viernes, 30 de agosto de 2013

JOSE PASCUAL OLMOS "EL VALENCIANO"

Torero precocísimo, alentado por una encendida afición al Arte de Cúchares que se le manifestó desde su temprana infancia, con tan sólo doce años de edad debutó en calidad de banderillero en el coso levantino que le había visto nacer. Corría, a la sazón, el mes de octubre de 1888, fecha en la que dio inicio a una prolongada e irregular trayectoria de aprendizaje del duro oficio taurino que le llevó, al cabo de nueve años, hasta las puertas de la plaza de Madrid, en donde hizo su primer paseíllo el día 11 de marzo de 1894. 

Comparecía, en dicha ocasión, en calidad de subalterno de la señorita rejoneadora Matilde Vargas, con la misión de estoquear -como a la postre hizo- al novillo lidiado por esta aguerrida amazona. Su inestable presencia en los carteles de las principales plazas españolas le impulsó a cruzar el Atlántico a finales del siglo XIX para extender su toreo por diversas plazas hispanoamericanas, donde el valor y el arte de "El Valenciano" resultaron muy apreciados. Tras triunfar durante varias temporadas en suelo americano, regresó a la Península Ibérica y consiguió anunciarse para el día 18 de octubre de 1903 en un cartel de su Valencia natal, donde recibió el doctorado en Tauromaquia de manos de su padrino, el coletudo sevillano Emilio Torres Reina (el hermano mayor de la famosa saga de los tres "Bombitas"). 

El toro de su alternativa pertenecía a la vacada de la señora viuda de Concha y Sierra. Ascendido, pues, a la categoría de matador de toros, José Pascual Olmos ("El Valenciano") regresó al coliseo de la Villa y Corte el día 10 de septiembre de 1905, dispuesto a confirmar ante el severo dictamen de la primera afición del mundo la validez del título que le acreditaba como doctor en el Arte de Cúchares. Venía, a la sazón, apadrinado por el célebre espada gaditano Manuel Lara Reyes ("El Jerezano"), quien le facultó para dar lidia y muerte a estoque a un burel criado en las dehesas portuguesas de don Luis Patricio, y bautizado por el mayoral con el peregrino nombre de Suraya. 

Según dejaron escrito los cronistas de la época, "El Valenciano" despenó a su enemigo con una soberbia estocada que fue recibida con una clamorosa ovación por parte del respetable. A pesar de esta eficacia y pulcritud a la hora de ejecutar la suerte suprema (mucho más valorada que hogaño por los aficionados cabales de la época), José Pascual Olmos no recibió las ofertas necesarias para sostener su irregular andadura profesional en los puestos cimeros del escalafón, por lo que su carrera experimentó pronto una progresiva decadencia que le aconsejó, al cabo de algunas temporadas, abandonar el ejercicio activo del toreo para ocuparse en el desempeño de otras labores también relacionadas con el mundo del toro. Así las cosas, acabó aceptando gustoso el cargo de asesor presidencial en el coliseo de su ciudad natal, en el que se mantuvo hasta la fecha de su muerte el 2 de junio de 1943.

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