Por Real Orden se autorizó eventualmente la lidia de toros desde la edad mínima de cuatro años y en el Reglamento para las Corridas de Toros firmado en el año 1924 aquella autorización quedó plasmada en precepto.
viernes, 29 de marzo de 2013
¡¡¡ Y UNA MIERDA PA TI ¡¡¡¡
le sucedió al malogrado Antonio Bienvenida en Jerez, que en el inicio de faena salió dando pases de tanteo al toro, le ganó el tercio, y se volvió hacia público con esa sonrisa de enseñar todos los dientes como diciendo “¡ahí queda eso!”, y uno desde el tendido le gritó “¡Una mierda pa ti!”. Resumen de lo que le pareció su magisterio taurino.
Salvador Guardiola Domínguez el primer rejoneador,muerto en los ruedos españoles
Salvador Guardiola Dominguez murió en la Plaza de Toros de Palma de Mallorca el 21 de mayo de 1960 cuando sufrió una caída de su caballo “Calé” en la lidia de un toro, sufriendo mortales daños en su cráneo y en la espina dorsal.
Salvador Távora - el ahora famoso Director de Teatro-, iba de auxiliar ese día con el infortunado caballero, y a raíz de la pena por la muerte del amigo, colgó su terno de luces y prefirió honrar la fiesta en muchas de sus obras, sin dejar en el olvido por ello, y como dice “un mucho de muerte que lleva dentro de su memoria”.
Ese día se daba la corrida en Palma con el rejoneador Salvador Guardiola y los matadores Luis Segura, José Julio y Joselito Clavel. El caballero andaluz mientras estaba toreando al novillo "Farruco" de la ganadería de Manuel Muñoz, cayó extrañamente de su cabalgadura, falleciendo después en la clínica Rotger,donde se le aplicaron todos los recursos de la ciencia médica, sin resultado.
Nunca se ha llegado a determinar con exactitud si la causa de la muerte fue un infarto que provocara la caída del caballo, o que el caballero se desnucara en la caída.
Guardiola estaba abría la función taurina. Después de una actuación brillantísima en los rejones de castigo y banderillas, en la que había cosechado calurosas ovaciones del público que casi llenaba la plaza, al clavar el primer rejón de muerte, chocaron violentamente el toro y el caballo; Guardiola cayó desplomado al suelo y la jaca pasó por encima de su cuerpo. Recogido sin conocimiento, fue trasladado a la enfermería,
en ia que el doctor Ábrines, médico de la plaza de Palma, le apreció fractura de la base del cráneo, conmoción y hemorragia cerebral de pronóstico gravísimo. Le fue administrada inmediatamente la extremaunción.
Había nacido en Sevilla, era el hijo primogénito del labrador y ganadero don Salvador Guardiola Fantoni y de doña María Luisa Domínguez Pérez de Vargas, hermana ésta del marqués del Contadero, que fue alcalde de Sevilla y padrino de bautizo de don Salvador Guardiola Domínguez.
Salvador comenzó a rejonear,primero en privado y luego en público. Casi siempre en festivales benéficos.Y bien puede decirse que casi toda su actuación como rejoneador ha sido benéfica y desinteresada, ya que buena parte de sus honorarios los dedicó siempre a obras de beneficencia.
Salvador llevaba cuatro meses casado cuando murió a la edad de 31 años.
28 de Marzo de 1869 - Los toros llegan por ferrocarril a Madrid
Se lidia por primera vez en la plaza de toros de Madrid una corrida de toros transportada por ferrocarril. Como aliciente se anunció en los carteles “Se correrán seis toros traídos por ferrocarril a gran velocidad”. Las reses, que eran de la ganadería de Manuela Suárez, viuda de Anastasio Marín, de Coria del Río (Sevilla), tardaron en llegar cuatro días.
Francisco Montes "PAQUIRO" inventó el traje de luces
Concebido para crear espectáculo, para acentuarlo y para singularizar al diestro presentándolo como un héroe sobre la arena, el traje de luces, que deriva de los vestidos goyescos, fue diseñado básicamente por Montes que, al parecer, halló también inspiración en los trajes de gala de los oficiales del ejército francés. La montera, palabra que designa ese tocado con que cubre el torero su cabeza, remitiría a Francisco Montes, tan vinculado está éste al traje que, evolucionado ya en el curso del tiempo -persiguiendo sobre todo mayor ligereza y comodidad-, en líneas generales sigue siendo el traje diseñado por él entonces.
Manuel Domínguez Desperdicios (1816 -1886).
Natural de Gelves (Sevilla), Pedro Romero dijo de él que no tenía desperdicio, de donde su mote, aunque otros afirman que fue en el Puerto de Santa María, donde un toro le sacó el ojo izquierdo, cuando Manuel Domínguez, al recoger el despojo en un pañuelo, exclamó: «¡Bah, desperdicios!»
Queda sentado, pues, que fue hombre duro y valiente, capaz de aguantar a un toro, encunado y abrazado a la cabeza, mientras los peones ponían a salvo a un picador caído.
Anduvo dieciséis años en América con ventura desigual y, cuando volvió, supo granjearse el favor del público, a pesar de Cúchares, por su valor crudo y su manera de matar recibiendo según las reglas de Pedro Romero.
DE LA MUERTE DE PEPE HILLO Y EL TORO "BARBUDO"
Se había programado en Madrid, para el día 11 de mayo de 1801, la 3ª corrida completa de 16 toros, 8 por la mañana y otros 8 por la tarde. Los diestros eran José Romero (de Ronda), José Delgado (Pepe-Hillo) y Antonio de los Santos. Dos de esos toros eran de la ganadería de D. José Gabriel Rodríguez Sanjuán, de Peñaranda de Bracamonte y de estirpe castellana. Uno de ellos era Barbudo, que fue lidiado en 7º lugar, por la tarde. La víspera de la corrida, los toros estaban en la vaguada del Arroyo de Abroñigal, esperando ser llevados en la madrugada siguiente a los corrales de la plaza de la Puerta de Alcalá. Pepe-Hillo, que siempre había desconfiado de los toros castellanos, acudió a verlos a caballo. Uno de esos toros se acercó a él y entonces, dirigiéndose al mayoral, le dijo: «Tío Castuera, ese toro para mí». Tristemente era Barbudo, negro zaíno, que le iba a quitar la vida, unas horas más tarde.
