 5 de abril acompañándole su madre y su hermano. Primeramente tuvo 14 actuaciones previas a su presentación en Madrid, el 26 de agosto de 1945, sus alternantes fueron Rafael Llorente y "Andaluz Chico", novillos de Garro y Díaz Guerra. Liceaga cortó una oreja. 

El 18 de agosto de 1946 fue a torear a San Roque (Cádiz), alternando con "Vito" y Chávez Flores un encierro de Concha y Sierra. En su primer enemigo de nombre “Jaranero”, cárdeno, número 93 de la vacada citada, al cambiarse la muleta por la espalda, el toro lo empitonó y arrojó al suelo. Volvió a atacarlo por la entrepierna, teniéndolo suspendido largo rato y solo entonces se pudo hacer el quite. La herida cerca del ano era muy profunda, lo trasladaron al Hospital Militar de Algeciras, falleciendo a las 10 de la noche. Eduardo Liceaga era un torero muy fácil y decidido en todas las suertes. En España llevaba muy buena campaña y lo que más deseaba era que Carlos Arruza le otorgara la alternativa a fines de ese año. La herida fue gravísima en la región glútea muy cercana al orificio anal. Con el fin de operarle en condiciones más óptimas que en la enfermería de la plaza lo trasladaron al Hospital Militar de dicha localidad, la gran pérdida de sangre que sufrió fué la causante de su fallecimiento a las diez y media de esa noche. Le acompañaban en el cartel Julio Pérez Herrera "Vito" y Antonio Chaves Flores.

¿PROVIDENCIA O MILAGRO ? CAGANCHO SALVA LA VIDA GRACIAS A UNA MEDALLA.




Este torero no es otro que el famoso gitano «Cagancho», de cuyas actuaciones se acostumbraba a oír tantos comentarios pintorescos. Hasta hubo quien dijo que era «el Rubio del toreo...si Pues sí, este era el matador que, a pesar de las ironías de los que le acusaban de «no arrimarse a los toros, en 1928 fué cogido por uno que le causó varias heridas. 


La que recibió en el pecho hubiera podido ser mortal, si una de las medallas que siempre llevaba consigo el trianero, no hubiera desviado el cuerno. Comentando el percance, «Cagancho» dijo: «En esta cogida estoy seguro de que la Providencia me ha salvado de una cornada gravísima. La medalla de Nuestra Señora de Riánsares, que me regaló la villa de Tarancón, -y que llevo en el pecho siempre, ha servido de muralla para el asta del toro y ha impedido que el cuerno hiciera algo más que rasgarme la piel.» En estas fotos pueden verse las medallas que siempre llevaba al cuello el matador, y a éste besando la que le salvo la vida. En la foto inferior el diestro herido está rodeado de algunos amigos y compañeros de su cuadrilla, uno de los cuales tiene en sus brazos al hijo del torero que tambien fuese matador de toros.

jueves, 15 de agosto de 2013

NICANOR VILLALTA


Se casó poco antes de empezar la guerra civil y, en diciembre de 1936, en plena contienda, nació su hijo Niqui-Luis. El parto resultó una aventura que se resolvió favorablemente gracias a la ayuda del médico Luis Yunta, padrino del chico en lo que se llamaban «aguas de socorro» porque por entonces no se podía pensar en un bautismo eclesiástico. Luego, al cabo de los años, a Nicanor Luis se le bautizó en el templo del Pilar de Zaragoza con la presencia del citado doctor Yunta. Pero, al mismo tiempo que Josefina Juberías, la esposa del torero, tenía que cuidar del chaval, su gran preocupación era salvar a su marido de la persecución de los milicianos. 

