El Grupo Taurino del antiguo sindicato nacional del espectáculo en España, acordó en su Junta celebrada en Noviembre de 1951 preponer a la Asesoría Eclesiástica Nacional de Sindicatos, como Santo Patrono de los toreros, a San Pedro Regalado, acuerdo que fue ratificado por dicha Asesoría.
El patronazgo significa, según la Iglesia, que el Santo Patrono tiene un poder especial de intercesión en favor de los que por tal lo eligen. La "Sagrada Teología enseña que ese poder radica en la peculiar conexión de Patrono Y creyentes; cuanto más íntima sea la trabazón entre el bienaventurado y los mortales, tanto más derecho tiene aquél para interceder por éstos, y tanto más eficaz es su intercesión» La norma o fundamento del patronazgo es la identidad de profesión del Santo y sus de- votos, y así, éstos se constituyen bajo la protección peculiar de quien bien les «entiende»; pero basta para el caso un solo hecho milagroso —como en éste de San Pedro Regalado—, pues con él parece que Dios mismo, autor del milagro, ha señalado el caminó. Varios Santos han sido partícipes de hechos taurómacos, algunos sobrenaturales, por los que podrían haber sido elegidos Patronos de los toreros; San Francisco Solano, San Juan de Sahagún y Santo Domingo de Guzmán figuraban como «candidatos».
Sin embargo, los toreros designaron a San Pedro Regalado, Patrón de Valladolid. Este San Pedro Regalado era fraile en el Monasterio del Abrojo. De él hay un cuadro en el Museo de Valladolid pintado por fray Diego de Frutos. La razón principal para haber adoptado este patronazgo está basada en la exposición que don Matías San Orador Vítores expuso como relato biográfico del Santo: «Deseando vivir con mayor tranquilidad de espíritu, creyó prudente retirarse a La Aguilera, lugar apartado de la Corte. A tal fin, salió del convento del Abrojo acompañado de otro religioso, y agradablemente entretenidos los dos viajeros con espirituales y cristianos coloquios, dirigían sus pasos por el camino que conducía a la villa de Arañda; mas al pasar frente a la de Valladolid oyeron confusas voces y ruido de caballos, algarabía que les sacó de su enajenamiento. Volvieron los dos religiosos la vista hacia el lugar de donde salíon» tan extraños rumores, y quedaron asombrados y atemorizados al ver junto a ellos un soberbio toro, cubierta su boca de blanca espuma y brotando sangre de sus anchas y profundas heridas. El toro, con su bravura, había logrado escapar de la Plaza de Valladolid y era hostigado de cerca por mucha gente de a pie y a caballo.
El compañero de Regalado, poseído de un terror como jamás había experimentado, se guareció detrás del santo, y éste, al darse cuenta del inmediato y gravísimo riesgo en que se hallaban, imploró del cielo el socorro, y fué —como otras veces en que había acudido o la omnipotencia divina— milagrosamente favorecido. La fiera, con espantosos rugidos, se lanzó hacia el Santo con ímpetu furioso, y por un poder sobrenatural al presentarle el fraile el báculo que portaba el toro se amansó y se postró a sus pies. El fatigado animal, como reco- nociendo una influencia superior, permaneció tranquilo, en humilde actitud, mientras el Santo le acariciaba, llegando a extraerle con cuidado los agudos hierros de los rejones que tenía clavados, y le limpió la sangre. Ejercida la caridad por el Santo de un modo tan extraño con tan noble animal, le dió su bendición y le mandó marchar, orden que el toro obedeció inmediatamente...»
Hay en Valladolid, de cuya diócesis es Patrono litúrgico, una Cofradía constituida. Las toreros tienen , su Patrono, gracias a una etapa de gestiones y una actividad de gestores o valedores,que fueron promovidas entre otros por el ilustre escritor y académico José María de Cossío. que en un articulo publicado en «A B C» decia en su último párrafo: «He pensado muchas yeces que San Pedro sería un buen Patrono para los toreros, y, sobre todo, que |os toreros castellanos descendientes de los que clavaron los arpones al toro que tuvo tan buena ventura, se cuidaran del recuerdo de este Santo torero, y que, como al toro las garrochas, quitaran a ellos el ásfíero camino de su profesión, los riesgos y las cornadas.
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