Según el testimonio del escritor Don José de la Tixera, autor del texto de la "Tauromaquia o arte de torear", dictado por Pepe-Hillo, Barbudo sólo tomó 3 ó 4 varas huyendo, mostrando su condición de manso. Más tarde, en banderillas, Antonio de los Santos le pareó y luego aún hubo 3 pares más de los banderilleros Joaquín Díaz y Manuel Jaramillo. Pepe-Hillo, de azul y plata, le dio dos naturales y uno de pecho. Entró a matar, muy cerca del toril, metió media estocada muy superficial y contraria, haciendo el toro por él y le alcanzó en el muslo izquierdo, le corneó en el estómago, campaneándolo horriblemente de pitón a pitón durante varios segundos. El picador Juan López, sin caballo y solo con la vara, intentó hacerle el quite pero fue inútil. Pepe-Hillo murió en la enfermería 15 minutos después. José Romero mató luego al toro de 2 estocadas. Pepe-Hillo fue enterrado dos días después, tras una procesión popular por las calles de Madrid, en la iglesia de San Ginés, donde aún reposan sus restos. Durante mucho tiempo se guardó luto en Madrid y se suspendieron las corridas de toros.
LAS BICICLETAS DE PROCUNA
Despues de haber cursado su estudios primarios únicamente, Luis entró a trabajar en una agencia de bicicletas, donde ganaba cincuentas centavos a la semana, sintiéndose inmensamente feliz con ese salario. Un día tuvo la idea de irse a comer dejando el establecimiento solo y abierto; cuando regresó, notó la falta de dos
bicicletas y mientras se hacían las investigaciones policiales, y se localizaba a la autora de sus días, tuvo que pasarse largas horas en la Comisaría. Por esta ligereza de Luis, su madre tuvo que pagar el importe de las dos bicicletas no sin antes haber tenido que trabajar mucho ya que la familia era de escasos recursos.
TIRITANDO DE FRIO
A Luis Castro "El soldado" le gustaba ir a jugar su dinero al jai alai, en el Frontón México.
Un día, frío como él solo, salió del escenario y en la puerta estaba un pordiosero al que siempre saludaba. El matador había ganado aquella noche y traía mucho dinero en la bolsa del abrigo.
Hola, matador, cómo está le dijo aquel hombre, y la respuesta: Bien, ¿cómo estas tú?...
Con mucho frío, está calando fuerte, hasta los huesos...
El matador ni lo pensó, se quitó el abrigo y se lo dio. Y fue él, El Soldado , quien partió tiritando de frío. Al día siguiente, aquel hombre al verlo nuevamente le dijo: Oiga, matador. Dejó usted en la bolsa del abrigo este dinero... El diestro lo miró con sorpresa por la honestidad, y su respuesta, sin dudarlo e inmediata, fue: Quédate con él, es tuyo...
26 de Marzo de 1623 - Por primera vez son sacados los toros arrastrados por mulillas
Por primera vez son sacados los toros arrastrados por mulillas, que fueron enjaezadas con todo lujo. Fue en el coso de la Plaza Mayor de Madrid, donde se celebraron fiestas reales de toros con motivo de la visita del Príncipe de Gales, que venía a conocer, para matrimoniar, con la Infanta María de Austria, hermana del Rey Felipe IV. Antes de esta fecha, era la costumbre el arrastrar los toros tirados con maromas, por un grupo de personas a los cuales se les denominaba “ganapanes”.
lunes, 25 de marzo de 2013
LA JOVEN QUE MURIO EN LA PLAZA MAYOR DE MADRID.
Parece ser que hubo un joven noble enamorado de la bella hija de un orfebre de Madrid. Para demostrar su amor por la muchacha, el joven le dijo que iba a participar en una corrida que se celebraba en la Plaza Mayor, pidiéndole insistentemente que asistiera al evento. La corrida se celebró aquella misma tarde y el joven salió muy decidido a enfrentarse al toro y mostrar su valentía ante su amor. En el momento en que el animal se fijaba en el galán, un mozo del pueblo lanzó un dardo para llamar la atención del animal. El toro se volvió para perseguir a quien le había herido y el pobre mozo intentó escapar como pudo, perdiendo en su huida el sombrero, revelando la hermosa melena de una mujer. El aristócrata, que reconoció a su amada, saltó de su caballo pero no puedo llegar a tiempo para salvarle de una gravísima cornada en el costado.
El mozo tan solo logró que el mismo toro le hiriese mortalmente. Llevaron a los dos amantes a una casa cercana a la Plaza Mayor madrileña donde esperaban, abrazados, el desenlace final. Así acaba la triste y romántica historia que relata la condesa francesa D´Aulnoy en su libro Viaje por España.
DOS APUNTES SOBRE EL "EL PAPA NEGRO"
En Bogotá (Colombia), el 4 de agosto de 1918, Manuel Mejías Bienvenida, estando solo en la arena, porque la cuadrilla le pedía más dinero, lidió cuatro toros en el Circo de San Diego. Hizo de peón, banderillero, matador y puntillero.
La cabeza del toro desaparecida
En 1905 Manuel Mejias Bienvenida obtiene dos éxitos apoteósicos en Barcelona. Se presenta el 9 de julio en Las Arenas con Corchaíto. Brindó su primer toro al Almirante de la Escuadra inglesa Lord Beresford que le hizo el curioso obsequio de cinco libras esterlinas. Uno de los mayores éxitos de Bienvenida fue el del 8 de octubre en Las Arenas de Barcelona, alternando con Relampaguito y Negret, con el novillo «Polvorillo» de Felipe Salas. «El toro tomó cuatro puyazos -me dijo- echando dos picadores a la enfermería». El tercio de banderillas fue colosal, arrojándole el público sombreros y puños de camisa de celuloide y ...«al coger espada y muleta en la cara me cayó una blusa de obrero. La enganché al palillo de la muleta, le di cinco pases y una estocada por el hoyo de las agujas». Mandó disecar la cabeza, con una oreja menos. Desapareció. Cuarenta años después la encontró Juanito Bienvenida en un bar del barrio chino y la compró por 7.500 pesetas. Su padre lloraba de alegría.
TORERO......TENIAS QUE SER TU,TORERO.
Sucedió en Jerez de la Frontera, el maestro Ordoñez le había hecho a su segundo toro una faena de ensueño y se perfilaba para entrar a matar,en la plaza se hizo un silencio sepulcral.Cuando Ordoñez iba a matar alguien se movió en el callejón distrayendo al toro. Ordoñez enfurecido (el maestro tenia un genio de mil demonios) se perfilo de nuevo,la plaza en silencio y al entrar a matar se le oyó exclamar con rabia: "torero,tenias que ser tú,torero" dando un estoconazo que hizo rodar al toro sin puntilla.
La persona que se movió en el callejón habia sido su hermano y banderillero Alfonso Ordoñez
MONUMENTO A FLEMING
Alexander Fleming descubrió la penicilina, que ha salvado muchas vidas y que, por ejemplo, fue importante en la Segunda Guerra Mundial. Su invento atajaba las infecciones de las heridas y supuso un significativo avance en la medicina. También salvó la vida a muchos toreros. A mediados del siglo pasado, era muy fácil que una herida hecha por un toro se infectara, ya que el asta no solía, ni suele, estar muy limpia.