Ella tenía la carrera de Comercio, era experta en taquigrafía mecánica y traductora de francés por lo que había estado en el Ministerio de la Gobernación de la República y conocía al ministro Ángel Galarza, con el que se puso en contacto cuando Josefina se enteró de que a Nicanor se lo habían llevado a la checa de Fuencarral. De allí lo trasladaron a la embajada de Estados Unidos y luego a la de Rumanía para, al final, refugiarse en la casa precintada de un diplomático destinado en Londres y en la que aguantó hasta el término de la guerra mientras Josefina y Niqui pasaban a la otra zona con la ayuda de Queipo de Llano, que instaló a madre e hijo en Sevilla a costa del Auxilio Social. Hasta que acabó la contienda y Nicanor tuvo que volver a vestir el traje de luces porque había desaparecido el dinero que tenía, unas fincas las había tenido que vender para subsistir y todo se le complicaba de forma fatal. 

El matrimonio abrió un establecimiento que se llamaba «Salón de Té Niky», con pastelería y repostería, en Princesa, 55, y tuvo que cerrarlo porque su socio industrial se quedaba con harina, azúcar y otros productos que entonces estaban racionados y el socio prefería aprovecharse de esos productos en el estraperlo. Tenía la plaza de toros de Toledo y también la perdió, un taxi y tampoco le lució el pelo con este negocio, hasta el punto de tener que acudir a la ayuda de los demás con el festival que se celebró en Madrid, que fue un rotundo éxito, y otro no menos brillante que se celebró en Zaragoza. Pero Josefina no podía aguantar más, se resintió su salud mental, deterioro psíquico le llama su hijo, e hizo blanco de todas sus críticas a Nicanor Villalta, que, al final, tuvo que abandonar el piso de Alonso Cano, en donde había vivido toda su vida, y marcharse en los años setenta con sus hermanas Delfina y Marina. Su triste situación la reflejó en imágenes Summers en la película «Juguetes rotos», en la que el cineasta puso unos cuantos ejemplos de ídolos truncados como el boxeador Paulino Uzcudum o el futbolista Gorostiza. Lo cierto es que Nicanor mantuvo el tipo hasta que murió el 6 de enero de 1980. 

Pasó mucho para llegar a ser figura del toreo, pero su gran cruz fue la enfermedad de su hijo Niqui-Luis al que le hubiera gustado ver vestido de torero, pero una lesión en una cadera y una enfermedad en el riñón le impidieron alcanzar tal sueño a cambio de muchos disgustos y gastos en médicos y operaciones. No todo fueron imprevistos y malas administraciones. Hubo mucho de mala suerte y circunstancias adversas: la guerra y la enfermedad de su hijo rompieron la vida de un hombre cabal.

miércoles, 14 de agosto de 2013

DON ANTONIO FUENTES ZURITA


Don Luis Mazzantini había revolucionado el vestuario torero,antes de que el italiano-español pisara los ruedos no se concebía a un torero vestido a la última moda, después se había generalizado el uso normal de otras indumentarias aunque «Guerrita» impusiera su criterio senequista y califal. Pero ese «naide» que había dejado como heredero don Rafael, al margen de ser un buen torero al que tenía difuminado el poder del cordobés, iba a revolucionar el aspecto externo de un hombre que, pese a sus altibajos, también daba una medida artística de buen gusto y calidad. 

Fue don Antonio Fuentes y Zurita, de Sevilla, un árbitro de la elegancia masculina y torera. Pero, antes de recordar la figura de Fuentes. Fue el Beau Brummell del toreo y no acabó tan arruinado como el lord inglés de la corte de Jorge IV porque volvió a los ruedos hasta el 31 de mayo de 1914, fecha en que toreó su última corrida en la plaza de Las Arenas de Barcelona, con toros de Concha y Sierra y la compañía de Rafael el Gallo y el mexicano Luis Freg. Era un buen torero y un dandi que no sé si leería a lord Byron, Musset o Baudelaire, pero que sí hubiera merecido una crónica de todos y cada uno de esos que veían la vida con un sentido estético.
"Después de mí, naide, y después de naide, Fuentes " (Guerrita)

