Eduardo Albasanz Sánchez, El Bonifa o el cojo Bonifa sobre él,Cossío relata que había nacido en Madrid el 15 de septiembre de 1869 y que, huérfano desde muy niño, se hizo vendedor de periódicos y décimos de lotería. Comenzó a frecuentar las capeas de los pueblos y después a trabajar bajo las órdenes de algunos novilleros de la época, siendo Cándido Martínez (Mancheguito) uno de sus más constantes jefes. A las órdenes de Mancheguito se presentó en Madrid el 1892 por vez primera, resultando lucida su labor. Al finalizar ese año marchó a Filipinas en la cuadrilla del Americano. En 1893 fue contratado por la empresa de la plaza de Murcia y visitó plazas de Francia a las órdenes de Adradas llegando a alternar con Félix Robert. En 1895 y 1896 figuró como sobresaliente en algunas corridas, en 1897 estoqueó novillos en varias ocasiones y el 27 de febrero de 1898 se presentó en Madrid de novillero, echándole al corral su primer toro. Durante 1898 y 1899 alternó su labor de banderillero con la de matador de novillos, toreando en Barcelona, Zaragoza, Valencia o Burgos y alternando con Vicente Pastor, Regaterín, Platerito y otros diestros. En 1900 trabaja como banderillero y sobresaliente, marchando a América hacia el mes de agosto, toreando varias corridas en Rosario, provincia de Santa Fe, Argentina. Formó en la cuadrilla de Reverte y luego en la de Luis Mazzantini en la que estuvo hasta la retirada de este. Desde entonces se ajustó de banderillero sin cuadrilla fija, actividad que acompañaba con la de gerente de una pequeña plaza sobre cuya situación no se ponen de acuerdo las fuentes, pues según Cossío estaba edificada cerca del Puente de la Princesa, según Cañabate estaba en La China y según el diario ABC (5 de mayo de 1914) en Las Delicias. Sobre esta placita, Cañabate aporta información en una columna publicada en la revista El Ruedo el 27 de marzo de 1947, donde afirma que él frecuentó dicha plaza en su juventud, y aporta una fotografía realizada en el año 1910 en la que se ve a Gallito pasando por alto a un "novillo"en dicha plaza, antes de comerse una paella en compañía de varios aficionados.
Eduardo Albasanz fue, en opinión de Cossío, un buen peón y un regular novillero que siempre se distinguió por su oportunidad en los quites, su buena colocación, sus conocimientos del arte y su simpatía natural. Murió, pobre y olvidado, el 7 de mayo de 1929.
Sobre el decia Gonzalo Gil Gonzalez lo siguiente: Se llamaba Eduardo Albasanz, de nombre artístico "Bonifa"; entró en la Asociación en noviembre de 1909, y de él dice Josefina Villaplana, que era la hija de su compañera: «Mi pobre padrastro, después de torear cuarenta años, todo lo que nos pudo dejar fueron mil pesetas que daba la sociedad cuando él murió.» Efectivamente, este párrafo resume la vida profesional de un torero sin suerte. Su revés de fortuna empezó el 29 de junio de 1923, cuando en la novillada de la plaza de Soria sufrió la cogida de un novillo que le provocó una lesión en la región inguinal y un "varetazo" en el pecho. Como consecuencia de la primera se le produjo una hernia en pocos años, y a causa del golpe en el pecho sufrió un hundimiento de tórax que le ocasionó pronto problemas respiratorios, probablemente a causa de alguna costilla que acabó mal soldada hiriéndole un pulmón.
Una tarde de 1926, toreando en Jadraque (Guadalajara), el primer toro lo empujó contra la barrera, donde se golpeó fuertemente en el costado. Dentro de su pecho algo debió romperse porque se agudizaron sus problemas respiratorios y jamás recuperó su fuerza y su entereza. Dos años después, en 1928, murió en su casa sin más aplauso ni consuelo que los cuidados de su familia, a la que dejó arruinada. Es la historia resumida de un torero sin fortuna.