En homenaje a Fleming, tal y como publicaba el ABC el 15 de mayo de 1964, se inauguró en la plaza de toros de Las Ventas un monumento. Un busto de Sir Alexander Fleming sobre un pedestal de granito y a su pie una figura de un torero componen dicho monumento. El torero saludando y la leyenda del pedestal reza: “Al doctor Fleming en agradecimiento de los toreros. 14 de mayo de 1964”.
TOREALO TU...LISTO¡¡¡
Barcelona, en agosto de 1989, cuando toreó por última vez en La Monumental. Esa tarde, Julio Robles, la salió un toro de Jandilla al que trataba de someterlo, cuando desde el callejón, Victoriano Valencia, su apoderado, no dejaba de decirle cómo debía hacer las cosas. Robles, enfurecido lo miró una vez y con su mirada, le exigió que se callase.
Pero Victoriano, fiel a su forma de ser, seguía a lo suyo: “Julio,hijo, dóblate con él en el tercio”.
Entonces, Julio, malhumorado (lo sacaba de juicio la costumbre de Victoriano de llamar a todo el mundo hijo) y harto ya de lenguaraz de Victoriano Valencia remató la serie, cogió la muleta y la espada y marchó al lugar en el que se encontraba el apoderado: “Toma Victoriano toréalo tú que eres muy listo. A ver qué haces tú con él”.
¡¡¡ UN ESCANDALO¡¡¡
"Aquella tarde de San Fernando al finalizar la corrida tuve que salir corriendo por el callejón pues los marineros querían cogerme para subirme a hombros, yo me negué. ¡Imagínate en aquella época una mujer torera encima de los hombros de un marinero…! Un escándalo."
MARIA GOMEZ JIMENEZ
Nacida en 1916, María Gómez fue una torera cordobesa de los años treinta del siglo XX que tuvo fama en Andalucía por su valor y coraje puesto de manifiesto en las faenas que realizaba a pesar de su breve paso por los ruedos. Su nombre en los carteles siempre apareció como Mary Gómez.
Su despertar taurino lo encontró en su padre al ser carbonero de la Cuesta de Luján cuyo local estaba frente a la imprenta La Comercial cuyo dueño era Pablo Troyano Moraga, lugar de encuentro de reporteros taurinos. Allí fue donde tomó contacto con el mundo de los toros, a la vez que su progenitor ejercía como portero de la Plaza de toros de los Tejares donde la llevaba desde pequeña a presenciar las festejos taurinos. Todo este ambiente le permitió respirar aire torero.
Se presenta en 1933, a los diecisiete años de edad, en Fuente Palmera; estuvo algo más de tres años en los ruedos llegando a tener su última corrida en la Monumental de Madrid en 1936. La Guerra Civil le truncó su carrera taurina, cuando empezaba a despuntar en distintas ferias y corridas. Después de la contienda no actuó más en los ruedos.
¡¡¡VIVA ER BETIS ¡¡¡
Joaquín Rodríguez Cagancho, en uno de los peores momentos de su carrera quiso ausentarse de una corrida en Ciudad Real, el 7 de julio de 1942. Presentó el parte facultativo. El diestro alega encontrarse indispuesto pero su trampa es descubierta ya que, ese mismo día y lejos de esconderse, Rodríguez acude al campo del Betis a presenciar un partido de fútbol. Sancionado con una multa económica, no se le permitió torear en ninguna plaza manchega en los siguientes tres años.
Rafael Guerra “Guerrita” y el jamón
En plena negociación con el empresario de la plaza de Córdoba, cuentan que el diestro Rafael Guerra “Guerrita” dijo que sólo torearía allí si le pagaban lo que él exigiera.
«¿Pagarle lo que quiera? ¡Y un jamón!», replicó el empresario, indignado.
Tras la intervención de amigos comunes, hicieron las paces y guerrita aceptó torear pero, al ir a firmar el contrato, dijo:
«Aquí falta argo»
«¿Qué falta? »
«Un jamón –apuntó el torero-. Uzté dijo que me pagaría lo que le pidiera y un jamón Y hay que ponerlo»
Guerrita cobró 4.000 pesetas y un Jamón.
Que tenga cuidado el toro
Se encontraba toreando en Barcelona Matías Lara “Larita”, cuando su banderillero se le acercó y le dijo:
-Maestro, que ese toro lleva muy malas intenciones; tenga usted cuidado.
El matador lo miró muy serio y replicó:
-Si son malas las suyas, ¡no veas las mías!. A ver si se lo dices al animal, para que también él vaya cogiendo miedo.
NO COMERLE EL COCO¡¡¡¡
El diestro, Antonio Sánchez “El Tato”, perdió una pierna a causa de una cornada pero, aun así, siguió toreando, aunque, obviamente, con un enorme prudencia hacia los toros.
En cierta ocasión, se protegía tras un callejón que el astado miraba fijamente con intención evidente de embestir y la gente empezó a gritar:
-¡El cojo!… ¡Que el toro va a cojer al cojo!
El Tato se giró hacia el tendido y replicó indignado:
-Dejad al toro tranquilo, que escoja a quien quiera. ¡No comerle el coco!
EL GUERRA Y EL GALGO
El Guerra por Julio Romero de Torres
Un día, D. Rafael Guerra “Guerrita”, tuvo necesidad de enviar a Cabra un galgo, como regalo a un amigo suyo que vivía en aquel pueblo.
Como el perro era un lujoso animal, dudó en facturarlo por ferrocarril, ya que esa línea tenía un trasbordo en una estación intermedia y podía dañarse en la perrera o perderse el pobre perro.
Estaba meditando sobre ello cuando ocupaba un sillón en el Club del que era titular. En el momento que pasó el “Tuerto”, un vendedor ambulante muy popular en Córdoba de aquellos tiempos y que se dedicaba a vender de todo por la zona de las Tendillas, pregonando su mercancía que llevaba en un cajón de madera colgado al cuello.
Sobre la marcha, Guerrita, decidió llamarlo y encomendarle el asunto de llevar personalmente el galgo a su amigo de Cabra.
Le dio dinero y explicó donde y a quién debía entregar el noble animal.
" El Tuerto " servicial, cumplió el encargo de D. Rafael.
-“D. Rafael ya he “entregao” el perro. El viaje de ida y vuelta ha sido siete pesetas, como me dio diez le sobran tres pesetas, ahí le entrego lo que ha sobrado”.
- “Muy bien Tuerto.” Dijo el Guerra, mientras se introducía la vuelta que le había entregado el vendedor en el bolsillo de su chaleco.
El singular “mandaero” se quedó esperando que el torero le entregara una recompensa por el servicio, pero no fue así, el torero se dio media vuelta y se marchó a sentarse en su Club.
El Tuerto decepcionado por la actitud del Guerra... Cada vez que pasaba por la puerta del Club vociferando la mercancía que vendía, subía la voz más de lo normal y decía:
-“Se venden ¡¡Corbatas!! ¡¡Pañuelos!! ¡¡Calcetines!! ¡¡ Medias !!