 Y ese sentido de la elegancia lo tuvo desde chico: «Yo he rendido culto a la limpieza, a la higiene y al buen vestir. Es decir, que me ha gustado la buena ropa sobre todas las cosas... Ese mote de «el señorito» quizá nació de un sucedido de mis tiempos de aficionado... Estaba yo en Madrid, lampando de hambre y sin más que lo puesto, cuando un día un rico labrador paisano, de la tertulia del Café Suizo, me regaló dos duros... ¡Un caudal en aquella época!... Yo andaba muy mal de ropa interior y decidí comprarme una camiseta. Y como siempre he tenido gusto de las cosas finas, en lugar de adquirir una camiseta de algodón que entonces valían cinco reales, me «merqué» una de seda, de lo mejor que encontré, que me costó las diez pesetas justas y me quedé, muy a gusto, aquel día sin comer... Esto pareció a mis compañeros tan absurdo, que lo atribuyeron a presunción, y les dio por llamarme irónicamente «el señorito»...». 

Algún señorito más vendrá a esta historia porque el gusto por la elegancia ha sido también virtud de algunos hombres que vistieron y visten el traje de luces. Pero Antonio Fuentes hizo raya. Físicamente era la antítesis de su antecesor Mazzantini. Proporcionado de estatura, tez morena, pelo negro y ondulado, ojos brillantes, armonioso en el andar, juncal, distinguido y... jugador. . Lo cuenta «El Caballero Audaz» que coincidió con el torero sevillano en el Casino de San Sebastián y éste le confesó sus emociones como jugador. Como decía «Hilario el zapatero»: «Si el juego es emocionante perdiendo, ¿qué será ganando?» La suerte tampoco le era muy propicia al famoso torero, pero decían que la finca de «La Coronela», de su propiedad, lo aguantaba todo y daba para todo y que Antonio Fuentes, tan elegante como siempre, iba a la calle de las Sierpes y todos los días le limpiaban los zapatos y le afeitaban y le daba un duro al betunero y otro al barbero por un servicio que entonces costaba 15 céntimos.

¿ SE CASO PAQUIRO ?


Quién fue la mujer que empujó a Francisco Montes «Paquiro» al aguardiente? ¿Qué suerte de pesares íntimos pudieron llevarle, contrariando sus eminentes cualidades, a buscar el olvido en la embriaguez del aguardiente que minó su naturaleza y acortó su vida? «Vejez prematura que abate las existencias afanosas, gastados a la vez el alma y el cuerpo en el torbellino de las violencias emocionantes y de las rudas faenas» (Velázquez y Sánchez). No sería, desde luego, la reina Isabel II que lo quiso nombrar Conde de Chiclana, «porque tiene mucho mejor ganado su título que otras excelencias de escotillón». No estoy seguro, ante la fama de doña Isabel, que no lo fuera, aunque si hubiera existido alguna aventura amorosa entre el torero y la Reina es seguro que habría llegado hasta nosotros la curiosa noticia. No basta con el deseo de ennoblecer al elegante diestro. 

 El caso es que «Paquiro» falleció a los 46 años por unas fiebres tercianas, el 4 de abril de 1851. Algunas noticias, no sé si muy fidedignas, tengo sobre la amistad de Francisco Montes «Paquiro» con el modelo de bandidos generosos que era Luis Candelas y la criolla Blanca Montellanos y Vargas de Montero. Estaban los dos con el torero cuando les avisaron que la policía tenía localizado a Luis Candelas que, para salir del aprieto, dicen que se vistió de banderillero y así fue a la plaza con el de Chiclana. Va más allá la cosa: Candelas pone un par, «Paquiro» se deja coger y en ese barullo escapa el perseguido. Lo leí en la revista El Ruedo del 3 de febrero de 1949. 

