La tarde del 2. de septiembre de 1934, en la
plaza de toros vieja, llamada El Triunfo,
de Granada, el diestro Miguel Morilla, El
Atarfeño, moría de una cornada del toro Estrellito, de la ganadería de Moreno Santamaría.
Su esposa estaba en un palco de la plaza presenciando
la corrida, y al ver al torero volteado,
caído en la arena, le llamó con el grito más triste
que se haya oído nunca en un circo taurino en
el momento de la tragedia. No querían dejarla
entrar en la enfermería, donde el torero agonizaba.
Pero entró, al fin. Y la despedida de aquellos
seres jóvenes, enamorados, y cuyo amor tenía
ya el fruto de un hijo pequeñín, entonces de
un año, fué de una angustia desgarradora.
Granada,
que los vio dichosos, ricos de gloria y de
cariño, jjasear en las verdes tardes doradas por
los jardines del Generalife y de la Alhambra
la vio sufrir sola, enlutada, con sus ojos grandes
velados por un dolor sin remedio, como para
llevarlos a arder a la manera de cirios de hermosura
al altar de la Virgen de las Angustias. ¿Y
esa chiquilla, que le vio ensangrentado en la arena,
toreo en la misma plaza aún
vistiendo de luto por su esposo. La admiración de
los granadinos no tenia límites. Habia un
misterio que no comprendian bien. ¿Qué se proponia esa chiquilla? ¿Gloria? ¿Dinero? Lo primero
ya lo obtuvo con ser la viuda de
Atarfeño, a quien todos querían tanto en Granada
y en España entera. Y en cuanto dinero
para el huerfanito...
—Tanto se le quería a Atarfeño en Granada, que
se hizo un beneficio en favor del niño, que ahora
ha cumplido dos años.
Se dio una función de
toros y se recaudó
para el niño una cantidad que pasó de treinta
mil pesetas, con lo que se compró una
casa en la ciudad. Luisita Jiménez vivio en esa
casa, pero la propiedad era de su hijo. "Se lidiarán,
banderillearán y serán muertos a estoque seis
hermosos novillos de la acreditada ganadería de la
señora viuda de Villamarta—así decia el cartel—,
con divisa verde botella y oro viejo; primera
parte, dos bravos becerros para la presentación
de la valiente lidiadora Luisita Jiménez,
viuda del infortunado diestro Átarfeño."
Luisita se preparó para la corrida en un cuarto
del Hotel Internacional, de donde salió para la plaza vieja de El Triunfo. No quiso salir
de su casa por no despedirse del hijo y de la
madre. Luisita no era aficionada a los toros hasta que conoció al Atarfeño, al que acompañó a todas sus corridas hasta el fatidico dia,"Acaso
si hubiese estado en casa, aguardándole, hubiese
sufrido más... Sufría de todos modos, claro
está..., pero sólo en el primer tiempo; luego, en
viéndole, ya estaba tranquila y atendía a su arte
con entusiasmo creciente...
En vida de Miguel
yo iba también a las dehesas a torear con él, y
él me adiestraba. Ya se hablaba de que debutaría con él en un festival benéfico que se iba a
dar en Granada".
decia la Atarfeña —Sí, desde luego; yo le he visto-torear en Madrid.
Y estaba tranquila. No pensaba en nada
trágico, ni en que nuestro pequeño pudiera quedarse
huérfano... Ahora tiene dos años; se llama
Miguel, como su padre. No quiero que sea torero...
Si yo pienso ganar mucho dinero con los
toros es precisamente para que él no lo sea y
viva bien... ", es, en parte,
porque suene y no se olvide el nombre de su
marido; es, en el fondo, abnegación, y el mantener el fuego sagrado de su gloria...
Luisa Jiménez emprendió un largo viaje a las Américas junto con su hijo Miguelito y no se volvió saber más de ella en muchos años. Vino la guerra civil y sus fuertes sacudidas de odio y muerte... y en Granada se olvidaron por completo de su torera. De fuentes cercanas a la familia de María Luisa Jiménez se sabe que regresó con su hijo a Granada en la década de los sesenta. Hizo su película en América y treinta años mas tarde volvió con mucho dinero ahorrado durante este tiempo, que invirtió en la compra de numerosos inmuebles por la ciudad, con cuyas rentas vivió holgadamente toda su vida junto a su hijo. Otras versiones cercanas a los mentideros taurinos de la citada ciudad señalan que “La Atarfeña” se instaló desde un principio en México. Murió en Granada muy mayor. Su hijo Miguelillo aun vive en Granada.
Luisa Jiménez emprendió un largo viaje a las Américas junto con su hijo Miguelito y no se volvió saber más de ella en muchos años. Vino la guerra civil y sus fuertes sacudidas de odio y muerte... y en Granada se olvidaron por completo de su torera. De fuentes cercanas a la familia de María Luisa Jiménez se sabe que regresó con su hijo a Granada en la década de los sesenta. Hizo su película en América y treinta años mas tarde volvió con mucho dinero ahorrado durante este tiempo, que invirtió en la compra de numerosos inmuebles por la ciudad, con cuyas rentas vivió holgadamente toda su vida junto a su hijo. Otras versiones cercanas a los mentideros taurinos de la citada ciudad señalan que “La Atarfeña” se instaló desde un principio en México. Murió en Granada muy mayor. Su hijo Miguelillo aun vive en Granada.
Luisa Jimenez no estaba en la corrida, estaba en Madrid y fue avisada de la cogida. Tomo un tren para llegar por la mañana del dia 3 donde fue informada.
ResponderEliminarEn la guerra civil estuvo una temporada en la cárcel de Baza y después en casa de su tío en Guadix.
ResponderEliminar