Y estirando el cuello todo lo que daba de sí, asomaba la cabeza por la puerta del Club decía: -“¡¡Y no se llevan galgos a Cabra!!”.
miércoles, 20 de marzo de 2013
BRINDIS AL TIO PEPE
Los toros que se lidiaron llevaban el hierro jerezano del Marqués de Villamarta. Debió de estar enorme Ventura pues le cortó al toro de su alternativa las dos orejas y el rabo.Antes de la faena, el maestro de Borox –Domingo Ortega-, le cedió los trastos doctorando al torero jerezano con la siguiente frase: “Ahijao, te deseo la misma suerte que yo he tenido en este complicado mundo de los toros”.
A continuación, el recién alternativado se dirigió a una parte del tendido de la plaza de Valencia donde estaba ubicada una publicidad del Tío Pepe, brindándole el toro a la bodega jerezana y a la famosísima botella de fino jerezano. O a Jerez que es lo mismo. Pues brindó su primer toro ante uno de los iconos por la que es conocida mundialmente nuestra ciudad cual es la famosa botella de Tío Pepe. Este momento lo traemos a través de la instantánea. Contaba el crítico valenciano Caireles en el periódico Las Provincias, que bajo la publicidad decía algo así como: “El Tío Pepe no puede faltar a la alternativa de su paisano”. Corrió el Tío Pepe por las calles y bares valencianos tras la corrida de toros. Pues hubo hermanamiento entre jerezanos y valencianos, teniendo como nexo de unión el fabuloso caldo jerezano dedicado al famoso Tío Pepe. Y también se cuenta que se tiraron a la plaza a través de alguna avioneta algunos paracaídas con botellitas del Tío Pepe, posiblemente de plástico para no dañar a nadie, para publicitar, aún más si cabe, las magnificencias de este caldo nuestro que, según decía en la misma nota Caireles, “quitaba las penas”.
Cuentan todavía algunos jerezanos que en la ciudad se le esperaba como un auténtico héroe al bueno de “Venturita”. Fue recibido en la bodega de González Byass y cuentan que hasta el Marqués de Torresoto le regaló al matador un reloj de oro con el logotipo de González Byass.
PEDIR PERDON DE RODILLAS EN EL ALBERO.
Luis Castro "El Soldado"
el 19 de abril de 1936, cuando la Monumental de Barcelona los espadas que estaban anunciados tuvieron que pedir perdón de rodillas al respetable. Sí; tal y como suena. Los matadores fueron Carnicerito de México, El Soldado y Ventura Núñez “Venturita”. El altercado comenzó después de la faena de El Soldado al segundo de la tarde, de Julián Fernández. Hubo palmas y pitos al salir el torero al tercio a saludar. (Eran tiempos de crispación taurina y social, pues en menos de un mes estallaría el llamado “pleito de los mexicanos” y eso sin contar la Guerra Civil). El desvergonzado Luis Castro correspondió a los pitos con un ademán procaz, agarrándose los genitales, que originó tal bronca del público que se saldó con el torero convocado en el palco presidencial para afearle su conducta. Tras la reconvención del Presidente, al reaparecer en el ruedo, se reprodujo el alboroto de modo tan imponente que el torero mexicano tuvo que hincarse de rodillas pidiendo indulgencia. Actitud que fue acompañada por su compatriota José González “Carnicerito de México”. Y por si fuera poco, Ventura también se unió a las súplicas en igual forma, pudiéndose ver a los tres espadas de rodillas solicitando clemencia mientras la repulsa, los insultos y los improperios fueron cesando hasta llegar al generoso perdón de los tres diestros.
PA ACABARLA DE CHINGAR
El 9 de diciembre de 1945, le iba a confirmar la alternativa a Manolete, quien se presentaba con la etiqueta de mounstro del toreo, y Silverio era un manojo de nervios, desde las primeras horas del día, había asistido a misa a la Basílica de Guadalupe, después había redactado su testamento, se confesó y comulgó, y estaba en su casa ya para enfundarse en el vestido de torear, cuando tocaron a la puerta de su habitación, y era su querida esposa Pachis, para decirle que tenía una llamada telefónica, a lo cual Silverio muy molesto le recrimina a su esposa, que para qué le pasa llamadas telefónicas, a lo que la mujer no tiene más remedio que decirle, “es que te llama el presidente de la República”, a lo que Silverio no le quedó más remedio que contestar la llamada de el entonces mandatario Gral. Manuel Ávila Camacho, quién
le dijo, “buenos días matador, le llamo para decirle, que la honra de la patria está en sus manos y todos los mexicanos esperamos que la defienda con orgullo”, Silverio colgó el teléfono y alcanzó a decir con voz nerviosa,,,
“m m m m m mmmmm, pa´ acabarla de chingar”.
Aquella tarde ambos toreos cortaron rabo, Manolete se fue al “hule” en su segundo enemigo y Silverio se consolidó como un torero de sello propio.
LA CONFESION DE ARMILLITA
“Fermín Espinosa “Armillita Chico” cuando se preparaba para su boda. Sucede que el maestro no había hecho la Primera Comunión, y para casarse debió prepararse para tomar la Eucaristía. El sacerdote, muy amigo de la familia de Anita, era el encargado de preparar al torero para recibir la Eucaristía. El cura que no era muy devoto de los toros acuñaba entre el catecismo y las sagradas escrituras un rehilete contra la fiesta.
Armillita le había regalado a su prometida, la señorita Ana Acuña, el hermoso capote de paseo con la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe., que lució en muchas de sus tardes triunfales en España. Anita, lo cedió a la Iglesia para que con él hicieran una casulla. Casulla que lucía el cura amigo de los Acuña los domingos en la misa y que llevó para la ceremonia de la boda entre Fermín y Ana Acuña, la primera esposa del coloso de Saltillo. En el confesionario el sacerdote le solicitó al torero dijera sus pecados, a lo que Armillita, hombre de gran humor, dijo: “Padre, confieso haber matado a más de mil quinientos toros en mi vida.”