Como también leí este poema que ensalza la figura del torero: Cáscaras —dijo el diablo alzando el hopo— este es Montes; me cuco y vaya al cielo que temo más a su capa que un hisopo. El cielo en coro aplaude la victoria, vomita el dragón fuego y muerde tierra y Montes triunfa, entrándose en la gloria. No tengo constancia de que Francisco Montes «Paquiro» se casara, pero en el tomo VII del «Cossío» aparecen reproducidos los retratos del torero y su supuesta esposa firmados por José Elba, de la colección Berckmeyer del Museo Taurino de Arte de Lima, Perú. Dos medallones gemelos con la figura ya conocida del de Chiclana con la muleta, una banderilla y la espada apareciendo por la parte inferior del óvalo. Ella con un escote generoso difuminado por un tul vaporoso, talle estrecho, falda de organdí, hombreras y puños bordados con el mismo dibujo y materiales. Raya en medio en el pelo negro, peineta recortada, moño generoso y pendientes largos y colgantes. Abajo del medallón, un mantón y un abanico. Pero ¿quién fue esta mujer?

sábado, 10 de agosto de 2013

JAIME BALLESTEROS "HERRERIN"


Nació el 8 de junio de 1891,en Villanueva de Gállego (Zaragoza),su padre era herrero en el pueblo, de ahí el mote. Ya desde su infancia sintió atracción por el toreo, cosa a la que se oponía la familia. Inició su carrera como peón de brega y más tarde banderillero. Comenzó a matar novillos por tierras aragonesas actuando en Barbastro, Caspe, Tarazona, etc. La primera vez que se puso ante un toro fue en Zaragoza hacia 1909 y por accidente, ya que tuvo que sustituir a otro diestro (Perlita) que había sufrido una cogida. Esa tarde se enfrentó a dos astados agradando mucho su labor. Desde sus inicios tuvo una encendida rivalidad con el ya mencionado Florentino Ballesteros. Se cuenta que mientras Herrerín era el torero de la clase modesta, Florentino era popular entre el artesanado y la clase alta zaragozana de la época. 

En cierta ocasión la Banda de la Diputación tocó un pasadoble dedicado al del Hospicio en el paseo de la Independencia, los herreristas a continuación solicitaron lo mismo para su ídolo, como los músicos no tenían partitura y no podían ejecutar la obra, se armó un gran revuelo en el que no llegaron a faltar agresiones físicas. El apasionamiento estaba en las calles, en los cafés, los casinos, en la plaza de toros etc., el que era ballesterista no admitía el herrerinismo y viceversa. En 1912 comienza su proyección nacional en Barcelona al lado de Juan Belmonte, toreando el 16 de febrero en la Barceloneta. Recibió una oferta sustanciosa pero Herrerín tenía que incorporarse a filas como soldado de cuota hasta julio de ese año. 

El día 3 de agosto hace el paseillo en Madrid y gusta tanto que repite cartel dos tardes más en ese mes, la segunda con su eterno rival el día 15. Durante las Fiestas del Pilar se anunció el día 13 la primera de Feria con Gaona, Gallito y toros del duque de Veragua, actuando Herrerín como sobresaliente. Por cogida de Gaona, Joselito estoqueó los seis veraguas y antes de dar suelta al cuarto, invitó a Herrerín a que alternara con él en quites y banderillas. En al año catorce, Jaime actuó otras tantas tardes. El día 6 de septiembre le correspondía la número quince en la plaza de Cádiz. Allí el novillo «Almejito» de López Plata le infirió tan gravísima cornada, que fallecería a las siete y media de la mañana del día 6 de septiembre de 1914,era herido de muerte en la cuarta plaza de toros de La Hoyanca de Cádiz, alternaba con Chanito, José Díaz Domínguez y Amuedo. “Almejito”, un toro negro, bien puesto de defensas y algo bizco del derecho de la dehesa de López Plata, el novillo que corneó al torero maño vestido de rosa y oro y que murió el día 9 del mismo mes.
"Herrerin" en la enfermeria

Era el primero de la suelta, le correspondía a Díaz Domínguez y alcanzó a “Herrerín II” al hacer un quite con el capote. Fue la segunda y última víctima del toreo en este ruedo. La primera había sido el picador Francisco Cazalla Moreno "Caito" que el 30 de mayo de 1869, actuaba en la cuadrilla de Julián Casas "Salamanquino" cuando fue herido de muerte en la cabeza por el toro "Enamorado" de Joaquín Castrillón. Moriría el 14 de junio siguiente,tenía veintitrés años.
Cadaver de "Herrerin"