Hubo perdón de estos pecados, y el capote de Armillita ofició Misa en el Altar Mayor de la Basílica de Guadalupe “en el mismisimo,"mero mero” Tepeyac
CALENTANDO LA CAMA
En una ocasión...encontraron a Juan Silveti "El tigre de Guanajuato" vestido de luces, dormido en una de las camas de la enfermeria de la plaza de toros de El Toreo de Mexico. A los curiosos les contesto: "Pos ya ven, acá, calentando la cama por si me agarra el toro y al rato vengo con un café"
LAS LANGOSTAS DE ARRUZA
Una vez abandonados los ruedos, durante dos años, Carlos se dedicó a "vivir" y a derrochar la considerable fortuna que había logrado reunir durante sus años de torero, poniendo un encomiable empeño en ello, hasta tal punto de que se calcula que durante esos dos años debió gastar una media de 1500 dólares diarios viajando por diversos países del mundo. Con relación a aquella época se cuenta de él la siguiente anécdota: una noche, en Nueva York, había invitado a cenar a una hermosa mujer en uno de los mejores restaurantes de la ciudad. Como es de rigor, no escatimó en gastos. Ante la abundante y carísima carta Arruza eligió, para empezar, una docena de ostras, pero como en aquella época no dominase todavía el inglés "oyster" (ostra) con "lobster" (langosta) y pidió una docena del preciado crustaceo. Ante lo inusual de la comanda el maître mostró su extrañeza pero, como quiera que el torero insistía, finalmente accedió a ello. Al cabo de un rato, 12 camareros hicieron su aparición en el comedor con 12 fuentes cubiertas en las que reposaban las 12 langostas requeridas. Solo cuando estaban ya en la mesa, Arruza se dió cuenta de su error pero, como aunque no dominaba el no le faltaban recursos, se puso en pie pausadamente, levantó una a una las 12 tapaderas de las fuentes y, señalando una de ellas, dijo: " ¡Tomaremos esta!, pueden llevarse las otras "
MUERTO EN LA PLAZA A CAUSA DE UNA BOTELLA
Juan Alló “Nacional II”, , asistió como espectador a la plaza de toros de Soria y durante la tarde, cuando el público abroncaba a los que estaban en el ruedo, en concreto a Emilio Méndez, salió en defensa de este. La bronca fue a mayores y un hombre arrojó una botella a Alló, atizándole en la cabeza. No le parecieron a los médicos de la plaza las heridas graves y acabó detenido y en la cárcel, donde comenzó a encontrarse mal. A pesar de ser trasladado al hospital finalmente, el torero “Nacional II” acabó muriendo.
El espectador fue condenado por aquello a seis años de cárcel, pero se le acabó conmutando la pena por un destierro de la ciudad de Soria
CUANDO LAS VENTAS FUE UNA HUERTA
Durante la Guerra Civil Española, como sabrán, Madrid estuvo bajo dominio de los republicanos. Y no sé muy bien si lo que voy a contarles fue fruto de las necesidades propias de una guerra o porque los republicanos no eran muy amigos de la tauromaquia. O quizás fue una mezcla de ambas cosas.
La cuestión es que la plaza de toros más importante del mundo, la plaza de las Ventas, sirvió en aquel tiempo tanto de almacén como de huerta. El primer uso, como no podría ser de otro modo en tiempo de guerra, fue para el almacenamiento de armas y explosivos. Las gradas del templo taurino por antonomasia se llenaron de armas. Pero lo que realmente me parece curioso es el segundo uso, el uso agrario.
Las Ventas, concretamente el ruedo, se convirtió en terreno cultivable, y así de las ventas salían lechugas, escarolas, coliflores, tomates y hasta cebada. En mayo del 39 se publicó en el diario Ya una entrevista a “Ramper” y este dijo que los toreros que triunfaran en las Ventas tendrían que dar la “huerta” al ruedo. Sin duda un chiste malo, pero que habría que contar en esta entrada.
LA VIDA SE LA DEBES A DIOS...
En una corrida donde intervenia el Sócrates de San Bernardo un toro, enorme, embistió al picador y al caballo. Ambos salieron maltrechos y por diferentes caminos. A duras penas se enderezó el picador y el toro se propuso rematar la faena con él. El Maestro se percató de la gravedad del momento y, a paso rápido, alargó la mano e interpuso el capote entre el animal y el indefenso picador. El toro, molestado, arremetió contra el capote, que hizo jirones. Pero el picador, aprovechando la distracción del toro, escapó y saltó el burladero. Ya en toriles, el picador buscó al Torero:
- maestro, me ha salvado: le debo la vida.
El Maestro, le dijo con parsimonia:
- la vida se la debes a Dios; a mí me debes un capote
domingo, 17 de marzo de 2013
EL OLOR A CERA DE BLANQUET
Enrique Berenguer, conocido por el apodo de “Blanquet”, fue banderillero de tres inmortales maestros: En Talavera de la Reina, aquel 16 de mayo de 1920, a la hora de hacer el paseíllo “Blanquet” estaba visiblemente nervioso, por lo que le comento a su compañero de cuadrilla Enrique “El Almendro”, primo hermano de José Gómez Ortega “el Gallo” (el Rey de los Toreros), que percibía un fuerte olor a cera, y a medida de avanzaba la lidia aquel olor se hacia mas fuerte. Al llegar al quinto toro, “Bailaor” mataba a José. Dos años después en mayo de 1922, “Blanquet” formaba parte de la cuadrilla de Manuel Granero Valls, que toreaba en Madrid. Camino de la plaza el diestro ordenó parar el coche de caballos y entró en una tienda de un fotógrafo para hacerse una fotografía vestido de luces. “Blanquet”, le comento a su compañero de cuadrilla “el Mella”, que olía mucho a cera, que estaba asustado, es mas, le comento al matador. "Te acabas de hacer la última foto de tu vida ", siendo duramente recriminado por el mal fario del comentario. Aquella tarde Manuel Granero recibía una de las más terroríficas cornadas de la historia de la tauromaquia española a manos del toro “Poca Pena” del duque de Veragua y moría brutalmente en el ruedo. Desde ese momento “Blanquet” horrorizado, por ese extraño don que desconocía su procedencia y para no sufrir mas ni hacer sufrir a sus compañeros, abandonó el mundo de los toros dedicando se otras actividades. Así llegamos al 15 de Agosto de 1926, en una corrida de toros en la Maestranza en la festividad de la Virgen de los Reyes, donde Ignacio Sánchez Mejia torea incluyendo en su cuadrilla a “Blanquet”, al que logra convencer para que vuelva a los ruedos, que a pesar de sus extraños poderes, tenía un gran prestigio como hombre de plata. “Blanquet”, se pone muy alterado pues dice volver a oler cera, es mas se llega a producirse un pequeño altercado en el callejón al tratar el banderillero de impedir , para protegerlo, que salga al ruedo el matador de toros , mientras lo sujetaba y repetía visiblemente alterado : "Tu serás el próximo" . La corrida finaliza con normalidad y sus compañero de cuadrilla se burlan de sus malos augurios, al subirse en el tren en dirección a su próximo compromiso taurino, “Blanquet” cae muerto, lo que hace detener el tren y llevarlo urgentemente a un hospital en Sevilla donde ingreso cadáver. Había profetizado su propia muerte y la de Ignacio Sánchez Mejía en el ruedo seis años después. Enrique Berenguer, “Blanquet”, si saberlo, poseía lo que se llama la clariesencia u osmogénesis y que es la percepción extrasensorial de olores sin justificación alguna, con un origen desconocido que son preludio de alguna otra manifestación, como en estos casos, la muerte.
¿QUIERES DECIRLE ALGO A TU TIA?
Sucedio que en cierta corrida, el toro que le había tocado a Joselito era traidor, gazapero y cuando se arrancaba iba directamente al torero. Y por si esto fuera poco, Joselito andaba de un humor de perros, puesto que aquella misma tarde le habían informado que su más querida tía había fallecido. A pesar de la mala noticia el espada había deseado salir al campo a enfrentarse a aquel toro y había advertido a su cuadrilla lo importante que era dar una buena presentación pese a todo.
Pero sucedía que el toro no daba facilidades, y sus banderilleros, aterrados ante el animal, temían que este los enfrentase y pudiese dañarlos. En consecuencia, Joselito encargo a su mejor banderillero, Blanquet, que tomara los rehiletes y encarase al toro.
Pero Blanquet estaba bastante dudoso de querer acercarse al enfurecido animal. Joselito lo increpo y le insto a ingresar en el ruedo.
Ante el envite de su jefe, Blanquete, pálido por completo se acercó al estribo y se dirigió a Joselito y le respondió:
- Ya voy, maestro… pero antes dime ¿quieres decirle algo a tu tía?
EN AMBOS CASOS YO LLEVO LOS CUERNOS
En una ocasión, durante un debate municipal, Mazzantini desafió a un rival político a un duelo. Éste se negó.
-¿Por qué? -le espetó nuestro hombre, acalorado.
-Porque si yo le mato, dirán que don Luis ha recibido su última cornada, y si usted me mata a mí, dirán que don Luis ha dado su última estocada. En ambos casos, yo llevo los cuernos, y no estoy dispuesto.
La contestación provocó hilaridad en la cámara. Mazzantini, sabiendo que había pinchado en hueso, se levantó y abrazó a su enemigo, entre la aprobación general.
EL QUITE DEL MICROFONO.
En la segunda corrida en que alternó Luis Miguel Dominguín en México, en la plaza de toros de Orizaba, no había en el callejón burladeros y un mismo toro de La Punta saltó once veces por donde el maestro Alameda estaba, en una de ellas, tuvo que tirarle el micrófono al testuz y se hice el quite, con su propio instrumento de trabajo.
MU FACI, ENDEGENERANDO
El Pasmo de Triana tenía un banderillero que miren ustedes por donde tenía inquietudes políticas , se metió en un partido y sin comerlo ni beberlo en poco tiempo , fue Gobernador Civil de un capital andaluza.-
Se celebró en la plaza de toros de esa misma capital un festival benéfico taurino al que asistió como uno de los benefactores espadas Juan Belmonte y entre las autoridades estaba el gobernador protagonista de nuestra historia. Al final de la actuación mandatarios y toreros se reunieron a tomar una copa de vino español y el meritado gobernador saludo efusivamente a Belmonte y no tuvo ningún reparo públicamente ne reconocer que había sido banderillero suyo .-
Al terminar el acto un señor se acercó al torero y le preguntó : "Maestro, ¿ y como se puede pasar de banderillero a Gobernador Civil ?" .-
El Pasmo de Triana con su caracteristico semblante imperturbable sentencio : "Mu faci , endegenerando "
UN MATADOR DE TOROS "ENVUERTO" EN LA FUNDA DE UN PIANO.
Una tarde, un picador suyo, Ángel Montalvo, entró en la habitación de Mazzantini, donde el maestro descansaba vestido con uno de los batines de seda que usaba para recibir a las visitas de confianza.
-¿Tan temprano y abusando del aguardiente? -preguntó el maestro.
-Que no es pa'tanto, don Luis.
-¡No he visto cosa igual!
-Oiga osté, don Luis: osté no habrá visto nunca esto mío, pero tampoco había visto yo enjamá a un matador de toros envuerto en la funda de un piano.
¿TORO O BILLETES?
Paco Bautista, torero nacido en QUESADA (Jaen), protagonizo una curiosa anecdota que el mismo ha contado en numerosas ocasiones, la relata de esta manera:
Fui noticia mundial, la fotografía apareció en mas de una primera página de periódicos importantes, cuando en una de sus actuaciones en la temporada americana y ante la poca confianza que tenía en el personal del hotel, la clientela y los ciudadanos en general, cuando el mozo de espadas me soltó la "guita" como así llamo al dinero de la corrida, me metí entre la camisa y la camisa de chorreras de vestir de torero, los honorarios del festejo. O sea, me hice con los billetes un envoltorio al pecho y a la espalda con el capital "puesto" Me fui a la plaza. Durante la lidia, un toro me echó mano y en la voltereta, la camisa quedó hecha unos zorros, lo que dio ocasión a que los billetes salieran esparcidos por la arena y ante esta situación, me desentendi del burel y me dediqué a recoger uno a uno todos los billetes del "sueldo".
¡AQUEL SECUESTRO DE QUITO¡¡¡
Durante la temporada de América, las anécdotas se suceden en los días ’vacíos’ que transcurren entre corrida y corrida, cuando hay que matar al aburrimiento. Una muy curiosa y simpática fue la protagonizada por Enrique Ponce, Manuel Caballero y el malagueño Ricardo Ortiz (el año que tomó la alternativa en Quito), cuando pretendieron fingir un secuestro al maestro Andrés Vázquez. Fue en el escenario de un año en el que entre los taurinos españoles se adueñó el temor de sufrir un secuestro, pues poco antes el empresario Pablo Martín Berrocal fue raptado por un grupo de guerrilleros, quienes lo mantuvieron privado de libertad varios meses.
En un escenario marcó por el temor llegó la chanza a cargo de un grupo de toreros, fruto de la juventud y ganas de disfrutar, junto al talento bromista. Todo ocurrió una tarde el Andrés Vázquez llega de la corrida (que allí por la sucesión de estaciones en un mismo día son al mediodía) y tras comer decide ser fiel a esa costumbre tan española de echarse la siesta. Descansaba en su habitación del hotel cuando alguien llamó a la puerta, por lo que, confiado, decide abrir con la sorpresa que se encuentra a tres encapuchados, que le amenazan con pistolas diciéndole que no se moviera, que se trataba de un secuestro y si lo hacía lo acribillan sin piedad.
El maestro, todo temperamento, reacciona y sin darse ni un respiro se lía a puñetazos con los secuestradoras. Fuerte y fibroso, a pesar de superar en aquel entonces lo sesenta años, reparte con el mismo talento que un boxeador. Mientras las quejas y los lamentos de los ‘secuestradores’ se hacen evidentes, quien tratan de defenderse, pero sin hacer uso de las armas.
La extrañeza llega cuando los ‘atracadores’ después de decirle al viejo torero, ya en claro castellano,que por favor frenase sus impulsos, se quitan los pasamontañas: “Maestro, que somos nosotros y le estamos gastando una broma”. Entonces, mientras los bromistas dejaban al descubierto su rostro,Andrés Vázquez se percata que que se trata de Ponce (quien se queja de un puñetazo recibido en el cuello), Manuel Caballero y Ricardo Ortiz, que por entonces goza de mucho cartel en Quito y hasta recibe la alternativa de manos de José Miguel Arroyo en el cartel estrella del ciclo.