Fue enterrado provisonalmente en tierras andaluzas hasta que cinco años más tarde, por cuestación popular, sus restos fueron trasladados a Zaragoza y depositados en un mausoleo que todavía se puede visitar en el cementerio de Torrero, obra del escultor Domingo Ainaga.
Tumba del valeroso novillero aragonés Jaime Ballesteros Jaime (Herrerín), Cementerio de Torrero de Zaragoza


LA MISERICORDIA DE JOSELITO EL GALLO

Joselito tenía a orgullo el ser torero, en parecer torero siempre. Por eso lucia la fina trenza de la coleta y el traje corto,ceñido y pinturero.


Cuenta Gustavo del Barco, en su magnifica biografía sobre el torero de Gelves, que una noche de riguroso invierno, cuando la lluvia caia a torrentes, Josellto descendió de un automóvil, ganando de un salto el portal del domicilio de su apoderado, don Manuel Pineda, que ¡por aquellas fechas lo tenía en la calle de Trajano. Al tocar la campanilla para que le abriesen la cancela, una mano sarmentosa le tocó al torero, en súplica de limosna. Joselito, así sorprendido, objetó a la implorante, entre severo y piadoso: «¡Señora, con la noche que hase y con la edá que tiene, ¿cómo se atreve usté a salí de casa?»... —Es que... -replicó la vieja, Justificándose— mi hija es viuda y lava ropa pa mantené a unos nletesiyos, pero gana tan poquita cosa que cuando el hambre aprieta me vengo a la puerta de ese cabaret (señala a Variedades, ubicado frente al sitio de la ocurrencia) pa recoge arguna cosiya, y como la noche está tan mala me metió en este saguán pa no mojarme. joselíto, impresionado por el relato de la pobre, dijo a Pineda, al tiempo que éste le abría la cancela: «Infórmese a fondo de cuanto di se esa mujé, y dele por ahora, como cosa suya, un par de duros», resultando de la información efectuada ser ciertos los extremos alegados por la mendicante, y asignándole Josellto, bajo secreto absoluto de su nombre, ciento cincuenta pesetas mensuales, que la señora hacía efectivas cada primero de mes, desarrollándose el día 1 de junto de 1920, en el domicilio del señor Pineda, una escena desgarradora cuando el apoderado del torero dijo a la beneficiada que ya no podría facilitarle más Socorros porque su protector, 

Josellto «El Gallo», había fallecido. Y de la misma madera de este hecho, que en sustancia recogemos, debe estar plagada la vida de Joselíto, ya que don Antonio Sánchez Barroso, con domicilio en Sevilla, calle de la Albóndiga número 62, entre un sinfín de anécdotas y caridades de Joselíto, contaba que, al vibrar la campanilla de la casa de Josellto en la Alameda, impulsada por la mano del matador de novillos José Alvarez «El Tello», Joselito, desde el principal de la vivienda, ordenó: —Anita, ve a ve. quien llama. (Anita era la sirvienta del torero y luego fue la esposa de su mozo de estoques, Paco Botas.) —Dise que e «er Teyo» —respondió la criada. —Pos ábrele la cánsela y mételo en mi despacho, que ya bajó —replicóle el diestro. —¿Qué te trae por aquí, José? -dljo al Tello Joselíto. —Pos mira, José, que estoy en las urtimas y, vengo a ve si tú me echas una mano. Un benefisio resolverla mi sitúasíón. Me haría un hombre. Estoy cosió a cornás, y ni tengo contratos, ni' yo, aunque los tuviera, podría ya torear. No vargo ya pa na, y de verdá, de verdá te digo que estoy dando las boqueas. ¡Si tú me ayudaras!... Joselito* le rnlró a los ojos, y tras una breve pausa embarazosa, le contestó resuelto: —Vente por aquí mañana a esto misma hora y no digas de esto una palabra a nadie. A la misma hora del día siguiente estaba otra vez el Tello en. el despacho dé Joselito, —Mira. José —lé dijo Gallito—. Ya tengo los toros y los toreros pa darte el benefisio; pero a tí qué te conviene má, un benefisio o dos duros diarios que yo puedo pasarle mientras vivas, —¡Hombre, José! —replicóle el Tello llevándose el pañuelo a los ojos—. A mí me convienen más los dos duros diarios, pero yo np quisiera abusa de tu buen corasón. —Pos entonces —prosiguió Josellto—, tendrás desde ahora dos duros todos los días, pero con una condíslón. , —Toas las que quieras, José; toas las que quieras. —Una sola, Tello, una sola. —¿Y qué condíslón es esa, José?.. —Que de esta visita y de esta conversación y de esto que te ofrezco no se tiene que entera ni la tierra. Absolutamente nadie, José, porque si yo me entero que tú lo. dises a arguna persona, desde ese mismo momento dejas de pérsibí los sesenta duros al mes. 
1916 Joselito jugueteando con un becerro en una fiesta privada celebrada en Pino Montano (Sevilla)