Al final, los tres espadas tras pedir perdón a su víctima, maltrechos, abandonan la habitación mientras arrojan las pistolas de fogueo a la papelera. Entonces, Andrés Vázquez, con su nervio zamorano, les dice: “Y habéis tenido suerte, como estaba en pijama no llevaba la navaja cabritera que siempre llevo en el bolsillo. No sé qué hubiera ocurrido si la tengo”.
Al día siguiente, en una entrevista que le hicieron a Ponce para Telemadrid, el maestro Andrés Vázquez (que colaboraba en esa cadena) le pregunta con mucha ironía al valenciano: “Qué te ha pasado en el cuello, Enrique? A lo que el torero de Chiva responde sonriendo: “Fue por un varetazo que sufrí hace dos días mientras tentaba en la ganadería de Huagruasi, que usted de ese sabe mejor que nadie”.
Y ahí quedó la broma,aunque a nadie se le volvio a ocurrir jugar con el honor del maestro de Vilalpando.
PASAR MIEDO POR ALGO
Cuentan que andaba en el patio de cuadrillas de la Maestranza de Caballería de Sevilla Miguel Baez "Litri", que aquel día hacía el paseíllo con el inefable Curro, cuando pasa por delante el apoderado del onubense y el maestro de Camas pregunta al Litri “no hablas con tu apoderado antes de las corridas” Miguel responde que no y Curro dice “pues tienes que hablar, preguntarle cuanto ganas hoy, cuanto has ganado esta temporada, para salir a pasar miedo por algo”.
EL SORO CONDENADO
03 de noviembre del 1985 El Soro es condenado a tres días por pegar a Manzanares en Valencia.
El torero. Vicente Ruiz El Soro, fue condenado ayer a tres días de arresto menor y una multa de 7.500 pesetas por agresión al diestro José Mari Manzanares, ocurrida en la plaza de toros de Valencia el pasado 12 de. mayo. El Soro, que lidiaba su toro e interpretó como demasiado largo un quite de Manzanares, se dirigió en furecido hacia éste y tras incre parle, El Soro comentó que José Mari le intentó estropear el toro, “le dio nueve chicuelinas tocándole los costados, y eso en mi casa no se puede consentir porque aquí mando yo”.
Los espadas, sus cuadrillas y los mozos de estoque se enzarzaron en una tangana, con bofetadas y puñetazos. Mientras, el toro estaba cerca de la escena y pudo haberse organizado una masacre de arrancarse hacia ellos.ambos se enzarzaron a golpes.El presidente de la plaza, Jacinto Pérez Acosta, mandó detener al valenciano. Los motivos fueron alteración del orden público y desacato a la autoridad, los guardias irrumpieron en el ruedo y lo llevaron a comisaría y al juzgado. En su defensa, El Soro declaró que el alicantino le había llamado “loco y payaso” y pidió perdón al público
jueves, 14 de marzo de 2013
OTRA SUERTE EN DESUSO: PICAR MONTADO SOBRE OTRO HOMBRE:
Es una suerte que describe Paquiro en su Tauromaquia: "Para ejecutar ejecutar esta suerte se pone el diestromontado en el hombro de otro torero, que llevará en la mano derecha la muleta, y el de encima armado con la vara de detener, como si fuera verdaderamente a picar. De este modo el que tiene la muleta cita al toro conforme a las reglas que para el manejo de ella hemos dado, y el de encima, cuando está en la humillación, le pone la garrocha y lo pica. Es inútil decir que quien principalmente hace la suerte es el de la muleta".
Una suerte en desuso,el salto de la garrocha,interpretado aquí por Antonio Porras.
Antonio Porras Lucena (1945)
Matador de toros español, nacido en Espejo (Córdoba) el 20 de abril de 1945. Alentado por una temprana vocación taurina, se forjó en el duro aprendizaje del toreo frecuentando los festejos menores que se convocaban en su entorno meridional, dependencia regional que no le impidió, sin embargo, enfundarse su primer traje de luces en un coso tan apartado de su tierra natal como el de la ciudad gallega de Orense. Corría, a la sazón, el día 19 de junio de 1964, fecha en la que el joven Antonio Porras dio inicio a una excesivamente prolongada andadura novilleril, plagada -como la de tantos otros toreros modestos- de asperezas y dificultades.
No era la menor de ellas el no poseer unos mentores o padrinos que pudieran mover sus influencias para inscribir al joven aspirante en los circuitos de las novilladas sin picar que se convocaban en el panorama taurino de la época; de ahí que, durante los cinco largos años que tardó en ser incluido en un festejo picado, el animoso torero cordobés sólo tuviera ocasión de intervenir en quince novilladas sin caballos. Finalmente, el día 4 de mayo de 1969, en el pequeño ruedo madrileño de Vista Alegre, Antonio Porras Lucena debutó en una función asistida por el concurso de los subalternos de la puya, la mona y el castoreño; se jugaron aquella tarde seis novillos procedentes de la ganadería de don José Cobaleda, anunciados en un cartel en el que figuraban, junto al ya veterano novillero de Espejo -que acababa de cumplir los veinticuatro años de edad-, otros dos ilusionados aspirantes a convertirse pronto en matadores de toros: José Tarjuelo y "Curro Vázquez". La sorpresa para los aficionados madrileños que se habían dado cita en el humilde coso de Carabanchel vino protagonizada, precisamente, por Antonio Porras, quien practicó una las suertes más añejas del Arte de Cúchares, ya prácticamente olvidada hasta por los espectadores de mayor edad: el salto de la garrocha. Éste y otros gestos similares, plagados de valor y honradez, dieron crédito a los vivos deseos que tenía Porras Lucena de convertirse en figura del toreo; pero, al mismo tiempo, otros desagradables detalles (entre ellos, su pésimo manejo de los útiles de matar) pusieron de manifiesto las carencias que arrastraba un novillero que, a su edad, aún se hallaba en pleno proceso de aprendizaje.
Sin embargo, el handicap de estar "poco placeado" empezó a resolverse durante aquella campaña de 1969, en la que Antonio Porras Lucena consiguió cumplir diecinueve ajustes. Tras mantenerse bien situado en el escalafón novilleril en el transcurso de la temporada siguiente, al dar comienzo la de 1972 recibió, por fin, una oferta para tomar la alternativa en la primera plaza del mundo. Compareció, pues, en la Monumental de Las Ventas el día 14 de mayo de dicho año, fecha en la que daba comienzo el ciclo dedicado a la advocación del santo labrador, patrón de la Villa y Corte; venía, a la sazón, acompañado por el espada segoviano Andrés Hernando García, quien, a título de padrino, facultó al toricantano para dar lidia y muerte a estoque a una res criada en las dehesas de Sánchez Fabrés, que atendía al taurino remoquete de Espartero. Se halló presente también en la emotiva ceremonia el coletudo sevillano Marcelino Librero Ruiz ("El Marcelino"), quien tuvo ocasión de comprobar cómo Antonio Porras Lucena daba una vuelta al anillo de Las Ventas, entre las ovaciones del respetable, después de haber pasaportado a su primer oponente.
A pesar de esta lucida actuación, los ecos del buen toreo que era capaz de desplegar el valeroso lidiador cordobés no llegaron demasiado lejos, debido en parte a que seguía perteneciendo a ese grupo de toreros modestos que no cuentan con buenos mentores a la hora de conseguir contratos y manejar los intereses mediáticos. Y así, a pesar de esa prometedora intervención en Madrid frente al toro de su doctorado, la carrera de Porras Lucena no contó nunca con la ocasión propicia para iniciar su definitivo despegue; antes bien, en un vertiginoso declive arrastró pronto al diestro cordobés hasta los peldaños más bajos de un escalafón que acabaría abandonando con tanta discreción como amargura.
DE OTRA ENCARNADURA: PROEZAS, EXTASIS, ORGASMO... Y PESADILLAS
Los toreros son de otra 'encarnadura'. Una manera de definir la vocación y el misterio de quienes arriesgan las carnes a cambio de experiencias sublimes. Algunos matadores evocan el orgasmo a propósito de las sensaciones que experimentan en el ruedo. Otros mencionan el estado de abandono corporal. Redundando en la definición que Fernando Arrabal hizo de Morante de la Puebla: "Cuando torea el maestro se deja el cuerpo en el burladero".
Luis Francisco Esplá (Alicante, 1958) prefiere hablar de 'estado de gracia'. Una dimensión de paz, de misticismo y de asombro que reconoce haber vivido únicamente en tres ocasiones. Son muchas en relación a la vacuidad de los mortales, pero pocas considerando que el maestro alicantino se retiró en 2009 después de haber cumplido 33 años de matador.
El estado de gracia le sorprendió o le vino asistir en los años ochenta. Una vez en Valencia, delante la lidia de un Miura. Otra en Albacete, frente a un astado de Salvador Domecq. Y la última ocasión en Albacete, toreando un ejemplar de Sepúlveda. Ha protagonizado Esplá muchas más faenas de triunfo y de repercusión, pero sólo en aquélla trilogía sintió que el cuerpo se elevaba de la arena y que se veía a sí mismo desde fuera, en plan 'crisis mística'.
Se había olvidado de la tensión y hasta de la técnica. Se había olvidado del cuerpo. Se había olvidado hasta del toro. Fue un trance, una revelación. Inútil resultaba invocarla. El estado de gracia apareció igual que se evaporó, pero hizo comprender al maestro que estaba unos escalones por encima de los mortales. Igual que Santa Teresa en su éxtasis religioso.
DIVISON DE OPINIONES
Rafael El Gallo se abstraía de las pitadas y de los abucheos. De otro modo, no habría resistido tantos años en los ruedos, como él mismo decía irónicamente. Era un resistente y habría aprendido a relativizar las increpaciones y los almohadillazos. Su lema consistía en que una bronca dura cinco minutos y una cornada tres semanas.
Bien lo sabe un amigo aficionado que se encontró con el maestro en el tren de Córdoba a Sevilla. Había toreado El Gallo en el coso de los califas en competencia con Bombita, pero no anduvieron demasiado bien las cosas.
-"¿Entonces qué ha sucedido, Rafael?", inquirió el partidario.
-"Pues nada, división de opiniones".
-"¿Entre tú y Bombita?"
-"No, entre mi padre y mi madre. Unos se metían con él, otras con ella".
OJEDA EL FRANCISCANO
Paco Ojeda (Sanlúcar, 1954) se emociona todavía hoy cuando evoca la faena que instrumentó a un ejemplar de La Quinta en la feria de San Isidro de 1983. Salió el toro desparramando la vista. "A ver si te atreves conmigo", le decía a Ojeda con su arrogancia y con su violencia.
La quietud franciscana del maestro de Sanlúcar fue 'reduciendo' al animal, intimidándolo. Especialmente en el desenlace del último tercio, cuando las distancias del maestro y el toro desaparecieron completamente.
"Me miró de arriba abajo, me olfateó la taleguilla y con la punta del pitón me empujo los adornos de la chaquetilla. Lo hizo con tanto mimo y con tanta curiosidad que me estremezco al recordarlo", cuenta Paco Ojeda casi 30 años después.
La anécdota forma parte del misterio de la tauromaquia. Igual que las lágrimas de los toros. Dice Ojeda que las ha visto derramar en algunas reses sometidas y entregadas. Hay que ponerse muy cerca para asistir al fenómeno, hay que respetar la intimidad de la fiera.
Sabe Paco Ojeda de lo que habla. De otro modo no habría celebrado a su manera el triunfo sevillano que le abrió de par en par la puerta del Príncipe de Sevilla. Tenía todo el derecho de emborracharse, de abandonarse, pero el cuerpo, así lo recuerda él, le pidió coger el coche, marcharse a la marisma y torear unas vacas a la luz de la luna. Sin testigos ni aplausos.
Médicos
A Machaquito le pusieron un yeso por una mala cogida cuando llegó la factura su hermano le comentó: «Pues menos mal que no te han puesto mármol...»
A un novillero sevillano muy poco placeado le contrataron para actuar en un pueblo de la provincia. Por no tener, no tenía ni traje de torear que le pidió a un compañero que acababa de estrenar y le había costado un riñón.
El novillero fue cogido de manera sería, destrozándole por completo el traje. Sus compañeros iban a la enfermería y preguntaban por su salud.
– Mientras no entre el shock, bien- llegaron a contestar hasta siete veces los médicos...
– Y digo yo ..¿quien es el shock ....?- preguntó uno de los compañeros.
– Debe ser el que ha prestado el traje- contestó otro. —
MANUEL HERMOSILLA Y EL EMPRESARIO
Toreaban en una plaza andaluza Gordito, Hermosilla y Chicorro, y ello era en los tiempos en que los tres podían con los toros, y cautivaban a los aficionados con sus especialidades toreras pintureras.
El empresario, queriendo adelantar en el cartel los mayores atractivos, solicitó de los tres matadores algo extraordinario, que anunciado previamente pudiera servir de gancho a la curiosidad de la afición y redundase en beneficio de la taquilla .
– Diga Vd. –manifestó Antonio Carmona- que podré banderillas en silla si alguno de los toros tiene condiciones.
– Pues yo -dijo José Lara– daré er sarto de la garrocha si lo admite algún bicho.
Y como Manuel Hermosilla (que no tenía especialidades vistosas) callase como un muerto, le preguntó el empresario:
– Y de Vd. ¿qué anuncio?
Y Hermosilla que no confiaba mucho en la honorabilidad del empresario contestó:
– Pos ponga Vd. que yo cobraré antes de comenzar la corría. —
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