Y pasaron los años, y con ellos los días que trajeron el nefasto 16 de mayo de 1920, cuando por Sevilla, al anochecer, comenzó a circular, como marea que se eleva y agiganta despaciosa e insensiblemente, la noticia de la tragedia de Talayera, La gente, sobrecogida por el «runrún», restaba crédito a lo que oía, y a lo que para ella era absurdo que sucediera, pero el rumor crecía y se extendía inexorablemente por Sevilla entera con la fuerza incontenible de las cosas fatales.A Joselito le ha matado un toro!, se oía por doquier. Don Juan José Serrano Gómez, fotógrafo eminente, por desgracia fallecido, que con don Agustín López Maclas «Galerín» presenciaba la función de tarde en el Teatro del Duque, salió a la calle con el periodista, temerosos ambos de comprobar lo que ya por el patio de butacas sé comentaba y paralizaba la acción de los actores en el escenario: ¡Que a Joselito le había matado un toro en Talavera! Al cruzar los aludidos la calle de Trajano, desde el Petit-Café (actualmente Café Rueda), situado en la Plaza del Duque de la Victoria, les salió al encuentro José Alvarez «El Tello», quien, llorando y abrazándoles, les decía: «¡Ya se ma acabaron los sesenta duros! ¡A Josellto le ha matado un toro eh Talávera¡, revelándoles el Tello seguidamente el enigma y secreto de las trescientas pesetas mensuales.
Jose Alvarez Tello

 Luego, Galerín y Serrano refirieron lo sucedido  a don José Berro González, maestro barbero con industria abierta en la calle del General Polavieja número 15. Joselito. con su leyenda de roñoso en el ambiente taurino, y también, acaso en el general, ha sido probablemente el torero más rumboso en caridades que registra el escalafón torero profesional. Díganlo si no las Hermanitas de los Pobres, la Macarena y otras instituciones y particulares.extendiéndose por aquellos tiempos su fama de tacaño, porque él jamas se envileció prodigando la limosna denigrante, ni sus donaciones tuvieron nunca carácter publicitario, Joselito exigía siempre el secreto más cerrado para sus obras piadosas, conminando seriamente a sus protegidos con suprimírselas si el hecho se divulgaba. 

Alma grande, Joselito se avergonzaba de poner su óbolo en la mano que se le extendía. Directamente, jamás dio nada en la vía pública. «Eso a mi madre, a mi madre» —repetía imperturbable a la nube de llorones que le acosaban apenas pisaba la Alameda. Y luego, cuando llegaba a su casa, humildemente, tímidamente, decía a la que lo llevó en su seno: «Si viene a visitarte (aquí el nombre del pedigüeño) le das de ¡mi ropero un trajesiyo cuarquiera. He visto al pobresiyo en la caye y yeba los codos rotos.» Y a Juan Soto, su amigo inseparable, que durante sus estancias en Sevilla diariamente y en los atardeceres le acompañaba al camarín de la Macarena, le daba al salir de casa cien pesetas en monedas de dos para que al paso, y a los menesterosos que reconociéndole se le acareaban, su amigo los socorriera, en tanto pue él, invariablemente, les decia: «¡Usté perdone, hermano!» Así era Joselito. Así era Joselito y asi se producía en su vida cotidiana este torero vértice y señor, humano y bueno, a quien tan fácil le hubiera sido destruir su fama de cicatero; pero a él —está probado— sólo le importaba satisfacer en secreto su innata inclinación misericordiosa, su vocación artística y torera, y estar siempre con Dios en la paz de su conciencia.

viernes, 9 de agosto de 2013

Francisco Peralta Serón "Facultades"

Este antequerano nació el 2 de abril de 1900, si bien desde niño vivió en Sevilla, por lo que algunos le tenían por sevillano. Su presentación como torero fue el 19 de julio de 1917 en Madrid en una novillada nocturna pero, sin suerte, su actuación pasó inadvertida. Tomó la alternativa en el año 1922, el 2 de julio, en la plaza de Barcelona, al cederle Chicuelo el toro Decoroso, de doña Carmen de Federico. Confirmó la misma en Madrid, el 31 de mayo del año siguiente, con ganado de García Pedrajas. Toreando en años sucesivos, una enfermedad hizo que sólo pudiera hacerlo una vez en 1928 y dos en 1929. El 4 de enero de 1930, con tan sólo 29 años, falleció en Sevilla, donde había fijado su residencia.

martes, 6 de agosto de 2013

ANGEL FERNANDEZ PEDRAZA "ANGELETE"

Matador de toros español, nacido en Baños de Montemayor (Cáceres) el 28 de enero de 1892, y muerto en su lugar de origen en julio de 1931. Fue tío de otro matador de toros que se anunció en los carteles con el mismo apodo, Eugenio Fernández Sánchez.
Tras darse a conocer en varios festejos populares organizados en su entorno geográfico, consiguió presentarse ante la afición madrileña el día 18 de mayo de 1916, fecha en la que obtuvo un éxito clamoroso. A partir de entonces, su nombre comenzó a sonar con fuerza en los círculos taurinos de todo el país, lo que le facilitó su toma de alternativa. Tuvo lugar esta ceremonia en la plaza de toros de Salamanca, el día 12 de septiembre de 1917, cuando el genial espada sevillano José Gómez Ortega ("Joselito" o "Gallito") le facultó para que lidiara y estoqueara al toro Gitano, que había pastado en las dehesas de Coquilla.
Monumental de Barcelona 1916

Tan vertiginosa fue su irrupción en el circuito de las plazas de primera, que el día 23 de dicho mes compareció ante la severa afición de la Villa y Corte, dispuesto ahora a confirmar su alternativa. Vino entonces apadrinado por el célebre diestro bilbaíno Cástor Jaureguibeitia Ibarra ("Cocherito de Bilbao"), quien, bajo la atenta mirada del no menos famoso espada gallego Alfonso Cela Villeito ("Celita"), que compareció en calidad de testigo, le cedió los trastos con los que había de trastear y despenar a un toro perteneciente a la ganadería de Urcola.
Ángel Fernández Pedraza destacó sobre todo por el coraje y la valentía con que afrontaba la lidia de cualquier toro que le tocase en suerte, mostrándose siempre tan voluntarioso en el desempeño de su oficio como limitado a la hora de la creación artística. Cuando el público dejó de manifestar su grata sorpresa ante el valor derrochado por este aguerrido diestro cacereño, su trayectoria comenzó a acusar el descenso en el número de contratos que se le ofrecían. Retirado a su pueblo natal, falleció prematuramente cuando aún no había cumplido los cuarenta años de edad